El marido policía de la asesina de Isabel Carrasco era consciente de la «inquina» que su mujer y su hija sentían por ella
El inspector jefe Pablo Antonio Martínez, marido de la autora confesa de la muerte de Isabel Carrasco, durante un momento de su declaración. EP.

El marido policía de la asesina de Isabel Carrasco era consciente de la «inquina» que su mujer y su hija sentían por ella

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28/1/2016 18:33
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Actualizado: 28/1/2016 18:33
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El inspector jefe de Astorga, Pablo Antonio Martínez, marido de la autora confesa de la muerte de Isabel Carrasco, Montserrat González, y padre de otra de las implicadas, Triana Martínez, ha reconocido que era consciente de la «inquina» que ambas sentían por la que fuera presidenta de la Diputación de León.

«Ellas le tenían inquina porque estaba perjudicando a mi hija. Le hizo mucho daño», ha reconocido Martínez, quien ha explicado que él era consciente de esa animadversión de su mujer y su hija por Carrasco, aunque no intentó apaciguar la situación.

Pablo Antonio Martínez ha declarado este jueves en el transcurso de la vista por el asesinato de Isabel Carrasco que se desarrolla en la Audiencia Provincial de León y que sienta en el banquillo a la autora confesa del crimen, a su hija, y a la policía local Raquel Gago.

El excomisario ha dicho que era consciente por «comentarios y cosas que había visto» que Isabel Carrasco estaba perjudicando a su hija en el ámbito laboral y también en sus aspiraciones políticas. «Sabía que la mano negra era la difunta presidenta».

Además, ha explicado que conocía a Isabel Carrasco de actos públicos y cenas debido a su cargo y que su relación con ella no era «ni buena ni mala, era de cortesía» y que aunque sabía que estaba «perjudicando» a su hija, a la que estaba haciendo «mucho daño», no intentó hablar con ella.

Ese presunto acoso provocó, según este testigo, que Triana estuviera «hundida física y moralmente». «Pensaba que iba a cometer algún tipo de locura. Estaba muy preocupado, perdió más de 20 kilos», ha añadido.

En cuanto a cuándo le comunicaron que su hija y su mujer estaban implicadas en el crimen ha reconocido que sufrió una «especie de shock» y que lo primero que hizo fue mirar de forma instintiva al armario en el que guarda su arma reglamentaria, bajo llave, y comprobó que estaba ahí.

Los comisarios de Ponferrada y San Andrés habían acudido a hablar con él tras conocer lo ocurrido, ha añadido, y le preguntaron por la pistola.

«Se la entregué, no fuera a hacer yo una locura», ha reconocido.

En cuanto a la relación que mantenía con su mujer y su hija, el excomisario ha indicado que «le hacían poco caso» y que en muchas cuestiones, como por ejemplo en relación a la pareja de Triana, no le contaban «nada».

Él y su mujer vivían en Astorga hasta que su hija perdió el trabajo en la Diputación León y, a partir de ese momento, pasaba largas temporadas en León para estar con su hija, que estaba «hundida».

Además, ha comentado que su mujer Montserrat estaba «fuera quicio» y «muy alterada» desde la salida de su hija de la Institución Provincial, pero que no habló con ella de la situación ni de si se estaba tratando con algún médico o psicólogo.

EL HERMANO DE RAQUEL 

También ha prestado declaración en la vista de este jueves el hermano de Raquel Gago, Carlos Gago, quien ha explicado que la relación de su hermana con Triana era «de buenas amigas» y que «quedaban de vez en cuando», pero que tampoco se trataba de una amistad íntima, sino que era «igual que con otras amigas».

Además, ha relatado que coincidió con Triana en una cena y que no le comentó su inquina hacia Isabel Carrasco. «Estaba molesta porque estaba en paro y preocupada», ha asegurado antes de añadir que para él era algo «normal» debido a su situación.

Carlos ha explicado que Raquel sufre «situaciones de bloqueo en situaciones de estrés» y que es algo que le ha ocurrido en alguna ocasión, pero no de forma constante. Uno de esos episodios, ha indicado, lo sufrió con el fallecimiento de la abuela de ambos.

«Estuvo varios días en su mundo, esas cosas le afectan», ha dicho.

En cuanto a su posible implicado en el asesinato de Isabel Carrasco, Carlos ha insistido en que la implicación de su hermana «es ninguna». «No tiene nada que ver», ha agregado.

Por otra parte, la Audiencia Provincial de León ha acogido este jueves las declaraciones de tres policías locales compañeros de Raquel Gago que han ratificado que ésta no suele reaccionar bien en situaciones de tensión y que las armas no le gustan, incluso las tiene «pánico».

Uno de los agentes ha explicado que la acusada por el crimen de Isabel Carrasco es una persona que «no reacciona como lo haría una persona al uso». A este respecto, ha relatado dos situaciones que presenció en las que Raquel Gago «sufrió una especie de bloqueo».

En una de ellas, ha agregado el agente, Gago denunciaba coches mal aparcados y a una persona le sentó mal y empezó a «gritar y a insultar» a la agente que «no sabía qué hacer» y «se iba haciendo cada vez más pequeñita, más pequeñita», ha precisado.

La segunda situación en la que Raquel no supo reaccionar, ha explicado el policía, sucedió cuando un ‘mantero’, un senegalés de casi dos metros de altura y corpulento, que iban a detener emprendió la huida. «Emprendió la huida delante de ella y no supo qué hacer, le arrolló», ha insistido.

Otro de los testigos ha indicado Raquel es una persona que «nunca toma la iniciativa» y que «siempre está en un segundo plano» por lo que no cree que pudiera planear un asesinato.

Estos tres agentes de Policía Local han explicado que a la agente «no le gustaban nada las armas» y, aunque las sabía manejar con motivo de su trabajo, era «torpe» en su uso. «Es una persona a la que no le gustaban las armas, era un poco torpe en su manejo», ha indicado uno de ellos.

Sus compañeros también han coincidido en considerar que Gago es «una persona muy reservada» y «una buena persona» y que creen que es «incapaz» de haber participado en el asesinato de Isabel Carrasco.

Uno de los agentes ha relatado que cuando se enteró que Raquel Gago había sido detenida acusada de participar en el asesinato de Isabel Carrasco no se lo creía. «Me sorprendió muchísimo, la veía incapaz de meterse en un fregado de estas características», ha añadido. EP.

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