La Fiscalía pide 162 años de cárcel para un «catfish», un depredador sexual de menores a través de Internet
El acusado es un "catfish", un individuo que crea un perfil falso en Internet haciéndose pasar por otra persona para ganarse la confianza de niños y adolescentes con el fin de explotarlos sexualmente o manipularlos. La Audiencia Provincial de Madrid lo juzgará mañana. Foto: Confilegal.

La Fiscalía pide 162 años de cárcel para un «catfish», un depredador sexual de menores a través de Internet

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02/2/2025 05:35
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Actualizado: 01/2/2025 17:53
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La Fiscalía de Madrid ha decidido que 162 años de cárcel podrían ser un buen comienzo para un sujeto cuyo currículum incluye la pederastia, la corrupción de menores y el arte del engaño digital.

Sí, hablamos de un tipo que, en lugar de dedicarse a coleccionar cromos o sellos, prefería acumular imágenes de niños desnudos y actos sexuales explícitos. Un hobby tan repugnante como ilegal, por si alguien lo dudaba.

El juicio, que se celebrará mañana en la Audiencia Provincial de Madrid, promete ser un espectáculo digno de los peores capítulos de Black Mirror. Al acusado se le imputa un delito de difusión de material pornográfico infantil, tres de utilización de menores para la elaboración de dicho material, 17 de embaucamiento de menores y 10 de exhibicionismo y provocación sexual.

Vamos, un currículum del horror que haría palidecer hasta al más curtido de los criminales.

Todo comenzó con una red de rastreo de la Policía Nacional, esos héroes anónimos que se pasan horas frente a pantallas, buceando en los abismos de internet para pescar a monstruos como este.

Entre el 10 y el 30 de marzo de 2020, el acusado descargó 145 archivos en los que aparecían menores desnudos, posando en actitudes sexuales y realizando actos que ningún niño debería conocer, y mucho menos protagonizar.

Pero no contento con eso, el sujeto decidió compartir su «colección» en una aplicación llamada edonkey, porque, al parecer, el morbo no es completo si no se comparte.

UN DEPREDADOR DE MENORES

Pero aquí no acaba la cosa. Durante 2020 y 2021, el acusado se convirtió en un auténtico «catfish» de lo siniestro. Un «catfish» es un individuo que crea un perfil falso en internet, generalmente haciéndose pasar por un menor de edad o por una persona de confianza, con el objetivo de ganarse la confianza de niños y adolescentes para luego explotarlos sexualmente o manipularlos.

Es fue lo que hizo. Creó un perfil falso en Instagram, simulando ser una chica joven, y se dedicó a contactar con menores de edad, algunos de apenas 16 años.

Con fotos y vídeos de una supuesta chica desnuda, lograba embaucar a sus víctimas, convenciéndolas de que se desnudaran y realizaran actos sexuales frente a la cámara. «Es para mí», les decía, mientras se frotaba las manos en la sombra de su habitación, como un depredador digital sacado de una pesadilla.

La Fiscalía, en un ejercicio de paciencia que merece un aplauso, ha detallado con precisión forense cada uno de los delitos.

Y, aunque 162 años de cárcel suenan a condena bíblica, lo cierto es que en este país las penas suelen reducirse más que un sueldo en rebajas.

Pero, al menos, es un gesto. Un gesto que dice: «Esto no lo vamos a tolerar». Aunque, claro, en un mundo donde la tecnología avanza más rápido que la ley, uno no puede evitar preguntarse cuántos más como él estarán ahí fuera, escondidos tras una pantalla, esperando su oportunidad.

El acusado, por su parte, seguramente seguirá argumentando que todo fue un error, un desliz, un malentendido. Pero la justicia, esa dama ciega que a veces tropieza pero rara vez cae, parece dispuesta a no dejarse engañar.

Porque, al final, lo que está en juego no son solo 162 años de cárcel, sino la integridad de esos niños que, gracias a tipos como este, han visto su infancia robada. Y eso es algo que no tiene perdón. Ni olvido.

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