Lucas y Teso, dos magistrados progresistas que pugnan por la Presidencia de la Sala Tercera del Supremo
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27/11/2024 05:35
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Actualizado: 27/11/2024 00:47
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Lo paradójico de este dilema es que ambos aspirantes son magistrados progresistas, un concepto que induce a reflexionar sobre la naturaleza de la etiqueta, que se asemeja a un oxímoron, una figura retórica que combina en una misma expresión dos términos que parecen ser opuestos o contradictorios, generando una paradoja o contraste que invita a reflexionar.
Porque ser juez significa respetar, defender y aplicar la ley. No puede transgredirse bajo peligro de cometer el delito de prevaricar.
Sea como fuere, los dos pretendientes a la Presidencia de la Sala de lo Contencioso-Administrativo, que su último máximo responsable, César Tolosa, abandonó en diciembre de 2022 tras ser elegido magistrado del Tribunal Constitucional, han demostrado ser buenos profesionales en el oficio de administrar justicia. Pablo Lucas Murillo de la Cueva, desde 2001, y Pilar Teso Gamella desde 2008.
Lucas Murillo de la Cueva, el juez que autoriza al CNI a llevar a cabo operaciones encubiertas necesarias en defensa del Estado, ha sido el presidente accidental, o en funciones, de la Sala desde que se fue Tolosa.
La comparecencia de los aspirantes a presidir la Sala Tercera se desplegó como un diálogo profundo sobre los desafíos y tensiones inherentes al equilibrio entre tradición y cambio.
En cada palabra, en cada propuesta, se entretejieron no solo los ecos de una experiencia acumulada, sino también preguntas más amplias sobre la justicia, el liderazgo y la naturaleza misma del deber.
Ambos magistrados coincidieron en señalar la «grave» situación de la Sala Tercera, afectada por una crisis de vacantes. Pero más allá de una problemática administrativa, ¿qué implica realmente esta carencia?
En la metáfora de una casa que pierde vigas fundamentales, el esfuerzo extra de los magistrados no es solo una cuestión de trabajo, sino de sostener un edificio cuyo techo amenaza con colapsar. ¿Qué significa, entonces, el deber? ¿Es una carga impuesta o una elección consciente de quienes, a pesar de las grietas, eligen permanecer?
Lucas: el profesor que aprendió a juzgar
Pablo Lucas, con humildad y firmeza, se definió como «un profesor universitario que ha aprendido a ser juez». Su trayectoria, marcada por la transición desde el pensamiento académico –es catedrático de derecho constitucional– a la acción judicial, sugiere una reflexión sobre la evolución personal.
¿Puede alguien realmente aprender a juzgar? Tal vez, el acto de juzgar no sea un destino, sino un camino continuo en el que cada decisión abre nuevas interrogantes sobre lo justo y lo posible.
Lucas recordó su acceso a la carrera judicial por el quinto turno, reservado para juristas de reconocido prestigio, como si su entrada fuera el cruce de un umbral simbólico hacia un mundo donde las reglas ya no son solo conceptos, sino herramientas vivas que modelan la sociedad.
En su intervención evocó su labor como presidente interino desde enero de 2023, describiendo un liderazgo en el que evitó cambios organizativos innecesarios porque «no se llegó a puntos límite». ¿Qué nos dice esto sobre el valor de la moderación?
Quizá el liderazgo no sea solo la capacidad de transformar, sino también la sabiduría de reconocer cuándo no hacerlo.
En su trabajo, mencionó hitos como el control previo al CNI y sentencias significativas, como las del céntimo sanitario y las derivadas de la pandemia de COVID-19.
Aquí, uno podría preguntarse: ¿qué significa enfrentarse a los grandes temas de la sociedad desde la justicia? ¿Cómo puede un juez lidiar con las tensiones entre el interés colectivo y los derechos individuales, entre lo que es legal y lo que es moral?
Teso: la visión global de quien camina en lo grande
Por su parte, Pilar Teso trazó una narrativa diferente, pero igualmente profunda. «Toda la vida dedicada a lo contencioso-administrativo», afirmó, como quien contempla un río en el que ha navegado desde siempre.
Su experiencia, marcada por su presencia constante en «salas grandes con volumen de asuntos», le otorga, según sus palabras, una «visión global».
Pero, ¿qué implica realmente tener esa visión? ¿Es posible abarcar el todo sin perderse en los detalles? ¿O acaso la justicia se construye en ese delicado balance entre lo específico y lo universal?
Teso destacó hitos como sentencias sobre igualdad en permisos para familias monoparentales y decisiones de organismos internacionales como la ONU.
Su participación en los primeros juicios sobre la ilegalización de partidos políticos invita a reflexionar sobre el rol de la justicia como arquitecta de los valores democráticos. ¿Es el juez un mero intérprete de normas o un guardián de los principios que sostienen el tejido social?
Ambos magistrados abordaron el tema del tiempo con perspectivas diferentes. Lucas, consciente de su jubilación en 2026, habló de la experiencia adquirida para liderar un proceso de transición.
Teso, en cambio, presentó un plan estructurado en cinco años, una arquitectura diseñada para dar estabilidad a la presidencia y garantizar la eficacia en la admisión de recursos.
Aquí surge una pregunta ineludible: ¿es el tiempo un aliado o un enemigo en la tarea de liderar? ¿Se mide el impacto de un líder por la duración de su mandato o por la profundidad de su legado?
En su reflexión final, Teso abordó la cuestión de la paridad desde un lugar que va más allá de lo político.
«Las mujeres del Tribunal Supremo ya tienen de su lado el mérito y la capacidad», afirmó, reivindicando su posición como la primera mujer especialista en lo contencioso-administrativo en llegar a la Sala Tercera.
Su experiencia en «salas grandes» le ha enseñado no solo qué medidas funcionan, sino también el valor de una mirada femenina que, lejos de buscar cuotas, se afirma desde la excelencia.
¿Qué significa este logro en un ámbito históricamente dominado por hombres? ¿Es un paso hacia la verdadera igualdad o apenas un recordatorio de cuánto queda por recorrer?
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