Se cumplen 70 años de la Declaración de Derechos Humanos, un documento con voz de mujer
Fryderyka Kalinowski (Polonia), Bodgil Begtrup (Dinamarca), Minerva Bernardino (República Dominicana) y Hansa Mehta (India), delegadas de la Subcomisión del estatus Jurídico y Social de la Mujer, mayo de 1946 en Nueva York. Todas ellas junto a Eleanor Roosevelt fueron responsables de darle forma a la Declaración que hoy cumple 70 años. ONU.

Se cumplen 70 años de la Declaración de Derechos Humanos, un documento con voz de mujer

Eleanor Roosevelt fue su principal impulsora

La Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH), compuesta por 30 artículos que recuerdan la dignidad y la igualdad inherentes a todos los seres humanos, sin importar su raza, color, religión, sexo, idioma, opiniones políticas o de otra índole, origen nacional o social, propiedades, lugar de nacimiento, ni ninguna otra condición cumple este lunes su 70 aniversario.

Es el marco de referencia de carácter universal al que ajustar la legislación y la acción política en todos los países. Se trata de un texto sin precedentes como lo fue el contexto en el que se adoptó.

El detonante de este compromiso adoptado tal día como hoy en 1948 fue el final de la Segunda Guerra Mundial, un hecho que arrancó el compromiso unánime de la comunidad internacional a través de las Naciones Unidas -recién creada- para no permitir nunca más atrocidades como las sucedidas en ese conflicto.

Se abría, además, el periodo de la Guerra Fría y del protagonismo de las superpotencias.

Un documento con voz de mujer

La Declaración se redactó por parte de representantes de distintos contextos jurídicos y culturales de todo el mundo para establecer que todas las personas tienen la misma dignidad y el mismo valor.

«En definitiva, ¿dónde empiezan los derechos humanos universales? En pequeños lugares, cerca de casa; en lugares tan próximos y tan pequeños que no aparecen en ningún mapa. (…) Si esos derechos no significan nada en estos lugares, tampoco significan nada en ninguna otra parte. Sin una acción ciudadana coordinada para defenderlos en nuestro entorno, nuestra voluntad de progreso en el resto del mundo será en vano».

De esta forma se pronunciaba la que fue Primera Dama de EEUU entre 1933 y 1945, Eleanor Roosevelt, viuda del presidente americano y que como presidenta de la Comisión de Derechos Humanos mucho tuvo que ver en la redacción del documento.  Nombrada para el cargo por el  presidente Truman, utilizó su enorme prestigio y credibilidad con las dos superpotencias para encaminar el proceso de redacción hacia su conclusión satisfactoria.

La Comisión de Derechos Humanos estaba integrada por 18 miembros de diversas formaciones políticas, culturales y religiosas. Junto a Roosevelt se encontraban René Bassin, de Francia, quien redactó el primer proyecto de la Declaración, el relator de la Comisión, Charles Malik, de Líbano, el vicepresidente, Peng Chung Chang, de China, y el director de la División de Derechos Humanos de Naciones Unidas, John Humphrey, de Canadá, quien preparó la copia de la Declaración.

Y hubo otras mujeres cuya labor fue esencial a la hora de dar forma al documento.

Hansa Mehta, gran defensora de los derechos de las mujeres en la India, fue la otra mujer delegada de la Comisión. A ella se debe el cambio en el artículo 1 de la Declaración de la siguiente forma:«Todos los hombres nacen libres e iguales” a “Todos los seres humanos nacen libres e iguales”.

Desde República Dominicana llegaron las aportaciones de la diplomática y feminista Minerva Bernardino que recogió la voz de Latinoamérica en el documento. A Minerva se le debe la inclusión de “la igualdad entre hombres y mujeres ”en el preámbulo de la Declaración.

Junto a Bertha Lutz, de Brasil e Isabel de Vidal, de Uruguay, todas ellas jugaron un papel fundamental a la hora de incluir los derechos de las mujeres y la no discriminación por razón de sexo en la Carta de las Naciones Unidas.

Más de 80 reuniones le costó a la delegada de la Asamblea General, Begum Shaista Ikramullah, de Pakistán, la actual redacción del artículo 16 en cuanto a la igualdad de derechos en el matrimonio que consideró como forma de combatir el matrimonio infantil y otros enlaces forzados.

El derecho de las minorías fue defendido por la danesa Bodil Begtrup para que fuera incorporado en el artículo 26 referido al derecho a la educación. Aunque sin éxito en este propósito, sí consiguió que se hiciera referencia al término «todos» y no a «todos los hombres» como sujeto de los derechos.

Betgrup fue presidenta de la Subcomisión para el estatus jurídico y social de la Mujer en 1946, y un año más tarde de la Comisión sobre el estatus de la mujer.

Como presidenta de la Comisión sobre el estatus de la mujer en 1948, Marie-Hélène Lefaucheux, de Francia, defendió con éxito una mención de la no discriminación por razón de sexo a incluir en el artículo 2.

Así, el texto final del artículo dice que “todos tienen derecho a los derechos y libertades establecidos en esta Declaración, sin distinción de raza, color, sexo, lengua, religión, política, origen nacional o social, propiedades, lugar de nacimiento, ni ninguna otra condición».

En este grupo de mujeres, la bielorrusa Evdokia Uralova, ponente de la Comisión sobre el estatus de la mujer ante la Comisión de los Derechos Humanos en 1947, consiguió que el artículo 23 diga que “Todos, sin ninguna discriminación, tienen derecho a igual retribución por igual trabajo”. Junto con Fryderyka Kalinowska, de Polonia, y Elizavieta Popova, de la URRSS, hizo hincapié en los derechos de las personas en territorios no autónomos.

Finalmente, Lakshmi Menon, delegada de India en la Asamblea General en 1948, argumentó de manera enérgica la importancia de incidir en la no discriminación por razones de sexo. También defendió el carácter «universal» de la Declaración frente al «relativismo colonial».

Una muerte al día por defender los derechos humanos

En estos 70 años, el documento ha servido para mejorar la dignidad de millones de personas y para asentar las bases de un mundo más justo.

Pero también lamentablemente, en este tiempo se ha puesto de manifiesto que mucho le queda por recorrer a este compendio de buenas intenciones.

Muchas han sido las guerras y enfrentamientos que se han sucedido en estos años y que, de una parte se han producido como reacción precisamente a un tratamiento inhumano y a la injusticia y, de otra, han dinamitado muchos de los principios que recoge el documento adoptado por la Asamblea General de la ONU.

Incluso, de forma larvada, en numerosas partes del mundo estos derechos se vulneran a diario. Según denuncia Amnistía Internacional, en 2017 se produjeron 312 homicidios de defensores de los derechos humanos.

Y entre 2015 y 2017, de media, una persona murió al día por alzar su voz para defender las libertades y derechos de la sociedad en su conjunto, una tendencia «preocupante». «No pueden cumplirse los Derechos Humanos sin las voces valientes (de los defensores) que contribuyan a la paz, la seguridad y el desarrollo sostenible», han afirmado un grupo de relatores de la ONU.

Estos expertos han suscrito un comunicado conjunto para reclamar a todos los Estados que garanticen a los activistas un entorno «sin interferencias, intimidaciones, abusos, amenazas, violencia, represalias o restricciones».

La DUDH es, sin embargo, el documento más traducido del mundo y está disponible en más de 500 idiomas.

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