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Un relato del penúltimo día del juicio del «procés» hecho con otros ojos

Un relato del penúltimo día del juicio del «procés» hecho con otros ojos
Nueve, de los doce acusados, se encuentran en prisión preventiva, acusados del delito de rebelión; mientras que tres de ellos están en libertad provisional. Foto: Poder Judicial.
12/6/2019 06:15
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Actualizado: 11/6/2019 23:36
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Ayer entramos en la recta final del proceso seguido en el Tribunal Supremo contra 12 personas a las que se acusa de diversos delitos relacionados con el referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017 en Cataluña y la posterior declaración unilateral de independencia por parte del gobierno de la Generalidad, vulgo, «juicio al procés».

Se trata de la presentación de informes finales de las defensas tras los cuales harán uso del derecho a la última palabra, tal como se prevé en la ley, en el día de hoy. Un derecho que viene desde el siglo XIX. Los acusados dispondrán de 15 minutos para decir lo que quieran, o callarse.

Con los primeros rayos de sol en este inusualmente martes frío de la primavera madrileña se podían distinguir diversos medios periodísticos apostados en la puerta principal, la mayoría catalanes.

Algunos sonidos vascos, sin embargo, podían percibirse también entremezclados.

Son varios meses ya de procedimiento y, lógicamente, las relaciones son estrechas entre letrados y miembros de los equipos de prensa presentes, razón por la que se suceden los saludos.

Sobre las 7:30 de la mañana han comenzado a llegar los magistrados, la mayoría en Ford. A las 7:45 efectúa su llegada el presidente de la sala, Manuel Marchena, en su Citroën oficial.

Realizadas las acreditaciones oportunas, me encamino hacia el Salón de Plenos. Me encuentro con rostros famosos del mundo periodístico nacional. El sonido predominante en pasillos y biblioteca sigue siendo el catalán.

La sala de vistas donde se celebra el juicio –el Salón de Plenos– es grandiosa, en el sentido literal y artístico del término.

No en vano es donde se celebra la Apertura Solemne del año judicial, que preside el Rey cada mes de septiembre.

Repleta, como es habitual, la sala está ocupada por las partes, obviamente, y por familiares y prensa, amén de los funcionarios judiciales y policía.

La vista puede seguirse desde la biblioteca en sala contigua, donde se ubica la prensa acreditada, y que ha venido siendo utilizada como cantina, refectorio, comedor o como quiera llamarse.

Resulta difícil sustraerse a las mejorables condiciones de la sala en lo referente a limpieza, habida cuenta de que nos evoca sensaciones idénticas a las vividas en nuestra infancia en el comedor del colegio.

El ambiente es el de un Madrid-Barça vivido en un bar de las Ramblas, pero, eso sí, con algo más de orden y silencio.

No mucho más.

En el mostrador puede disponer la prensa de los autos que se suceden… A saber, la negativa a Vila a su solicitud de devolución de fianza, la negativa a Junqueras a asistir a un acto de constitución de un ayuntamiento etc.

La disposición de los acusados es la habitual de las sesiones pasadas, es decir. Unos han elegido sentarse detrás de sus abogados y otros permanecen en los cuatro bancos de 3 plazas cada uno, situados en el centro de la sala.

Se hará en alguna ocasión, referencia a los sentados en el cuarto banco y a su situación procesal diferente de los otros 9, por parte del por el letrado Jordi Pina.

Uno comprende la necesidad de que no se deba interrumpir la palabra de cada letrado por el presidente.

SE ECHÓ DE MENOS LA MANO DE MARCHENA 

Se ha echado de menos la oportuna y magistral moderación del juez Marchena. No obstante, ha quedado de manifiesto durante toda la vista estos meses atrás, en cada sesión, la maestría, el saber hacer, la mano izquierda, la templanza y los reflejos en el ejercicio de su papel de moderador.

Ha sido el auténtico protagonista en el buen sentido del término.

No han faltado las provocaciones y palitos en la rueda que, sin grandes aspavientos, y con un toque de humor en ocasiones, ha sabido torear y resolver puntualmente.

A esta figura cabe unir, por su relevancia y alto nivel técnico a juzgar por sus intervenciones en interrogatorios, del fiscal Javier Zaragoza.

En otro plano cabría situar a la Abogacía del Estado, por la aparente falta de fluidez y lucidez en la exposición de sus conclusiones e informe final.

Volviendo a la sesión de ayer, a la hora fijada, como es habitual (cuando no ha sido posible la puntualidad  no ha faltado la disculpa expresa del presidente) tomó la palabra el excelentísimo señor magistrado Marchena para abrir la sesión y dar paso a la defensa de Joaquim Forn, llevada a cabo por el letrado Javier Melero.

A modo de las cuotas de emisión de gases de efecto invernadero, se acordó que este letrado utilice restos de los tiempos que otras defensas ceden de forma altruista.

Son 15 minutos, por un lado, 10 minutos, por el otro, todo es aprovechable pues la defensa de Forn requiere tiempo y su letrado, además, gusta de explayarse largo y tendido.

MELERO, UN LETRADO CON MUCHA EXPERIENCIA

Es sin duda un letrado de tablas y horas de vuelo.

No deja de citar frases incluso en inglés “hard cases make bad law”, aludiendo al mal uso de precedentes de casos extremos y el uso de éstos en casos comunes.

Su alusión a las leyes de analogía nazis no parece muy afortunada.

Remata su introducción con una irónica felicitación a las tres partes de la acusación.

Se centra en desestimar todo aquello por lo que su defendido es procesado con el argumento de que no es objeto de proceso ni siquiera delito.

En general se basa la defensa en repasar detallada y cronológicamente los hechos sin entrar lógicamente en el fondo del asunto, que es, como la Fiscalía dejó claro, la desobediencia de un mandato del Constitucional y la ruptura del orden constitucional, en definitiva, un atentado contra el Estado llevado a cabo por un gobierno autonómico.

No se juzgan ideas; se juzgan conductas contrarias al ordenamiento legal.

Tampoco a Jordi Pina le ha parecido conveniente entrar en el fondo.

Es comprensible.

En definitiva, a Melero lo que le queda claro es que lo acaecido en Cataluña en los días previos, y el propio 1 de octubre, es que la situación planteada en reuniones entre mandos policiales y cargos políticos adoleció de un gravísimo déficit de organización y coordinación.

Ha hecho gala sin cesar de una retórica envidiable en sus constantes cuestionamientos de los criterios y argumentos de la fiscalía.

Da la impresión, a su juicio, de que se trataba de cumplir el objetivo político de hacer que aquello no fuese un referéndum homologable.

No se cumplió el mandato judicial. No se cerró ningún colegio (…) Se dirige frecuentemente al tribunal usando “vuestras señorías”.

Destaca en su defensa de Forn las palabras de éste el 27 de octubre “mañana habrá 155 o convocatoria de elecciones».

Sus comentarios jocosos han provocado muestras de arobación en la sala como en el caso de argumentar que habría convenido llevar armas para poder deponerlas.  El concepto de revolución postmoderna ha resultado originalísimo.

«AMANAECE QUE NO ES POCO», UN REFERENTE

De igual modo, la expresión portarse bien (cargar) o mal (actitud pasiva), referidas a las fuerzas y cuerpos de seguridad y las latas de cerveza vacías y las botellas de agua llenas han resultado cuando menos, chocantes.

Especialmente incisivo se muestra con el coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Cobos, coordinador técnico del dispositivo de seguridad ordenado por la Fiscalía Superior de Cataluña para el referéndum ilegal, cuyo liderazgo compara con el de un ujier del Ministerio.

Antes de su referencia a la película “amanece, que no es poco”, ha reconocido literalmente “se me ha ido el santo al cielo”, siendo ésta la única tacha en su brillante dialéctica. Apuro del que ha sido ayudado a salir por un Magistrado.

Terminó con una loa a la unidad de España y agradecimiento a la Policía.

En la sesión de tarde, ausente Javier Zaragoza, el letrado Pina centró su informe en una causa vs. el fiscal.

En su defensa de Josep Rull, Jordi Turull y Jordi Sánchez, Pina, vicedecano del Colegio de la Abogacía de Barcelona, insiste, a veces de forma histriónica y a modo de monólogo del club de la comedia, en que el golpe de estado no existe como delito.

Habla de rebelión y sedición y repasa de nuevo los acontecimientos, sin entrar en el fondo de la cuestión.

Aquí se han sucedido algunos lapsus, freudiano en ocasiones.

PINA PIENSA MÁS RÁPIDO DE LO QUE HABLA 

Habla de protestas y manifestaciones, no de inductores a las mismas.

“Legislación onceava” o “Campaña batal” por “batalla campal”, son señales de que su velocidad mental es superior a la articulación de las correspondientes expresiones verbales.

Recuerda los testimonios de particulares llamados como testigos suyos para acreditar la falta de violencia y que las personas de paz se limitaron a opinar; opinar no es delito (…) la existencia de cajero, farmacia y joyería cerca de los focos de protesta son la mejor evidencia de que no hubo violencia.

El censo universal. Poder votar en cualquier colegio. Otra garantía de que no se propició la violencia por parte de los convocantes, que muy al final reconoce que fueron Carles Puigdemont y el resto del gobierno autonómico.

Enfrente, asienten con resignación franciscana y ganas de intervenir Consuelo Madrigal y Fidel Cadena. E

n su recta final, a propósito de la malversación habla del anuncio de las vías, del carnet joven…, fenómenos anteriores y que no pueden ser estimados como evidencias.

Lo de Unipost, al no pagarse, no se puede considerar malversación.

LA HOJA DE RUTA «ENFOCATS», NO VALE, SEGÚN PINA

En este punto alude al comentario de un escrito de acusación en el sentido de que se trataba de un cortijo.

Sobre la hoja de ruta, el documento Enfocats, la agenda Molesten, insiste en desestimar todas las pruebas documentales en este sentido, dándole la vuelta a los argumentos de la acusación, con cierta habilidad.

Sobre la reunión de Sánchez con Rull, afirma con su gracejo innato que “¡no iba a reunirse con Messi!”.

En su alegato final, Pina se dedica a cuestionar la validez y el verdadero sentido de los tuits de Rull dado que, lamentablemente a su juicio, nadie le preguntó en tres horas de interrogatorio por el significado de los mismos, o, incluso, si eran suyos realmente.

Ninguna defensa, a diferencia de la acusación particular la semana pasada, ha hecho mención de las personas que nos han dejado a lo largo de este proceso.

La próxima sesión será el turno del resto de las defensas.

Finalmente, tras la última palabra de los acusados, el juicio quedará visto para sentencia, a la vuelta del verano.

Se intuye una sentencia ejemplar, ilustrativa, pedagógica y edificante que sirva para reconstruir lo destruido en más de 30 años de políticas destructivas, y un aviso a los potenciales navegantes por estos procelosos mares de la unidad institucional y constitucional de España.

 

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