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Opinión | Criminalística: Sangre en la escena del crimen, haciendo visible lo invisible

Opinión | Criminalística: Sangre en la escena del crimen, haciendo visible lo invisible
Samuel Miralles Mosquera, especialista en Policía Científica y profesor del curso Criminalística del ICAM subraya la importancia que, para los abogados, tiene conocer esta disciplina en la defensa de sus casos. Ilustración: Confilegal.
13/11/2024 05:00
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Actualizado: 14/11/2024 00:08
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El primer obstáculo que debe superar todo investigador que se enfrenta a la inspección de la escena de un crimen, es el hecho de que la muerte no tiene glamour. Contrariamente a lo que nos muestran películas y series de ficción policíacas, la víctima rara vez estará esperándonos en postura solemne, como sucede en CSI.

La sangre no será siempre ese llamativo vestigio de un rojo intenso, que vemos en «Dexter». En definitiva, el escenario de un crimen no es una función teatral que se representa nítida y ordenada a nuestros ojos, como ocurre en «Sherlock».

A menudo, es todo lo contrario.

En lo que no hay duda, es en que la sangre, visible o no, es uno de los vestigios más comunes presentes en todo escenario de un crimen. Ya sea durante la inspección de la escena o en el posterior examen de evidencias en el laboratorio, siempre es relevante localizar este tipo de vestigio pues, además de ser fuente de material genético que puede llegar a identificar a la víctima o al autor del hecho; también aporta información para los analistas de patrones de sangre, permitiéndoles reconstruir determinadas circunstancias de la comisión del hecho, mediante el estudio de la morfología y ubicación de las manchas en la escena -tipo de arma utilizada, trayectoria y número de golpes asestados o ubicación en la escena de agresor y víctima en el momento de la agresión-.

Por desgracia, lo más habitual es que las manchas de sangre en la escena sean de difícil detección; bien por estar asentadas en superficies oscuras que las enmascaran, bien por haber sido limpiadas de forma intencionada por el autor, a fin de ocultar las pruebas de su crimen o por haber sido parcialmente borradas fruto del simple paso del tiempo.

Será entonces cuando los investigadores apliquemos los tradicionales procedimientos químicos de localización de sangre, como el Luminol® o el Bluestar®.

Estos productos tienen la propiedad de reaccionar en contacto con el Fe+2 de la hemoglobina, mediante una luminiscencia de color azul, solo visible en total oscuridad durante escasos segundos. Pero tiempo más que suficiente para hacer visible lo invisible.

UN CASO DE PELÍCULA

Un caso reciente que, por su especial dificultad, supuso un verdadero reto, fue la inspección de un domicilio donde presuntamente se había cometido un crimen hacía varios meses.

Se inspeccionó meticulosamente toda la vivienda, en busca de cualquier vestigio que ubicara a la víctima en ese lugar.

Pero el resultado era siempre el mismo. Ni huellas dactilares, ni fibras de sus ropas, ni aparentemente ningún vestigio biológico. Nos planteamos entonces la posibilidad de que hubiera sangre asentada bajo las capas de pintura de las paredes, aparentemente recién pintadas.

Para tratar de localizar este vestigio se utilizó un novedoso procedimiento no invasivo, consistente en una cámara multiespectral.

La utilidad de este dispositivo radica en que permite documentar las reacciones que, ante la radiación electromagnética de una concreta longitud de onda, presentan ciertos componentes tanto de la sangre, como de la superficie bajo la cual está asentada la misma.

Fue gracias a esta técnica, como pudimos localizar en el domicilio del sospechoso, sangre de la víctima asentada bajo capas de pintura acrílica.

Un ejemplo más de que, como sucede en películas y series de ficción, la Ciencia resuelve crímenes.

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