Mabel Klimt: «Uno de nuestros grandes retos es hacer un Colegio accesible para todos y más participativo y, desde luego, la tecnología es una gran aliada»
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24/10/2023 06:30
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Actualizado: 24/10/2023 10:24
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En el ámbito de la abogacía, como en todos los sectores, nos encontramos inmersos en plena revolución tecnológica. Las nuevas herramientas digitales o nuevos modelos de negocio que surgen en base a las mismas están impactando enormemente en el ejercicio de la profesión legal. Adaptarse a este nuevo entorno y abrazar la innovación es crucial para brindar un servicio más eficiente y ser más competitivo a la hora de ofrecer servicios legales.
Por ello, con el objetivo de promover y acelerar la transformación digital en el sector legal, Wolters Kluwer Legal Software, reconocido proveedor de soluciones en software jurídico para despachos de abogados, de procuradores y departamentos jurídicos in-house, lanzó el pasado mes de julio una nueva iniciativa denominada “Píldoras Legaltech”.
A través de estas “Píldoras Legaltech” que se están impartiendo de forma periódica en un ameno formato de vídeos de diez minutos de duración, reputadas personalidades influyentes en el sector que se han convertido en expertos de las más recientes e innovadoras tecnologías y metodologías nos trasladan sus experiencias con el fin de servir de ayuda a los abogados y otros profesionales jurídicos en su proceso de digitalización.
En una de estas píldoras ha sido protagonista Mabel Klimt, abogada y diputada de innovación, tecnología y cultura del Ilustre Colegio de la Abogacía de Madrid, y socia de Elzaburu, y a cuyo contenido puedes acceder haciendo clic en este link.
Al margen de esta “Píldora Legaltech”, hemos tenido la oportunidad de entrevistar a Mabel Klimt que nos da su punto de vista sobre los proyectos de innovación del ICAM, los nuevos modelos de negocio en el ejercicio de la abogacía o los principales desafíos a los que se enfrentan los despachos entre otras cuestiones.
Más allá de la tecnología, ¿con qué otros proyectos de innovación cuenta el ICAM y cómo pueden impactar en el ejercicio profesional de los colegiados?
Como proyecto de innovación destaca, y casi te diría que, con cariño, porque lo siento como un proyecto personal que he padecido, el tema del voto electrónico. Uno de nuestros grandes retos es hacer un Colegio accesible para todos y más participativo y, desde luego, la tecnología es una gran aliada para abrir la posibilidad de participar a quienes lo tienen difícil por diversas razones, como pueden ser la falta de tiempo o, simplemente, estar de viaje.
En este sentido, empezaremos con algo un poquito más a pequeña escala y luego ya se irá implementando hasta que seamos capaces de hacerlo extensivo. En relación con este tema, hay ahí algún un dilema técnico para garantizar la trazabilidad puesto que, siendo abogados, hay que ser muy minuciosos y rigurosos. Siendo tan particular el Colegio como es, no todo se adapta exactísimamente a lo que necesitamos, pero creo que hay soluciones prácticas que al final nos pueden dar esa vía.
También otro proyecto de innovación más allá de la tecnología del Colegio, es la innovación en los procesos. La nueva Junta es muy “agile” y conceptos como la transparencia o implicar a los empleados está en su ADN. Ten en cuenta que en la Junta hay mucho componente empresarial, tenemos gente con muchísima experiencia y, al final, cada uno aporta experiencias o métodos… hay gente de multinacionales, de empresas de todo tipo, y eso impacta en cómo se hacen las cosas: muy práctico, muy concreto, muy ejecutivo.
¿Cuál es tu opinión sobre los nuevos modelos de negocio que ofrecen la tecnología y la innovación? Modelos que ofrecen servicios jurídicos industrializados, por ejemplo.
Yo creo que, por supuesto, hay lugar para todos, pero mi ideal a seguir por supuesto es el despacho de abogados, más que lo que sería la industria legal. Sin embargo, la tecnología va a conllevar la desaparición de la intervención humana en procesos o actividades que puedan ser más mecánicas o mecanizables, por ejemplo, pagos recurrentes de una tasa, el envío de facturas o el seguimiento de morosos, traducciones, etc. Hay cuestiones que tienen un cierto sesgo de mecanización o de rutina que, o bien en el muy largo plazo serán totalmente automáticas, o bien, requerirán el uso de la tecnología para poder seguir siendo competitivos.
¿Y podremos seguir haciendo estas tareas a la manera tradicional?
Por supuesto que sí, pero el tema es que probablemente nadie estará dispuesto a pagar el servicio.
Ahora, el debate, o la cuestión a considerar, es hasta qué punto es la propia profesión legal uno de esos procesos mecanizables.
Mi reflexión es que la profesión de Abogado tiene mucho de picardía, tiene mucho de estrategia, así que ¿hasta qué punto el desarrollo tecnológico va a ser capaz de reemplazarlo plenamente? Nunca digas nunca jamás, pero lo veo difícil. Otra cosa distinta, es que un abogado que utilice herramientas tecnológicas vaya a tener una ventaja competitiva respecto al que no las tenga, permitiéndole ofrecer un mejor servicio, pero eso ya es otra cuestión diferente.
Es verdad que muchísimas cosas dejarán de hacerse, pero habrá otras muchísimas cosas que será necesario hacer y de las cuales, hoy por hoy, no existe ni siquiera formación. En este aspecto creo que el Colegio puede aportar mucho por su íntima y constante conexión con la realidad del ejercicio profesional y el contacto con las empresas.
Las excelentísimas capacidades de las Secciones de estar tomando un poco la temperatura de los casos, qué temas pueden llegar a ser jurídicamente relevantes o delicados, la posibilidad de acceso a los mejores compañeros de la especialidad para invitarles a debatir, en fin, en ese sentido, se trata de que el Colegio sea un poco la “casa” de todos. En definitiva, creo que hay distintas líneas de trabajo que son más tradicionales, pero que, en el fondo, ayudan a perfilar ese futuro.
En relación con la transformación digital que estamos viviendo, ¿cuáles son los principales desafíos que van a tener que afrontar los despachos no digitalizados?
Todos los despachos cuentan hoy en día con un nivel de digitalización, pero si con no digitalizado queremos decir no tecnológicamente evolucionados, salvo que la especialización del despacho sea de nicho, tendrá el problema de quedarse rápidamente atrás respecto a aquellos despachos que sí han evolucionado tecnológicamente.
Es claro que en relación con la tecnología existe una brecha generacional y, en este sentido, el Colegio, como reflejo de la sociedad, tiene que estar cerca y buscar una alternativa, un teléfono de soporte, que te puedan seguir mandando en papel algo, y si no hay medios, que sea el propio Colegio el que ponga terminales en donde se pueda hacer la gestión que se necesite.
Desde tu experiencia, ¿de dónde viene la reticencia a no transformar?”
Para mí se trata de una multitud de factores, pero sin duda alguna es una cuestión tremendamente vinculada a la Gestión del Cambio. Es fundamental contar con mentes preparadas para asumir esa gestión y lo cierto es que el momento del cambio es complicado y no es una cuestión económica. Más bien que ese momento de cambio tiene que ser cuando tengamos tiempo y nunca tenemos tiempo y lo dejamos para otro momento, salvo en los casos en los que la propia tecnología te obliga a evolucionar, como es el caso de que el software que utilizas deje de actualizarse.
¿Qué hace el Ilustre Colegio de la Abogacía de Madrid para la Gestión del Cambio?
Para la gestión del cambio el papel del Colegio evidentemente es la formación. En el Colegio hay programas Máster, píldoras para gente un poco más desactualizada, temas técnicos, etc. Estamos ahí como un poco encima del tema, intentando ayudar, y una de las cosas que la gente más valora es el Sistema de Soporte, es decir, tengo mi problema ahora, y tengo la posibilidad de que alguien al teléfono me atienda y me ayude.
Por ejemplo, sobre Inteligencia Artificial para Abogados en concreto, el Colegio ha sacado una publicación, que es una cosa muy pequeña, que seguramente se pueda hacer un trabajo más minucioso y amplio, pero, por lo menos, abre boca para que la gente piense y despertar curiosidad.
Y, por supuesto, otro factor esencial en la gestión del cambio es que hace falta un liderazgo y la Junta actual cree en la innovación y en el papel de la tecnología con el consiguiente efecto cascada.
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