Once mujeres contribuyeron de forma decisiva a la Declaración Universal de Derechos Humanos que hoy cumple 75 años
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10/12/2023 14:22
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Actualizado: 10/12/2023 20:22
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Cuando se mencionan los trabajos finales que condujeron a la aprobación de la Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH) por las Naciones Unidas en París tal que un día como hoy hace 75 años, el 10 de noviembre de 1948, siempre emerge la figura de Eleanor Roosevelt, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos que hizo la redacción de este texto trascendente para la Humanidad.
Eleanor Roosevelt había sido la primera dama de Estados Unidos desde 1933 y 1945 y era la viuda de Franklyn Delano Roosevelt, el presidente que condujo a su país a la victoria frente a la Alemania nazi y el imperio Japonés, en dos frentes mundiales al mismo tiempo.
Su «auctoritas» era reconocida por todos. De ahí que el sucesor de. Roosevelt en la Casa Blanca, Harry Truman, la nombrara para llevar a cabo ese cometido.
Sus reflexiones, pasado el tiempo, todavía resuenan con una profundidad y un eco de actualidad que. no ha mermado por el paso del tiempo: «En definitiva, ¿dónde empiezan los derechos humanos universales? En pequeños lugares, cerca de casa; en lugares tan próximos y tan pequeños que no aparecen en ningún mapa. (…) Si esos derechos no significan nada en estos lugares, tampoco significan nada en ninguna otra parte. Sin una acción ciudadana coordinada para defenderlos en nuestro entorno, nuestra voluntad de progreso en el resto del mundo será en vano».
La Comisión de Derechos Humanos estaba integrada por 18 miembros de diversas formaciones políticas, culturales y religiosas.
Junto a Roosevelt se encontraban René Cassin, de Francia, quien redactó el primer proyecto de la Declaración, el relator de la Comisión, Charles Malik, de Líbano, el vicepresidente, Peng Chung Chang, de China, y el director de la División de Derechos Humanos de Naciones Unidas, John Humphrey, de Canadá, quien preparó la copia de la Declaración.
LA DECLARACIÓN UNIVERSAL DE DERECHOS HUMANOS NO HUBIERA SIDO LO QUE ES HOY SIN SUS APORTACIONES
Pero ella no fue la única mujer que contribuyó de forma decisiva a la redacción de esta Declaración. Hubo otras diez mujeres que dejaron su huella en el texto final.
Tres delegadas de países no occidentales hicieron aportaciones decisivas: Hansa Mehta, de India, Minerva Bernardino, de República Dominicana, y Shaista Ikramullah, de Pakistán.
A ellas se unieron la danesa Bodil Begtrup, la francesa Marie-Hélène Lefaucheux, la bielorrusa Evdokia Uralova, la también india Lakshmi Menon, la brasileña Bertha Lutz y la uruguaya Isabel de Vidal.
HANSA MEHTA, LA OTRA MUJER, JUNTO CON ELEANOR ROSEEVELT, QUE FORMÓ PARTE DE LA COMISIÓN QUE REDACTÓ LA DECLARACIÓN
Mehta se sentaba junto a Roosevelt en la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas en 1948 sobre la que recayó la tarea de redactar el texto. Eran las dos únicas mujeres delegadas de los 18 miembros que componían el órgano.
A Hansa Mehta, gran defensora de los derechos de las mujeres en la India, se debe el cambio en el artículo 1 de la Declaración de la siguiente forma: «Todos los hombres nacen libres e iguales” a “Todos los seres humanos nacen libres e iguales”.
Desde República Dominicana llegaron las aportaciones de la diplomática y feminista Minerva Bernardino que recogió la voz de Latinoamérica en el documento.
Bernardino llevaba años implicada en la defensa de los derechos de las mujeres en América Latina y el Caribe. Su huella principal en la declaración fue promover que se incluyera la fórmula «igualdad de hombres y mujeres» en el preámbulo del documento.
Pero en el legado de Bernardino también está haber sido una de las responsables de la creación de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de las Naciones Unidas e incluir, junto a otras compañeras latinoamericanas, la no discriminación por razón de sexo en la carta de la fundación de las Naciones Unidas de 1945.
Todas ellas jugaron un papel fundamental a la hora de incluir los derechos de las mujeres y la no discriminación por razón de sexo en la Carta de las Naciones Unidas.
Más de 80 reuniones le costó a la delegada de la Asamblea General, Begum Shaista Ikramullah, de Pakistán, la actual redacción del artículo 16 en cuanto a la igualdad de derechos en el matrimonio que consideró como forma de combatir el matrimonio infantil y otros enlaces forzados.
El derecho de las minorías fue defendido por la danesa Bodil Begtrup para que fuera incorporado en el artículo 26 referido al derecho a la educación. Aunque sin éxito en este propósito, sí consiguió que se hiciera referencia al término «todos» y no a «todos los hombres» como sujeto de los derechos.
Betgrup fue presidenta de la Subcomisión para el estatus jurídico y social de la Mujer en 1946, y un año más tarde de la Comisión sobre el estatus de la mujer.
Como presidenta de la Comisión sobre el estatus de la mujer en 1948, Marie-Hélène Lefaucheux, de Francia, defendió con éxito una mención de la no discriminación por razón de sexo a incluir en el artículo 2.
Así, el texto final del artículo dice que “todos tienen derecho a los derechos y libertades establecidos en esta Declaración, sin distinción de raza, color, sexo, lengua, religión, política, origen nacional o social, propiedades, lugar de nacimiento, ni ninguna otra condición».
En este grupo de mujeres, la bielorrusa Evdokia Uralova, ponente de la Comisión sobre el estatus de la mujer ante la Comisión de los Derechos Humanos en 1947, consiguió que el artículo 23 diga que “Todos, sin ninguna discriminación, tienen derecho a igual retribución por igual trabajo”. Junto con Fryderyka Kalinowska, de Polonia, y Elizavieta Popova, de la URSS, hizo hincapié en los derechos de las personas en territorios no autónomos.
Finalmente, Lakshmi Menon, delegada de India en la Asamblea General en 1948, argumentó de manera enérgica la importancia de incidir en la no discriminación por razones de sexo. También defendió el carácter «universal» de la Declaración frente al «relativismo colonial».
Así, el texto final del artículo dice que “todos tienen derecho a los derechos y libertades establecidos en esta Declaración, sin distinción de raza, color, sexo, lengua, religión, política, origen nacional o social, propiedades, lugar de nacimiento, ni ninguna otra condición».
Una muerte al día por defender los derechos humanos
En estos 75 años, el documento ha servido para mejorar la dignidad de millones de personas y para asentar las bases de un mundo más justo.
Pero también lamentablemente, en este tiempo se ha puesto de manifiesto que mucho le queda por recorrer a este compendio de buenas intenciones.
Muchas han sido las guerras y enfrentamientos que se han sucedido en estos años y que, de una parte se han producido como reacción precisamente a un tratamiento inhumano y a la injusticia y, de otra, han dinamitado muchos de los principios que recoge el documento adoptado por la Asamblea General de la ONU.
Incluso, de forma larvada, en numerosas partes del mundo estos derechos se vulneran a diario. Según denuncia Amnistía Internacional, en 2017 se produjeron 312 homicidios de defensores de los derechos humanos.
Y entre 2015 y 2017, de media, una persona murió al día por alzar su voz para defender las libertades y derechos de la sociedad en su conjunto, una tendencia «preocupante». «No pueden cumplirse los Derechos Humanos sin las voces valientes (de los defensores) que contribuyan a la paz, la seguridad y el desarrollo sostenible», han afirmado un grupo de relatores de la ONU.
Estos expertos han suscrito un comunicado conjunto para reclamar a todos los Estados que garanticen a los activistas un entorno «sin interferencias, intimidaciones, abusos, amenazas, violencia, represalias o restricciones».
La DUDH es, sin embargo, el documento más traducido del mundo y está disponible en más de 500 idiomas.
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