Neurotecnología y control mental: la distopía que Pablo López Simón plantea en su novela OCMO ya no parece ciencia ficción
Pablo López Simón plantea en su novela OCMO un futuro en el que las personas pueden aprender cosas mientras duermen merced a un dispositivo implantado en el cerebro. Un avance tecnológico que tiene un lado oscuro muy peligroso. Foto Confilegal.

Neurotecnología y control mental: la distopía que Pablo López Simón plantea en su novela OCMO ya no parece ciencia ficción

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01/6/2025 05:40
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Actualizado: 31/5/2025 20:33
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En un mundo donde la inteligencia artificial avanza a una velocidad vertiginosa, y las redes sociales se han convertido en altavoces de ideologías, bulos y polarización, Pablo López Simón irrumpe con OCMO, una novela distópica que es también una advertencia lúcida sobre el futuro que estamos construyendo —o consintiendo— sin apenas darnos cuenta.

Escrita con precisión narrativa y conocimientos técnicos, OCMO se plantea como una ficción inquietantemente cercana: una gran corporación farmacéutica desarrolla un dispositivo cerebral capaz de enseñar a las personas mientras duermen.

Sus «clientes» aprenden idiomas, carreras, y adquieren todo tipo de conocimientos mientras descansan apaciblemente en los brazos de Morfeo.

Pero lo que comienza como una promesa de conocimiento universal, acaba transformándose en una herramienta de control social y político masivo.

A partir de ahí, se desata una trama de intereses, resistencias y dilemas éticos que invitan al lector a hacerse una pregunta incómoda: ¿hasta qué punto estamos dispuestos a sacrificar nuestra libertad por comodidad y eficiencia?

Una epifanía que encendió la chispa

López Simón confiesa que el origen de la novela fue una revelación personal, una epifanía: el asombro ante las posibilidades (y riesgos) de la neurotecnología aplicada al aprendizaje.

“A todos nos gustaría aprender más y mejor. ¿Y si existiera un sistema que lo permitiera sin esfuerzo? ¿Y si mientras dormimos pudiéramos adquirir conocimientos?”, se pregunta.

Pero esa misma idea, tan seductora, le llevó de inmediato a explorar su reverso oscuro, ese concepto que se ha vuelto tan popular después de la irrupción de la saga Star Wars y su malo por antonomasia, Darth Vayder, antes Anakin Skywaler: “¿Y si alguien utilizara esa tecnología para influir en lo que pensamos, sin que lo sepamos?”.

Así nace OCMO, cuyas siglas no se desvelan hasta bien avanzada la trama, y cuya protagonista, Marina, inicia un camino de resistencia al descubrir que la tecnología que se promociona como progreso es en realidad una amenaza para lo que más valora: las personas que ama y su libertad de pensar.

De la consultoría a la narrativa: una trayectoria marcada por la innovación

Aunque OCMO es su primera novela publicada, Pablo López Simón no es nuevo en el mundo de las ideas.

Licenciado en marketing y con formación tecnológica, ha trabajado durante décadas como consultor de innovación para grandes empresas, ha fundado su propia compañía —centrada en experiencia de cliente y marketing digital— y ha sido directivo en gigantes como IBM.

“Siempre me gustó escribir, pero nunca me había lanzado en serio. Con el cambio de vida decidí apostar por ello”, explica.

Su bagaje profesional se nota en la novela, no solo por el realismo tecnológico con el que describe los entornos, sino por su conocimiento profundo del comportamiento del consumidor, el uso del Big Data y la lógica empresarial que empuja a veces a las organizaciones a saltarse la ética para maximizar beneficios.

“La tecnología no es ni buena ni mala por sí misma. El problema es quién la controla y con qué fines”, sostiene.

“Las redes sociales ya han convertido a los ‘influencers’ en mercenarios de ideas. Hay quien vende productos, otros venden ideologías. Y a cambio de dinero o visibilidad, son capaces de modificar estados de opinión”, López Simón.

Pablo López Simón con la portada de su libro, OCMO, que plantea grandes interrogantes para nuestro desarrollo como seres humanos a través de la neurotecnología, tan en boga últimamente. Foto: Confilegal.

El cerebro como campo de batalla

La premisa de OCMO no es descabellada. La neurociencia y la inteligencia artificial ya permiten interacciones cada vez más sofisticadas entre máquinas y cerebro. “Ya hay dispositivos que inducen alucinaciones, que alteran emociones. Faltan años, pero no estamos tan lejos”, alerta López Simón.

Conoce muy bien el percal sobre el que ha escrito.

En su novela, el dispositivo implantado permite aprender mientras se duerme, pero también recibir mensajes que el cerebro incorpora sin pasarlos por el filtro del pensamiento racional. El resultado es una población progresivamente dócil, sin espíritu crítico, y moldeable según los intereses del poder económico y político.

“Si no eres consciente de la información que recibes, no la razonas. Y si no la razonas, no la haces tuya. Es conocimiento sin conciencia, y eso es peligrosísimo”, afirma.

«Influencers», redes y el ocaso del pensamiento crítico

López Simón denuncia que no hace falta esperar al futuro para ver cómo se manipula a la sociedad. Basta mirar el presente. “Las redes sociales ya han convertido a los ‘influencers’ en mercenarios de ideas. Hay quien vende productos, otros venden ideologías. Y a cambio de dinero o visibilidad, son capaces de modificar estados de opinión”, dice.

En OCMO aparecen campañas de desinformación perfectamente diseñadas, similares a las que ya hemos visto en procesos como el Brexit o la elección de Trump. “’Microtargeting’, ‘bots’, campañas emocionales… No es ciencia ficción. Está ocurriendo”, subraya.

La novela muestra cómo basta con influir en pequeños grupos para alterar resultados electorales en distritos clave. “En provincias españolas ha habido diferencias de escaños por menos de 300 votos. ¿Qué impide que alguien con dinero y datos orqueste una campaña para alterar ese resultado?”, se pregunta. “Nos movemos más por miedo que por lógica. Y eso nos hace vulnerables”.

La dictadura de la comodidad

Uno de los conceptos clave que atraviesa OCMO es la “dictadura de la comodidad”. Para el autor, estamos cada vez más dispuestos a ceder parcelas de libertad y privacidad a cambio de facilidades tecnológicas. “¿Quién se aprende hoy un número de teléfono? ¿Quién memoriza cómo llegar a un sitio si tiene GPS? Nos estamos dejando llevar”, afirma.

Esto, a su juicio, conduce a una “descapitalización del conocimiento”. Tener acceso a la información no es lo mismo que poseerla. “El saber requiere esfuerzo, interiorización, reflexión. Pero hoy queremos respuestas inmediatas. Y si no las da Google, las da una IA”, critica.

La educación, en este contexto, se enfrenta a un desafío mayúsculo: “Los jóvenes creen que con el móvil pueden responder a cualquier cosa. Pero en una entrevista de trabajo, no puedes decir: ‘espere que lo busco’. Necesitas pensamiento autónomo. Y eso se está perdiendo”.

El futuro que vaticina ya está aquí. Pablo López Simón señala a los «influencers», a los que las redes sociales han convertido en mercenarios de ideas. Son capaces de modificar estados de opinión. Foto: Confilegal.

De «Black Mirror» a George Orwell, pasando por la Deep Web

OCMO tiene reminiscencias de algunos episodios de Black Mirror, aunque su tono narrativo es más cercano al thriller social que a la ciencia ficción pura. Síntoma de que las preocupaciones que el autor no son solo españolas sino internacionales.

Reconoce que el escenario que plantea su novela —donde una gran empresa manipula las conciencias humanas mediante chips neuronales y técnicas de marketing hiperdirigido— tiene paralelismos directos con el control totalitario descrito por George Orwell en su celebérrima novela «1984».

El autor también introduce elementos como la Deep Web y la Dark Web, no como simples recursos de novela negra, sino como analogías del lado oculto de la tecnología. “Son el barrio en el que nunca te meterías de una ciudad. Lugares sin reglas, donde se trafica con información, con identidad, con datos sensibles”, explica.

En ese subsuelo digital se forja parte de la conspiración que sustenta la trama de OCMO, en la que no faltan corporaciones farmacéuticas, científicos al límite de la ética y asesinos a sueldo.

Pero más allá del suspense, la novela es una llamada a la reflexión.

«La clave no está solo en detectar bulos, sino en fomentar la capacidad de sospechar. «Tenemos que enseñar a los jóvenes a hacerse preguntas, a dudar, a buscar fuentes. No basta con decir ‘esto es falso’, hay que enseñar por qué”, insiste».

Educación o barbarie: la última frontera

López Simón no cree en la censura tecnológica, pero sí en la necesidad urgente de educación crítica. “No se pueden poner puertas al campo. Siempre habrá quien desarrolle nuevas tecnologías. Pero podemos decidir cómo y para qué se usan. Y eso empieza en las escuelas y en las familias”.

Para él, la clave no está solo en detectar bulos, sino en fomentar la capacidad de sospechar. “Tenemos que enseñar a los jóvenes a hacerse preguntas, a dudar, a buscar fuentes. No basta con decir ‘esto es falso’, hay que enseñar por qué”, insiste.

En su opinión, la verdadera batalla del siglo XXI se librará entre quienes quieran convertir a las personas en consumidores obedientes de contenidos precocinados y quienes defiendan el pensamiento libre. “Y la IA, las redes y los algoritmos están del lado de los primeros, si no reaccionamos”.

“Nos estamos volviendo programables”

López Simón no es catastrofista. Pero sí ve con preocupación la falta de debate sobre los límites del progreso. “Nos están enseñando a consumir, a reaccionar, a compartir. Pero no a pensar. Y eso nos convierte en programables. En código fuente abierto para quien sepa manipularnos”.

Frente a ello, propone una resistencia cotidiana: cuestionar, leer, dialogar, educar. Y sobre todo, no ceder a la pereza intelectual. “Si no ponemos el cerebro a trabajar, otro lo hará por nosotros. Y entonces será demasiado tarde para darnos cuenta de que ya no pensamos por nosotros mismos”.

Una segunda novela en camino

Tras la publicación de OCMO, López Simón trabaja ya en su segunda obra, de corte más psicológico, con una historia más íntima. Mientras tanto, compagina la escritura con su labor docente y consultora.

Imparte clases en universidades como UNIR o el Instituto de Empresa, y asesora a empresas sobre innovación responsable y experiencia de cliente.

Su compromiso con la divulgación va más allá de la literatura. Ha iniciado también un ensayo sobre los riesgos del transhumanismo y el papel que juegan los valores en un mundo hipertecnologizado.

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