Firmas
Asintomáticos
El abogado Jesús Seligrat en la Academia de Jurisprudencia y Legislación, de la que es académico de número. Foto: Confilegal.
19/10/2020 06:40
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Actualizado: 18/10/2020 22:36
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Padecemos la sociedad internacional de maquilladas desigualdades, del terrorismo, de la violencia de género, de los sin hogar, sin trabajo, sin derechos, sin libertades, sin pan y sin dignidad.
La crisis mundial resulta tan tétrica, tan caótica, como la letalidad del criminal coronavirus con sus nocivos efectos sanitarios, asistenciales, sociales y económicos.
Sufrimos una sociedad internacional inserta en maquilladas ingenierías mediáticas, con determinados grandes líderes mundiales, que dicho sea con supremo respeto y en defensa de la libertad de expresión, proclaman excelsas y suntuosas pancartas vendiendo carteles de “libres”, aunque posteriormente en determinados supuestos parte de los pueblos comprobemos que era una errata donde decía “libres” eran “liebres” lo que vendían, con los días contados para terminar “escabechadas”.
Cuando el mundo no era una “pandenuestra” para siempre, resultaba habitual preguntar a los escolares, que querían ser de mayores. Si hoy se realizara tan inocente pregunta a nuestros hijos o nietos, la respuesta más astuta sería: ¡queremos ser asintomáticos!
Efectivamente, no desear padecer los efectos de la deshumanizada crisis mundial, resulta un propósito tan lógico como evidente, tan necesario, tan coherente, que resultaría excepcional en el ser humano desear padecer todo aquello que vulnera su salud, su vida, su economía, su convivencia, su cultura, sus derechos humanos y libertades fundamentales.
Los asintomáticos, los inmunes y los inviolables poseen la virtud de estar exentos de los riesgos, los descalabros y los tropiezos de las grandes pandemias sanitarias, económicas, sociales y estructurales en el mundo actual.
La nocividad social de un asintomático puede resultar tremenda, ya que constituye germen de trasmisión hacia los demás, resultando un ser privilegiado a nivel individual y muy peligroso para el resto de la sociedad, ya que contagia lo nocivo, lo letal y sin embargo no lo padece personalmente.
En este mundo cruel, todas y todos conocemos determinados supuestos donde un concreto grupo, sector o individuo pueda poseer el beneficio individual de ser asintomático o inmune a todo aquello que su gestión, su desarrollo o su actividad produzca con gravedad perjudicial hacia los demás, con irreparables daños en la vida, salud, economía, derechos y libertades de aquellas personas que se encuentren en su esfera de actividad, trabajo o desarrollo.
Determinados líderes internacionales en este mundo de contrastes, son inmunes y asintomáticos aunque lleguen a trasmitir ineficacia, error, falta de prevención y carencia de soluciones solventes a los pueblos, a mujeres y hombres víctimas con acuciantes síntomas de ruina, paro, hambre, carencias asistenciales, sanitarias y económicas, tan graves, tan perjudiciales que determinadas mujeres y hombres en esta sociedad internacional viven y mueren sin dignidad.
Qué el destino nos libre del criminal coronavirus, que en un principio determinados profesionales de la medicina dictaminaron como “un simple resfriado”.
Qué el mundo nos libre de aquellos inmunes y asintomáticos gobernantes, que sin padecerlo trasmiten ruina, inseguridad, indefensión e indignidad a los pueblos.
Qué la vida nos libre de quienes siendo asintomáticos social, económica o emocionalmente no valoran ni ayudan a quienes padecen el cáncer de la indigencia, la insolidaridad y la despiadada indignidad.
Qué los asintomáticos, los inmunes y quienes gozan de inviolabilidad, jamás olviden a quienes sufren las llagas abiertas y sin cicatrizar, sangrando indefensión, inseguridad e indignidad en la Tierra.
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