La jueza concluye que hay indicios de que dos hermanos policías mataron a un compañero tras robar armas de comisaría 
La instructora señala que los investigados “temerosos de que su compañero terminara por confesar" una vez que empezaron las investigaciones, "prepararon su muerte”.

La jueza concluye que hay indicios de que dos hermanos policías mataron a un compañero tras robar armas de comisaría 

En Ourense
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30/5/2023 14:23
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Actualizado: 30/5/2023 14:24
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La magistrada del Juzgado de Instrucción número 3 de Ourense ha concluido la investigación sobre la sustracción de seis armas y la muerte de un agente en la Comisaría de la Policía Nacional de Ourense, en abril de 2016, con la consideración de que los dos hermanos policías investigados podrían ser autores de un delito de asesinato u homicidio y de un robo con fuerza.

La jueza ordena la transformación de las actuaciones en procedimiento para ser enjuiciado por el Tribunal del Jurado después de que se desprendieran indicios de las diligencias practicadas de que los investigados sustrajeron las armas del búnker de la comisaría «de forma conjunta y planificada» y de haber usado una «para propinarle un disparo en la cabeza a su compañero, atribuyéndole el envío de anónimos y la sustracción de las armas» cuando estaban siendo investigados.

El auto, al que ha tenido acceso Confilegal, relata que los investigados, que desempeñaban «funciones de importancia en la comisaría», y la víctima, que «pretendía el puesto de armero de la comisaría», mantenían una relación de amistad y compartían la afición por el tiro.

La llegada de un nuevo comisario causó que los hermanos fueran «desplazados por otros compañeros policías, fueron trasladados de su puesto de trabajo y privados del uso de la galería de tiro», por lo que se sintieron «menoscabados profesionalmente».

Así, «trataron de perjudicar a los compañeros con los que tenían rivalidad profesional, tratando, entre otras cosas, de recuperar la plaza que tenían y el uso de la galería de tiro», así como a los mandos policiales «por haberles retirado parte de las funciones y por otras desavenencias profesionales».

Según el auto, los investigados «urdieron un plan, que el fallecido conocía, y crearon rastros falsos de acceso a datos reservados con las claves de otros policías para perjudicar a sus titulares», «accedieron al búnker de la comisaría sin autorización para llevarse seis armas y enviaron escritos anónimos a la unidad de asuntos internos atribuyendo todos estos hechos a otros policías».

La instructora señala que los investigados “temerosos de que su compañero terminara por confesar» una vez que empezaron las investigaciones, «prepararon su muerte”.  Los indicios descritos apuntan a que el 9 de abril de 2016, entre las 15:55 y las 17:00 horas, uno de los dos hermanos agentes (B.D.) efectuó un disparo a la cabeza de la víctima, la cual falleció de forma inmediata.

Para «tratar de simular un suicidio», los investigados colocaron el arma sobre la mano del fallecido, introduciéndola debajo del pantalón, manipularon el lugar en que se produce la muerte para asegurar la detección de residuos de disparo en la mano del fallecido, enviaron un correo electrónico desde el correo del fallecido para aparentar que este se atribuía la autoría de los anónimos y de la sustracción de las armas y realizaron el envío de un mensaje desde el teléfono a un grupo de WhatsApp.

Las pruebas

«Son múltiples y unívocos los indicios obtenidos en la instrucción practicada, si bien con no pocas dificultades, por cuanto la propia simulación, en su caso buscada voluntariamente, ha hecho extraordinariamente dificultoso el hallazgo de evidencias», indica la jueza.

Entre las numerosas pruebas descritas en los informes periciales que llevan a la conclusión, el auto menciona el hallazgo del ADN de los investigados en el papel con pólvora que fue localizado bajo el cuerpo sin vida del agente, así como que la corredera del arma estaba abierta y sin cargador debajo del cuerpo.

«En el tiempo que transcurre desde el disparo hasta que le atraviesa la cabeza no es posible hacer movimiento voluntario alguno», con lo que «no es posible sacar el cargador después de muerto», explica la magistrada.

También destaca que la pólvora localizada debajo del cadáver y en el jersey que llevaba puesto el fallecido es “idéntica” a la que se encontraba en el interior de un cartucho encontrado en las taquillas de los dos hermanos, y que se localizaron residuos específicos de disparo en el papel situado bajo el cuerpo de la víctima y en la parte trasera de su jersey «en cantidad superior a la que corresponde a un disparo».

La instructora subraya además que es «absolutamente ilógico e inverosímil que se dispare por la culpa de haber cometido unos hechos en los que no ha intervenido», ya que los datos de geolocalización del fallecido lo ubican «fuera de los lugares y momentos en que se crean las cuentas, la nota anónima o se envía el primer anónimo».  

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