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Opinión | «Aguas Oscuras», la increíble lucha de David frente a Goliat en el caso del Teflón
16/6/2024 06:35
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Actualizado: 17/6/2024 11:47
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En la eterna lucha entre David frente Goliat, el cine ha encontrado una mina de oro dramática y emocional, sirvan como ejemplo «Erin Brockovich» y «Acción Civil«, que también tratan sobre individuos enfrentando a corporaciones gigantes por cuestiones de salud pública y ambiental. Junto a ellas, una de las más impactantes se encuentra «Aguas Oscuras«, dirigida por Todd Haynes.
La película, basada en hechos reales, ofrece una mirada intensa y profundamente perturbadora sobre la lucha de un hombre contra una de las corporaciones más grandes y poderosas del mundo.
Se centra en Rob Bilott (Mark Ruffalo), un abogado que, tras ser ascendido a socio en su prestigioso bufete “Taft, Stettinius y Hollister”, que defendía a grandes empresas químicas, decide dar un giro inesperado en su carrera que le lleva a combatir los mismos intereses que alguna vez protegió.
En 1998, tras un encuentro con un encuentro casi fortuito con el granjero Wilbur Tennant (Bill Camp), de una pequeña comunidad en West Virginia (amigo de su abuela), comprueba con horror cómo ha perdido casi todas sus vacas, a las que ha enterrado en su finca “porque son como de la familia”.
Le muestra las deformaciones que padecen algunas de ellas y cómo todo el río está contaminado “las piedras brillan” como consecuencia de los productos desinfectantes y del vertedero que la poderosa corporación DuPont.
De regreso a la ciudad decide hablar con su mujer Sarah (interpretada por Anne Hathaway) y contarle el caso a su jefe en el despacho Tom Terp (Tim Robbins). Quiere poner una demanda contra sencilla contra DuPont para obligarles a revelar qué hay en el vertedero “Dry Run”, junto a las tierras del granjero.
Tom Terp: Quieres demandar a Dupont.
Robert Bilott: Por disputa de la propiedad. Algo rutinario.
Tom Terp: No es rutinario. Aquí no.
Robert Bilott: Lo sé, pero Tom, si lo hubieras visto… Esa granja parece un cementerio. Está pasando algo muy grave.
Tom Terp: Pues que contrate a un abogado local.
Robert Bilott: Ninguno quiere aceptar. Tienen miedo de DuPont.
Tom Terp: ¿Y por qué será?
Robert Bilott: Ya conocemos a DuPont. Querrán saber si alguno de los suyos la están cagando…
Tom Terp: Oh, entonces, ¿crees que nos van a dar las gracias por demandarlos?
Robert Bilott: Mejor nosotros que medioambiente. Se supone que los socios nuevos tenemos que traer negocio ¿no?
Tom Terp: ¿Tu granjero puede pagar 275 dólares la hora?
Robert Bilott: Sería una cuota de contingencia.
Tom Terp: Joder, ¿ahora somos una ONG?
Robert Bilott: Es un caso pequeño para un amigo de la familia. Es coser y cantar. Alguien necesita ayuda
Tom Terp: ¿Quién? ¿El granjero o tú?…. Que sea coser y cantar. ¿Queda claro?
Lo que en principio parece ser un caso sencillo, empieza a complicarse. De las primeras palabras del asesor legal de la compañía, amigo del despacho, Phil Donnelly: “lo que necesites” a insultarle durante una gala benéfica, diciéndole “ves fantasmas donde nos los hay”, “que te jodan” o llamándole directamente “¡paleto!”, por no desistir en sus peticiones.
Y así, lo que inicialmente parece ser un caso más de contaminación ambiental se revela como un escándalo de magnitudes épicas, exponiendo a comunidades enteras a sustancias químicas mortales durante décadas.
El caso se convierte en una investigación obsesiva y desgastante, donde Bilott, se sumerge en un laberinto burocrático y legal en el que la corporación emplea todo lo que le permite la ley, y algo más, para dilatar el proceso.
Tras presentar un requerimiento judicial, a través de un abogado local, para que le remitan la información solicitada, DuPont tarda un año en enviarle un camión lleno de cajas de documentos, sin clasificar, que se remontan a 1957.
Pese a eso, él no desiste. Y sigue empleando los recursos de su despacho y los suyos propios, no dejan de bajarle los beneficios de socio (hasta en 4 ocasiones).
Las piezas empiezan a encajar
Tras años de investigación, entrevistas con expertos, logra encajar casi todas las piezas. Descubriendo todas las tropelías que ha empleado la multinacional para ocultar la contaminación mortal, que ellos conocían desde hacía décadas
Para ello, nada mejor que disfrazarlo con acrónimos incomprensibles. Una sustancia casi mortal como PFOA (ácido perfluooctanoico, un compuesto artificial y altamente tóxico), la rebautizaron como C8, y crearon su propia cobertura impenetrable para sartenes, lo llamaron “Teflón”.
“Un símbolo brillante del ingenio americano”. O como decía el lema de DuPont “vivir mejor gracias a la química”.
Y en una reunión con su jefe y el asesor legal de DuPont, Phil Donnelly, expone los demoledores informes que ha conseguido recopilar, pese a todas las trabas empleadas por la multinacional.
Robert Bilott: En DuPont lo sabían todo. Sabían que el C8 que habían soltado al aire durante décadas, y enterrándolo en el suelo, estaba causando cánceres. Sabían que sus propios trabajadores estaban enfermando con esos cánceres. Sabían que los consumidores también estaban expuestos. Y no solo por el Teflón. Está en la pintura, en los tejidos, los impermeables, y en las botas… Y hasta hoy.
Os habéis pasado 40 años sabiendo que el C8 era venenoso. Sabíais que la “sartén feliz”, antiadherente, era una bomba de relojería. Y sabíais exactamente por qué. Porque el C8 permanece en nuestro interior para siempre. Nuestros cuerpos son incapaces de descomponerlo. Y, aunque lo sabíais todo, no hicisteis nada. Hacer algo significaba … y cito textualmente: “Supondría poner en riesgo la viabilidad a largo plazo de este segmento mercado”… Fin de la cita.
Ganabais demasiado dinero. Mil millones al año en beneficios, solo del Teflón. Por eso echasteis más millones de kilos de C8 al aire y al agua. Tantos que hasta se veía la espuma que provocaba. El C8 era omnipresente. No os quedaba nada por contaminar.
Tras esto va a ver al granjero para explicarle como han contaminado sus tierras durante décadas, pero que, a pesar de ello, lo máximo que podrán lograr será una indemnización, al tratarse de un caso civil. Lo que no a éste no sirve. Se está muriendo y quiere verlos en prisión.
Wilbur Tennant: Yo no quiero dinero. Todo el mundo… [y empieza toser hasta casi ahogarse] debe saber lo que han hecho.
Robert Bilott: Tienes toda la razón. Deberían verlo. Y me mata que no vaya a ser así. Peor habría que ir a juicio y demostrar que el C8 mató a tus vacas. Y todos los científicos que saben algo del tema ya trabajan para esas empresas químicas. Eso no es casualidad, Earl. Escucha, estas compañías tienen todo el dinero y todo el tiempo. Y lo utilizarán. Créeme. Lo sé bien. Yo era uno de ellos.
Wilbur Tennant: Y sigues siéndolo.
Robert Bilott: ¿No hablarás en serio?
Wilbur Tennant: ¿Quieres un premio o una medalla porque por una vez te has puesto del lado del débil? Lo siento, no hay premio. Solo te llevarás tu parte de ese dinero sucio. Y que duermas bien esta noche.
Robert Bilott: Habla con tu familia
Wilbur Tennant: ¡No me han envenenado solo a las vacas! ¿Qué crees que comía mi familia?
Robert Bilott: ¡Wilbur! Marchaos de aquí. Dale una oportunidad a tu familia
Wilbur Tennant: Ya es tarde. Sandra y yo tenemos cáncer. ¡Sorpresa, sorpresa!
Ante la frustración que le produce saber que el granjero y su esposa pueden morir próximamente decide preparar un memoradum con 136 pruebas y enviarlo a la Agencia de Protección del Medioambiente y a los departamentos de Justicia y Sanidad.
Y empieza a recibir llamadas de vecinos de la zona, juntos consiguen a recopilar firmas para una demanda colectiva.
Pero la compañía decide volver a emplear toda su maquinaria legal, intentan impedir que viaje a declarar en una Comisión Federal abierta, algo que no consiguen.
En defensa de la Abogacía y los principios éticos
A medida que el proceso sigue y el despacho tiene que asumir muchos de los costes del proceso, otros los asume Bilott personalmente, sus compañeros de despacho dudan en seguir apoyándole, no quieren seguir perdiendo beneficios.
Pero, nuevamente Rob, recibe el apoyo incondicional de su jefe, que en este discurso expone por qué se odia tanto a los abogados. Todo un alegato en defensa de la profesión.
Tom Terp: ¿Alguien se ha leído las pruebas que ha reunido este hombre, Rob? ¿La negligencia deliberada, la corrupción? ¡Leedlas! ¡Y después decirme que no hagamos nada! Por eso la gente odia a los abogados. Por estas porquerías no nos pueden ni ver. Deberíamos querer crucificar a DuPont. ¡Todos nosotros! Las empresas de este país son mejores que esto. Y cuando no es así, deberíamos actuar y pedirles responsabilidades. Así se crea confianza en el sistema. Siempre decimos que las compañías son personas. ¡Pues estas personas se han pasado de la raya! ¡Que se vayan al infierno!
DuPont, consigue crear una subcomisión de expertos, ad hoc, que se encargará de hacer pruebas médicas a las 3.535 personas firmantes de la demanda colectiva. Un trabajo ingente.
Lo humano de esta película se centra en el sacrificio personal y profesional de Bilott, mostrando su tenacidad y el costo personal que implicó enfrentarse a un gigante como DuPont, numerosas pérdidas de sueldo para compensar los costes de un proceso interminable y un grave deterioro de su salud física, llega a sufrir una especie de ictus, provocado por el estrés.
Anne Hathaway, en su papel de Sarah, ofrece una actuación conmovedora como la esposa que debe equilibrar su apoyo incondicional a su marido con la preocupación por el bienestar de su familia. Y así se lo expresa al jefe del despacho Faft, cuando su marido está ingresado en el hospital.
Sarah: Necesito que dejes de hacer que se sienta un fracasado
Tom Terp: Entiendo por lo que tu familia está pasando.
Sarah: No me hables como si fuese la esposa. ¿Alguna vez te mencionó Rob sus mudanzas de niño? Diez veces antes del Bachillerato. No tenía amigos, vínculos, nada… Solo él, su hermana, sus padres… Entonces aparecí yo, después tú y… Faft es más que un trabajo para él. Para él es su hogar. Y estaba dispuesto a arriesgarlo todo por un desconocido que necesitaba su ayuda.
Puede que tú y yo no sepamos qué es eso, pero no es un fracaso.
Las pruebas le dan la razón, ahora falta que se la den los tribunales
Cuando parece que todo está perdido, 7 años después de los análisis clínicos, recibe una llamada telefónica de la doctora Karen Frank, del comité científico, responsable de la investigación.
Karen Frank: Nos dieron una cantidad de datos sin precedentes. El estudio epidemiológico mayor en la historia de la humanidad. Es irrefutable. Hemos relacionado la exposición continua al C8 con seis categorías de enfermedades graves: cáncer de riñón, cáncer testicular, enfermedad de tiroides, preeclampsia, colesterol elevado y colitis ulcerosa. 3535 demandantes ya tienen estas enfermedades. Muchos más acabaran por desarrollarlas. Gracias a usted, a todos ellos se les hará un seguimiento y quienes enfermen podrán solicitar indemnizaciones.
Ha hecho usted algo muy bueno, señor Bilott. Muy bueno.
Nuevamente, DuPont no quiere cumplir con ninguna parte. Rechazan las conclusiones del comité científico, creado por ellos, y en un nuevo giro deciden que pelearán cada demanda en los tribunales. Una a una.
Un nuevo golpe para el abogado, que se lo transmite así a su esposa, quién como antigua abogada, siempre le apoya, pese al coste que tiene para su matrimonio y sus hijos.
Robert Bilott: “El sistema está amañado! Quieren que pensemos que nos protegen, pero es mentira. Nosotros debemos protegernos, nadie más. Ni las empresas, ni los científicos, ni el gobierno, Nosotros. Eso me lo dijo un granjero que no tenía ni el graduado escolar. Él lo sabía desde el principio y yo lo tomé por loco. ¿No es una locura?
Sarah: No.
Técnicas de dilación de las grandes corporaciones
Lo que distingue a «Aguas Oscuras» de otras historias de confrontación entre el débil y el poderoso no es solo su base en hechos reales, sino también la manera meticulosa en que desglosa las técnicas de dilación utilizadas por las grandes corporaciones.
Estas tácticas, diseñadas para desorientar y agotar a los oponentes, incluyen el abrumador despliegue de documentos legales, las continuas solicitudes de pruebas adicionales y los interminables aplazamientos judiciales. A través de estos métodos, las corporaciones buscan desgastar, financieramente y emocionalmente, a aquellos que se atreven a enfrentarlas.
En 2015, comenzaron los juicios con jurado de las primeras demandas en el Juzgado del Distrito Sur de Ohio.
En el primero de los casos, Rob logró 1,6 millones de compensación. En el segundo, 5,6 millones de dólares. En el tercero, 12,5 millones de dólares. DuPont acabó aceptando la derrota y llegó a un acuerdo por 670, 7 millones de dólares.
Se cree que hay PFOA en la sangre de casi todos los seres vivos del planeta, incluyendo el 99% de los seres humanos.
Como resultado del trabajo de Rob han surgido movimientos en todo el mundo para prohibir los PFOA e investigar otros 600 productos químicos “eternos” relacionados. Casi todos están sin regular.
«Aguas Oscuras» nos permite reflexionar sobre la responsabilidad ética y social de las corporaciones y la importancia de la persistencia individual en la búsqueda de la justicia.
Subraya cómo, a pesar de las regulaciones existentes, sustancias peligrosas como el PFOA fueron manejadas de manera irresponsable, durante décadas, poniendo en riesgo la salud pública a una escala alarmante.
Igualmente, es un recordatorio sombrío de que los desafíos ambientales siguen siendo relevantes y que la lucha por la justicia y la transparencia es constante.
Esta película no solo es un estudio sobre el enfrentamiento entre David y Goliat en el ámbito legal y corporativo, sino también un testimonio del impacto humano detrás de estas batallas legales, donde las victorias, aunque posibles, conllevan un enorme costo personal y colectivo.
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