Críticas a la sentencia del «procés» por parte de exfiscales y exjueces en la Universidad Europea
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13/11/2019 01:15
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Actualizado: 13/11/2019 10:36
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El exfiscal de la Audiencia Nacional, Ignacio Gordillo, y el exdecano de los Juzgados de Madrid, José Luis González Armengol –actualmente ejerciendo la abogacía libre– criticaron duramente la sentencia del juicio del «procés» en el marco de la mesa redonda sobre «La labor del Tribunal Supremo ante el proceso secesionista en Cataluña», que tuvo lugar ayer en la Facultad de Derecho de la Universidad Europea de Madrid.
«En este caso se dan todos los elementos del delito de rebelión, sin duda alguna. El delito de secesión es un delito imposible. Una tentativa del delito de rebelión habría sido más apropiado», afirmó Gordillo durante su intervención.
«Es una sentencia vergonzosa que no encaja en un estado de derecho. Hemos perdido la oportunidad de dar ejemplo. Con ella se ha derogado la rebelión porque es jurisprudencia«, añadió.
González Armengol, por su parte, opinó que «la sentencia es incorrecta. No es buena. Se ha redactado mirando a Europa».
Y recordó la cantidad de procedimientos ahora en marcha, como el juicio que tiene que celebrarse contra el que fuera mayor de los «Mossos d’Esquadra», Josep Lluis Trapero y los exjefes políticos del cuerpo Pere Soler y César Puig, acusados de rebelión, sobre los que, sin duda, influirá la sentencia del Supremo, el juicio contra los miembros de la Mesa del Parlament, que tiene que tener lugar en Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, por desobediencia, o la causa que Alejandra Gil, titular del Juzgado de Instrucción 13 de Barcelona –quien ha sustituido al fallecido Juan Antonio Ramírez Sunyer–, instruye contra los segundos y terceros niveles que tomaron parte en el intento de secesión de Cataluña.
«Sin duda alguna, esa pluralidad de procedimientos se verá influida por la sentencia del juicio del ‘procés’«, aseguró.
«El Supremo es un órgano para dictar doctrina. No tiene costumbre de instruir y eso se nota. Lo lógico –y ya sé que nuestro ordenamiento jurídico en estos casos no lo permite por haber sido aforados los condenados– es que la instrucción y el enjuiciamiento lo hubiera realizado la Audiencia Nacional. Esta es una anomalía del sistema. El problema aquí radica en que tenemos 250.000 aforados y eso cambia todo».
En la mesa redonda, que moderó el profesor Rafael Fontán, también intervinieron Juan Manuel Herreros, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA) y Carlos Berbell, director de Confilegal.
Herreros hizo un somero análisis de la sentencia.
«El Tribunal Supremo entra en el meollo de la cuestión: el pretendido derecho a decidir. Ni nuestra Constitución ni la Unión Europea lo reconoce. Y lo rebate recordando el concepto de soberanía, que reside en toda la nación. La sentencia dice que todo estado constitucional descansa en este derecho», explicó.
«Cuando el Parlament aprobó las leyes, como representante del pueblo soberano, realizó una mutilación de la soberanía nacional que no podía admitirse. También dice que la democracia cuenta con el derecho a votar. Pero la democracia es mucho más. No puede depender del derecho a votar. La democracia es el reconocimiento y el respeto de los derechos y las libertades. También es equilibro de poderes. Es estado de derecho, es acatamiento de las resoluciones judiciales y el cumplimiento de la ley y de la Constitución. Esta es la clave», remachó.
El director de Confilegal, por su parte, recordó que los españoles habíamos sido testigos de un juicio excepcional que no se podría haber dado en 26 de los 28 países de la Unión Europea.
«Sólo los Tribunales Supremos de España y el Reino Unido permiten la retransmisión de los juicios en tiempo real. El juicio del ‘procés’ duró 52 días, mañana y tarde. España dio un ejemplo de transparencia al mundo y con ello desbarató las campañas que los separatistas trataron de articular para desacreditar al proceso«, contó Berbell a un auditorio repleto de estudiantes y profesores.
Sobre la sentencia, el director de Confilegal, afirmó que «después de escuchar a unos y a otros –dentro y fuera de aquí–, creo que debe de ser buena. Por un hecho: no satisface a nadie».
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