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Opinión | “La sombra del poder”: duro enfrentamiento entre la ética política y periodística en el corazón de Washington D.C.

Opinión | “La sombra del poder”: duro enfrentamiento entre la ética política y periodística en el corazón de Washington D.C.
Cal McCaffrey (interpretado por Russell Crowe), un periodista de la vieja escuela del Washington Globe, y su amigo de la Universidad, el congresista Stephen Collins (Ben Affleck), son los protagonista de este thriller político.
23/6/2024 06:36
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Actualizado: 23/6/2024 10:13
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En el ajedrez de la política y el periodismo que despliega «La sombra del poder», dirigida por Kevin Macdonald, el espectador se sumerge en una trama de suspense e intriga política que refleja con agudeza las turbias aguas de poder en las que se mueve Washington D.C.

Y, al mismo tiempo, que se adentra en los entresijos de la política, también lo hace el periodismo, dos mundos irrevocablemente entrelazados en una danza de dependencia mutua, plagada de innumerables conflictos éticos.

La película se centra en Cal McCaffrey (interpretado por Russell Crowe), un periodista de la vieja escuela del Washington Globe, y su amigo, el congresista Stephen Collins (Ben Affleck), cuya ayudante y amante, Sara Baker, es encontrada muerta en extrañas circunstancias.

Este incidente desencadena toda una investigación periodística, encabezada por Cal McCaffrey y una joven “bloguera” que analiza la vida en el Capitolio.  A medida que avanzan en sus pesquisas, descubren una serie de revelaciones que no solo amenazan con derribar carreras políticas, sino también con exponer una red de corrupción que involucra a altos funcionarios del gobierno y grandes corporaciones armamentísticas y de Defensa, que podría hacer tambalear las estructuras de poder de la nación.

En una ciudad poblada por farsantes y políticos ricos, el protagonista aprenderá una terrible verdad: cuando hay miles de millones en juego, es difícil mantener la integridad.

Además, «La sombra del poder» plantea preguntas incisivas sobre el papel del periodismo en un mundo donde la información es, a menudo, manipulada por poderes con sus agendas ocultas.

Junto a ellos, destacan principalmente Rachel McAdams, en el papel de Della Frye, una periodista de las nuevas generaciones, una “bloguera”; Ellen Mirren (siempre genial en el papel de Cameron Lynne, editora del Washington Globe, cuya frase “Los buenos periodistas no tienen amigos, tienen fuentes»), marca gran parte de esta trama; Robin Wright, como Anne, la leal esposa de Stephen Collins o Jeff Daniels, en el papel de George Fergus, un poderoso congresista, valedor de Collins, quien tiene mucho que ocultar y teme por la reputación de su partido.

El ambicioso congresista Stephen Collins (Ben Affleck), junto a su amigo el periodista Cal McCaffrey (interpretado por Russell Crowe).

La ética en jaque: un político ambicioso y un periodista comprometido

La película pone en tela de juicio la ética tanto del periodismo como de la política. McCaffrey, a pesar de su experiencia y su dedicación a la verdad, se encuentra en un dilema moral debido a su amistad con Collins.

La relación entre ambos añade una capa de complejidad al dilema ético de publicar o no información que podría ser devastadora para su amigo y para el país.

Y es que, el apuesto e imperturbable congresista Stephen Collins representa el futuro de su partido: debido a su honradez, ha sido elegido presidente del comité que supervisa los gastos de Defensa, en concreto su relación con la multinacional PointCorp.

“Para algunos, unos mercenarios, para otros unos salvadores. PointCorp el polémico contratista militar privado parece ser el mayor beneficiario de la descentralización del Departamento de Defensa en Irak y Afganistán” [aparece en todos los informativos con imágenes de esos conflictos armados de fondo].

Todos esperan que esta estrella en auge represente a su partido en la próxima carrera hacia la Presidencia. Sin embargo, la violenta muerte de su asistente-amante revela secretos ocultos, desatando un escándalo que amenaza con hacer descarrilar sus ambiciones.

Esta trágica muerte no solo despierta la curiosidad morbosa del público y la prensa, sino que desencadena una crisis personal [con los informativos poniendo en duda la continuidad de su matrimonio] y profesional para Collins. Algo que en su partido intentan gestionar a través del asesor de comunicación Andrew Pell.

George Fergus: Vayamos al grano. ¿Mantenías una relación con esa chica?

Stephen Collins: Sí. Y no te imaginas todo lo que lamento todo esto.

George Fergus: Está bien. Le he pedido a Andrew que nos ayude a enfocar todo este asunto desde un punto de vista mediático. Si alguien puede campear el temporal es él.

Andrew Pell: Las próximas 24 horas van a ser brutales. Vas a tener que prepararte. Durante un tiempo serás sinónimo de todo lo que va mal en la política.

George Fergus: Sigues siendo una estrella, Stephen. Y el partido cuida de sus estrellas, pero tienes que mantenerte unos días al margen.

Stephen Collins: ¿Cómo?

George Fergus: Pasando inadvertido. Nada de lo que hagas debe llamar demasiado la atención. En las sesiones…, por ejemplo [se refiere a las de la Comisión de Defensa].

Stephen Collins: No hemos terminado con PointCorp.

George Fergus: No, pero tú sí. Si ahora abres fuego contra esa gente, no parecerá un acto de buena política sino una calculada maniobra de distracción… ¿Tu mujer te habla?

Stephen Collins: No, ahora mismo no.

George Fergus: Pues esa es tu primera tarea.

Como suele ocurrir en estos casos, y para minimizar daños, el partido le obliga a comparecer en una breve declaración conjunta con su mujer para “detener la oleada de criticas contra su persona” y pedir perdón por su conducta a los electores.

Es un dilema resalta un conflicto común en las esferas del poder, donde la línea entre lo público y lo privado frecuentemente se difumina.

Los Collins se ven obligados por el Partido a comparecer en una rueda de prensa conjunta para convencer a la opinión pública que son un matrimonio unido tras la infidelidad pública de él.

Frente a Collins, brilla la figura del periodista Cal McCaffrey, arquetipo del periodista veterano cuyo compromiso con la verdad es tanto su brújula vital como su maldición. Un viejo perro de presa dispuesto a todo para conseguir la verdad.

McCaffrey y Collins, a pesar de su amistad, se encuentran en lados opuestos de un abismo moral que se ensancha a medida que la investigación avanza. Es precisamente esta dinámica entre los dos, la que nos permite explorar temas de lealtad, traición y la dolorosa búsqueda de la verdad.

Tras una ardua investigación, los periodistas logran establecer una conexión entre la examante del congresista Collins, Sara Baker, y PointCorp, más concretamente con un “lobby” ligado a esa corporación, “Iniciativa Medalla de la Libertad”, que en un paralelismo de manual tiene su sede en el Edificio Watergate.

Cal McCaffrey: Acabo de enterarme, por un antiguo empleado de PointCorp, que planean monopolizar la Seguridad Nacional, lo que equivale a unos 40.000 millones de dólares al año. ¿Es verdad?

Stephen Collins: Sí.

Cal McCaffrey: ¿Cómo?

Stephen Collins: No puedes relacionar nada de lo que te cuente conmigo. ¿Entendido? Bien. El año pasado 47 empresas licitaron por contratos de seguridad. De ellas, 16 empresas ganaron concursos. De éstas, pude descubrir conexiones entre 14 empresas. Y no me refiero a algún empleado que deja una empresa para incorporarse a otra sino a prácticas bancarias compartidas. A un comportamiento connivente. Mi convicción es que cuando todo esto se devele no vamos a tener 14 empresas distintas. Va a quedar una única empresa. ¿Entiendes?

Cal McCaffrey: ¿Has estado indagando para descubrir esas conexiones?

Stephen Collins: Sí. Exacto.

Cal McCaffrey: ¿Sonia trabajaba en eso?

Stephen Collins: Sonia participaba en todo lo que yo hacía. ¿A dónde quieres llegar?

Cal McCaffrey: Van a ir a por ti, Stephen, de un modo u otro. Tienen 40.000 millones de razones para quitarte de en medio. Tienes que hacerlo público. Dirige la atención hacia ellos. Tienes que protegerte, tío.

Stephen Collins: Sigue investigando y búscame pruebas que vinculen la muerte de Sonia con PointCorp. Y pienso hacerlo público. Haré que se enteren hasta las ratas.

Una oda al cuarto poder

«La sombra del poder» es un homenaje a la esencia del periodismo de investigación, aquel que busca desenterrar la verdad, sin importar lo escandalosa o peligrosa que esta pueda ser.

Se erige como un tributo contundente al periodismo de investigación, evocando el espíritu indomable de clásicos cinematográficos como «Todos los hombres del presidente», que inmortalizó el papel de los periodistas del Washington Post, Bob Woodward y Carl Bernstein, en el escándalo “Watergate”.

«La sombra del poder» sigue esa senda y profundiza en cómo los periodistas desempeñan un papel fundamental en la búsqueda y la divulgación de verdades incómodas que algunos preferirían mantener ocultas.

En este sentido, la película destaca la tenacidad, el coraje y el compromiso ético requeridos para navegar a través de las complejidades de la política y el poder corporativo, donde la información es tanto un activo como un arma.

Cal McCaffrey personifica la perseverancia y el idealismo del periodista clásico, aquel cuyo deber es informar al público sin importar el costo personal o profesional.

A él sólo le sirve la información contrastada, fiable. Trabaja con fuentes que confían en él. Es fiel a los códigos de su profesión y a sus lectores. No traiciona sus fuentes y pondera la influencia de una noticia en la vida de sus protagonistas.

Su viaje a lo largo de la película es emblemático de los sacrificios personales que a menudo deben hacerse en la búsqueda de la integridad y la verdad. Nos muestra también cómo la objetividad periodística es constantemente desafiada por relaciones personales y presiones externas.

El periodista Cal se enfrenta al poderoso congresista George Fergus (interpretado por Jeff Daniels) para contrastar una informacion que va a publicar y este le amenaza.

Tras averiguar la conexión entre el protector de Collins, el congresista Fergus, el periodista, decide contrastar con él la información que quiere publicar esa noche. Aunque no quiere recibirle en un acto privado, finalmente consigue hablar con él.

George Fergus: ¿Qué ocurre? ¿Cómo me ha encontrado?

Cal McCaffrey: Siguiendo el rastro de migas, congresista. Necesito corroboración, por su parte, para un artículo que publicamos mañana. Me han informado de que usted recomendó a Green Thornton que contratara a Sonia Baker. ¿Es correcto?

George Fergus: ¿Y qué?

Cal McCaffrey: Pues que, en realidad, Sonia Baker estaba recebando información sobre los avances de la comisión de Stephen Collins, y pasado esa información a la propia empresa que estaba siendo investigada, y esa empresa es cómplice de su asesinato. Dios Santo, eso le va a dejar a usted en muy buen lugar.

George Fergus: Uno: conmigo nunca utilice el nombre del Señor en vano. Dos: ¿cómo se atreve a suponer que una inteligente e ingenua chica de 25 años era…? ¿Qué? ¿Agente doble? Señor McCaffrey, yo le eché una mano a una joven, cuya familia conocía y respetaba. Una familia que representaba el ideal más sano sobre el que se fundó este país.

Cal McCaffrey: ¿Cuál es el nombre de pila de la madre de Sonia?

George Fergus: ¿Cómo dice?

Cal McCaffrey: Ya me ha oído…, amigo de la familia.

George Fergus: ¿Cree que sus nuevos propietarios, unos ejemplares directores de empresa, van a permitirle publicar esta, esta bazofia especulativa? Se va a usted a quedar sin trabajo antes de que pueda siquiera abrir la boca… [en tono despectivo] ¡Hijo!

Cal McCaffrey: Janine. El nombre de pila de la madre de Sonia es Janine.

Y lo cierto es que tiene razón, la amenaza es real, cuando quiere publicar esa información en su periódico no le dejan.

Los tentáculos de PointCorp llegan a casi todos los sitios y el Washington Globe no es una excepción, como le aclara su editora.

Brutal choque de realidad entre la editora del periódico Cameron Lynne (interpretada por Helen Mirren) y el periodista Cal McCaffrey.

Cameron Lynne: La noticia está muerta, Cal.

Cal McCaffrey: De un modo u otro, PointCorp empujó a Sonia Baker a la vía.

Cameron Lynne: ¿En serio? El problema es que nuestros dueños no me dejan publicar nada de esto a menos que algunos de los implicados declare oficialmente. ¡Oficialmente, Cal. Y el único que podría hacerlo no quiere. ¿Puedes decirme por qué? ¿O es solo porque te cepillaste a su mujer?

Cal McCaffrey: Tal vez, podrías explicarme tú a mí, ¿cómo, cuándo y por qué MediaCorp te cortó las pelotas? Esto tiene unas implicaciones tremendas. Sigas el hilo que sigas, es una noticia enorme. Tienes a Fergus, a PointCorp y ahora a MediaCorp. Todos relacionados, en connivencia. Todos juegan para el mismo equipo. No sabía que tú también jugabas en él.

Cameron Lynne: Oye, Cal, si aquí hay algún tipo de corrupción, es por tu parte. Te has implicado en esta noticia desde el principio, y todos sabemos por qué. Ya no puedo protegerte. Y ahora no estoy segura de querer hacerlo.

Pero al final, “in extremis”, consiguen la declaración del congresista Collins, que acude a la redacción acompañado de su mujer, lo que valida la teoría de esa conspiración.

En «La sombra del poder», la colaboración entre Cal y la novata reportera Della Frye (Rachel McAdams) también resalta la transición del periodismo tradicional al mundo digital, mostrando cómo la tecnología ha transformado la manera en que se consigue y se difunde la información.

Un periodismo mucho más inmediato, donde no hay tantas verificaciones.

Aunque en este caso, ambos periodistas, deciden aunar esfuerzos, empleando mucho más las técnicas profesionales del periodismo para conseguir desentramar un caso que se complica a cada paso.

Eso sí, sin olvidar la responsabilidad del periodista de contrastar fuentes y verificar minuciosamente los hechos, uno a uno, antes de su publicación, un principio fundamental del periodismo ético.

Lamentablemente, en esa búsqueda de la verdad tendrá un precio. El periodista descubre una verdad difícil de digerir. Su amigo el congresista, al que ha apoyado de forma incondicional, también tiene una agenda oculta. Le ha utilizado.

Pero en un nuevo ejemplo de integridad, decide ir a hablar con él y decirle a la cara que le ha denunciado a la policía. Lo que hará que tenga que dar un nuevo giro a su artículo que firmará con el nombre de su compañera Della Frye en primer lugar, en reconocimiento a su enorme trabajo de campo.

Stephen Collins: ¿Sabes? Resulta ridículo, tu sentido de la responsabilidad.

Cal McCaffrey: ¿Lo dices porque ya nadie lee los periódicos? ¿Es eso? ¿Solo es una noticia más? ¿Un par de días de follón, y luego es papel de envolver? Entre todos los cotilleos y especulaciones que impregnan la vida de los ciudadanos, yo creo que saben diferencia entre una noticia de verdad y una patraña. Y se alegran de que haya alguien de que se preocupe de dejar constancia y publicar la verdad.

El protagonista junto a su compañera, la «bloguera» Della Frye (interpretada por Rachel McAdams), dos formas de entender el periodismo.

Una reflexión sobre la integridad y la transparencia

«La sombra del poder» no es solo un thriller político; es una exploración de los dilemas morales y éticos que enfrentan quienes están en el centro del poder.

Y en este sentido, nos desafía, como espectadores, a reflexionar sobre la integridad y la transparencia, tanto en el periodismo como en la política, y plantea preguntas incómodas sobre hasta dónde estamos dispuestos a llegar en busca de la verdad.

En resumen, «La sombra del poder» es una película intensa y provocadora que captura magistralmente la complejidad de las relaciones humanas en el marco de las ambiciones políticas y la búsqueda implacable de la verdad.

En última instancia, es toda una invitación a reflexionar sobre la integridad en una era de ambiciones desmedidas y verdades negociables.

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