El cambio de cromos le salió mejor a Lesmes que a Cabrejas
El nuevo magistrado de la Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Supremo, Fernando Román, con su amigo, Carlos Lesmes, de toga. Confilegal.

El cambio de cromos le salió mejor a Lesmes que a Cabrejas

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26/1/2018 06:18
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Actualizado: 26/1/2018 10:00
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La vocal «progresista», Mar Cabrejas, esperaba que su parte del trato se cumpliera. Es decir, que así como ella había apoyado con su voto -la única «progresista» que lo hizo- a Fernando Román -amigo del presidente Carlos Lesmes-, la máxima autoridad del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo, hiciera lo mismo con su amigo, Javier Hernández, para el puesto vacante en la Sala de lo Penal del Alto Tribunal.

De los dos, al que le salió el «cambio de cromos» fue a Lesmes.

De película.

Lesmes se abstuvo de votar, por esa amistad manifesta, lo mismo que en 2016, cuando se produjo la primera intentona de Román a la Sala de lo Contencioso-Administrativo, 15 meses después de dimitir de su puesto de secretario de Estado de Justicia, provocado por la salida de Alberto Ruiz Gallardón de esa cartera en desacuerdo con el Gobierno por la ley del aborto.

Ahora, 3 años y 4 meses después, la cosa parecía más factible para Lesmes, que tenía que pagar la enorme deuda que mantenía con Román, por el apoyo decisivo que este le prestó para que Alfredo Pérez Rubalcaba, el secretario general del PSOE, finalmente optara dar su visto bueno a la candidatura del actual presidente, en detrimento del otro candidato, Manuel Marchena.

Como dice el dicho, «De bien nacido es ser agradecido». Y en este caso Lesmes se empleó a fondo, esta vez, para sacar a su hombre haciendo «lobby» de altura entre su grupo, denominado «conservador».

Necesitaba, eso sí, el voto de Mar Cabrejas, quien había sido elegida por el PSOE.

Y Cabrejas se lo dio, completando así los 10 votos que le abrieron las puertas del Supremo a Román, un objetivo que ansiaba desde los tiempos en que fue jefe del Gabinete Técnico del Tribunal Supremo.

Había otros curriculums más completos que el de Román, como el de Asunción Salvo Tambo, número 2 de magistrados especialistas del orden contencioso-administrativo,  30 años en la Audiencia Nacional y 7.500 sentencias, que obtuvo 3 votos, o los de Fernando de Mateo Menéndez, que obtuvo 4 votos; Ramón Sastre Legido, 1;  y Santiago-Pablo Soldevila Fragoso, 1 también.

Sin desmerecer, tampoco a ninguno del resto de los aspirantes. Todos magistrados con carreras plenamente reconocidas.

El orden de la votación fue la clave

¿Qué hubiera pasado si en vez de votarse por el orden establecido -Salas Tercera, Cuarta y Segunda- se hubiera hecho de forma correlativa -Segunda, Tercera y Cuarta-?

Según fuentes judiciales, posiblemente habría cambiado el sentido de lo ocurrido con el candidato de la Sala de lo Penal.

El orden del día del Pleno lo decide el presidente, también en este caso. En los pasados consejos era potestad del secretario general del CGPJ.

Lesmes se había comprometido con Cabrejas con aportar al menos cuatro votos: el suyo, el de Mario Macías, el de Gerardo Martínez Tristán y el de Rafael Fernández Valverde; sus tres escuderos fieles y leales.

A Cabrejas le correspondía aportar, a su vez, por lo menos 7.

Con ello sumaría 11 (de 21), la mitad más uno.

En principio, en su particular cuenta de la vieja, Cabrejas contaba con su propio voto -nunca renunció a la posibilidad de ejercerlo a pesar de su amistad íntima con Hernández-, con el de Roser BachConcepción Sáez Álvaro Cuesta (con el que ha compartido 4 años de Comisión Permanente), a pesar de que las preferencias de este último no estaban con Hernández, en un principio. 

El desafío que tenía ante sí Cabrejas era el de poder arrancar a la otra parte del grupo «progresista», que apoyaba a la magistrada del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, Susana Polo, formado por Rafael Mozo, Pilar Sepúlveda, Clara Martínez de Careaga, Victoria Cinto y Enrique Lucas, al menos 3 de sus votos.

Con ello hubiera sumado los deseados y ansiados 11 votos: Ella, Álvaro Cuesta, Roser Bach, Concepción Sáez, Carlos Lesmes, Mario Macías, Gerardo Martínez Tristán, Rafael Fernández Valverde, y, posiblemente, Pilar Sepulveda, Victoria Cinto y Enrique Lucas. 

Pero la «conjunción astral» no se produjo.

En la foto la vocal y magistrada progresista, Mar Cabrejas, de 53 años, que protagonizó el altercado con el que hasta ayer era su secretario.

El que se votara primero el puesto de la Sala Tercera desincentivó algunos votos

En el grupo mayoritario, que comanda el presidente Lesmes, había interés en que saliera Román. Buena parte de ellos fueron elegidos vocales con el apoyo del ya magistrado de la Sala Tercera.

También se la debían.

Sin embargo, si se hubiera votado el puesto de magistrado de la Sala Segunda antes que el de la Tercera, como finalmente sucedió, no se habría producido el relajo que acaeció. Porque el objetivo podría haberse cumplido.

Visto lo visto, Martínez Tristán y Fernández Valverde se sintieron libres.

A ello se añadió la ausencia de Álvaro Cuesta, amigo de Cabrejas, que no pudo asistir al pleno por estar ingresado en un hospital por problemas de salud.

Y al hecho de que la vocal no pudo arrancar ni un voto al bloque que apoyó a Susana Polo. 

En consecuencia, Cabrejas, que declinó defender la candidatura de su amigo por aquello «del qué dirán» -asumió ese papel Concepción Sáez, que fue criticada por alguno de sus compañeros por su planteamiento «rocoso»-  sólo consiguió sumar 5 votos para su amigo Javier Hernández, presidente de la Audiencia Provincial de Tarragona; Susana Polo obtuvo 5 votos también.

Vicente Magro, fue el gran beneficiado: 10 votos.

En la recta final del mandato de este Consejo, Cabrejas fracasó estrepitosamente en el principal objetivo que se marcó hace cuatro años, cuando tomó posesión de su cargo.

A ella sí que no se salió, para nada, el cambio de cromos.

En el AVE a Cuenca, donde, a partir de los próximos días tendrá que desplazarse diariamente para asumir su destino en la Audiencia Provincial tras salir de la  Comisión Permanente -en la que ha permanecido 4 años- tendrá mucho tiempo para reflexionar sobre lo que le ha salido mal.

Pero ya no habrá remedio alguno.

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