5 cosas a tener en cuenta a la hora de contratar a un abogado en caso de divorcio
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07/11/2016 12:29
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Actualizado: 07/11/2016 12:29
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Cuando la relación matrimonial no aguanta más, la convivencia se rompe y el divorcio o la separación o las medidas paternofiliales se materializan como la única salida, el primer problema que se presenta es encontrar a un abogado “de confianza” que pueda llevar el caso. Y que, además, no sea excesivamente caro.
Sólo a título indicativo, en 2015 se presentaron 123.330 demandas de divorcio, de las que 73.389 fueron de mutuo acuerdo (“por las buenas”) y 49.941 por lo contencioso (“por las malas”), es decir, terminaron ante un juez.
De las conversaciones con especialistas en derecho matrimonial y de familia hemos podido destilar cinco cosas fundamentales que hay que tener en cuenta.
La primera, es la experiencia del abogado en este campo. La experiencia siempre es un grado. Aunque sea una frase hecha, es la pura realidad. Un abogado experimentado sabe las repercusiones que puede tener una determinada decisión o actuación, conoce a los jueces de familia, de qué pie cojean y cuál debe ser la estrategia más apropiada a aplicar en el caso en cuestión, conoce la casuística, los detalles y sus soluciones.
La segunda cosa a tener en cuenta es tener “química” con el abogado. “Que te entiendas y que te entienda. Esto es fundamental. Sin confianza la cosa no funciona”, cuenta la matrimonialista Dagania Fraile, quien forma parte de la nueva división de Derecho de Familia que Arriaga Asociados ha puesto en marcha recientemente.
En estos casos, según la letrada, “los abogados tenemos que transmitir tranquilidad y seguridad. Tenemos que explicar a nuestros clientes con claridad meridiana qué es lo que va a ocurrir, cuáles son los pasos que vamos a seguir. Porque, en esas circunstancias, los clientes están desolados y desconocen qué va a ocurrir o cómo va a ocurrir, y necesitan entenderlo, dado que es un paso importante en su historia vital”
“Ya, he encontrado un abogado, ¿y cómo sé que es bueno?”, es la pregunta esencial a responder a continuación. Esta es la tercera cosa a tener en cuenta. Hay tres formas: la primera de ellas es el método tradicional, o sea, el boca a boca.
Es decir preguntando a personas allegadas. La otra forma es el “googleo”. Buscar en Internet mediante palabras como abogados, divorcios, separaciones, poniendo la ciudad en la que se reside.
“Entre las personas allegadas hay que incluir al abogado de cercanía, el que se encuentra en un radio de distancia corta, “que es vecino”. Esa es la primera persona a la que, comúnmente, se suele acudir en estos casos”, cuenta la Los despachos de abogados en los últimos cinco años se han echado a la calle de la publicidad y del marketing.
Muchos tienen páginas web y escriben en diferentes medios, como éste. Hay que leerlos, sí, pero también buscar testimonios de clientes, de personas que cuenten cómo les ha ido. Lleva su tiempo, pero es lo más lógico para estar seguro de que el profesional elegido es el que se quiere.
La cuarta condición a tener en cuenta –esto se descubre sobre el terreno- es la capacidad negociadora del abogado.
Ojo: El abogado está al servicio del cliente, y no al revés. Hay muchos abogados que piensan que la casa o los niños son suyos y son intransigentes en sus planteamientos. En una negociación la flexibilidad debe ser un referente si no queremos terminar en un contencioso ante el juez.
“Debemos hacer que nuestro cliente entienda que, en la negociación, ambas partes tienen que ceder”, afirma Fraile.
También puede darse el otro escenario, el contrario. Que los intransigentes sean las partes. “En esos casos tenemos que recordarles que el conflicto no se termina con ese juicio. No es el final de la historia. Porque si hay hijos la relación va a perdurar”, apunta la abogada
“Por eso”, recomienda, “lo mejor es llegar a un acuerdo, aunque no siempre es posible por los planteamientos de ambas partes o por la situación que tienen”.
La quinta condición, la que quita mucho el sueño en estos casos, son los honorarios de los abogados. Porque los abogados tienen fama de ser careros, hay que reconocerlo, aunque no sea verdad al cien por cien. De todo hay en la viña del señor.
No hay que ser tímidos ni excesivamente cautos a la hora de hablar de dinero. Es mejor ser siempre directos. Se debe plantear abiertamente lo que va a costar el servicio. Y esto, ¿cuánto me va a costar?
Cada despacho tiene sus tarifas. En esencia son cinco actuaciones las que se llevan a cabo en estos casos: medidas provisionales o provisionalísimas, pleito principal (divorcio o medidas paternofiliales), recursos, ejecuciones y liquidación de la sociedad de gananciales o de bienes comunes.
Y se contrata firmando lo que entre los abogados se conoce como la hoja de encargo.
“Hay que hacer las cosas bien”, explica Fraile. “La hoja de encargo es el contrato que suscribe el cliente con el abogado por los servicios que le va a prestar. Es seguridad para ambas partes”.
Cada Colegio de Abogados marca unas tarifas por escalas, que existen como referencia a título orientativo.
La “temporada alta” de los divorcios y las separaciones en España se produce en dos periodos muy concretos: en septiembre, tras las vacaciones de verano, y febrero – marzo, meses después de las Navidades, si bien es cierto que las primeras consultas llegan en el mes de diciembre, cuando la economía familiar ha conseguido recuperarse o los cónyuges deciden dar el paso final para disolver su unión legal.
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