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Opinión | La Inteligencia Artificial y la Agencia Tributaria
27/8/2024 05:35
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Actualizado: 28/8/2024 16:39
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Hace unos días la Agencia Estatal de Administración Tributaria (AEAT) publicó, en su página web, el documento «Cuestiones sobre Inteligencia Artificial» (IA) y cuyo contenido coincide con lo expuesto, en líneas generales, por Diego Loma-Osorio, Abogado del Estado y Director de su servicio jurídico, en la mesa de debate, dedicada a este tema y en la que tuve la ocasión de moderar, en el Congreso de Lefebvre, celebrado el pasado 30 de mayo, tal y como puso de manifiesto Confilegal.
Con un afán didáctico, el documento parte de lo que hemos de entender por IA, de conformidad con el Real Decreto 817/2023, de 8 de noviembre, que establece un entorno controlado de pruebas para el ensayo del cumplimiento de la propuesta de Reglamento del Parlamento Europeo y del Consejo por el que se establecen normas armonizadas en esta materia.
Un sistema de IA es aquel diseñado para funcionar con cierta autonomía y que, basándose en datos proporcionados por máquinas o personas, infiere cómo lograr unos objetivos a partir del aprendizaje automático, la lógica y el conocimiento, generando, finalmente, unos contenidos, predicciones, recomendaciones o decisiones que pueden influir en el entorno donde actúan esos sistemas.
De aquí que no lo sean aquellos que utilizan reglas definidas únicamente por personas para ejecutar operaciones de manera automática (tratamiento masivo de datos, análisis de redes o grafos y de riesgos, así como la robotización o automatización de ciertas actuaciones).
La AEAT busca con la IA incrementar la eficacia y eficiencia de sus actuaciones tributarias, priorizando su uso en materia de información y asistencia al contribuyente y en el ámbito de la prevención.
ESTRATEGIA
Para ello se ha dotado de una estrategia para su uso, así como de una metodología para su aplicación práctica, siempre dentro de un marco de seguridad y protección de los derechos de los contribuyentes.
Se trata de una IA supervisada, en todo momento, por personas, que controlarán y serán responsables del funcionamiento del sistema en su conjunto y en cada una de sus fases, aplicando principios éticos y de transparencia (ejemplo: si se utiliza para interactuar directamente con el ciudadano, ha de informársele expresamente de ello).
En su origen, la metodología marcará la especificación de requisitos, el análisis de riesgos y las medidas de ciberseguridad y protección de datos a considerar, un análisis de viabilidad, las decisiones de diseño, la validación de resultados y la puesta en marcha de cada proyecto.
A partir de ese momento, dicha metodología servirá de guía para la monitorización, evaluación y mantenimiento, que ya funciona en el entorno productivo. En las fases del ciclo de vida de cada proyecto, han de identificarse a sus actores, roles y funciones.
De igual forma, determinarse el resultado a obtener en cada una de sus etapas. Todo ello con la participación de las unidades competentes de la AEAT, en materia de seguridad y control, así como las posibles auditorías externas a realizar por la Agencia Española de Supervisión de Inteligencia Artificial (AESIA).
CUMPLE CON LA NORMATIVA COMUNITARIA
Como todo sistema de IA, cumple con la normativa comunitaria y nacional de protección de datos en relación con la recopilación y procesamiento de información. A tenor de la doctrina plasmada en la STS de 22 de noviembre de 2023 [rec. cas.5352/2022 (FJ 2), esta normativa no se opone a que la AEAT, “en el curso de la tramitación y resolución de un procedimiento de gestión, inspección o recaudación tributaria, utilice datos de carácter personal de terceras personas físicas, distintas al sujeto obligado tributario sometido al expediente administrativo, siempre y cuando el tratamiento de los datos se ampare en las facultades que se confieren a las autoridades tributarias para luchar contra el fraude fiscal, que la inclusión de los datos se limite a aquellos que se revelen adecuados, idóneos, pertinentes y necesarios para la determinación de los hechos y motivar las resoluciones que se adopten, y que sea proporcionada al fin legitimo perseguido para lo que son tratados”.
Siguiendo con lo expuesto en el documento, la AEAT verificará que las fuentes de los datos sean fidedignas y contengan información vigente, actualizada y no sesgada, extremando el cuidado en los trabajos de limpieza y tratamiento de los datos tras su recolección, antes de ser finalmente validados, siempre por personas.
De hecho, la AEAT viene ya aprovechando las oportunidades que brinda la IA para favorecer el cumplimiento voluntario de las obligaciones fiscales. Es el caso de los «chatbots» (asistentes virtuales), algunos de los mensajes que reciben los contribuyentes del Impuesto sobre la Renta de las Personas Física por posibles errores al modificar la información sobre rendimientos del trabajo que ofrece Renta Web, o los avisos que se ofrecen a potenciales no declarantes de este tributo durante el periodo de presentación voluntaria de la declaración.
El documento deja claro una de las cuestiones que más preocupan a los contribuyentes: “Las actuaciones administrativas automatizadas que dicte la Agencia Tributaria no descansarán en ningún caso de manera exclusiva en el resultado obtenido de un sistema de IA”, garantizando siempre la intervención humana.
LA IVA VA A TRANSFORMAR LA RELACIÓN DE LA AEAT
También reconoce que, en la actualidad, no hay ningún uso de IA determinante en los procedimientos de control (tramitación o instrucción de los procedimientos inspectores o de comprobación limitada). Y, en cuanto a la fase de selección de contribuyentes, se utilizan herramientas de análisis masivo, que no son IA.
En nuestra opinión, todo lo anterior debe tranquilizarnos a todos, pese a que la AEAT sea, por el volumen de datos que utiliza, una versión actual del “Gran hermano” de la novela «1984» de George Orwell. Por tanto, una máquina no va a decidir nuestro destino tributario. De aquí que, al menos en los términos expuestos, la AEAT no se comportará como el ordenador Hal de la película «2001: Una odisea del espacio,» de Stanley Kubrick.
Todo lo anterior pone de manifiesto que la IA va a transformar la relación de la AEAT con los contribuyentes y, por tanto, con los asesores fiscales, de forma acelerada e irreversible.
Por ello, estos últimos deben gestionar, cuidadosamente, los riesgos y reinventar sus capacidades para guiar a la IA, en lugar de ser guiados por ella. Aquellos que logren dominar esta tecnología marcarán el nuevo estándar y saldrán fortalecidos. Los que no lo consigan tendrán, sin duda, un futuro profesional incierto.
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