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Máquinas versus humanos

Máquinas versus humanos
Fotograma de "Yo, robot", en la que Will Smith tenía el rol principal; estaba basada en la novela de Isaac Asimov.
04/11/2016 06:55
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Actualizado: 03/11/2016 19:35
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Las máquinas ya están aprendiendo automáticamente, encontrando patrones ocultos, realizando análisis predictivos. Desarrollando habilidades, evaluando y aplicando conocimientos. Aprendiendo solas

El consejero delegado de Google, Sundar Pichai, ha resumido la política de su empresa identificándola con el “machine learning”, la disciplina centrada en que los computadores actúen sin haber sido previamente programados: “es un núcleo transformador sobre el que estamos repensando cómo estamos haciendo todo y que estamos cuidadosamente aplicando en todos nuestros productos, ya sea búsquedas, anuncios, YouTube, o juegos. Y estamos en los primeros días…”

En muchas ocasiones realizan el aprendizaje sin soportarlo sobre el tratamiento de datos personales (o al menos no necesariamente sobre ellos).

Esto es, sobre información vinculada a cualquier persona identificada que eventualmente pueda afectar y trascender a su privacidad o a su capacidad de decisión si se produce un uso excesivo o indebido

En esta esfera se encuentran aplicaciones a productos. Como en transporte al objeto de mejorar el tráfico y reducir las emisiones contaminantes o los coches inteligentes. O en navegación mediante sistemas de previsión de oscilaciones en el ecosistema oceánico.

O en otros ámbitos como traducción de lenguas o, por supuesto, en el sector armamentístico.

Hay otros casos en que su aplicación se concreta en equipos hombre-máquina que desembocan en mejores decisiones. Entre los ejemplos que cita en tal sentido un reciente informe de la Oficina del Presidente de Estados Unidos sobre IA (inteligencia artificial) se encuentra el juego de ajedrez, donde un software más débil a menudo puede vencer a un software más fuerte, si al equipo más débil se le asigna un compañero humano.

O en radiología.

Un estudio reciente analizó las imágenes de células de nódulos linfáticos para determinar si contenían células cancerígenas. Un enfoque basado en IA mostró una tasa de error del 7,5 por ciento frente al 3,5 por ciento de un patólogo humano.

En contraste, un enfoque combinado, utilizando tanto la IA y la intervención humana disminuyó un 85% la tasa de error hasta el 0,5 por ciento.

YO CIBORG

Pero el principal problema sobre la privacidad de las personas se cierne cuando la máquina se convierte en un brazo cibernético que procesa y analiza una derivación de nosotros, una parte de nosotros, nuestros datos personales, nuestro volcado mental en la red

Los servidores de Apple, Google, Facebook, Amazon, Microsoft y de cualquiera de las grandes empresas tecnológicas registran nuestra actividad mental y emocional así como nuestros instintos sean bajos o no lo sean.

Nuestros gustos, la música que preferimos, los restaurantes a los que vamos. En definitiva, la actividad derivada de nuestros pensamientos y sentimientos.

Como consecuencia de ello si bien nuestro cuerpo nos seguirá perteneciendo, una dimensión tanto o más trascendente de nosotros -la proyección de nuestra actividad cerebral y emocional-  nos trasciende.

La identidad se configura así como un tejido discontinuo que desborda nuestro cuerpo y se propaga desde un alma que se hizo carne a un alma que también se ha hecho de metal y «bytes», ubicada en nuestro cerebro y en nuestro cuerpo, pero también de manera indeleble en los trazos de nuestra actuación, en la trascendencia de nosotros entretejida en una red de reflejos

Las maquinas conservan nuestro pensamiento y lo conservan incluso cuando lo hemos olvidado.

Cualquiera de los lectores puede comprobar cómo se almacenan sus búsquedas de hace varios años, olvidadas por quien las realizó simplemente acudiendo a “myactivity” en Google

En efecto, el futuro ya está aquí

Nos hemos perfeccionado como híbridos persona-máquina. Somos siameses de nuestra proyección tecnológica.

Y, aunque se nos reserva el derecho de decisión, ésta y su aplicación efectiva se condiciona y somete a los designios de nuestra sombra cibernética

Es más, mientras que nuestro yo carnal está destinado a desaparecer, nuestro yo cibernético sobrevivirá para los restos convirtiéndose las grandes empresas tecnológicas más que en un columbario de la «e-humanidad» en verdaderos albaceas de nuestra vida digital que permanecerá más allá de la muerte

El 27 de abril de 2016 la Unión Europea aprobó simultáneamente el Reglamento Europeo de Protección de Datos y la Directiva relativa al tratamiento de datos por las autoridades con fines penales

Pues bien, frente a ello el 13 de octubre de 2016 se emitieron asimismo simultáneamente sendos informes, uno del Parlamento del Reino Unido y otro –al que se ha aludido- de la Oficina del Presidente de Estados Unidos para la Ciencia y Tecnología relativas a la Inteligencia Artificial y la robótica

No se trata de dos visiones transoceánicas que no tengan zonas de encuentro.

El Parlamento Europeo también se había manifestado en mayo de 2016 sobre robótica e inteligencia artificial

El informe de la Oficina del Presidente de Estados Unidos alarma ante las amenazas inherentes: “si las computadoras pueden ejercer control sobre muchos sistemas críticos el resultado puede derivar en importantes estragos, entre ellos que los humanos dejen de encontrarse al mando de su destino como mejor alternativa o, en el peor escenario, abocados a su extinción”.

Pero no pueden dejar de oponerse ambas parejas de documentos aprobados simultáneamente como exponente de una dicotomía presente entre privacidad y un progreso vinculado a tratamiento de datos por las máquinas.

Y de una gran diferencia que debe subrayarse entre los dos continentes.

En Estados Unidos y en Europa viven personas. Pero la gran mayoría de las máquinas, al menos de las afectadas por la Inteligencia Artificial se encuentran ubicadas en Estados Unidos.

Nuestro alma de metal se encontrará al otro lado del Atlántico, o en todo caso –con independencia de donde esté ubicado el servidor- la decisión sobre los mismos se realizará en Estados Unidos zambulléndonos en una bilocación, en una teletransportación también real y efectiva hacia un territorio en el que, adicionalmente, las reglas en materia de protección de la privacidad son más laxas que en Europa

La tensión y oposición entre máquinas y personas no es ya una mera entelequia.

Es el título de uno de los apartados del informe del Parlamento británico (“Machines versus Humans?”).

Aunque lo centre específicamente en las implicaciones económicas y sociales de la AI

La máquina cada vez nos conoce mejor. Nos conoce incluso mejor de lo que nos conocemos a nosotros mismos y, como consecuencia, no para de realizar propuestas sugerentes: publicidad y canciones según nuestros gustos, personas a las que podemos conocer o información de lo que vamos a tardar en llegar a nuestra casa sin que se lo hayamos preguntado.

INTELIGENCIA SUPERHUMANA

El matemático y escritor estadounidense Vernor Vinge afirmó que “Dentro de 30 años tendremos los medios tecnológicos para crear una inteligencia superhumana… Algún tiempo después, la era humana habrá terminado”.

¿Cuál es la conclusión de los informes del Parlamento europeo, del Parlamento británico y de la Oficina del Presidente de Estados Unidos tras la consulta con múltiples especialistas en la materia?

En primer lugar su lectura evoca a la afirmación del escritor y programador P.J. Plauger: “Mi definición de un experto en cualquier campo es una persona que sabe lo suficiente sobre la realidad como para estar asustado”.

Los informes alertan sobre una amenaza real.

Y en segundo lugar, denota la dificultad de ser preceptivo al respecto, por lo que lo imperativo se sustituye por disposiciones programáticas, expresiones de buenos deseos e intenciones.

Como ocurre en los supuestos en que resulta difícil anticipar categorías –sin perjuicio del indudable interés de los análisis que contienen- remitir a los procesos de evaluación que se desarrollen en órganos especializados: una Agencia Europea -pide el Parlamento Europeo- otra lo hace el británico con participación de la academia, de la industria y del Gobierno o en el seno del Subcomitee on Machine Learning and Artificial Inteligence en Estados Unidos

Es en esta situación es en la que se erigen los informes expuestos y en los que resulta difícil anticipar limites explícitos.

En los que se realizan profusos e intrincados emplazamientos a “adaptarse a los cambios”, establecer límites y fijar criterios.

Desde la premisa de que el indudable beneficio derivado de los escenarios de la IA debe combinarse en un muy difícil equilibrio con el control de la decisión por las personas sobre sus propios datos

Quizás se evita, se rehúye o sencillamente no se sabe cómo resolver con trazos gruesos el proceso de paulatina humanización de los ordenadores que fagocitan nuestro pensamiento, nos adormecen con prestaciones maravillosas y nos sitúan en una posición de contradicción interna.

O –alguien puede bromear- sencillamente se aplica el dicho: “No le atribuyas cualidades humanas a los ordenadores. No les gusta”.

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