Llop condecora a título póstumo con la Cruz de San Raimundo de Peñafort a la magistrada Josefina Arévalo
La ministra de Justicia, Pilar Llop, reconocerá los méritos de Josefina Arévalo, magistrada, quien falleció en 2019, condecorándola, a título póstumo, con la Cruz de San Raimundo de Peñafort.

Llop condecora a título póstumo con la Cruz de San Raimundo de Peñafort a la magistrada Josefina Arévalo

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30/9/2021 19:49
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Actualizado: 30/9/2021 19:49
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El famoso poeta y dramaturgo alemán, Bertolt Bretch –ya desaparecido–, produjo en su tiempo un poema, de los muchos a los que dio a luz, que pasó a la posteridad. Dice así: «Hay hombres [entendiendo hombres y mujeres] que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles».

Joséfina Arévalo, magistrada del Juzgado de Primera Instancia 5 de Sevilla hasta la madrugada del 21 de abril de 2019, era de estos últimos: de los imprescindibles. De los seres humanos que luchan toda una vida.

Y luchó hasta su último aliento. Hasta que la «grave enfermedad», como solemos llamar al cáncer de forma eufemística, se la llevó, contra su voluntad. Eso sí, después de librar una dura batalla por la vida.

Josefina Arévalo dejó atrás atrás a su marido, Javier Millán, actual delegado de Regeneración, Justicia y Administración Local en Sevilla de la Junta de Andalucía, quien también fue también portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento de la capital, y a sus tres hijos menores, Javier, Pablo y Julia.

Y también a su amada carrera judicial, en la que había servido durante 23 años, empezando por los Juzgados de Dos Hermanas, primero, y de la Línea de Concepción.

Le faltaban 4 meses para cumplir los 51 años cuando se fue.

Han pasado dos años y seis meses y su recuerdo aún permanece muy vivo.

Prueba de ello es que la iniciativa para la concesión de la Cruz de San Raimundo de Peñafort partió de su gente.

La concesión «da respuesta a una iniciativa que partió de los colegios de abogados y procuradores así como de los jueces y magistrados de Sevilla, apoyada por Damián Álvarez como presidente de la Audiencia e informada favorablemente por la sala de gobierno del TSJA».

También de la gente de su Juzgado, que la querían a morir, y, por supuesto, de su familia. Pocos expedientes en la historia del Ministerio de Justicia han sido tan voluminosos.

Pocos han tenido tantas adhesiones como este.

«Josefina Arévalo fue una excelente magistrada con un elevadísimo sentido del deber que ejerció su función de forma discreta, mostrándose siempre conciliadora con cuantos litigantes o profesionales frecuentaban su tribunal, como prueban las muertas de pesar que su pérdida ha generado en todos los ámbitos de quienes conformamos los Juzgados y Tribunales de Sevilla», escribió el magistrado Manuel J. Hermosilla Sierra en la necrológica que el ABC publicó en su recuerdo el 2 de mayo de 2019.

Mañana, a las 11 de la mañana, la ministra de Justicia, Pilar Llop –magistrada, compañera de carrera de Josefina Arévalo y andaluza de adopción–, le impondrá  a título póstumo, la Cruz de San Raimundo de Peñafort, en la Delegación de Gobierno de Andalucía, en Sevilla.

Esta condecoración premia «los méritos relevantes contraídos por todas las personas que intervienen en la Administración de Justicia», así como por el cultivo y aplicación del estudio del derecho en todas sus ramas o los servicios prestados en actividades jurídicas dependientes del Ministerio de Justicia

Al acto, un acto demorado por la pandemia, asistirán todos los suyos, empezando por su marido, Javier, y sus tres hijos.

Será un acto de justicia pública y un homenaje a una mujer que fue un ejemplo para todos, tanto en su quehacer profesional como en su vida familiar.

Y, sobre todo, como persona.

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