El inventor de la fregona fue un militar español que tuvo que defender su autoría ante los tribunales
Manuel Jalón Corominas, el inventor de la fregona. A la izquierda, con el segundo prototipo que inventó. Murió en 2013 a los 88 años. Foto: Rosana Marinho.

El inventor de la fregona fue un militar español que tuvo que defender su autoría ante los tribunales

Se llamaba Manuel Jalón Corominas y era natural de La Rioja. En 1956, cuando era un joven capitán de 31 años del Ejército del Aire español, observó, como en uno de los hangares militares de la base aérea de Chanute, Illinois, en Estados Unidos, el aceite que caía de los aviones era limpiado con una bayeta que se empujaba con un palo.

Había sido enviado por el Ejército español para formarse en el mantenimiento de aviones, y más particularmente en los motores F-86.

Lo que vio supuso, para él, una «epifanía» o un momento «eureka».

Pensó que la cosa no solo era mejorable sino también que su aplicación se podría extender a todos los hogares.

Se acabó fregar de rodillas para siempre.

Cuando regresó a su destino, en el Ala de Caza número 2 de Zaragoza, perfeccionó el diseño final que había elaborado, hasta desarrollar el prototipo marca «Rodex», que patentó en 1957 con el número 298.240.

Construyó aquel primer modelo adaptando un palo de escoba a un mocho de tiras de algodón que acompañaba con un cubo con rodillos que se accionaban con un pedal, para escurrir el mocho.

Manuel Jalón con la apariencia que tenía cuando inventó la fregona, en 1957. A la derecha, su primer prototipo. Las imágenes corresponden al reportaje que publicó recientemente la Revista Española de Defensa.

Este primer modelo fue, a su vez, sustituido, y perfeccionado por otro modelo más simple después: El del embudo de agujeros que todos conocemos hoy.

Así, el capitán Jalón Corominas fundó, en 1958, la empresa Manufacturas Rodex, S.A., con dos socios, los hermanos Buenaventura y Domingo Rull.

Se inflaron a vender fregonas por todos los países del mundo, incluyendo China y Estados Unidos. No hubo un solo hogar en el mundo que  no apreciara lo que suponía el invento.

Treinta y un años después, y después de vender más de 60 millones de fregonas, los tres socios vendieron la empresa a la multinacional holandesa Curver BV. 

Jalón Corominas tenía 64 años.

SE LAS TUVO QUE VER EN LOS TRIBUNALES

Sin embargo, no todo fue un camino de rosas.

Porque los hijos y nietos de Emilio Bellvis Montesano, un hombre que había registrado en 1960 un escurridor –antiguo colaborador de Jalón Corominas–, aseguraron repetidas veces a los medios de comunicación que su familiar era el verdadero inventor de la fregona.

Esto obligó a Jalón, en 2006, a interponer ante el Juzgado de lo Mercantil 1 de Zaragoza una acción de jactancia, un procedimiento por el cual una persona que se siente agraviada reta a quien, o quienes, la perturban a que demuestre ante la justicia la veracidad de sus afirmaciones o a callarse para siempre.

Jalón tenía 79 años.

Ya en 1972 la Audiencia Provincial de Zaragoza había reconocido lo que la Oficina de Patentes y Marcas había verificado previamente, que el invento de Jalón Corominas era novedoso, poseía inventiva y tenía todo el derecho a ser protegido como patente de invención.

Los herederos de Bellvis Montesano perdieron ante el Juzgado de lo Mercantil, en primera instancia. El 6 de noviembre de 2008 la sentencia declaró que el inventor de la fregona era Jalón Corominas. 

El invento del excapitán del Ejército del Aire tuvo el reconocimiento del público por su funcionalidad, de manera que la asociación entre el concepto popular de fregona (en realidad es un lavasuelos) y el modelo patentado Jalón «resulta inmediato y claro», decía la sentencia.

Un fallo que fue confirmado por la Audiencia Provincial de Zaragoza el 1 de abril de 2009, ante la que los herederos de Bellvis, recurrieron en apelación. Nuevo revés. 

OTRA VEZ EN LOS TRIBUNALES

Sin embargo, pese a la victoria, la familia de Jalón Corominas tuvo que regresar a los tribunales. Porque los perdedores seguían atribuyendo el invento a su progenitor.

Fue cinco años más tarde, en 2013 –dos años después de que el inventor falleciera a los 88 años–, nuevamente la Justicia la que se pronunció a favor. 

En este caso fue un Juzgado de Primera Instancia, ante el que la familia del inventor de la fregona interpuso una demanda contra el honor.  Los Bellvis fueron condenados a pagar 18.000 euros de indemnización a los descendientes de Jalón Corominas por daños y perjuicios y por no cumplir lo que estableció la sentencia de la Audiencia Provincial.

Una cifra que fue ampliada a 21.000 euros después, otra vez por la Audiencia Provincial de Zaragoza, a la que recurrieron en apelación los Bellvis. Fue como castigo por las continuas declaraciones asegurando lo que no era.

La Justicia entendió que con las declaraciones públicas de la familia Bellvis se había «producido un evidente menosprecio al honor profesional de Manuel Jalón, poniendo en duda, o negando incluso, su autoría en el invento, produciendo un desmerecimiento en su trayectoria”.

Así se acabó el conflicto. El honor de Manuel Jalón Corominas fue finalmente respetado. Su nombre pasó a la historia como el inventor de la fregona. Un invento muy simple que nuestra civilización tardó en descubrir nada menos que 3.000 años.

Y fue un español.

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