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Opinión | El poder no es nada sin autoridad

Opinión | El poder no es nada sin autoridad
Olivia Colman como la reina Isabel II y Gillian Anderson como Margaret Thatcher. Foto: Netflix
31/1/2024 06:33
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Actualizado: 08/2/2024 16:36
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El mundo del derecho está plagado de conceptos que impregnan gran parte de nuestra vida cotidiana, aunque a veces no somos muy conscientes de ello.

Si hablamos de liderazgo, por ejemplo, no podemos olvidarnos de dos palabras que provienen del derecho romano y que fueron parte de la piedra angular sobre la que se asentaba el funcionamiento de las ciudades: potestas y auctoritas.

Mientras la “potestas” era el poder político capaz de imponer decisiones mediante la coacción y la fuerza, la “auctoritas” hacía referencia a un poder no vinculante pero socialmente reconocido.

Estos días, repasando algunas de mis series favoritas de televisión, casi todas tienen relación con el mundo de la política y del derecho, he podido recuperar un fantástico diálogo de la serie The Crown, emitida en Netflix.

En él, la entonces ministra del Reino Unido, Margaret Thatcher y la reina Isabel II, en su tradicional despacho semanal, abordan la compleja situación de Thatcher cuando el gabinete de Gobierno conspira para obligarla a dimitir tras su negativa a la unión social y política del Reino Unido con Europa y la imposición del impuesto regresivo, la poll tax.

Margaret Thatcher y la Reina Isabel II
Gillian Anderson, interpretando a la primera ministra Margaret Thatcher (ocupó esa responsabilidad entre el 4 de mayo de 1979 y el 28 de noviembre de 1990) en la cuarta temporada de «The Crown». Olivia Colman dio vida, por su parte, a la reina Isabel II. Fotos: Netflix.

Formas de poder

Es toda un lección de liderazgo y de cómo se debe ejercer el poder y también de cuando conviene retirarse.

Margaret Thatcher: El presidente Bush me ha llamado para decirme que le parece una barbarie, el canciller Kohl dice que es inhumano, Mijaíl Gorbachov me ha recordado que era Gran Bretaña la que celebraba elecciones democráticas mientras Rusia daba golpes de gabinete, ahora es al revés. En lo que todos coinciden es en que librarse de mi es un acto de suicidio nacional y por ello acudo a usted, señora, para que juntas podamos actuar por el bien de la nación.

Reina Isabel II: En qué puedo ayudar

Margaret Thatcher: Disolviendo el Parlamento.

Reina Isabel II: ¿Qué?

Margaret Thatcher: Estamos al borde de la guerra señora…, ¿qué mensaje les enviaríamos a nuestros enemigos, a Sadam, si cambiásemos de primer ministro? Nos haría parecer tremendamente débiles y divididos.

Reina Isabel II: Admito que no es lo ideal. ¿Ha consultado al Gabinete sobre este tema?

Margaret Thatcher: No lo he hecho, señora.

Reina Isabel II: Ese sería el procedimiento normal…

Margaret Thatcher: Con el debido respeto a su Majestad, la decisión de disolver el Parlamento le corresponde únicamente al primer ministro. Está completamente en mi poder obrar como crea conveniente.

Reina Isabel II: Tiene razón, en teoría está en su poder disolver el Parlamento, pero debemos preguntarnos cuando ejercer las cosas que están en nuestro poder y cuando no. Su primer instinto como persona suele ser actuar, ejercer el poder.

Margaret Thatcher: Eso es lo que el pueblo quiere de un líder: Mostrar convicción y fuerza, liderar.

Thatcher e Isabel II
La conversación que mantienen Thatcher e Isabel II es muy reveladora sobre la naturaleza del poder. Foto: Netflix.

Reina Isabel II: Solo planteo la pregunta de si es correcto ejercer un poder, simplemente porque puede usarlo. El poder no es nada sin autoridad. Y en este momento su gabinete está contra usted. Su partido está contra usted y según las encuestas publicadas, si convocase elecciones generales hoy usted no ganaría. Lo que sugiere que la nación está contra usted. Tal vez haya llegado el momento de intentar no hacer nada, para variar.

Margaret Thatcher: La diferencia es que usted tiene poder no haciendo nada… Yo, en cambio, no tendré nada.

Reina Isabel II: Tendrá su dignidad.

Margaret Thatcher: No hay dignidad en la jungla.

Y así fue, al final la primera ministra tuvo que dimitir.

No se puede tener a todo un país en contra, como le ocurrió a Margaret Thatcher, y a un gabinete que no te apoya.

El poder solo puede ejercerlo quien también cuenta con la autoridad para hacerlo…

Aunque claro, esta conversación es pura ficción, o no.

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