Entre juicios internacionales y penaltis en el minuto 90: la increíble doble vida del abogado Manuel Ollé, presidente de la fundación propietaria de la SD Huesca
Manuel Ollé Sesé, socio director de la firma Ollé Sesé Abogados, relata en esta entrevista su faceta menos conocida: la de presidente de la Fundación Alcoraz, propietaria de la SA Huesca, equipo de la Segunda División. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

Entre juicios internacionales y penaltis en el minuto 90: la increíble doble vida del abogado Manuel Ollé, presidente de la fundación propietaria de la SD Huesca

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07/4/2025 00:45
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Actualizado: 07/4/2025 08:27
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Profesor de Derecho penal y de Derecho penal internacional, abogado en causas universales, autor de múltiples obras jurídicas y considerado uno de los juristas más prestigiosos del mundo en materia de Derecho penal internacional en lengua española, Manuel Ollé asumió en enero de 2024 la presidencia de la Fundación Alcoraz, principal accionista o propietaria de la Sociedad Deportiva Huesca.

Desde entonces, ha afrontado con rigor, compromiso e ilusión — tres factores que considera parte esencial del ADN del club— uno de los momentos más delicados en la historia de la entidad.

Lo ha hecho pro bono, sin cobrar un solo euro, movido por una profunda vocación de servicio. Esta entrevista recorre, con tono sereno y mirada crítica, las claves jurídicas, futbolísticas, personales e institucionales de una etapa que ha sido tan compleja como apasionante.

Un recorrido entre la toga y el balón, desde los tribunales internacionales hasta el césped del Alcoraz.

Usted no viene del mundo del fútbol. ¿Qué le llevó a asumir esta responsabilidad?

Así es, y nunca he pretendido serlo. Asumí esta responsabilidad en un momento crítico. En enero de 2024 se consumó un desastre pregonado. La situación corporativa y económica era sencillamente nefasta e insostenible, fruto de una pésima gestión anterior arrastrada.

Deportivamente, la pasada temporada salvamos el descenso, dos partidos antes de que concluyera. Asumí la presidencia por compromiso personal. Lo hice por amor a la SD Huesca, un club que forma parte de mi vida como aficionado, por respeto a su historia y porque no podía quedarme al margen, ante la grave situación que estaba atravesando.

Ahora se está cumpliendo el objetivo de estabilizar la situación del club.

Para la temporada actual nos marcamos como meta no descender. Hasta hace cuatro jornadas, yo miraba la clasificación por abajo. Ya la miro por arriba: estamos en puestos de ascenso a Primera División.

Pero, estoy aprendiendo que el fútbol es muy complicado, puedes hacerlo todo lo bien que sepas y puedas, pero siempre manda el verde. Todo depende de que el balón entre en la portería.

¿Cuál ha sido su retribución?

Todo ello lo he hecho pro bono. No he cobrado absolutamente nada. Mi única retribución ha sido la ilusión de ver al Huesca seguir compitiendo y de que el proyecto de la Fundación Alcoraz, con el fútbol base como bandera, seguirá siendo una realidad.

«Estoy aprendiendo que el fútbol es muy complicado, puedes hacerlo todo lo bien que sepas y puedas, pero siempre manda el verde. Todo depende de que el balón entre en la portería».

¿El club estuvo a punto de desaparecer justo antes de comenzar la temporada?

Sí, absolutamente. El 6 de agosto el club, en términos reales, había desaparecido. No podíamos inscribir a los jugadores, no había garantías financieras, entrábamos en concurso, y no respetábamos el límite salarial. Fue un momento límite.

Apenas unos días antes del inicio de la competición, la SD Huesca estaba al borde del abismo. Estuvimos a punto de jugar el primer partido en Elche con jugadores del equipo de tercera división y con juveniles.

El 6 de agosto fue uno de los días de mayor angustia de mi vida. Había fracasado frente a algo que por encima de todo afectaba a mi amor y pasión por mi club, había fallado a mi gente y a mi tierra.

Después de meses de intenso trabajo de toda la Fundación, me traicionaron, auténticos ruines y perversos que pretendieron aprovecharse y engañarnos.

Según cuenta Manuel Ollé, desde que asumió la presidencia de la Fundación Alcoraz ha trabajado para que se entienda, con hechos, que «el Huesca no es solo un equipo de la ciudad, que indudablemente lo es, sino un proyecto de toda la provincia». En la imagen, en su despacho de Madrid. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

¿Cómo consiguieron salir adelante?

El 10 de agosto, tras un esfuerzo enorme, mientras Huesca celebraba las fiestas patronales, conseguimos cerrar los ya llamados “acuerdos de San Lorenzo”, o acuerdos de la salvación.

Fue un acto de responsabilidad colectiva, de compromiso institucional y, sobre todo, de fe en el club. Agradezco profundamente a los actores, especialmente a los patronos de entonces de la Fundación y a su director general, que lo hicieron posible.

Ese día salvamos algo más que un club y su identidad: salvamos la historia, el escudo, el compromiso y la dignidad de una afición, y el futuro de todo un proyecto deportivo con niños y jóvenes que se forman en nuestra Fundación.

¿Cómo un penalista logró estructurar jurídicamente una operación mercantil tan compleja?

No sabe qué mal lo pasé. Fue un aprendizaje continuo, exprés, de derecho mercantil y derecho deportivo. Por suerte conté con la ayuda decisiva de Antonio García Lapuente, abogado y director de Cuatrecasas en Zaragoza.

Su sapiencia jurídica y especialidad en la materia fue fundamental en todo el proceso. Fue muy compleja, actuamos con urgencia, pero también con método y serenidad. Siempre tuve presente que, si era posible, había que evitar la venta del club a un tercero, ajeno a nuestra tierra y al ADN de la SD Huesca.

Aposté y me dejé el empeño en la opción local y gracias al compromiso y generosidad del Grupo y familia aragonesa Costa y del Grupo Arqa, conseguimos un préstamo para la Fundación por 6,1 millones de euros, que permitió ampliar el capital de la SD Huesca y resucitar.

Insiste en destacar el ADN del Huesca, ¿en qué consiste?

Humildad, discreción, esfuerzo, pertenencia, ilusión y resiliencia. Es trabajar sin ruido, con los pies en la tierra y el corazón en el escudo. Ese ADN es lo que nos hace distintos.

Me identifico profundamente con él. Es remar contra la corriente. Es mantenerse, el Huesca, fiel a sí mismo en medio de adversidades. Es el deseo de que en nuestro club no se hable ni chino ni árabe ni castellano con acentos raros.

Solo queremos que se hable en altoaragonés, en el lenguaje de nuestra tierra. Con el corazón altoaragonés, con autenticidad, con sentido común. Ese es nuestro idioma, y es el que nos hace familia.

Nuestro lema, lo dice todo: “fieles siempre sin reblar”. Nuestro ADN rechaza a los especuladores y a los que pretenden enriquecerse injustamente a nuestra costa.

«Aposté y me dejé el empeño en la opción local y gracias al compromiso y generosidad del Grupo y familia aragonesa Costa y del Grupo Arqa, conseguimos un préstamo para la Fundación por 6,1 millones de euros, que permitió ampliar el capital de la SD Huesca y resucitar».

Parece que usted quiere que trascienda del escenario urbano.

Porque es provincia. Desde que asumí la Presidencia he trabajado para que se entienda, con hechos, que el Huesca no es solo un equipo de la ciudad, que indudablemente lo es, sino un proyecto de toda la provincia.

El Alcoraz y la base aragonesa de fútbol está abierto a Fraga, a Benasque, a Barbastro, a Ayerbe, a cualquier rincón del Alto Aragón. Un niño o niña que siente nuestros colores en cualquier pueblo supone un triunfo mayor que cualquier gol.

Mientras haya un solo niño o niña en el Alto Aragón que sueñe con vestir esta camiseta, el esfuerzo habrá merecido la pena.

¿Qué papel tienen para usted la cantera y el fútbol base?

Fundamental. La cantera no es solo un recurso deportivo; es un compromiso con el territorio, con los valores y con la sostenibilidad. Formamos deportistas, pero también, y lo más importante, personas para el día de mañana. Primamos los estudios.

Cuando visité por primera vez la residencia donde viven nuestros jóvenes, ordené (y no soy muy de dar órdenes) que la sala de estudios estuviera abierta las 24 horas. Los jugadores, hombres y mujeres, que viven y entrenan con nosotros, deben tener acceso continuo al estudio, a la cultura a la formación personal.

Para mí, fútbol base y formación académica van de la mano. Así se construye identidad y también futuro. El trabajo que realiza Juanjo Camacho al frente de la base, como máximo responsable, es extraordinario. Representa esa conexión entre formación, deporte, esfuerzo y pertenencia.

Cuco Lanau, Manuel Ollé, Agustín Lasaosa y Javier Cruz durante la rueda de prensa que salvó al SA Huesca de la desaparición. Fue en agosto del año pasado. Foto: P.M.L./Alto Aragón.

¿Transmite algún mensaje común a sus alumnos y a los jugadores del primer equipo y de la cantera?

A todos les digo lo mismo: que sean personas íntegras. Que tengan ambición, pero también principios. Que la conciencia siempre esté tranquila. Que el talento es importante, pero el carácter lo es incluso más, que la humildad lleva al rendimiento óptimo y que el compromiso diario es lo que marca la diferencia.

En el aula o en el campo, el esfuerzo lo es todo. Quien trabaja con honestidad y con pasión, antes o después, triunfa.

¿Qué valoración hace del primer equipo, del entrenador Antonio Hidalgo y del cuerpo técnico actual?

Solo puedo tener palabras de admiración y gratitud. Los jugadores han mostrado un compromiso excepcional, tanto en los momentos difíciles como en los dulces.

Antonio Hidalgo, es un sabio, ha sabido dirigir con firmeza, serenidad y una idea clara de juego al vestuario, sin dejar de lado los valores humanos. Todo el cuerpo técnico y el «staff» ha trabajado con discreción, profesionalidad y entrega absoluta.

Ellos son, junto a la afición, el corazón que late cada jornada. Y no quiero olvidarme de otro pilar clave: los servicios médicos del Huesca. Su trabajo mudo es decisivo. Estoy profundamente agradecido por lo que están dando al club.

Usted es profesor universitario. ¿Ve paralelismos entre la docencia y la gestión de un club de fútbol?

Claro que sí. En ambos espacios se aprende a trabajar en equipo, a asumir derrotas, a celebrar sin arrogancia. El fútbol, como el Derecho, exige estrategia, preparación, análisis, intuición y sentido del límite.

A veces hay que saber cuándo hacer una falta táctica y cuándo apelar a la jurisprudencia. Y, como en la vida, el vestuario —como el aula— es un lugar donde se construyen identidades.

Cuando veo a los jóvenes del Huesca formándose dentro y fuera del campo, pienso en mis estudiantes: todos buscan lo mismo, crecer con dignidad y responsabilidad.

«En ambos espacios, en la docencia y la gestión de un club, se aprende a trabajar en equipo, a asumir derrotas, a celebrar sin arrogancia. El fútbol, como el Derecho, exige estrategia, preparación, análisis, intuición y sentido del límite».

¿Quién es, a su juicio, el mayor activo institucional del club?

Todos nuestros trabajadores, los actuales que son ejemplo de compromiso diario con la SD Huesca, y también algunos que nos dejaron. Lamentablemente, con gran dolor, tuvimos que hacer un ERE en el que salieron del club y la fundación excelentes personas.

Sin ninguna duda, el presidente del Consejo de Administración, Agustín Lasaosa, ocupa un lugar singular. Su conocimiento del fútbol, su empeño con y para el club, con el que está casado, su experiencia, su unión con la afición y su amor al Huesca, le convierten en un activo especial e imprescindible.

Trabajar a su lado es un privilegio. Y, por supuesto, nuestra sufrida y bendita afición, sin la que no seríamos nada.

Usted ha defendido casos contra personas acusadas de graves crímenes internacionales ¿Ha pasado más miedo en un partido del Huesca o en un tribunal internacional?

(Ríe) El miedo cambia de forma. Ante un dictador genocida, el miedo es procesal, estratégico, casi abstracto. En El Alcoraz u otro estadio donde jugamos, el miedo es puro, inmediato: ese penalti en el minuto 90, ese descenso que amenaza.

En ambos casos, la tensión es alta, pero distinta. Lo que sí puedo decir es que, en determinados partidos, he sentido una angustia muy parecida a la de un informe final en un juicio. Porque el Derecho busca justicia, pero el fútbol —cuando amas a tu equipo— te atraviesa el alma.

¿Cómo se vive la diversidad de sensibilidades en un palco de fútbol?

Habría que hacer un pequeño test a la entrada, porque hay quienes saben mucho de canapés, pero no tienen ni idea de lo que es un fuera de juego. El palco es un microcosmos.

Están los que vienen a buscar visibilidad interesada o negocios, y los que sienten el escudo con autenticidad. Yo respeto todas las presencias, pero solo valoro a quienes acuden por afición y pasión por el Huesca. El palco debe estar al servicio del club, no al revés.

Habría que prohibir la entrada a los enfermos de “palquitis”, que hay muchos. He detectado una suerte de distinción cualitativa, digna de estudio psicológico, en las muestras externas de alegría y de decepción que se producen en el palco.

Cuando marcas un gol, distingues rápidamente quien se alegra por pasión, sentimiento y afición y quien exclusivamente por su interés personal que suele ser incompatibles con los de la SD Huesca.

Cierto es que estar en un palco como dirigente es complicado. En mi caso me delata la pasión y afición que en situaciones extremas no puedo controlar y en determinados estadios me ha jugado malas y comprometidas pasadas.

Manuel Ollé en una foto tomada hace dos meses en el estadio de la SD Huesca en la que, como presidente del club, entregó a José Manuel Ramón y Cajal, presidente de la Asociación Española contra el cáncer de Huesca el cheque de 18.209,42 euros, fruto de la recaudación de la carrera «Huesca contra el cáncer» que organizó la sociedad deportiva. Foto: MO.

¿Practica un ritual antes de los partidos?

Sí (sonríe). Siempre bebo agua del Pirineo aragonés con gas antes de cada partido, y cuando jugamos fuera de casa, bebo doble, para reforzar el esfuerzo y apoyo. Es un acto de conexión con la tierra.

El Pirineo representa nuestras raíces, nuestra altura moral y nuestra dignidad. Me gusta pensar que esa chispa de agua pura y cristalina trae suerte.

¿Tiene más miedo a un fiscal o a la Liga de Fútbol Profesional?

Ja, ja, ja. Todo lo contrario. A ninguno. En realidad, ambas instituciones están para garantizar la legalidad: una desde el ordenamiento jurídico general, y la otra desde el marco normativo del fútbol profesional.

Cuando llamé a la puerta de La Liga me la abrieron. Nos exigieron todo con firmeza, sin concesiones, como debe ser. Pero eso no impidió que nos ayudaran.

Encontramos en su presidente, Javier Tebas, y en su equipo, una disposición real a escuchar, comprender y colaborar. Su apoyo fue decisivo para salvar al club. En tiempos donde sobran discursos y faltan gestos, ellos actuaron. Y eso se agradece profundamente.

¿Habría que tener VAR en los juicios?

Para eso están los tribunales superiores, que corrigen lo que procede cuando se equivoca un órgano inferior. Ahora mismo el VAR genera más inseguridad que claridad.

En Derecho, el Tribunal Supremo cumple una función unificadora de doctrina y garantiza la igualdad en la aplicación de la ley en todos los tribunales de España. El fútbol debería aprender de eso. Estoy harto de los criterios dispares que aplican los árbitros. El VAR en el fútbol necesita una unificación de criterios arbitrales.

¿Ha pensado en aplicar el Derecho penal al mundo arbitral?

Recientemente he propuesto reformas del Código Penal y del Estatuto de la Corte Penal Internacional para que se pueda perseguir el crimen de agresión, evitando la impunidad de figuras como Putin; u otras para la efectiva detención de dirigentes instalados en la barbarie como Netanyahu.

Y aunque el Derecho penal se rige por el principio de intervención mínima —solo deben tipificarse conductas graves y cuando no haya otra vía menos lesiva para su solución—, lo confieso, por incorrecto que sea: cuando pienso más con el corazón que con la razón, me ronda la cabeza plantear un proyecto de investigación I+D, para estudiar en qué casos extremos, determinadas conductas dolosas de árbitros podrían trascender el ámbito disciplinario y convertirse en delitos.

¿Por qué, por ejemplo, no puede existir una suerte de delito de prevaricación arbitral deportiva en el fútbol profesional? El efecto preventivo sería muy beneficioso para el fútbol español e internacional.

Por cierto, me repugna la cobardía de determinados árbitros que, no casualmente, siempre perjudican al humilde, se llame, por ejemplo, Huesca o Leganés. No obstante, reconozco la excelencia de muchos árbitros.

¿Hay prórrogas y penaltis en los tribunales?

Claro que los hay. Hay recursos in extremis, decisiones que se toman en el minuto 93 y errores que pueden marcar una carrera o una vida. Un buen jurista, como un buen delantero, nunca baja los brazos hasta que el árbitro pita el final.

«¿Por qué, por ejemplo, no puede existir una suerte de delito de prevaricación arbitral deportiva en el fútbol profesional? El efecto preventivo sería muy beneficioso para el fútbol español e internacional».

¿Qué opina de las 72 horas de descanso que pide el Real Madrid entre partido y partido?

Me parece un insulto a los trabajadores y trabajadoras de este país, que se dejan la piel en sus tareas diarias. Sobran señoritos en el mundo del fútbol. Si los “grandes” quieren ganar todas las competiciones, tendrán que tener fondo de armario y deberán gastarse en ello el dinero.

Nosotros tenemos una plantilla corta. Terminamos muchos partidos con jugadores del equipo del segundo equipo sobre el campo. Y competimos. Damos la cara. Lo demás es un discurso de privilegio que no resiste comparación con la realidad de la mayoría de clubes.

¿Y qué piensa del dinero que mueve el fútbol?

Es irracional. La desproporción es alarmante. No solo en los grandes fichajes, sino en la lógica que ha colonizado al fútbol: una lógica financiera que ignora por completo el valor comunitario del deporte.

Se habla de millones con una ligereza obscena, mientras muchas familias apenas pueden permitirse una entrada. El fútbol no puede ser solo un mercado; debe seguir siendo un bien colectivo, socialmente accesible.

Cuando el dinero sustituye al proyecto, todo se desvirtúa. La solución vendrá por la racionalidad económica, pero me temo que es una utopía.

¿Fue futbolista?

Jugué a nivel universitario. Me encantaba entrenar, competir, sudar cada balón. Quizás por eso disfruto tanto del fútbol: porque aún lo vivo con la pasión del que nunca dejó de soñar con ser parte del juego.

¿Quién es su ídolo como jurista y como futbolista?

Como jurista, mi maestro, Enrique Gimbernat Ordeig. Su magisterio e inteligencia, su rigor e independencia y su coraje intelectual nos han marcado a generaciones de penalistas.

Como futbolista, a todos y cada uno de los jugadores de la Sociedad Deportiva Huesca, con nuestro capitán Jorge Pulido a la cabeza que encarna nuestro ADN sobre el césped, es generoso compañero de sus compañeros. Un capitán que no necesita gritar para hacerse oír.

Diga la verdad: ¿sueña con volver a Primera División?

Hoy sí. Nos hemos ganado ese sueño real. Pero no por nostalgia. Lo hago con los pies en el suelo y la cabeza en el horizonte. El Huesca tiene el alma, la estructura, la cantera y la ilusión para volver a estar entre los grandes.

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