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Consejos para el joven abogado litigante (I)

Consejos para el joven abogado litigante (I)
Josep Gálvez convierte esta vez su columna en una carta a un joven abogado en la que le da una lista de valiosos consejos.
27/8/2021 06:46
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Actualizado: 27/8/2021 06:46
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Estimado Dani:

Me alegra mucho tu decisión de convertirte en abogado especializado en pleitos “de negocios”. Ya sabes que siempre me ha sorprendido el poco interés que mostráis los estudiantes de Derecho por la litigación civil y mercantil.

Especialmente cuando se trata de conflictos empresariales, acciones derivadas de transacciones mercantiles o disputas entre socios, por poner algunos ejemplos.

Muy al contrario, la gran mayoría casi siempre confesáis sentir un irrefrenable interés en incorporaros al departamento mercantil de una firma, “de esas que salen en el Expansión” para disfrutar cuanto antes de los placeres inconfesables de una “due diligence”, devorando contratos en la “data room”, como si no hubiera un mañana.

Por eso quisiera compartir contigo algunas reflexiones y consejos que puedan ayudarte en este camino profesional que piensas tomar. Sobre todo, en este futuro incierto post-COVID19 y su “nueva normalidad” que tiene toda la pinta de ser bastante anormal.

«ABANDONAD TODA ESPERANZA, VOSOTROS QUE ENTRÁIS». DANTE ALIGHIERI

En la famosa obra de Dante Alighieri, la Divina Comedia, se dice que a las puertas del infierno hay un rótulo con la frase: “Lasciate ogni speranza voi ch’entrate”, que se podría traducir como “Abandonad toda esperanza, vosotros los que entráis”.

De forma semejante, siento empezar con un jarro de agua fría, pero los -mejores- años de tu vida como estudiante universitario han acabado ya.

A partir de ahora, deberás orientarte a una práctica profesional de la que seguramente conoces poco, adaptarte cuanto antes a sus pormenores y en la que tendrás que leer constantemente.

Y mucho.

Pero mi primer consejo es que dejes de pensar como un estudiante de Derecho y empieces a hacerlo como lo haría tu cliente. Como comprobarás, el cliente es alguien a quien no le interesan los rollos jurídicos con las últimas novedades jurisprudenciales.

Es decir, que ha venido a hablar de su libro, como el irrepetible Francisco Umbral.

Por tanto, tendrás que responder a los problemas que le preocupan y cómo solucionarlos. En el ámbito de los pleitos empresariales ya te avanzo que las tres preguntas recurrentes a las que deberás responder son: “¿Cuánto me va a costar este pleito?”, “¿Cuánto tardará la sentencia?” y especialmente, “pero esto, ¿qué viabilidad tiene?”

LA SOLEDAD DEL CORREDOR DE FONDO

Ya sabes que todos no servimos para lo mismo y, entre el gremio de la abogacía, los litigadores solemos ser personajes con cierta tendencia a la soledad. Y es que, a diferencia de los departamentos de mercantil o de “tax”, cuya actividad es más bien de gestoría, el litigador suele encontrarse solo ante el peligro, contando únicamente con sus habilidades personales y profesionales adquiridas a base de estudiar y sobre todo pisar estrados.

La buena noticia es que, según parece, los abogados del foro seremos los últimos en desaparecer cuando la inteligencia artificial se imponga totalmente en el sector legal.

Aunque seguramente empezarás formando parte de un equipo, cuando cuentes con la “seniority” suficiente, será solamente tuya la decisión última sobre qué estrategia tomar, qué opción procesal es la más adecuada y sobre todo, defenderla en el foro con la técnica que solamente cientos o miles de horas de vuelo, te permitirán.

Cuando nos veamos te contaré alguna anécdota al respecto, pero recuerda que siempre será tu prestigio profesional el que se pondrá en juego. Por tanto, cuando antes empieces, mejor.

El litigador es el abogado más completo, sin lugar a dudas.

En primer lugar, deberás conocer a fondo el asunto, preguntar por todos los detalles de la transacción; cómo y por qué se configuró de esa manera y no de otra, e identificar qué querían las partes con tal cláusula.

Todo ello, además de muchos aspectos que incluirán aspectos económicos, financieros o tributarios, por ejemplo.

Es decir, deberás saber mejor que nadie cualquier detalle relevante del caso, lo que te permitirá defender mejor tu posición en cualquier instancia, evitando especialmente renuncios y sorpresas.

PREPARACIÓN, PREPARACIÓN Y PREPARACIÓN

Evidentemente, todo ese conocimiento no te lo quedarás para ti, sino que lo deberás llevar al proceso, pero únicamente si crees que debes hacerlo.

Esto es importante: evita siempre pleitos en los que no creas honradamente que puedes ganar, aunque por ello dejes de obtener honorarios o incluso perder al cliente.

En esta profesión no hay nada más importante que tu honestidad personal y profesional, te lo aseguro.

Por tanto, deberás preparar los escritos del proceso judicial o arbitral, lo que supone un ejercicio intelectual importante: redactar bien.

De forma parecida a lo que señalaba Camilo José Cela, refiriéndose a la profesión de escritor, en la litigación no puede estarse “a ratos”, sino permanentemente.

Estar inmerso en el caso todas las horas que sean posibles, releyendo, escribiendo y, sobre todo, borrando.

9 RECOMENDACIONES ESENCIALES SOBRE LOS ESCRITOS PROCESALES

En cuanto a los escritos procesales que prepares, mis recomendaciones son:

1.- Que no sean textos extensos. Haz tuya la máxima de Baltasar Gracián, “Lo bueno si breve, dos veces bueno”.

2.- Ten en cuenta que tu redacción será leída por alguien que no tendrá demasiado interés en tus aspiraciones novelísticas, por lo que trata de evitar reiteraciones, pleonasmos (“querella criminal”) y otros graves defectos.

3.- Nunca uses modelos y formularios, especialmente los de internet.

4.- Empieza el escrito por el “petitum”, sigue después por los fundamentos jurídicos y acaba por los hechos.

5.- En cuanto a los hechos, “keep it simple”. Es decir, frases con un sujeto, seguido del verbo y un predicado, sin yuxtaposiciones, sin frases interminables y con pausas.

6.- En la mayoría de las ocasiones verás que lo importante de la redacción procesal es quitar y no añadir, proporcionando la información estrictamente necesaria.

7.- Facilita la lectura en todo lo posible, evitando párrafos llenos de subrayados y negrita que ensucien el texto, por muy importante que sea aquello que quieres remarcar.

8.- Revisa siempre los criterios que suelen establecerse por parte de los Tribunales para los escritos procesales e intenta aplicarlos siempre que puedas.

9.- Aunque la redacción procesal es un arte (y en esto los anglosajones nos llevan mucha ventaja), hay algunos títulos imprescindibles en España como “El lenguaje jurídico actual”, “Escribir bien es de Justicia” o el Libro de Estilo Garrigues”, entre otros, que pueden resultar de gran ayuda.

«TODO EL MUNDO TIENE UN PLAN HASTA QUE LE DAN UN PUÑETAZO EN LA BOCA». MIKE TYSON

Del proceso tienes conocer todas sus singularidades, que son muchas y algunas, por cierto, bastante dolorosas de aprender. De ahí que tengas que preparar la estrategia procesal con detenimiento, aunque te encuentres bajo la presión de plazos procesales breves.

Para ello tendrás que medir tus fuerzas, tus medios de prueba y cómo ayudan o perjudican al relato de los hechos. Todo ello, evidentemente, de conformidad con los fundamentos jurídicos y la cita de oportuna jurisprudencia aplicable al caso (preferiblemente actual, evitando resoluciones del paleolítico jurídico).

En esto te pueden servir tanto algunos buenos títulos como “Estrategia jurídica en los conflictos societarios” o incluso títulos de carácter militar sobre cuándo es mejor esperar y posponer tu ataque o, por el contrario, avanzar. Pero recuerda que, una vez iniciada la carga, “ya no hay vuelta atrás”.

La semana que viene, más.

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