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Opinión | «La cortina de humo”, una recurrente estrategia política

Opinión | «La cortina de humo”, una recurrente estrategia política
Dustin Hoffman interpreta a un productor de Hollywood y Robert de Niro a un asesor político. Entre los dos crean un relato alternativo, una cortina de humo, para desviar la atención sobre un escándalo sexual que al presidente le puede costar la reelección.
17/3/2024 06:32
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Actualizado: 18/3/2024 11:13
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En política, la expresión “cortina de humo” alude a una maniobra de distracción con la que se pretende desviar el foco de interés de la opinión pública, a través de los medios de comunicación, respecto de una situación incómoda o de un tema «sensible».

Las cortinas de humo se identifican, en su origen, con una táctica militar utilizada en tiempos de guerra para enmascarar el movimiento, confundir a los adversarios y adquirir ventaja estratégica.

O lo que es lo mismo, despistar, distraer y ocultar.

En en el caso que nos ocupa, el objetivo es sencillo, hacer que los medios hablen de otra cosa. Que no se ocupen del tema incómodo, polémico, y que se centren en otro asunto. Y esto es precisamente lo que plantea Barry Levinson en su sátira política “La Cortina de humo”, basada en la novela titulada «American Hero» de Larry Beinhart.

A 11 días de las elecciones presidenciales, el candidato a la reelección es acusado de mantener una relación sexual con una menor. En este contexto los fontaneros de la Casa Blanca deben arreglárselas para distraer a la opinión pública durante ese tiempo.

El presidente ha perdido toda su credibilidad ante la audiencia y está a punto de perder las elecciones.

Debido a esta grave situación su comité de asesores se reúne en secreto, capitaneados por un asesor especialista en situaciones de crisis: Conrad Brean (magistralmente interpretado por Robert de Niro). Un «spin doctor» al que recurre el presidente en momentos complicados, como éste.

Un asesor externo, que posee la extraña habilidad de manipular la política, la prensa y lo que es más importante: al pueblo americano. Su trabajo consiste en conseguir cambiar el foco del relato mediático por medio de sucesivas cortinas de humo.

Entendidas estas como hechos ficticios a los que se da estatuto real con el simple hecho de pronunciarlos y recrearlos adecuadamente en los medios de comunicación, en especial en la televisión, que es la que marca la agenda mediática.

En la imagen el asesor político Conrad Brean (interpretado por Robert de Niro), junto a la asistente presidencial Winifred Ames (interpretada por Anne Heche). Dos de los principales protagonistas de esta sátira política.

El primer paso es provocar un pseudoevento que dé tiempo a reconducir el discurso político. Algo que le explica cínicamente el asesor a la asistente presidencial Winifred Ames (interpretada por Anne Heche).

Winifred Ames: Cuéntamelo otra vez

Conrad Brean: Vamos, cálmate. No es nada nuevo. Durante el gobierno de Reagan, 240 marines murieron en Beirut. A las 24 horas invadimos la isla de Granada. Ese era su «modus operandi»: cambiar la historia y el enfoque. No es un concepto nuevo… Despiértame cuando aterricemos y seguiremos hablando.

Winifred Ames: No, espera. No podemos tener una guerra.

Conrad Brean: No tendremos ninguna guerra, sino la apariencia de una guerra.

Winifred Ames: Tampoco podemos permitirnos eso.

Conrad Brean: ¿Qué nos costaría?

Winifred Ames: Pero ellos se enterarían…

Conrad Brean: ¿Quién va a enterarse…? ¿El pueblo americano?

Winifred Ames: Exacto.

Conrad Brean: ¿Quién se lo diría? Dime. ¿De qué se enteraron en la guerra del Golfo? Vieron un vídeo de una bomba que al caer hace volar un edificio…, podría ser una maqueta.

Winifred Ames: ¿Realmente quieres ir a una guerra?

Conrad Brean: En general, esa es la idea.

Winifred Ames: ¿Contra quién?

Conrad Brean: Trabajo en ello…

Una vez iniciado el plan y decidir iniciar una guerra ficticia contra Albania, “un país que no conoce nadie”. Deciden contratar a un productor de Hollywood, Stanley Motss (encarnado por un excéntrico Dustin Hoffman), que dé verosimilitud a su falsa guerra, junto a su irreverente equipo.

Wag-The-Dog- Dustiin Hoffmann
En la película, Dustin Hoffman interpreta a un ególatra productor de Hollywood, Stanley Motss, para el que el reconocimiento público lo es todo.

Washington recurre a Hollywood, un aliado perfecto por su capacidad de creación de espectáculo, de ficción.

La conversación entre Brean y Motss es una muestra grotesca, de los riesgos que se corre en una sociedad del espectáculo y del entretenimiento. Donde, en demasiadas ocasiones, nada es lo que parece.

Stanley Motss: ¿Por qué Albania?

Conrad Brean: ¿Por qué no?

Stanley Motss: En algún momento tendrán que saberlo.

Conrad Brean: ¿Quiénes?

Stanley Motss: El público.

Conrad Brean: ¿Tienen que saberlo? A ver. ¿Quién mató a Kennedy? Yo leí el primer borrador del informe Warren…. Decía que lo mató un conductor borracho.

La guerra del Golfo. ¿Qué veías cada día? La bomba inteligente cayendo por una chimenea. ¿La verdad? Yo estaba allí cuando rodamos aquel ataque. Lo rodamos en un estudio en Falls Church, Virginia. Un modelo a escala 1/10 del edificio.

Stanley Motss: ¿Es eso cierto?

Conrad Brean: ¿Y cómo lo sabemos? ¿Me sigues?

Stanley Motss: De acuerdo. ¿Y qué quieren que haga yo?

Conrad Brean: Que lo produzca.

Stanley Motss: ¿Quieren que produzca su guerra?

Conrad Brean: No es una guerra. Es un espectáculo. Necesitamos un tema, una canción, algunas imágenes. Es un espectáculo. Es como los Oscar’s. Por eso recurrimos a usted.

De Niro y Hoffmann
Los tres se inventan un relato para ocultar que el presidente había tenido relaciones sexuales con una menor.

Comienza la elaboración de la cortina de humo

Tras aceptar el encargo de producir la guerra, Brean y Motss comienzan a escribir un argumento que dote de sentido al relato bélico que se materializará en los medios en los próximos días.

El detonante del conflicto será el peligro terrorista que amenaza el estilo de vida americano. Este tipo de gancho argumental es un valor seguro porque atañe directamente a lo emocional y, por tanto, permite evitar, al menos de inmediato, las cuestiones racionales. Hacer que la gente no piense en lo que le están vendiendo.

El miedo es un argumento recurrente utilizado por los poderes políticos norteamericanos para justificar sus estrategias, especialmente, en el ámbito internacional.

Así, la película se convierte en una especie de «making of » de la guerra virtual que van a rodar [vídeos con escenas falsas recreadas por ordenador]. Simulan un conflicto internacional virtual para desviar la atención de audiencia ávida de entretenimiento de la realidad: el escándalo sexual del Presidente.

La cortina de humo dificulta la visión durante un período concreto de tiempo e impide percibir con detalle lo que se oculta detrás. Se trata de generar ruido. Y, cuanto más, mejor.

Confundir a la opinión pública, aturdirla, es el objetivo. Y lo consiguen, durante unos días nadie habla ya del escándalo sexual del Presidente y los principales medios y diarios solo hablan de la guerra.

Evidentemente, todo esto tiene que ir acompañado de las respectivas filtraciones a los medios amigos, ruedas de prensa con preguntas pactadas, etc…Hay que envolverlo bien, hacerlo creíble.

Cuando la CIA se entera del complot, intentan desmontarlo, aunque el asesor presidencial es capaz de hacerles creer, en un primer momento, que revelar el engaño va contra los intereses de la Nación.

Esta treta dura poco. Y la CIA, en connivencia con el candidato rival del presidente, el senador Neal, informa por televisión de que la guerra ha terminado, coloca otra vez en la agenda mediática el escándalo sexual presidencial.

Conrad Brean: La guerra ha acabado. Ha acabado. Lo he visto en la televisión.

Winifred: Tengo que vender mi casa.

Stanley Motss: La guerra no ha acabado. Existe. Lo he visto en la tele. Para eso se me contrató. La guerra no acaba hasta que yo diga que ha acabado. Es mi película. No es la película de la CIA.

Cuando el humo se disipa, queda la realidad. La dura realidad. Lo que obliga, otra vez, al equipo presidencial, a dar un nuevo giro a su rocambolesca historia.

El asesor político Conrad Brean, la asiste presidencial Winifred Ames y el productor Stanley Motss, planeando una nueva cortina de humo tras sufrir el revés de la muerte de su supuesto e inventado héroe de guerra.

Se inventan un héroe que quedó atrapado tras las líneas enemigas en Albania. Inspirados por la idea de que fue «descartado como un zapato viejo».

Piden al Pentágono que proporcione un soldado de las fuerzas especiales con un nombre coincidente y se identifica a un sargento de apellido «Schumann», y con el vuelven a crear un relato audiovisual que llegará al pueblo americano.

Imágenes digitalizadas, canciones de fondo que hablan del “sueño americano”, héroes nacidos de la nada –que se fabrican siempre que sean necesarios, aunque salgan algo ranas, como en el film– capaces de levantar el espíritu patriótico de una nación.

Con esta historia se pretende crear un nuevo señuelo que enganche de nuevo el interés de los medios y de los electores con una función doble: hacer decrecer el interés sobre el escándalo sexual presidencial y, al mismo tiempo, elaborar un discurso patriótico que favorezca electoralmente al Gobierno.

Se trata de una lucha constante por marcar una agenda mediática adecuada a los intereses electorales de cada uno de los candidatos.

Es decir, si un escándalo sexual era una venta segura para los medios, una guerra, apoyada en el miedo al otro, lo es todavía más. Y, ahora, con el nuevo giro, será el propio presidente, quién en un discurso, anuncie la operación de salvamento.

Presidente: Amigos americanos doy gracias a Dios y estoy seguro de que todos nosotros agradecemos al Todopoderoso el poder para alcanzar la paz. La amenaza nuclear terrorista ha sido acallada.

Estamos en contacto con el Primer Ministro albanés, quien me asegura y este gobierno confía en sus palabras que su país no nos desea ningún mal. Un miembro ha sido abandonado tras lo que fueron las líneas enemigas. Solo puedo decir que los miembros del Grupo 303 sé que se han reunido para consolaros. A los padres del hombre perdido les digo que no escatimaremos esfuerzos para encontrar a este valiente y traerlo de vuelta a casa. […]

Y así, giro tras giro, no quiero destrozar la película a los posibles espectadores. Pero, la trama de toda la película no tiene desperdicio….

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La manipulación de la opinión pública se asemeja a una producción cinematográfica.

Política del «Show Business»

Recordemos que esta película se estrenó mientras estallaba en Washington el escándalo Lewinsky y la prensa nacional era objeto de crítica desde dentro y desde fuera.

El film supone la aceptación y comprensión total de la política compuesta en escena mediática en términos de «Show Business». Su protagonista, Conrad Brean, no deja de repetir, cada vez que le acusan de que el conflicto no puede ser real: “Lo he visto en televisión”.

Se produceuna situación social donde la imagen no es un sustituto de la realidad, sino que se convierte en la realidad misma, independientemente de haber existido o no. La apariencia de verdad pasa por la realidad misma.

Conviene recordar que esta película se estrenó en 1997, con Bill Clinton en la Presidencia de EE.UU., por lo que muchos espectadores no fueron ajenos a ciertos paralelismos.

Sus reveladas relaciones con la becaria Lewinsky, la larga persecución, con propuesta de moción de censura incluida, por parte de los republicanos, los silencios y, finalmente, las confesiones del presidente. Y, en medio de la historia, las intervenciones militares, no de cartón piedra, sino reales, en Sudán y Afganistán, el día 20 de agosto de 1998.

Otra curiosidad de esta película es que predijo con bastante precisión los motivos a esgrimir para la segunda Guerra del Golfo, también conocida como Guerra de Irak, un conflicto que comenzó el jueves 20 de marzo de 2003 y finalizó el domingo 18 de diciembre de 2011.

Esa guerra se justificó por dos argumentos fabricados por la administración de George Bush hijo y que ya se utilizaban en la película como coartada para la intervención bélica en Albania: la existencia de armas de destrucción masiva —en la película una maleta-bomba situada en Canadá— y las conexiones del país con grupos terroristas fundamentalistas.

Las cortinas de humo siempre han existido y existirán

Su máxima expresión se produce cuando es creada y lanzada por el propio sistema. Indudablemente, en estos casos, “las cortinas de humo” son fenómenos de desinformación y herramientas de gestión de la opinión pública.

El film se inicia con un dicho que recuerda que «es el perro quien mueve la cola». Por eso, cuando el productor Motts echa de menos el aplauso del público a su «espectáculo», «Solo lo he hecho por el mérito. Quiero todo el mérito», el sistema se encarga de recordarle, una máxima elemental, que «la cola no mueve al perro».

No se puede conocer lo que han creado para conseguir salvar la presidencia, como le han recordado, una y otra vez, a lo largo de la película. La clave está en la discreción y él no está dispuesto a guardar silencio. De ahí «su repentina muerte, mientras tomaba el sol en la piscina».

Al final, la realidad se impone. Una organización terrorista se atribuye la responsabilidad de un atentado en una ciudad albanesa, y obliga al gobierno estadounidense a enviar tropas a Albania «de nuevo». [Aunque nunca hubieran estado allí antes].

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Los protagonistas de «Cortina de humo» fueron invitados por el entonces presidente, Bill Clinton, a la Casa Blanca. Foto: Robert de Niro.

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