Juan Faro fue puesto en libertad sin fianza. El juez del caso ordeno que le devolvieran todos sus vehículos. Afirma que la investigación no tiene base. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.
Juan Faro, el “influencer” y empresario que sortea coches de alta gama, reivindica públicamente su inocencia tras pasar 101 días en prisión
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14/4/2025 05:40
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Actualizado: 14/4/2025 09:04
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Juan Faro, 37 años, empresario e “influencer”, es un hombre positivo. Tras recuperar su libertad, después de pasarse 101 días en prisión y ver cómo sus negocios y su reputación se hacían pedazos tras su detención, considera que esta dura prueba que le ha puesto la vida le ha hecho más fuerte.
Ha supuesto una lección vital: «Han intentado arruinar mi vida y la de mi familia, pero he salido fortalecido. Tengo salud, no sufro una enfermedad incurable y no he sufrido un accidente irreparable. Soy joven y tengo energía. No han encontrado nada porque no había nada. Ahora solo quiero recuperar lo que es mío”, explica.
Lo que no quiere decir que no quiera llegar hasta el fondo del asunto, de lo que considera un atropello a su familia, a su persona y a sus negocios.
Y razones tiene para ello. Porque desde el 11 de diciembre de 2024 hasta el 24 de marzo de 2025, en que ha estado privado de su libertad tras ser detenido en Sevilla, donde se encontraba haciendo un curso de paracaidismo, su vida se volvió del revés. Literalmente.
Hasta ese momento parecía tenerlo todo en la vida: éxito empresarial, reconocimiento y un estilo de vida lujoso que compartía con miles de seguidores en redes sociales, que seguían los sorteos de vehículos de alta gama que realizaba periódicamente.
Coches de marcas tan famosas como Lamborginis, Ferraris, Porsches, Mercedes… Pero también se movía en el sector inmobiliario, compra-venta de vehículos, textil, en el sector inmobiliario. «No me considero un buen empresario pero sí soy bueno generando dinero. Mis ideas tienen réditos», afirma.
El último año sus empresas facturaron casi tres millones de euros, apunta. Este año comenzaba un nuevo ciclo tras trasladarse a los Emiratos Árabes Unidos. A Dubai.
LA BASE DE LA ACUSACIÓN
Juan Faro, su socio y dos personas más fueron detenidos acusados de los supuestos delitos de blanqueo procedente del tráfico de drogas y fraude fiscal. Esa fue la base de la acusación.
La consecuencia directa es que ingresaron en prisión. Durante los dos primeros meses el juez Manuel Muñiz Piñeiro, titular del Juzgado de Instrucción 2 de Arona, Tenerife, decretó el secreto del sumario a petición del fiscal de la causa.
Toda la investigación, llevada a cabo por Asuntos Internos de la Policía Nacional –por su pasado como policía y el de su socio, también expolicía–, se basaba en las indagaciones sobre un conocido canario de Faro, con el que no tenía relación alguna personal, y por el hecho de que este empresario e “influencer” poseía el 25 % de una discoteca de Gran Canaria.
«Han intentado arruinar mi vida y la de mi familia, pero he salido fortalecido. Tengo salud, no sufro una enfermedad incurable y no he sufrido un accidente irreparable. Soy joven y tengo energía. No han encontrado nada porque no había nada. Ahora solo quiero recuperar lo que es mío”, explica.
La investigación por tráfico de drogas había sido archivada un año antes de su detención. Dato del que se enteró el juez poco antes del interrogatorio telemático que le realizó a Faro hace casi tres semanas. La Policía, al parecer, no le informó de todos los detalles.
El resultado de su testimonio fue fulminante: el juez ordenó su puesta en libertad sin fianza alguna (el fiscal solicitaba la imposición de 400.000 euros) y que le devolvieran todos los vehículos que le habían incautado: un Ferrari, un Mercedes clase C, una autocaravana, un Audi A1 y un Lamborghini Aventador.
«De los delitos de tráfico de drogas y fraude fiscal agravado nada de nada», afirma. Con lo que el delito de blanqueo tampoco se puede mantener. Porque sin el delito base, sin un origen delictivo de los fondos que se pretenden lavar, no puede existir el segundo. Pero hay que esperar a que termine la instrucción.
EL JUEZ ESCUCHÓ MIS RAZONES
«El juez escuchó mis razones. Contesté a todas sus preguntas y las del fiscal. En tres meses de investigaciones no habían podido encontrarme nada porque no había nada. Ni 5 euros que no haya podido justificar. Yo pagaba todo con tarjeta de crédito para poderme desgravar”, explica Faro.
El “influencer” y empresario no quiere señalar a nadie con nombres y apellidos. Pero es muy consciente de que fueron a por él.
“Esta ha sido una persecución orquestada desde Asuntos Internos [de la Policía Nacional], manipulada desde el minuto uno y filtrada a la prensa, incluso antes de iniciar el registro de mi casa, en Torrelodones, en Madrid. Han querido hundirme y no lo han conseguido”, subraya.
Durante su estancia en prisión, Faro se enfocó en fortalecerse mentalmente: «Leí 36 libros en 101 días, medité, escribí, ayuné. En vez de dejarme vencer, aproveché para crecer como persona», explica.
“Fue muy duro. Soy muy consciente de que mi detención está afectando a mis negocios. Por eso quiero que todo el mundo sepa que lo que me ha ocurrido ha sido un montaje que se aclarará. Estoy seguro”, asevera.
Faro busca limpiar su nombre. «Acepté una entrevista televisiva inmediatamente después de salir de prisión [“Código 10”, en Cuatro] para defender mi inocencia públicamente. Porque quiero que la gente sepa la verdad».
Reconoce que su reputación y sus negocios han sufrido un daño profundo: «Mis cuentas están bloqueadas, los bancos me tratan como un apestado. Pero confío, sinceramente, en que la justicia prevalecerá. La prueba es que estoy hablando con usted, aquí, libre”.
POLICÍA POR VOCACIÓN Y CAMPEÓN DE FISIOCULTURISMO
Antes de convertirse en un conocido empresario digital, Faro, gallego de Mondáriz, Pontevedra, fue agente de la Escala Básica de Policía Nacional. Sacó la oposición en un año y con 21 años tuvo su primer destino, Murcia.
Le apasionaba su trabajo, patrullar las calles. “Ni siquiera cogí vacaciones ese primer año porque disfrutaba enormemente mi trabajo», recuerda.
Su vida cambió drásticamente cuando se volcó en el fisioculturismo profesional. Llegó a ganar el Campeonato de España dos veces, fue campeón europeo y campeón mundial una vez, y también Mister Olimpia.
Lo de los tatuajes comenzó a los 30 años, porque le gustaban.
Sin embargo, tras varios años, tuvo un conflicto con su superior, un inspector jefe en Castellón, que quería que abandonara el fisioculturismo. “Te voy a hacer elegir entre la Policía Nacional y el fisioculturismo. No puedes vivir mejor que un jefe”, me dijo.
“Pedí el traslado a Madrid pero cuando solicité la excedencia me informaron que mi anterior jefe, el de la advertencia, me había abierto un expediente disciplinario. Por eso no me la dieron. Abandoné la Policía. Con los negocios de ‘coach’ a través de la red y otras actividades empresariales facturaba cinco veces más que el sueldo de Policía de la Escala Básica”, cuenta.
Faro construyó su fortuna a través de empresas digitales, gimnasios de alto nivel y, especialmente, sorteos «online» de coches de lujo.
«Mi Mercedes, que sufrió un siniestro sin solución, fue arreglado casi por error. Lo sorteé ‘online’; esa fue la chispa», relata. De ahí pasó a rifar coches cada vez más caros, generando cientos de miles de euros.
Fueron precisamente estos sorteos lo pusieron en el foco de la Agencia Tributaria y la Policía. «Cada uno de ellos estaba legalmente respaldado, cumpliendo estrictamente con Loterías y Apuestas del Estado. Nunca cometí fraude alguno», insiste.
Según Faro, esta investigación policial exageró contactos casuales con personas con antecedentes policiales, utilizándolos para acusarlo injustamente de vínculos con el narcotráfico.
Asuntos Internos consideró que su alto nivel de vida era un indicio de blanqueo, argumentando que los coches que adquiría cada año dieran de mayor valor y en valor número.
“En mi opinión, han actuado sobre la base de un espejismo. Ahora me queda esperar. Mi abogado va a pedir el sobreseimiento libre de la causa. Porque la investigación que me ha tenido 101 días en prisión no tiene base. No queda otra”, concluye.
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