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Opinión | «Primary Colors»: una lucha entre la ética y el liderazgo para conseguir el poder
19/5/2024 06:35
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Actualizado: 21/5/2024 12:56
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En un fascinante cruce entre realidad y ficción, «Primary Colors» ofrece una mirada crítica y provocadora sobre los dilemas éticos y morales que afrontan los políticos en su carrera hacia el poder. Es una sátira que bordea con maestría una parte de la realidad vivida en la década de los noventa en los pasillos del poder estadounidense.
La película, dirigida por Mike Nichols, y basada en la novela homónima del periodista Joe Klein, se sumerge en la campaña hacia la presidencia del gobernador demócrata Jack Stanton (extraordinariamente interpretado por John Travolta), un personaje que guarda notables similitudes con el expresidente de los Estados Unidos Bill Clinton.
La trama sigue al idealista Henry Burton (interpretado por Adrian Lester), nieto de un líder de derechos civiles y coordinador de la campaña de Stanton). A través de sus ojos el espectador, se ve forzado a reconsiderar sus ideales frente a la realidad pragmática de la política.
El joven Burton pronto se da cuenta que Jack Stanton, encarna el carisma y la habilidad política, pero también las sombras que a menudo acompañan a aquellos en su búsqueda del poder. En este caso, Susan, la sufrida y pragmática esposa del candidato, interpretada por una espléndida Emma Thompson, cuyo papel recuerda mucho a Hillary Clinton, asume, en primera persona, aquellas decisiones difíciles de campaña.
«Primary Colors» también narra el conflicto entre la ideología y el cinismo, la superficialidad de las imágenes, la retórica de las campañas y las manipulaciones mediáticas para desacreditar a los oponentes, una práctica lamentablemente común en la política moderna.
Vemos como los Stanton recurren a Libby Holden (Kathy Bates) quien, en su papel de investigadora, despliega herramientas como La evaluación de vulnerabilidad o búsqueda de información sobre el candidato propio para descubrir posibles fallas o debilidades. En el caso de Jack Stanton, cómo minimizar sus escándalos sexuales, primero con una peluquera y, posteriormente, ante el supuesto embarazo de la hija adolescente de color de su amigo “Willy el gordo” (el dueño de su restaurante de pollo favorito).
Igualmente, aborda el empleo de técnicas de presión como la “Opposition Research”, que consiste en buscar información comprometida para contraatacar o destrozar al adversario. El ex gobernador, Freddy Picker (a quien da vida Larry Hagman), «un hombre imperfecto, pero bueno», tendrá que abandonar la campaña al descubrirse que, años atrás, había consumido cocaína y mantenido relaciones homosexuales.
La dualidad de los Stanton
Jack Stanton es retratado como un hombre campechano, muy sureño, aficionado a los donut y al pollo frito, extraordinariamente inteligente y con gran olfato político; con mucho más poder sobre los acontecimientos del que se le suponía a Bill Clinton. Pero también se le describe como un mujeriego compulsivo.
Susan (cuyo papel es fina parodia de Hillary Clinton), “la jefa”, como la llaman todos, es una mujer muy implicada en el proyecto político de su marido, pero que sobrelleva, como puede, las infidelidades que pueden hacer caer todo por lo que ha luchado.
Y es que como ella misma dice “Jack Stanton también podría ser un gran hombre si no fuera tan asquerosamente descuidado, desorganizado e indisciplinado”.
Ella cree en las cualidades políticas de su marido. De eso no duda, pero le preocupan sus formas… y especialmente sus infidelidades. Es una mujer pragmática y directa, por eso, en su primera conversación con Henry Burton le pregunta por qué quiere sumarse a la campaña de su marido.
Susan Stanton: Por qué estás aquí. Dímelo. Son las 4 de la madrugada: la hora de la verdad.
Henry Burton: Bien, de acuerdo. Siempre me intrigó saber cómo se trabajaba con alguien que se preocupara de verdad… En fin, yo creo que no puede haber sido siempre como ahora. Debió ser muy distinto en los tiempos de mi abuelo…ustedes estaban allí. Tuvieron a Kennedy, yo no. Nunca he oído a un presidente usar palabras como “destino” y “sacrificio”, sin pensar patrañas. [Ella asiente]. Quizás fueron también patrañas con Kennedy, pero la gente lo creyó. Y creo que eso es lo que quiero. Quiero creerlo. Quiero formar parte de algo que sea historia. Y esta va a ser la respuesta más larga que le habrán dado a una respuesta de solo cinco palabras.
Susan Stanton: No, no lo es. La respuesta más larga a una pregunta de cinco palabras es la respuesta a “Le gusta pescar con mosca?”. [Risas]. Es una buena respuesta Henry. Y nosotros hacemos historia ¿O hay algo más?
Lo cierto es que Jack gana mucho en las distancias cortas, sabe ganarse a la gente, les escucha… aunque para conseguir su interés no dude en inventarse anécdotas o cantar o llorar con ellos…Eso sí, sabe, desenvolverse con soltura en las entrevistas, en los debates y lo que es más importante, sabe conquistar a sus votantes con sus discursos, logra empatizar, algo verdaderamente difícil en política.
Un ejemplo clarísimo de esto último se aprecia en su mitin a con trabajadores de una fábrica que acaban de cerrar.
Jack Stanton: A ver, desde que esta fábrica cerró ¿Cuántos de ustedes encontraron trabajo? Levanten la mano. [Y algunos la levantan]. Bien, bien. Y cuántos tienen sueldos que solo dan para pagar el alquiler, a pesar de trabajar mucho [Vuelven a levantar la mano]. Ya veo, sí. Mi madre tuvo trabajos de esos cuando murió mi padre. La recuerdo volviendo a casa reventada, muerta de cansancio. Ustedes me entienden. Y sé que quería jugar conmigo y preguntarme por la escuela, pero estás tan cansado que solo tienes ganas de abrir una lata y ver la tele.
Mujer del mitin: Ha dado en el clavo…
Jack Stanton: Claro que sí. Y no hace falta decir lo duro que resulta salir a buscar trabajo. Qué les voy a contar yo a ustedes de lo que son los malos tiempos. Así que haré una cosa, voy a hacer algo realmente escandaloso: decir la verdad [risas]. Ya sé lo que piensan, piensan tiene que estar muy desesperado para decir eso, pero si tuvieran que tragar tanta “mier..” quiero decir “basura” como yo [puede decir mierda, nos encantan las guarradas, le dicen desde el público]… A mí también si creen lo que dice los periódicos [risas].
La verdad es esta. Ningún político puede reabrir esta fábrica, ni devolver el trabajo al astillero, ni hacer fuerte al sindicato… Ningún político puede hacer que sea igual que antes porque vivimos en un mundo nuevo, sin fronteras económicas. Un tío aprieta un botón en Nueva York y envía 100.000 millones a Tokio, en un segundo. Y los trabajos que quieren fuerza, van donde la mano de obra es más barata.., Y eso no ocurre aquí. Así que, para competir, tendremos que usar otra clase de fuerza, la que tenemos entre las orejas.
Asesor: Les ha perdido.
Henry Burton: Que se jodan, a mí me ha ganado.
Jack Stanton: Todo nuestro país tendrá que volver a clase. Tendremos que aprender más, adquirir nuevas habilidades. Les propongo un trato. Me dedicaré a ustedes. Me despertaré pensando en ustedes. Lucharé y sangraré para lograr el dinero que haga que la educación esté al alcance de todos siempre. Para que puedan mejorar su vida…Pero el peso más pesado tendrán que levantarlo ustedes. Ya saben que he sufrido un montón de ataques en esta campaña. ¿Saben que significa? Que alguien cree que a ustedes lo único que les interesa es la basura que me lanzan a mí. Así que el martes, cuando vayan a las urnas, piensen en eso. Piensen en lo que de veras les interesa. Y luego, voten a su candidato [aplausos].
«Primary Colors» no solo plantea preguntas sobre la moralidad en la política, sino que también explora la separación entre la vida privada y la pública, un tema recurrente en las carreras de muchos políticos.
La película, -más que ninguna otra película de la historia reciente- capta las ambigüedades inherentes a la política estadounidense contemporánea. Pone sobre el tapete casi todas las preguntas clásicas: si el fin justifica los medios, si los líderes políticos deben rendir cuentas de lo que hacen en su vida privada y qué le importa realmente a la gente.
Igualmente, a un nivel mucho más profundo, aborda si la capacidad de Jack Stanton para conectar con los votantes (su facilidad de palabra, su enorme capacidad de persuasión, su gusto por la comunicación directa e incluso por el contacto físico), puede superar sus indiscreciones personales y escándalos sexuales. Este contraste sirve para cuestionar si la habilidad para liderar puede o debe ser vista independientemente de las fallas personales.
Esto se aprecia en uno de los mejores diálogos de la película, cuando Henry le plantea al gobernador Jack Stanton, tras ver lo compleja y dura que es la política, que no quiere seguir apoyándole en su carrera a la presidencia: se siente decepcionado. En ese momento, el gobernador recurre a su mejor arma, la seducción política. Le explica los sacrificios y el precio que conlleva el poder.
Jack Stanton: Todo eso son suposiciones, sutilezas, Henry. Es como decir, ¿cuántos ángeles caben en una cabeza del alfiler? Esto es más fuerte. ¿Me dirás que acabas de descubrir que te falta estómago? Te conozco bien, hemos pasado mucho tiempo juntos. Esto es así, Henry. Es el precio que se paga por ser líder. ¿Crees que Abraham Lincoln no fue puta antes que presidente?
Tuvo que contar cuentos chinos con su sonrisa de pobre paleto campesino. Y lo hizo para poder tener algún día la oportunidad de ponerse ante la nación y apelar a los mejores ángeles de nuestra naturaleza. Y ahí es donde se acaban las mentiras. Y de eso se trata, de sacar el mejor partido de la mejor manera. Tú sabes, igual que yo, que hay mucha gente jugando a esto y que no piensan así. Están dispuestos a vender su alma, a arrastrarse por cloacas, a mentir a la gente, a aprovechar sus peores miedos por nada. Solo por el premio.
Henry Burton: No me importa, lo siento. Yo no comparo a los jugadores. No me gusta el juego. Quiero trabajar alentando a la gente para que se inscriba para votar.
Jack Stanton: Y cuando estén todos registrados ¿a quién votarán? En el fondo, Henry, ¿quién puede hacerlo mejor que yo? Piénsalo. ¿Hay alguien por ahí capaz de ganar las elecciones? ¿Que pueda hacer más por la gente que yo?, ¿Que se preocupe por los que yo me preocupo?
Henry Burton: Oh joder – al ver a los periodistas que les han seguido hasta la casa del otro candidato, el gobernador Fred Picker – Ese maldito chófer. Estaba seguro…
Jack Stanton: Está bien. Iremos juntos a hablar con ellos. Vamos. No niegues con la cabeza, Henry. Hemos trabajado mucho para llegar hasta aquí. Y está ahí mismo, a nuestro alcance. Podemos hacer cosas increíbles. Podemos cambiar este país entero. Voy a ganar esto, y cuando gane haremos historia… Mírame a la cara y dime que eso no va a ocurrir. Mírame a los ojos, Henry, dime que no quieres participar. Joder, Joder, Vamos, Henry… ¿Quieres que me ponga de rodillas? [con una gran sonrisa] No puedo hacerlo sin ti. Ahora no me dejes. ¡Dí que sí!.
La ética en la arena política
«Primary Colors» no esquiva mostrar cómo la ética puede ser moldeada, e incluso sacrificada, en el altar de la ambición política. La película despliega una serie de maniobras políticas que incluyen engaños, calumnias y el uso estratégico de secretos personales, tanto para avanzar la propia campaña de Stanton como para sabotear a sus rivales.
Los Stanton creen que van a hacer el bien; de hecho, se sienten con derecho a ser elegidos por ser quienes son, un signo inequívoco de arrogancia. Este aspecto plantea preguntas esenciales sobre la naturaleza del poder y si el fin justifica los medios en la consecución de objetivos políticos.
Algo que la investigadora política Libby Holder tiene muy claro:
Libby Holden: Yo quito el polvo, te protejo. No aniquilo al adversario.
Jack Stanton: ¿Y qué coño de diferencia hay?
Libby Holden: Toda la diferencia del mundo. Toda la diferencia moral del mundo. No me interesa hundir al pobre Freddy Picker.
Susan Stanton: ¿Y si es malo? ¿Si es un sinvergüenza?
Libby Holden: Se sabrá.
Jack Stanton: ¿Pero cuando? Pongamos que gana la nominación a la candidatura y luego se sabe. Fíjate en esto –y le lanza un avión de papel- Es el resultado del análisis que me dio el doctor Boregar.
Libby Holden: Enhorabuena. Seguro que esto ayudará.
Jack Stanton: Pues no. Libby, Cariño tú lo sabes. No importa que mi sangre no coincida con la del bebé que espera Loretta. Y no importa que yo no pueda ser el padre. Lo único que importaría es si yo fuera el padre. Porque la culpabilidad es lo que interesa. Tengo que apechugar y dejar que Picker se cuele con un pase especial porque tú fuiste votante de Picker en los 70.
Libby Holden: O sea, ¿injusticia para todos? Es un razonamiento de imbéciles.
Susan Stanton: De acuerdo, pero este no lo es. Picker podría ser culpable de fraude o evasión de impuesto. Si usó su influencia para ayudar a su cuñado, no merece ser presidente. Podría ser un gusano. Tienes que olvidarte de quién creías que era. Tienes que averiguar quién es realmente.
Sin embargo, cuando se revela que Picker no es un corrupto, simplemente un hombre que cometió errores en el pasado, los Stanton ni se cuestionan ir a la prensa para hundir su carrera política. Demuestran “que todo vale”, cuando se está acorralado. Solo deciden obrar bien ante una tragedia como el suicidio de su asesora al sentirse defraudada.
Aunque para conocer los métodos persuasivos de algunos de sus asesores, nada como ver en acción al amoral y maquiavélico asesor Howard Ferguson, interpretado por el conocido actor de series, Paul Guilfoyle (CSI Las Vegas). No duda en dar a firmar un papel con términos incomprensibles a un amigo de Jack Stanton, prácticamente analfabeto, cuya hija puede estar embarazada de él. Asimismo, recurrirá a entregar una muestra de orina falsa [por si acaso], del tío del gobernador, para no perjudicar al candidato.
En política vale todo….
Aún siendo ficción, la película realiza un retrato crudo y nada disimulado retrato de uno de los presidentes más famosos del final de siglo, si bien referido a los comienzos de su carrera a la Casa Blanca. Un mandatario y un candidato capaz, ya se trate de Jack Stanton o de Bill Clinton, de conquistar a las masas con su carisma y personalidad.
La película aborda el tema de las apariencias. Nos habla de cómo el candidato es capaz de adaptarse a cualquier lugar y circunstancia para conseguir el voto: reuniones interminables en las que falsea los relatos para convencer a los posibles electores, traiciones a su mujer y a sus amigos, chantaje….
En resumen, «Primary Colors» es una obra esencial para aquellos interesados en las dinámicas del poder y la ética en la política, ofreciendo una mirada sin concesiones a las complicadas decisiones que moldean las carreras y los legados de quienes aspiran a liderar.
A través del encanto y los defectos de Jack Stanton, la película invita a los espectadores a reflexionar sobre lo que valoramos en nuestros líderes y hasta dónde estamos dispuestos a aceptar imperfecciones en nombre del talento político o del éxito. Hasta qué punto el público debería perdonar o castigar los fallos personales de sus líderes.
Al hacerlo, Nichols no solo crea un drama político envolvente, sino también un comentario provocativo sobre la naturaleza del liderazgo y la moralidad en la política moderna.
Algo que también se aprecia en películas como El candidato (The Candidate, 1972), Power (1986), Cortina de humo (Wag the dog, 1997), «Poder Absoluto» (Absolute Power, 1997), Frost/Nixon (2008) o Los Idus de Marzo (The idus of March, 2011), entre otras.
Todas estas ficciones provocan reflexión sobre la naturaleza del poder y la ética, explorando qué significa liderar con integridad en un mundo donde las ambiciones a menudo chocan con los principios morales. Algo que, por desgracia, es fácil de apreciar, con muchos ejemplos, en la política mundial.
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