La abogada Victoria Kent eliminó las cadenas que se utilizaban en las prisiones
Victoria Kent en una foto de sus comienzos, como abogada, en la Audiencia Provincial de Madrid; el sello con su efigie fue acuñado en 1990 por la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre como homenaje a su persona. RTVE.

La abogada Victoria Kent eliminó las cadenas que se utilizaban en las prisiones

En 1925 se convirtió en la primera mujer en ingresar en el Colegio de Abogados de Madrid. Pero Victoria Kent pasó a la historia por su «adiós a las cadenas». O lo que es lo mismo, por eliminar el uso de cadenas y grilletes en las prisiones. ¿Cómo lo hizo? Esta es su historia.

Victoria Kent se hizo famosa en 1930 al defender, con apenas cinco años de experiencia profesional, a Álvaro de Albornoz ante el consejo de guerra que se le formó por, supuestamente, estar implicado en la sublevación de Jaca, de diciembre de 12 de diciembre de 1930.

Fue un pronunciamiento militar orquestado, cuatro meses antes de la proclamación de la Segunda República, contra el Rey Alfonso XIII y el gobierno militar del general Dámaso Berenguer Fusté.

A consecuencia de ello fueron fusilados los capitanes Fermín Galán Rodríguez y Ángel García Hernández.

La abogada Victoria Kent hizo un magnífico trabajo. Consiguió la absolución de Albornoz, que era miembro del Comité Revolucionario Republicano y que fue detenido a raíz de la mencionada sublevación, alegando que si la rebelión militar era el «levantamiento en armas de elementos del Ejército, el Gobierno y la Constitución» entonces a su defendido no se le podía acusar de ello porque estaba detenido cuando se publicó el manifiesto republicano.

También fue la primera mujer de la historia del mundo en actuar ante un tribunal militar como abogada.

Albornoz jugaría un importante papel en la política.Después de que se proclamara la Segunda República, el 14 de abril de 1931, se convirtió en diputado en las Cortes Constituyentes. Entre 1931 y 1933 fue ministro de Fomento y Justicia en el periodo del bienio progresista.

A Victoria Kent -hija una familia de Málaga formada por José Kent, un comerciante de zapatos, y de María Siano, ama de casa- siempre le llamó la política.

Era una convencida feminista de profundas ideas progresistas.

Se afilió al Partido Republicano Radical Socialista y fue elegida diputada, en 1931, para las Cortes republicanas constituyentes por la provincia de Madrid.

Aquel año, el presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, la nombró directora general de Prisiones con el objetivo de conseguir la rehabilitación de los presos, continuando así la labor emprendida en el siglo XIX por Concepción Arenal. Un cargo al que se entregó con todas sus fuerzas hasta 1934.

Victoria Kent era una gran defensora de los derechos sociales. Creía con firmeza que la sociedad tenía la obligación de recuperar al delincuente.

Por ello, introdujo cambios sin precedentes en Instituciones Penitenciarias que hoy son normales en nuestro tiempo.

Estableció permisos de salida para los presos, permitio la libertad de culto religioso en las cárceles, mejoró la alimentación de los internos, indultó a los penados que tenían más de 70 años de edad y creó la cárcel de mujeres de Las Ventas, en la que no existían celdas de castigo.

Asimismo, creó el Cuerpo Femenino de Prisiones, para las cárceles de mujeres, y el Instituto de Estudios Penales, que encomendó a su maestro, el jurista Luis Jiménez de Asua.

También decretó el cierre de 115 centros penitenciaros en toda España por estar en malas condiciones.

Pero sobre todo, ordenó retirar todos los grilletes y cadenas que, hasta entonces, se utilizaban en las prisiones españolas, borrando así, para siempre, la posibilidad de hacer chistes negros a costa de la figura del reo arrastrando tras de sí una gran bola de hierro.

Con el metal obtenido hizo modelar una estatua de Concepción Arenal.

La labor penitenciaria, social y, sobre todo política, de la diputada Victoria Kent tuvo tal repercusión popular que su nombre aparece en el conocidísimo chotis del “El Pichi”, el cual formaba parte de la revista musical «Las Leandras». Un espectáculo que fue estrenado en Madrid en 1931 y que tenía por protagonista a Celia Gámez. La letra decía así:

Anda y que te ondulen/

con la ‘permenén,

y pa suavizarte

que te den ‘Col-crem’.

Se lo pues pedir

a Victoria Kent,

que lo que es a mí

no ha nacido quién.

Durante el franquismo, la alusión a Victoria Kent fue censurada en la letra de la canción y sustituida por la expresión «un pollito bien».

EN CONTRA DEL SUFRAGIO FEMENINO

Curiosamente, a pesar de ser una defensora de la igualdad de sexos, como la diputada Clara Campoamor, Victoria Kent se posicionó en contra de otorgar el voto a las mujeres.

Esta abogada pensaba que la mujer española no tenía, en aquel momento, la preparación social y política para votar con responsabilidad y temía que, en su mayoría, votaran a los partidos conservadores, por la gran influencia que tenía la Iglesia entre ellas.

Kent tenía muy presente el millón y medio de firmas de mujeres católicas recogido reclamando el cambio del proyecto de la Constitución Republicana para que se respetaran los «derechos de la Iglesia».

Por ello, mantuvo una dura polémica con Clara Campoamor, que, sin duda, le pasó factura porque perdió su acta de diputada en las elecciones del 19 de noviembre de 1933. Porque fue reconocido el voto para todas las mujeres.

Durante la guerra civil Victoria Kent asumió, en un principio, la responsabilidad de la creación de refugios para niños y guarderías infantiles.

Poco después, el gobierno del presidente Juan Negrín la envió a Francia, como primera secretaria de la Embajada española en París, para que se encargara de las evacuaciones de niños.

Allí permaneció hasta el final de la guerra civil española, ocupándose de facilitar la salida de los refugiados españoles hacia America.

Victoria Kent, sin embargo, no pudo huir a tiempo.

Le sorprendió la invasión nazi de París, el 14 de junio de 1940. Pudo refugiarse en la Embajada de México. Allí permaneció recluida, y protegida, pues su nombre estaba en la «lista negra» que la policía franquista había a entregado a la Gestapo alemana.

Gracias a la Cruz Roja, pudo vivir hasta la liberación de la capital francesa bajo la falsa identidad de «madame Duval» en un apartamento que le proporcionaron cerca del Bosque de Bougone.

Dos años después, en 1948, se marchó a México. Allí dio clases de Derecho Penal en la Universidad, y fundó la Escuela de Capacitación para el Personal de Prisiones, que dirigió durante dos años.

La nueva organización mundial creada tras el fin de la guerra, la Organización de Naciones Unidas, la llamó para que colaborara en la Sección de Defensa Social. Una responsabilidad que asumió con el cometido de estudiar el estado de las cárceles de Latinoamérica, pero que abandonó por ser demasiado burocrático.

Entre 1951 y 1956 Victoria Kent fue ministra sin cartera del Gobierno de la República en el exilio, la segunda mujer tras la anarquista Federica Montseny.

En Nueva York fundó y dirigió la revista «Ibérica», en la que publicaba informaciones de España para los exiliados republicanos en Estados Unidos.

Victoria Kent pudo regresar a España tras la muerte de Franco, en 1977, con la democracia en proceso de recuperación. Pero este era un país distinto al que había dejado atrás. Volvió después a Nueva York, para pasar el resto de sus días, hasta su muerte, en 1987.

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