Sonia Gumpert, exdecana del Colegía de la Abogacía de Madrid, abogada y socia del despacho Monereo Meyer, desgrana su visión sobre el papel actual de la Abogacía, los avances y los desafíos persistentes en cuanto a la igualdad de género en los despachos legales, y cómo su experiencia en roles de liderazgo ha marcado un punto de inflexión en la profesión.
Sonia Gumpert: «Los abogados son esenciales. Sin abogados, no hay defensa, y sin defensa, no hay justicia»
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05/3/2025 05:35
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Actualizado: 04/3/2025 18:15
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Sonia Gumpert, abogada y socia del despacho Monereo Meyer, ha dejado una huella imborrable en la historia jurídica española al convertirse en la primera mujer decana del Colegio de la Abogacía de Madrid (ICAM), entre 2012-2017, y vicepresidenta primera del Consejo General de la Abogacía Española (CGAE).
Especializada en Derecho procesal y Derecho internacional privado, Gumpert comparte con Confilegal no solo su rica trayectoria en el mundo del Derecho sino también las profundas convicciones que la impulsaron hacia esta carrera: «Siempre tuve una idea muy idealista sobre la defensa de la justicia y de la razón», una pasión que, según afirma, no ha mermado con el tiempo.
En nuestra conversación, desgrana su visión sobre el papel actual de la Abogacía, los avances y los desafíos persistentes en cuanto a la igualdad de género en los despachos legales, y cómo su experiencia en roles de liderazgo ha marcado un punto de inflexión en la profesión.
Su compromiso con impulsar «cambios significativos dentro del sistema legal para mejorar la equidad y la representación femenina en altos cargos» ha sido fundamental para las nuevas generaciones de abogados y abogadas.
Un compromiso ha sido reconocido con la creación del Premio Liderazgo «Decana Sonia Gumpert» por parte del ICAM, un galardón que subraya su influencia y sus esfuerzos incansables para potenciar el talento femenino en la abogacía, que se entregará este 6 de marzo, coincidiendo con la semana de la Mujer.
Gumpert nos habla de este reconocimiento con una mezcla de humildad y orgullo: «Es un honor enorme que el Colegio haya puesto mi nombre a este premio. Representa no solo un reconocimiento a mi trayectoria sino también un estímulo para continuar trabajando por una profesión más inclusiva y justa.»
Con ella, exploramos no solo el pasado y el presente de la abogacía sino también las posibilidades futuras en un entorno legal que sigue evolucionando y donde aún queda mucho camino por recorrer en materia de igualdad y de liderazgo, «aunque se ha avanzado mucho».
Siempre ha manifestado que desde pequeña tenía el sueño de convertirse en abogada. ¿Qué aspecto de la abogacía la atrajo inicialmente?
Me atrajo principalmente el aspecto más romántico y heroico de la abogacía. Siempre tuve una idea muy idealista sobre la defensa de la justicia y de la razón. Esa visión casi literaria de luchar por lo correcto.
Aunque con el tiempo y la práctica, he encontrado que incluso en mi especialidad, que es más civil y mercantil y no un área tan cargada de emociones como el derecho penal, esa pasión por defender lo justo y correcto sigue siendo central en mi día a día. Es una parte de mi trabajo que realmente me apasiona y me hace disfrutar de mi profesión.
¿Ha cambiado su perspectiva sobre la profesión a lo largo de su carrera?
Realmente no ha cambiado en cuanto a la pasión y la vocación; sigo sintiendo esa misma ilusión por mi trabajo. Claro que físicamente uno se siente más cansado con el tiempo [risas]. Hay días más difíciles que otros, pero eso es algo común en cualquier profesión. Lo que sí mantengo es el entusiasmo por mi labor.
Trabajo todos los fines de semana y, aunque mis hijos se sorprendan al verme siempre ocupada, para mí no es una carga sino un placer. Me gusta mi profesión.
Evidentemente, también me gusta estar en una playa o leyendo; soy una gran lectora.
En su larga trayectoria, ha sido testigo, y también protagonista, de cambios significativos en la abogacía, incluyendo las barreras de género. ¿Podría compartir alguna experiencia personal que refleje estos cambios?
Sí, he vivido en primera persona grandes avances, especialmente en el liderazgo femenino dentro de la profesión. Aunque la presencia de mujeres en la abogacía es significativa, el verdadero reto sigue siendo el acceso a puestos de liderazgo que realmente permitan cambiar las estructuras y enriquecer la perspectiva de la profesión.
Mi elección como decana, por ejemplo, fue un momento crucial, no solo porque fui la primera mujer en ocupar ese puesto en el Colegio de Abogados de Madrid, sino porque representó un avance hacia una mayor inclusión y diversidad en posiciones de poder.
Y seguidamente, se produjo el nombramiento de Victoria Ortega como presidenta del Consejo General de la Abogacía; creo que fueron dos grandes pasos.
Ese tipo de cambios institucionales son los que realmente pueden promover una diferencia sustancial en la profesión, ofreciendo una plataforma desde la cual podemos trabajar por una mayor equidad y justicia dentro de nuestro campo.
¿Es precisamente en el ámbito institucional donde del liderazgo donde realmente se pueden hacer cambios significativos?
Estos actos organizados por el Colegio, no meramente desde los cargos institucionales, representan una plataforma desde donde realmente se puede impulsar el cambio, más allá de la lucha individual por alcanzar una posición, que aunque necesaria, se beneficia enormemente del apoyo institucional.
Las instituciones otorgan una visibilidad y envían un mensaje social que de manera individual es difícil alcanzar en tu círculo más cercano; no logras esa repercusión.
Es crucial que las mujeres entiendan que es posible actuar. Primero, es fundamental ganar confianza en nosotras mismas y, luego, entender que todo se puede lograr siempre que te rodees de un buen equipo y de personas de confianza.
Además, esto es esencial, por ejemplo, en el Colegio, en el Consejo o en cualquier ámbito, ya sea en una empresa o en un despacho. Debes tener confianza primero en ti mismo y luego en los demás, porque, como mencionabas, no es una lucha que se deba llevar a cabo de manera individual.
Necesitas tener un equipo que comparta esos objetivos, esas inquietudes y ese deseo de visibilizar el papel que desempeña la mujer en esta profesión. Esto es fundamental porque, si representamos la mitad de la profesión, debemos estar presentes en los ámbitos de decisión. De lo contrario, se produce un déficit democrático significativo, ya que las sensibilidades varían.
¿Qué opina sobre el progreso actual en la igualdad de género dentro de los despachos de abogados?
Aunque hemos avanzado, la realidad es que aún vamos muy lentos. Las estadísticas muestran una mejora gradual, pero a este ritmo podrían pasar décadas hasta que veamos una igualdad real y efectiva.
En la carrera judicial, por ejemplo, aunque las mujeres constituyen una mayoría, aún no se refleja en igual medida en los niveles más altos, como en el Tribunal Supremo.
Esto muestra que, aunque teóricamente la igualdad está garantizada, en la práctica aún enfrentamos barreras culturales y estructurales profundas que necesitan ser abordadas con políticas más efectivas y un compromiso real por parte de todos los actores dentro del sistema legal.
El Premio Liderazgo “Decana Sonia Gumpert, es un reconocimiento importante al talento femenino en la abogacía. ¿Qué criterios considera esenciales para seleccionar a los nominados y eventualmente a los ganadores de este premio?
Es un honor enorme que el Colegio de la Abogacía de Madrid haya puesto mi nombre a este premio, y lo agradezco profundamente. Este premio destaca el liderazgo, un área en la que las mujeres debemos fortalecer nuestra fe en nosotras mismas.
La institución es crucial para visibilizar el valor que aportan estas mujeres. Las candidaturas son extraordinarias y eso da un chute de optimismo porque piensas: «Jo, qué mujeres hay en esta profesión». ¿Qué labores hacen? ¿Cómo ven las posibilidades de potenciar a las mujeres y a toda la abogacía? Al final, lo que hacen en positivo se evalúa: sus contribuciones a la abogacía y cómo ven las posibilidades de empoderar a más mujeres en el campo.
Yo crecí en un hogar con cuatro hermanos, dos chicos y dos chicas, y una madre con excepcional inteligencia emocional, lo que influyó profundamente en mi visión. Mi padre era otra cosa. Era otra época.
Los valores de las candidatas deben trascender nuestra educación tradicional, tomando la iniciativa para ayudar y apoyar a las mujeres en la abogacía. Admiro su unidad y cómo han avanzado silenciosamente hacia sus objetivos, sin mucha alharaca ni poniéndose medallas, como muchas veces vemos. Eso claramente enmascara que el objetivo no es el fin en sí, sino una marca personal y una autopromoción.
Y esas mujeres, que sin buscar reconocimiento personal buscan el cambio, no solo la autopromoción. Muestran que se puede lograr un impacto significativo con humildad y sin sacrificios personales excesivos, manteniendo un equilibrio en una profesión tan exigente como la abogacía.
«Nuestro trabajo no solo implica representar a los clientes, sino también contribuir a mejorar el sistema para todos los ciudadanos. Este es un aspecto fundamental de nuestra profesión que a menudo no se ve, pero es vital».
Hablando de la importancia de tener apoyo, tanto en casa como en el despacho, ¿cómo ha influido eso en su carrera? Usted forma parte de un despacho internacional
El apoyo es fundamental. Me resulta relativamente fácil porque cuento con un marido que entiende profundamente la responsabilidad compartida. Lo tiene incluido en su ADN. Dependiendo de las circunstancias de la vida, ajustamos las responsabilidades entre el 50% y 50% y el 75-25 %.
Si uno de los dos no puede hacer algo, el otro lo asume. Esto también se debe a que él creció en un hogar donde su madre trabajaba mucho y él veía la necesidad de contribuir.
Y lo mismo ocurre en el ámbito profesional. Tengo la suerte de que mis socios comprenden perfectamente esta corresponsabilidad. Llevamos muchos años juntos, 32 años ya, y conocen bien esta dinámica.
Me apoyaron mucho cuando me presenté al Colegio, aunque luego la dedicación fue mayor de lo que esperábamos.
Al final tienes que estar rodeada de personas que te apoyen…
Así es. Cuando decidí presentarme como candidata, recibí comentarios sobre mi capacidad de manejar el cargo siendo madre de tres hijos. Curiosamente, a otros candidatos, como uno que tenía ocho hijos, no se les cuestionaba de la misma manera. Esto refleja una expectativa social y cultural de que las mujeres deben limitarse a ciertos roles, lo cual es injusto.
Durante mi carrera como abogada y decana, nunca me he sentido menospreciada, aunque soy consciente de que mi carácter decidido ha ayudado a ganar respeto y a transmitir mi convicción en lo que hago.
¿Cree que esa fortaleza de carácter ha generado empatía entre sus colegas y en el entorno profesional?
Sí. La empatía se genera y no permito que haya malentendidos desde el principio. Los compañeros en el despacho y otros entornos profesionales muestran mucho cariño y respeto por mi trabajo. A pesar de los desafíos y momentos difíciles, mi experiencia ha sido mayormente positiva, y he aprendido mucho sobre la profesión desde una perspectiva diferente, no solo en la práctica privada sino también en roles institucionales y públicos.
«La abogacía preventiva es como la medicina preventiva para la salud; es mejor prevenir problemas legales antes de que se conviertan en litigios».
¿Cómo influye el trabajo de la Abogacía en la administración de justicia y en la sociedad en general?
Los abogados son esenciales para la administración de justicia. Sin abogados, no hay defensa, y sin defensa, no hay justicia. Nuestro trabajo no solo implica representar a los clientes, sino también contribuir a mejorar el sistema para todos los ciudadanos. Este es un aspecto fundamental de nuestra profesión que a menudo no se ve, pero es vital. También estamos trabajando para promover la abogacía preventiva, que ayuda a evitar litigios largos y costosos antes de que escalen a los tribunales.
Hablando de abogacía preventiva, ¿cómo va la obligación de la mediación antes de llegar a los tribunales?
La abogacía preventiva es como la medicina preventiva para la salud; es mejor prevenir problemas legales antes de que se conviertan en litigios. Muchas veces, los casos se alargan y los clientes terminan perdiendo interés debido a la lentitud del sistema judicial. La mediación puede ser una herramienta útil, pero debe ser voluntaria, no obligatoria.
Imponerla como requisito previo al litigio puede ser un obstáculo al derecho constitucional de acceso a la justicia. Los abogados siempre intentamos alcanzar acuerdos previos, que es parte de nuestra ética profesional, pero también debe haber flexibilidad para que las partes lleguen a esos acuerdos sin presiones.
«Necesitas tener un equipo que comparta esos objetivos, esas inquietudes y ese deseo de visibilizar el papel que desempeña la mujer en esta profesión».
En las últimas Cumbres de Mujeres Juristas, se ha hablado de la importancia del derecho y la educación como herramientas para la igualdad. ¿Cree que se necesita alguna iniciativa legislativa adicional sobre esto?
Es complicado. La educación es crucial y debe comenzar desde la infancia. Los valores son difíciles de enseñar más tarde en la vida.
Hoy en día, la influencia de las redes sociales y la tecnología es enorme, y los mensajes que reciben los jóvenes pueden ser confusos y no siempre fiables. Es importante enseñarles a evaluar la credibilidad de la información que consumen.
Aunque las leyes pueden ayudar, la verdadera solución está en cambiar la educación y la cultura para mejorar realmente la igualdad y el entendimiento en nuestra sociedad.
En relación a la educación y la legislación, ¿cree que se puede hacer más para influir positivamente?
Definitivamente. Aunque nuestra capacidad de influir en la educación es limitada, creo que se puede hacer mucho más a través de la legislación. No se trata solo de prohibir, sino de promover acciones positivas. Por ejemplo, ofreciendo beneficios a quienes promuevan talleres educativos u otras iniciativas similares.
Aunque no soy legisladora, desde mi posición siempre he creído que no debemos rendirnos, especialmente en la educación de los niños. Y en cuanto a Internet, donde hay menos control, también deberíamos tomar medidas, pero sin llegar a prohibiciones que puedan resultar contraproducentes.
Entonces, ¿cómo ve la respuesta de las generaciones más jóvenes a estos cambios?
Las nuevas generaciones son definitivamente más contestatarias. En mi época, leíamos mucho, lo que nos daba mejor manejo del lenguaje y capacidad de comunicación, a pesar de que no practicábamos tanto la oratoria como se hace hoy en día.
Sin embargo, a menudo carecen de los recursos que nosotros teníamos, como el acceso a una variedad de lecturas que enriquecen tanto el intelecto como el espíritu.
En cuanto a su liderazgo y su impacto en la abogacía, ¿qué espera que las futuras generaciones retengan de su contribución?
Bueno, lo digo con toda humildad, no pretendo ser un ejemplo a seguir en todo, pero espero que recuerden la decisión que tomé de salir de mi zona de confort (el mundo del despacho, que tanto conocía) y hacer algo que no había hecho antes, algo que creo que ha contribuido a mejorar la profesión. Fue un paso valiente, quizás un poco insensato [risas], porque no sabía exactamente lo que implicaba. Pero si tienes la oportunidad, creo que es importante tomarla y hacer algo significativo.
En la vida, a menudo nos enfrentamos a la tentación de evitar nuevos desafíos, pero enfrentarlos es enriquecedor y gratificante. No solo aprendes sobre un nuevo ámbito, sino que también conoces a personas que de otro modo no habrías conocido, lo que te da una visión más completa de tu profesión.
Por último, ¿qué mensaje daría a las futuras generaciones es esencialmente que tomen riesgos y se comprometan con sus pasiones?
El mensaje que siempre trato de transmitir, especialmente a los jóvenes abogados de mi despacho, es que hagan lo mejor que puedan con lo que tienen. Nadie debería irse a casa pensando que podría haberse preparado más o haber hecho más.
Lo importante es dar el máximo posible y actuar con integridad en todo lo que hagas, ya sea defendiendo los derechos de los demás o simplemente en la vida cotidiana. Así es como se construye una vida satisfactoria y un legado duradero.
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