Montse Suárez: «Cuando salgo en ‘Las mañanas de Cuatro’ recibo tuits vejatorios»

Montse Suárez: «Cuando salgo en ‘Las mañanas de Cuatro’ recibo tuits vejatorios»

|
27/7/2015 00:00
|
Actualizado: 15/11/2017 12:20
|

Muchos todavía la identifican como “la abogada de Manos Limpias”, aunque ya no tenga nada que ver con ellos. Montse Suárez Abad fue la primera que dijo en televisión que la infanta Cristina tenía que ser imputada. Aquello fue un trampolín para lo que es hoy. Su libro, “La justicia no es igual para todos” es una declaración pública de principios. Se meten con ella por Twitter y resiste. Es dura.

Montse Suárez, de 47 años de edad, quiso ser juez a poco de terminar la carrera y durante cuatro años y medio se preparó la oposición, una de las más duras y difíciles.

Finalmente tiró la toalla y se dedicó al ejercicio libre de la abogacía siguiendo el ejemplo de su padre, un empleado de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre que por las noches se sacó el título de abogado por la Universidad Nacional de Educación a Distancia.

Aquello le permitió convertirse, más tarde, en un especialista en derecho tributario y mercantil y obtener más ingresos.

Puro esfuerzo y sacrificio personal. Había que sacar adelante a una prole de cinco hijos, cuatro de ellos niñas. Montse Suárez siempre ha tenido muy presente el ejemplo paterno; su referente.

De Ausbanc y Manos Limpias a las tertulias televisivas

Entre 1996 y 2004 esta abogada prestó sus servicios en la Asociación de Usuarios de Servicios Bancarios (Ausbanc). En esa etapa ejerció la acusación popular en procedimientos largos y complejos como los casos Banesto, Gescartera, cesiones de crédito y chiringuitos financieros. Después montó su propio despacho profesional, colaborando como letrada externa con el BBVA.

El gran público comenzó a conocerla entre 2011 y febrero de 2013, tiempo en que se convirtió en la cara visible de Manos Limpias. Su papel como portavoz de este combativo sindicato contra la corrupción, supuso su trampolín a los medios de comunicación y a la popularidad.

Fue en «El Gran Debate», programa de Tele 5, donde se reveló por vez primera en la faceta que todos la conocemos.

Actualmente colabora con «Las mañanas de Cuatro», donde se lleva algún disgusto que otro.

Montse Suárez se ha convertido hoy en día en una popular abogada-comunicadora, o una comunicadora-abogada -tanto monta, monta tanto- a la que, a veces, le entra el temor.

Lo confiesa.

«Sí, cuando salgo en ‘Las Mañanas de Cuatro’ recibo muchos tuits vejatorios. Como saben dónde está mi despacho, cuando salgo a la calle sí que miro y voy de otra manera que no iba hace dos meses», explica Montse Suárez.

«Tengo harta a la brigada de Delitos Telemáticos. Estoy en contacto continuo con ellos. Pero esto no me ocurre a mí solo sino también a muchos que conozco de ideología constitucionalista y más de centro derecha. Tengo una anécdota: Facu Díaz, una persona cercana a Pablo Iglesias, nos tomó una vez una foto a Carlos Cuesta y a mí, cuando estábamos en un programa de Discovery Max, a través de la pantalla de televisión. Debajo puso un folio que ponía ‘matar’ y él aparecía apuntando con una pistola, que decía él que era de juguete, a Carlos», añade.

Entrevista a Montse Suárez: «La intencionalidad de estos tuits es clara: Amedrentar y querer cerrarte la boca»

¿Y qué ha pasado?

Lo denunciamos ante la Policía y logramos que Díaz fuera a declarar. Después de eso no hemos sabido nada. Desconocemos si hubo juicio y sentencia porque no nos llegamos a personar. Tampoco nos llamaron a declarar.

En las redes se pasa la línea con mucha facilidad, y luego te das cuenta que esos humoristas tienen cargos políticos o son contratados por políticos. Me parece increíble la falta de rigor y cómo entienden la libertad de expresión. La intencionalidad es clara: amedrentar y querer cerrarte la boca. Es un ataque absoluto a la libertad de expresión. Es que llegas a tener miedo.

Hubo un hombre que me vio en el supermercado cerca de casa y me dijo: ‘Estas muy delgada para el carrito lleno de dulces que llevas’. ‘Sabe dónde compro, sabe dónde vivo», pensé. Me entró un escalofrío. Pero si vas con miedo por la vida, mal.

Pero no toda la fama es mala…

La gente que te para es para bien. Te dan un abrazo, un beso, se creen de tu familia. Eres de su familia. Eso es muy bonito. Pero no soy tan famosa como para que me molesten en la playa cuando no llevo maquillaje, con lo cual, no tengo ningún problema de mi intimidad.

¿Conoce usted a Pablo Iglesias?

Sí, claro. Lo conocí en Tele 5, en el programa «El Gran Debate». Yo estaba de contertulia y él en la fila cero, en la que yo había estado cuando dije lo que dije de la infanta. Estábamos tratando el tema del aborto. Nosotros veíamos a un joven con una coleta que nos hacía una gracia tremenda.

Luego Iglesias colgó en la red nuestras intervenciones. Decía que yo hablaba del aborto y que le hacía «ojitos». Les estoy hablando de 2012. Le pedí que lo quitara y me contestó que «es una broma, Montse».

No sé si fue en represalia por lo de la denuncia contra Facu Díaz, que, al parecer, le dijo ‘tío, me han tenido tres horas declarando por culpa de la rubia fascista esa».

¿No le molestan ese tipo de calificativos?

También me han llamado ‘La Barbie del Valle de los Caídos’. Han dicho de mí que si estoy operada, que si los pómulos, que si mis labios, que si mis tetas… Paso de todo. Va en el sueldo. El ataque físico es lo más fácil y lo que más desacredita a quien lo hace.

Usted es autora de un libro, «La Justicia no es igual para todos», que lleva el subtítulo «In dubio pro rico» (En caso de duda, a favor del rico), ¿por qué ese título? ¿Cuál era su objetivo con su publicación?

Es una declaración de intenciones de quién es Montse Suárez. Escribí y publiqué el libro cuando la infanta no estaba imputada y todo el mundo dudaba de que se fuera a sentar en el banquillo de los acusados. Ahora está imputada como colaboradora necesaria de dos delitos fiscales.

Desde mi punto de vista, entonces ya había indicios suficientes, pero acuérdense de que en un primer momento la Audiencia Provincial lo deja sin efectos. Después, el tiempo y el juez instructor, José Castro, me han dado la razón.

Sobre la imputación de la Infanta Cristina, el tiempo y el juez instructor, José Castro, me han dado la razón

Escribir para que te lea el gran público y escribir para que te lea un juez es como hablar dos idiomas.

Justo. Y llegar a los lectores. Muchos abogados, magistrados y fiscales me han felicitado. También un médico, que llegó a decirme, ‘¡Joder!, me ha enganchado’. El título principal, ‘La Justicia no es igual para todos’, igual que el secundario, ‘In dubio pro rico’, los propuse yo. Creo que se lee de una manera fácil y que puede leerlo cualquiera que se interese por la materia.

¿Los españoles somos iguales ante la ley, tal como proclama la Constitución?

Es una falacia. Queda muy bien en el papel, pero en la realidad no es así. Empezando porque el que tiene dinero puede elegir al mejor de los abogados, con reconocido prestigio y con resultados prácticamente asegurados. En segundo lugar, cuando litigas contra la Administración y ganas ese pleito pues tampoco hay un vencimiento objetivo de las costas. Es decir, que tampoco hay una igualdad.

Y ya, para rematar, el hecho de que a ministros y políticos, que tienen la condición de aforados, y que, por ello tienen que el privilegio de ser juzgados por un tribunal colegiado del Tribunal Supremo. Un tribunal formado por magistrados que previamente han sido nombrados por el Consejo General del Poder Judicial cuyos miembros, como todos sabemos, son elegidos por los partidos políticos. Esto es así, pues apaga y vamonós.

Por ello, pienso que el principio de objetividad y de imparcialidad brilla por su ausencia.

El principio de que todos somos iguales ante la ley es un principio muy bonito, pero no es cierto. Como tampoco la división de poderes proclamada por Montesquieu. No hay división de poderes en España.

¿Por qué decidió escribir este libro?

Me lo planteó La Esfera de los libros tiempo atrás, cuando yo era abogada de Manos Limpias. Mi objetivo era muy claro: demostrar a España que una abogada podía escribir con ritmo periodístico. Había que aglutinar información vasta, en cuanto amplitud, y narrarla de forma que fuera entendible y que enganchara. Fue un reto que superé con creces.

Tenemos entendido que su apuesta por televisión tuvo un coste profesional para usted. Lo cuenta en su libro…

Lo tuvo. El BBVA me rescindió un contrato civil. Una iguala de dos mil y pico euros mensuales que, como colaboradora externa, tenía con el banco. Me imagino que en la Casa Real mi intervención debió de sentirse como un terremoto, y sufrí las consecuencias apenas 48 horas después.

¡Una abogada en televisión diciendo que la infanta tenía que ser imputada! ¡Una de las dos hijas del rey!

En aquel momento no entendí nada. Me pegué una larga llorera y después seguí adelante. No había otra.

El principio de que todos somos iguales ante la Ley es muy bonito, pero no es cierto

¿No valoró usted previamente las consecuencias que iban a tener sus palabras?

Yo, en ese momento, lo ví claro y aposté. No lo pensé dos veces. Quizá es por mi carácter. Estaba en la fila cero, sin cobrar, observando, como en el teatro, lo que se estaba diciendo allí y me estaba revolviendo en la silla.

A mí no me valía la teoría del amor. No es una prueba de descargo. En ese momento había mujeres imputadas por haberse beneficiado de la supuesta conducta delictiva del marido. Era lo mismo. ¿Por qué en unos casos sí y en el de la infanta, no?

Salté como salté y perdí mucho dinero, en tiempo de crisis. Pero eso también me llevó a reforzar mi papel mediático.

De sus palabras se desprende que, para usted, la presunción de inocencia no siempre es la misma a lo largo de todo el procedimiento, ¿no es así?

Correcto. En aquel programa aposté por el rigor, como sigo haciéndolo ahora. Es una de mis marcas personales. Yo estaba escuchando a Emilia Zaballos, que es una excelente abogada, pero que estaba asumiendo su papel de que la presunción de inocencia era sagrada y que había que respetarla hasta que hubiera sentencia firme.

Como no estaba de acuerdo con ella, le dije: ‘A medida que va avanzando el procedimiento y los indicios de criminalidad van adquiriendo peso, que sabes que son prueba plena en el juicio, a mí me da la impresión de que la presunción de inocencia se va debilitando. No tiene la misma fuerza que al principio. Sobre la mesa hay suficientes indicios para poder afirmar lo que estoy afirmando’.

La presunción de inocencia contra una persona no puede ser la misma al inicio de la investigación que cuando se va a abrir juicio oral contra ella.

Apostó todo a un número: el de que Iñaki Urdangarín era culpable y la infanta también. Eso fue jugársela…

Por supuesto, pero es que lo tenía muy claro entonces y lo tengo muy claro ahora.

Como le decía antes, instintivamente me lancé. Personalmente, he tenido que sacrificar mucho en mi vida. Yo no soy madre. No he cotizado a la Seguridad Social porque cuando estuve en Ausbanc a los abogados no nos hacían contratos laborales. Siempre he sido autónoma. Si trabajo en agosto, cobro, y si no trabajo, no cobro.

Lo primero que quiere una mujer es reconocimiento absoluto de su labor. A mí me gusta lo que hago y me gusta que me lo reconozcan. Me considero una buena portavoz. Doy titulares en voces mejores que muchísimos periodistas de carrera y me considero una persona muy rápida. ¡Hombre! ya sé que también son tablas. Cada semana me hago tres tertulias.

Pero sé muy bien dónde piso. Telecinco me propuso ir a uno de los programas de esos de la selva, de jurado y dije que no. Tengo muy claro que hay unos límites que no debo pasar. Tengo muy presente que soy abogada de toga.

Bajo ninguna circunstancia me voy a poner a hablar de las tetas de la Pantoja. Aunque sí que he hablado del tercer grado, pero siempre sin salirme de ese lado jurídico. Lo repito: yo soy, por encima de todo, abogada.

La presunción de inocencia contra una persona no puede ser la misma al inicio de una investigación que cuando se va a abrir juicio oral contra ella

¿Por qué rompió su relación con Manos Limpias, si la relación funcionaba tan bien?

Virginia López Negrete, la abogada que representó a Manos Limpias durante todo el proceso de instrucción en el caso Noós -el de Urdangarín y la Infanta-, no llevaba bien que yo fuera la cara visible del sindicato en los medios de comunicación. Virginia nunca asumió que yo asumiera ese papel de portavoz que me asignó Miguel Bernad y Fernando Martínez Dalmau. Ese fue el punto de fricción que determinó el final de nuestra relación.

¿Y es tan fácil como parece eso de las tertulias?

En absoluto. Las cosas hay que prepararlas. Sobre todo necesitas saber quién es el adversario, qué va a decir, por dónde te va a salir y cómo vas a contestarle tú. Para tener éxito en las tertulias son necesarias tres cosas: preparación, preparación y preparación.

Como comunicadora se ha metido usted en charcos polémicos, como por ejemplo, el de la llamada «ley mordaza». ¿Por qué?

Porque no quiero vandalismo en la calle. Y como el vandalismo en la calle es un hecho objetivo, lo que quiero es que haya una respuesta eficaz. Lo que quiero es que haya sanciones para aquellos que entienden que el derecho de manifestación les permite quemar un contenedor, les permite destrozar una farola, les permite destrozar un coche en la vía pública. La Administración debe perseguir esas conductas y poner sanciones proporcionadas.

Cuando oyes a determinados polemistas u opinadores o políticos de la izquierda radical decir que es una ley mordaza, pues te quedas perpleja con los argumentos. Dicen que no interviene un juez, que es una sanción, y que es recurrible ante la jurisdicción contencioso-administrativa. Por otra parte, siempre hablan que ahora mismo sacar una foto a un miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado no va a poder ser utilizada a su favor para acreditar una desproporción en el medio empleado por parte del policía.

Lo que no se puede bajo ningún concepto en un estado democrático y de derecho es grabar a un policía para posteriormente hacer una caza de brujas. Hemos tenido un ejemplo en el Peñón de Gibraltar cuando, en esas colas interminables, determinadas personas grabaron imágenes de los policías que, luego, fueron seguidos hasta sus casas. Imágenes que fueron subidas a las redes sociales y por las que fueron objetos de escraches.

Por lo tanto, ¿toda ley es criticable?. Sí. ¿Las sanciones pueden ser moduladas y proporcionadas?. Sí. Pero lo que está claro es que ante determinados hechos objetivos  el Estado de Derecho tiene que responder de una forma contundente y, por lo tanto, mi opinión es que la ley mordaza es adecuada a derecho.

¿Le beneficia estar en los medios de comunicación? ¿Tiene más clientes por ello?

Me suelen venir dos tipos de personas. En un primer momento, al estar con Manos Limpias, me venía mucha defensa de personas muy de derechas, personas mayores, abuelos de la guerra. Sus problemas no tenían nada que ver con la política. En algunos casos eran asuntos de herencias, de servidumbres de paso… Asuntos normales.

Donde sí he encontrado muchísima entrada de casos ha sido en temas bancarios. Gente que se ha leído el libro y que ha visto que yo he defendido a consumidores, preferentistas, contratos tóxicos, contratos de adhesión redactado por una de las partes, etcétera. Ahí sí que he notado subida.

También noto que hay gente que viene a conocerme más que a darme el asunto, porque el tema ha sido destrozado por anteriores direcciones jurídicas y no se puede hacer mucho más. Con esto no quiero decir que sean malos abogados sino que las sentencias son muy negativas donde la vía del recurso está acabada o prescrita la acción.

«Para tener éxito en las tertulias son necesarias tres cosas: Preparación, preparación y preparación» 

¿En qué le ha beneficiado a usted la televisión?

¿En qué me ha beneficiado? Lo primero, en el reconocimiento que reconozco que a mí me gusta. Luego, me ha dado la posibilidad de escribir y de ser escritora. De demostrar que un abogado puede escribir con ritmo periodístico, porque los abogados somos muy coñazos.

Sin embargo, una mujer tan asertiva como usted…, amedrenta a los hombres. ¿Le ha perjudicado eso en su trabajo ante los jueces?

Noto que me tengo que esforzar el doble en los escritos. Noto que los compañeros me miran con lupa. Los peores son los compañeros contrarios. Un día tuve una declaración testimonial ante el oficial, que paré y dije: ‘He permitido que la declaración sea haga ante usted, pero ahora se suspende y se hace ante la juez’.

El abogado de la Real Federación Española de Natación, que defendía a su cliente, intervino entonces y me dijo: ‘Oye, letrado, que esto no es Telecinco’. Y no tenía razón. Estábamos haciendo una declaración ante un oficial cuando tiene que hacerse ante el juez. Me da igual que Su Señoría tenga la agenda muy apretada. Que pida apoyo, porque eso no es legal. La ley establece que las declaraciones se hagan ante el juez.

¿Y cómo es su relación con sus compañeras abogadas?

La profesión, aunque está llena de mujeres, es muy machista. No he visto ninguna audiencia previa con mujeres tan rigurosas con la ley. No se salen. Y son muy molestonas.

Sin embargo, el hombre juez es más lapso ante los plazos, más en cuanto al rigor. Yo veo a la mujer jueza y fiscal con más ‘mala hostia’ o ganas de reafirmarse, o miedo a que no le reconozcan la oposición. Todos sabemos cómo es la oposición.

Precisamente, usted preparó oposiciones para juez, y al final tiró la toalla. Sin embargo, una hermana suya sí la aprobó, ¿no es así?

Así es. Mi hermana es magistrada en Fuengirola. Otra hermana mía es la delegada especial de Hacienda de Castilla-La Mancha. Mis otros dos hermanos también son abogados, pero de toga, sólo mi padre y yo.

¿Ha pensado alguna vez en dedicarse a la política?

Sí, pero ya soy mayor.

¿Con qué partido?

[Se ríe] No soy militante de ninguno, pero…

¿Podría ser Ciudadanos?

Sí.

¿Le han tentado alguna vez?

Sí, pero creo que soy mayor para la política.

¿Y el PP?

No. El PP, no.

¿El PSOE, tampoco?

No. [Se ríe de forma exagerada]

¿Y Podemos, tampoco?

No. Va a ser que no. Yo creo que soy mayor. Me apetece más ser decana del Ilustre Colegio de Abogados. Me apetece más. O vocal del Consejo General del Poder Judicial.

Quién sabe lo que nos deparará el futuro.

Noticias Relacionadas:
Lo último en Profesionales