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La «gran labor sobre el fútbol modesto» de Luis Rubiales no es tal

La «gran labor sobre el fútbol modesto» de Luis Rubiales no es tal
El columnista, Manuel García, directivo de un humilde club de fútbol de la Comunidad de Madrid, pone en tela de juicio "la gran labor sobre el fútbol modesto" de Luis Rubiales. Foto: RFEF.
31/8/2023 06:30
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Actualizado: 01/9/2023 09:27
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Con la polémica del presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales, ha salido a la palestra la autodenominada “gran labor que sobre el fútbol modesto” que realizan las federaciones, tanto la Real Federación Española de Fútbol como las autonómicas o regionales, en el caso de Madrid, la Real Federación de Fútbol de Madrid.

No sé a qué labor se refieren.

Los jugadores de fútbol, niños y mayores, federados en la Región de Madrid, pagan por absolutamente todo, si quieren hacer deporte, sin recibir ni una sola ayuda de la Federación.

Lo primero que tiene que hacer un jugador para poder jugar en cualquier liga federada es abonar una licencia (licencia, que es un acto administrativo y que, por delegación de la Administración del Estado, esta labor la realizan las Federaciones) por la que paga una cantidad, que en el caso de un juvenil, por ejemplo cuesta 3,80 euros o en senior 4,10 euros.

Después tiene que abonar un seguro médico, que este año asciende a la cantidad de 47,95 euros para juveniles y 66,3 euros para senior.

Seguimos sumando.

El equipo tiene que estar inscrito en la Federación, lo que para la temporada 2023/2024 tiene un coste de 82 euros (dividan ese coste por cada jugador).

Además, hay que abonar a la federación unos derechos de inscripción, 60,20 euros y 109 euros, respectivamente.

Cada partido oficial precisa de un árbitro y, según la categoría, dos linieres, cada partido sale a 140 euros  y 134 euros.

Hay que depositar además una fianza de 282 euros por equipo.

Es preciso jugar con el balón oficial de la federación. No vale cualquiera.

¿Sería preciso?

No, e invito a cualquier lector. a que busque competencia en el precio de los mismos.

GASTOS Y MÁS GASTOS QUE NO PAGA LA RFEF

Existe un monopolio en el que todos cuestan igual (más de 25 euros), cuando en el mercado pueden encontrarse unidades de mucha más calidad, de primeras marcas y a mitad de precio.

En cada partido hay que contar con cinco balones oficiales (sigan sumando) y de media se pierde/rompe/desaparece entre el público, un balón por partido.

El jugador tiene que comprar la ropa para poder pertenecer a un club (sigan sumando) y por lo general pagar una cuota a la academia que sufraga los costes del club (personal, cuerpo técnico, que dado el nivel del fútbol actual suele incluir: primer entrenador, segundo entrenador, analista, preparador físico y un fisioterapeuta, gastos de teléfono, instalaciones, seguros de responsabilidad civil, redes sociales y un largo etcétera).

Es importante destacar, que ese fútbol modesto, se desarrolla, por lo general, bajo la fórmula jurídica de un club deportivo, que no es más que una asociación sin ánimo de lucro, en la que sus dirigentes no perciben ningún salario, esto es, el tiempo que dedican lo dedican «gratia et amore».

Podríamos seguir contando los gastos que los padres hacemos para que nuestros hijos practiquen el “deporte rey”, pero seguro que muchos que lean este artículo lo sabrán de sobra: gastos de desplazamiento, material sanitario como vendas, rodilleras y tobilleras, botas, no precisamente baratas, guantes de portero, plantillas, protectores, y un largo etcétera larguísimo.

¿Y saben cuantas subenciones/ayudas recibe ese Club modesto de la Real Federación de Fútbol de Madrid, en este caso?

¿No se lo imaginan?

Cero.

Cero ayudas. Pero eso sí, cobran por la licencia, por el equipo, por los árbitros, por el seguro médico.

Por todo.

Esa es la realidad de la gran labor de apoyo al fútbol modesto.

¿En serio se creen sus propias palabras?.

Si hoy, los jóvenes y no tan jóvenes, practican este deporte no será porque nadie les ayude.

Nadie que no sea sus padres, que abnegados pretenden hacer realidad la ilusión de sus hijos o ellos mismos, si cuentan con solvencia financiera, que se lo quitarán de salir una noche con sus amigos para hacer lo que más les gusta.

Los padres y los directivos, esos, tan desconocidos como altruistas, que soportan estoicamente mantener un club sin ayuda de nadie.

Es lo que nos toca.

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