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La verdad sobre los fondos europeos

La verdad sobre los fondos europeos
Miguel Toledano Lanza, asesor en el Parlamento Europeo del Grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos, explica cómo se administra el Fondo Europeo de Adaptación a la Globalización cuya función es prestar apoyo a los trabajadores que pierden su empleo como consecuencia de grandes cambios estructurales en las pautas del comercio mundial, provocados por la globalización.
20/2/2022 06:47
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Actualizado: 20/2/2022 14:20
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Los dos partidos políticos que desde hace cuarenta años vienen turnándose en el poder, como en la “Restauración” lo hicieron Cánovas y Sagasta, se achacan uno a otro todos los días quién actúa peor. Señal, por supuesto, de que ambos lo hacen fatal. La gestión de los llamados fondos europeos no escapa a esa dinámica maniquea. El espectador asiste atónito al espectáculo, cansado como está de que la política se haya convertido, de ser una de las actividades más nobles del ser humano, en un ejercicio degradado de despotismo y demagogia.

Además de insultante para la inteligencia y, en última instancia, empobrecedor para el ejercicio de la razón, no hay diálogo alguno, sino intercambio cansino de lugares comunes sin mayor interés, como un mal partido de tenis entre jugadores de club a cuál más mediocre. 

La oligocracia de la insuperable clasificación de Aristóteles, al menos, no presuponía que los gobernantes dedicados a maltratar a sus gobernados se eligiesen entre los peores, sino sólo que fuesen pocos y que actuasen en beneficio propio antes que en aras del bien común.

Este artículo se propone, desde el análisis detallado de uno de los llamados “fondos europeos”, observar cómo se está gestionando realmente su atribución destinada a España.

Como es natural, constituye una parte de la poliédrica y oscura realidad de Bruselas, pero refleja unas tendencias muy preocupantes que deberían hacer reflexionar acerca del funcionamiento y utilidad, en último término, de una organización internacional peculiar.

EL FONDO EGF/FEAG

Bajo las siglas EGF, correspondientes en idioma inglés a “Fondo europeo de globalización”, la Unión Europea habrá repartido mil cuatrocientos millones a sus Estados miembros de aquí a 2027, con el fin proclamado de ayudar a los trabajadores que han sido despedidos de su empresa [1].

El nombre completo del fondo es, en realidad, “Fondo europeo de adaptación a la globalización”, aunque el término de adaptación se ha caído del acrónimo anglosajón.  Seguramente porque lo de adaptar o “ajustar” las plantillas tiene connotaciones negativas que a la mayoría de los eurócratas, acostumbrados como están al uso diario de eufemismos, no les interesa resaltar. 

Por ello, al fondo EGF también se le conoce, en español, como “FEAG”.

Propiamente, el fondo tiene una denominación aún más prolongada, a saber “Fondo europeo de adaptación a la globalización para trabajadores desplazados”.  Pero, claro, esto habría de abreviarse como “EGAFfDW”, si seguimos la lógica de la lengua anglosajona o “FEAGpTD” en el bello idioma de Cervantes; y resultaría demasiado para paladares poco habituados a la criptocracia europea. 

Sólo se me ocurre otra abreviatura semejante y que ha tenido un éxito llamativo, digno de mejor causa.  Me refiero, como es natural, a la ya famosísima “LGBTIQ+”, que hasta ha logrado su reconocimiento oficial reciente por parte del Diccionario Oxford [2].

Pero volvamos al análisis del FEAG, para vislumbrar su causa final. Lo cierto es que el sentido de este instrumento financiero es curioso:  La Unión Europea propicia una política económica de globalización de mercados. 

Dicha estrategia globalizadora -ya gravemente en entredicho, por no decir suicida [3] – produce la lógica pérdida de puestos de trabajo de muchos trabajadores en el seno de los Estados miembros de la Unión. 

Y, posteriormente, llega la Unión Europea con uno de sus diversos fondos para solucionar el perjuicio que ella misma ha creado.  Ya veremos con qué grado de éxito.  A mayor abundamiento, no se le escapa al lector que el fondo se compone de dineros procedentes de los Estados miembros.

O sea, que la Unión le crea un problema a las naciones que lo componen; y luego, para arreglarlo (sólo en parte, según se detallará aquí), las vuelve a atracar y les reparte unas migajas procedentes de sus propios bolsillos. 

Entretanto, se pretende que los infelices despedidos le estén agradecidos a los burócratas, primero, por quedarse sin empleo y, luego, por venir a rescatarlos con su propio patrimonio, previamente expoliado.

Recientemente, en concreto el año pasado, el EGF o FEAG ha sido objeto de una nueva regulación, concretada en el Reglamento (UE) 2021/691 del Parlamento Europeo y del Consejo

Observemos, en los epígrafes siguientes, la operativa en concreto de este dichoso FEAG o EGF por lo que se refiere a los desembolsos más recientes efectuados desde Bruselas a Madrid (después de haber viajado antes de Madrid a Bruselas).

LAS AUTONOMÍAS AFINES

Desde que la nueva regulación del fondo EGF está en funcionamiento, tres son las comunidades autónomas españolas que han percibido desembolsos, a lo largo de 2021 y en lo que llevamos de 2022.

Se trata del País Vasco, Aragón y Cataluña. 

Curiosamente, en las tres mandan o bien el Partido Socialista Obrero Español o sus socios de gobierno en Madrid. Ésta es ya una primera conclusión que cabe extraer, a partir de los hechos. Las otras regiones vendrán detrás pero, como dice el refrán, el que da primero da dos veces.

Naturalmente, entre los amigos, unos lo son más que otros. Mientras que para Cataluña están en curso casi tres millones de euros [4], a Aragón sólo le correspondió la mitad, a saber, un importe inferior al millón y medio [5]; y algo menos aún (1,2 millones), fueron a parar a las arcas de “Lanbide”, el servicio vasco de empleo [6].

Cabe también comparar los importes destinados a estas regiones españolas con las que están siendo aprobados para otros territorios de la Unión. El actual presidente del gobierno presume a menudo de conseguir abundantes fondos de Europa; seguramente porque carece de otros motivos para sentirse orgulloso.

Pues bien, recientemente, se han validado sendos desembolsos a dos regiones, respectivamente italiana y francesa, con un trasvase significativamente más importante que el mayor de los nuestros, no digamos ya los restantes.

Me estoy refiriendo, en primer lugar, a Cerdeña, para la que se ha previsto un desembolso de casi cuatro millones de euros, o sea, un 40% más que Cataluña, un 178% superior a Aragón y un 225% por encima de Vascongadas [7]

El señor Draghi, que preside el gobierno italiano con fama de buen gestor, confirma las expectativas de los electores del palacio de Montecitorio.

Por otra parte, se ha validado igualmente un montante significativo con destino a Francia, concretamente a la región del Loira, que asciende a 3,8 millones de euros [8], más que duplicando por tanto las cifras españolas ya referidas, que quedan así muy por debajo de la de nuestros socios principales.

LOS DESTROZOS DE LA GLOBALIZACIÓN

Alguien podría pensar que Italia y Francia han sido más golpeadas por la globalización a lo largo de 2021 que las regiones españolas; al menos, como hipótesis. 

Eso explicaría, más que la diferente autoridad política de los respectivos gobernantes, que los fondos llegasen a Italia o Francia en cantidades que llegan a triplicar las españolas.

Comprobemos si es el caso.  En el supuesto de Cerdeña, los empleados pertenecían al sector aeronáutico, tocado por la decisión del accionista Qatar Airways de aprobar en 2018 una fusión local que no sólo fue contestada empresarialmente, sino que de hecho produjo la quiebra de la compañía en el breve plazo de dos años. 

En total, fueron despedidos 1.453 trabajadores [9].

Cabría razonablemente argumentar que financiar desde Bruselas las consecuencias de dicho procedimiento concursal es premiar una deficiente decisión procedente del Oriente Medio. 

Evidentemente, los ex-trabajadores sardos no tienen la culpa de la estrategia promovida por el gobierno qatarí, pero no hay duda de que las autoridades italianas se apuntaron un buen tanto logrando que el dinero de los contribuyentes europeos acudiese a donde, al parecer, no llegaban los petrodólares.

De hecho, una de las motivaciones del referido nuevo Reglamento 2021/691 fue el de otorgar un menor enfoque a las causas y uno mayor a los impactos de las decisiones empresariales globalizadoras; que es tanto como cerrar los ojos a la realidad.

Sea como fuere, comparemos los 1.453 trabajadores despedidos en Italia con los efectos producidos en España, a fin de poder ponderar el importe de los fondos desembolsados.

Por lo que se refiere al País Vasco, se calcula en unos ciento sesenta mil el número de trabajadores del sector del metal afectados por la crisis derivada de la pandemia Covid-19 [10], muchos de ellos con una familia que sacar adelante a través del sueldo eliminado.  La equiparación de este drama con el problema local de Cerdeña es sencillamente impresionante.  Y, sin embargo, los fondos fueron preferentemente a la isla mediterránea, sufragánea del ejecutivo del Sr. Draghi.

Fijémonos a continuación en el caso francés. También allí fue el sector aeronáutico el más afectado. El total de trabajadores despedidos fue exactamente de 2.246, todos ellos en la compañía pública Airbus [11].  A través de sus propias ayudas nacionales, el gobierno francés impidió que se causaran más desempleados durante el desplome de la aviación ocasionado por la pandemia Covid-19.

En todo caso, esa cifra vuelve a contrastar masivamente con los datos españoles antes referidos.  Si en la comparación incluimos a Cataluña, me temo que se obtiene una tendencia semejante. 

La decisión de la multinacional japonesa Nissan de cerrar su planta de la Zona Franca de Barcelona mandó al paro a diez mil quinientos trabajadores, cinco veces más que el caso francés y siete veces más que el italiano.

¿Cómo es posible, pues, que las regiones españolas se beneficien en menor medida que las de los otros Estados miembros? 

La explicación es sencilla.  Al igual que en la España de las Autonomías, no todos son iguales en la mesa de quien reparte; tampoco en la Europa de los 27 se trata equitativamente a los socios e importa más la identidad del solicitante, según se ha demostrado.

MUCHOS SON LOS LLAMADOS, POCOS LOS ESCOGIDOS

En el primer epígrafe del artículo adelantaba que los fondos sólo en una pequeña parte cubren las necesidades que dicen sufragar.  A partir de los datos que acabamos de obtener de los cinco casos estudiados, examinemos en qué medida es relevante la ayuda aportada por el fondo.

Dirijamos primero nuestra atención, por ejemplo, primero, al supuesto de Cataluña.  A partir de la documentación del fondo se ha justificado que los despedidos tras la decisión globalizadora de Nissan han sido diez mil quinientos trabajadores.

Pues bien, el número de empleados a los que se destina el fondo europeo, supuestamente para cubrir las necesidades derivadas de su situación de desempleo, es de 450. 

Es decir, apenas un 5% del total, porcentaje verdaderamente pírrico.  En el caso del País Vasco, la proporción es aún menor, puesto que los beneficiarios son sólo 300 del total de operarios en paro.

Por su parte, los destinatarios franceses son 297 entre el total referido de 2,246; o sea, un 13%. Todavía una minoría de los afectados, aunque ciertamente casi el triple que el caso catalán, también desde este punto de vista.

En cuanto a los empleados aeronáuticos sardos, el fondo alcanza a 611 sobre el total de 1,453; es decir, el porcentaje mayor de todos los analizados, exactamente un 42%, casi la mitad de quienes padecieron allí el drama de la globalización.

Existe, no obstante, un sexto desembolso, también con destino a Italia, del que no he dado cuenta hasta el momento.  Una vez más, agraciada ha sido la isla de Cerdeña, ahora con destino a su puerto industrial en Cagliari [12].

Por culpa de la globalización del transporte marítimo, se perdieron en dicho puerto, en 2019, 207 empleos.  Con el EGF, se dota de ayudas a 190 de dichos trabajadores; es el único caso, pues, en el que el fondo llega a la práctica totalidad de sus destinatarios [13].

AGRAVIO A LOS EMPRENDEDORES ESPAÑOLES

Entre las posibilidades de este fondo se encuentra la dotación, a aquellos beneficiarios que lo deseen, de una ayuda económica para la constitución y lanzamiento de su propia empresa, como alternativa a su nueva situación de desempleo.

En el caso recién citado de Porto Canale en Cagliari, a veinte de los agraciados se les entrega la suculenta cantidad de 22,000 euros por cabeza, el máximo permitido por la regulación en vigor del fondo.

Prácticamente igual inyección reciben los ex-empleados de Air Italy que deseen crear su propio proyecto empresarial, nada menos que 21,000 euros a cada uno de ellos.  Italia vuelve a liderar el reparto.

Para el supuesto francés, se promociona que los despedidos de Airbus se conviertan en emprendedores a razón de 15,000 euros por proyecto; tampoco está mal.

¿Y los españoles?

Pues 8.000 euros por persona para el fondo vasco; 5.000 euros para el catalán; y cero en el desembolso con destino a Aragón [14].

También desde este cuarto punto de vista, se nos vuelve a hacer difícil comprender la diferencia tan negativa en la comparación de nuestra patria con las naciones italiana y francesa.

Seguiremos, desde luego, observando la tendencia de reparto a lo largo de los próximos meses; aunque mucho nos tememos que las cosas no mejoren, dejadas sin control a los despachos de Bruselas, en medio de la esquizofrenia de nuestra política nacional.


[1] https://ec.europa.eu/social/main.jsp?catId=326&langId=es.

[2] https://www.oxfordlearnersdictionaries.com/definition/english/lgbtq.  Es preciso que la Universidad de Oxford se ponga debidamente al día en su próxima edición:  “LGBTQ” ya se halla obsoleto, porque deja fuera a dos colectivos numerosísimos y relevantísimos, cuales son el “I” y el  “+”.

[3] Entre otros, Green, J., “Is globalization over?” (John Wiley & Sons, 2019), O’Sullivan, M., “The levelling:  What’s next after globalization” (Public Affairs, 2019) y Schaeffer, R. K., “After Globalization:  Crisis and Disintegration” (Routledge, 2021).

[4] https://www.europarl.europa.eu/meetdocs/2014_2019/plmrep/COMMITTEES/EMPL/AL/2022/02-07/1248258EN.pdf.

[5] https://www.europarl.europa.eu/meetdocs/2014_2019/plmrep/COMMITTEES/EMPL/AL/2021/11-22/1243045EN.pdf.

[6] https://www.europarl.europa.eu/meetdocs/2014_2019/plmrep/COMMITTEES/EMPL/AL/2021/10-25/EMPL20211025_D202127215_EN.pdf.

[7] https://www.europarl.europa.eu/meetdocs/2014_2019/plmrep/COMMITTEES/EMPL/AL/2021/11-22/1242744EN.pdf.

[8] https://www.europarl.europa.eu/meetdocs/2014_2019/plmrep/AUTRES_INSTITUTIONS/COMM/COM/2022/01-24/COM_COM20210698_EN.pdf.

[9] https://www.europarl.europa.eu/meetdocs/2014_2019/plmrep/AUTRES_INSTITUTIONS/COMM/COM/2021/11-22/COM_COM20210936_EN.pdf.

[10] https://www.europarl.europa.eu/meetdocs/2014_2019/plmrep/AUTRES_INSTITUTIONS/COMM/COM/2021/10-25/COM_COM20210618_EN.pdf.

[11] https://www.europarl.europa.eu/meetdocs/2014_2019/plmrep/AUTRES_INSTITUTIONS/COMM/COM/2022/01-24/COM_COM20210698_EN.pdf.

[12]  https://www.europarl.europa.eu/meetdocs/2014_2019/plmrep/COMMITTEES/EMPL/AL/2021/11-22/1242745EN.pdf.

[13] https://www.europarl.europa.eu/meetdocs/2014_2019/plmrep/AUTRES_INSTITUTIONS/COMM/COM/2021/11-22/COM_COM20210935_EN.pdf.

[14] https://www.europarl.europa.eu/meetdocs/2014_2019/plmrep/AUTRES_INSTITUTIONS/COMM/COM/2021/11-22/COM_COM20210683_ES.pdf.

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