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Opinión | Inteligencia artificial en la abogacía: ¿aliada o amenaza?
Carlos Franco, abogado especialista en privacidad, aborda el dilema de lo que puede representar la Inteligencia Artificial para los profesionales de la abogacía. Foto. Confilegal e imagen generada por IA.
30/6/2025 05:35
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Actualizado: 29/6/2025 19:23
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La Abogacía se encuentra en un momento de inflexión. Tras décadas de relativa estabilidad en cuanto a metodologías de trabajo, la irrupción de la inteligencia artificial (IA, en adelante), ha supuesto una profunda disrupción afectando a la forma de trabajar en la profesión.
El fenómeno no es nuevo en términos tecnológicos, pero su accesibilidad, su capacidad de interactuar en lenguaje natural y su creciente fiabilidad han acelerado su incorporación al sector jurídico.
Por lo tanto, la IA ya está presente en la práctica jurídica cotidiana, a través de aplicaciones como ChatGPT[1], Claude[2], Copilot[3] o Gemini[4], aunque su grado de implementación varía según el tipo de despacho, la jurisdicción y el perfil profesional.
En la mayoría de firmas, se utiliza de forma experimental o como apoyo a tareas repetitivas, pero la introducción de aplicaciones concretas está demostrando una clara utilidad operativa.
En este sentido, el uso más extendido de estas herramientas basadas en modelos de lenguaje consiste en el redactado de borradores de contratos, informes, demandas o alegaciones, que luego deben ser revisados y personalizados por los profesionales con la finalidad de identificar posibles errores, incoherencias o cláusulas de riesgo, y proponer mejoras en el estilo o la estructura del texto.
Otra aplicación destacada es la búsqueda de doctrina y jurisprudencia, pues, a diferencia de los motores de búsqueda tradicionales, estos sistemas pueden interpretar la intención detrás de la consulta y ofrecer resultados más ajustados, incluso si las palabras clave no coinciden exactamente.
Asimismo, también es cada vez más habitual el uso de IA en tareas relacionadas con el Compliance y la auditoría legal debido a la facilidad de estos sistemas de analizar grandes volúmenes de documentos para detectar patrones de riesgo, posibles incumplimientos normativos o áreas que requieren revisión.
Particularmente en procesos de due diligence, esta capacidad de análisis masivo supone una ventaja competitiva significativa.
En el ámbito del marketing judicial, se están comenzando a integrar chatbots que recogen información preliminar del cliente, ofrecen orientación básica y permiten automatizar tareas administrativas como la gestión de citas o el seguimiento de expedientes, aunque su uso debe estar limitado a funciones de bajo riesgo y con las máximas cautelas de confidencialidad, protección de datos y secreto profesional.
Por último, los avances en traducción automática especializada han permitido que la IA se emplee en la traducción de documentos legales, con niveles de precisión superiores a los de los traductores humanos resultando especialmente útil y ágil en despachos con proyección internacional o que trabajan en entornos multilingües[5].
CONFIDENCIALIDAD Y SECRETO PROFESIONAL
Por otro lado, el avance de la inteligencia artificial en la Abogacía, aunque prometedor, no está exento de riesgos sustanciales que deben ser evaluados con cautela.
Uno de los más relevantes es el que afecta a la confidencialidad y secreto profesional de la información, pues la mayoría de los sistemas de IA generativa disponibles en el mercado funcionan como servicios en la nube, lo que implica que los datos introducidos —incluidos nombres de clientes, hechos de un caso o información estratégica— pueden almacenarse o utilizarse para seguir entrenando el modelo.
Esta práctica, a menudo recogida en la letra pequeña de los términos y condiciones de uso, así como en la información previa sobre protección de datos podría vulnerar el secreto profesional, infringir la normativa de protección de datos o incluso comprometer el resultado de un procedimiento judicial.
«Mirar al futuro de la Abogacía en la era de la Inteligencia Artificial exige abandonar tanto el catastrofismo como el entusiasmo ingenuo. No se trata de una profesión destinada a desaparecer como algunos auguran, sino de una que está llamada a transformarse».
A ello se suma la opacidad con la que funcionan muchos de estos sistemas pues los LLM (Large Language Models)[6] operan como “cajas negras” generando resultados sin ofrecer una trazabilidad clara del razonamiento seguido.
Desde el punto de vista de la deontología profesional, también surgen dudas relevantes.
¿Debe el abogado informar al cliente de que ha utilizado inteligencia artificial en la preparación de su asesoramiento? ¿Es legítimo delegar en una máquina funciones que implican juicio moral, análisis crítico o interpretación normativa? ¿Qué responsabilidad tiene el letrado si una recomendación automatizada resulta errónea o perjudicial?
Estas preguntas no tienen respuestas simples, pero obligan a redefinir el perímetro de actuación profesional en un entorno mediado por tecnología.
EL TRIBUNAL SUPREMO DE ARKANSAS PROHÍBE LA IA CON DATOS JUDICIALES INTERNOS
Sobre este punto, recientemente el Tribunal Supremo de Arkansas publicó –en formato borrador– la Orden Administrativa nº 25 (2025 Ark. 117)[7], que podría convertirse en el primer veto judicial significativo al uso de IA por parte de abogados, jueces y personal judicial.
La orden prohíbe expresamente “el uso de IA generativa con datos judiciales internos”, señalando el riesgo de que dichos sistemas conserven información confidencial y la empleen en su propio entrenamiento, lo cual podría violar normas existentes sobre acceso a registros judiciales, el secreto profesional y reglas de conducta legal.
Esta medida pone el foco en quienes operan dentro del sistema judicial prohibiéndoles “intencionalmente exponer” datos internos a plataformas de IA generativa. Sólo se contempla una excepción: los proyectos de investigación y análisis autorizados por el Comité de Automatización del Tribunal.
El periodo de consulta pública finaliza el 1 de agosto de 2025, momento tras el cual se evaluarán opiniones y se implementará la versión definitiva de la orden.
El precedente es especialmente relevante dado el contexto reciente de “AI hallucinations”[8], en el que Abogados han presentado documentos con citas falsas generadas por IA, lo que ha llevado a sanciones y a que tribunales refuercen medidas para evitar dichos riesgos.[9]
Este caso plantea nuevos interrogantes: ¿supone un exceso de cautela frente a una tecnología transformadora, o un acto necesario para proteger la confidencialidad judicial y secreto profesional?
CONTROLES JURÍDICO Y PROTOCOLOS OFICIALES PARA INTEGRAR LA IA
En todo caso, marca el camino de que la integración de IA en el derecho debe ir acompañada de controles jurídicos claros, protocolos oficiales y supervisión institucional y no limitarse a adoptar cierta tecnología por “estar de moda”.
Mirar al futuro de la Abogacía en la era de la Inteligencia Artificial exige abandonar tanto el catastrofismo como el entusiasmo ingenuo. No se trata de una profesión destinada a desaparecer como algunos auguran[10], sino de una que está llamada a transformarse.
El Abogado del futuro deberá dominar no solo el Derecho, sino también las herramientas que permiten automatizar tareas, analizar grandes volúmenes de datos, generar contenidos o interactuar con clientes a través de canales digitales.
Pero, sobre todo, deberá ejercer un nuevo tipo de liderazgo: el de la supervisión inteligente de sistemas algorítmicos.
Esta evolución profesional vendrá acompañada de una ampliación del perfil competencial donde el Letrado deberá alfabetizarse tecnológicamente[11] logrando así una ventaja competitiva.
A mayor abundamiento, se avecinan nuevas especialidades jurídicas vinculadas al desarrollo, uso y litigación de sistemas de inteligencia artificial.
La figura del legal engineer, el experto en ética algorítmica o el auditor jurídico de IA serán perfiles cada vez más demandados, tanto en despachos como en empresas y administraciones públicas.
[1] https://chatgpt.com/
[2] https://claude.ai/login?returnTo=%2F%3F
[3] https://copilot.microsoft.com/
[4] https://gemini.google.com/
[5] Ello, obviamente, sin perjuicio de la necesidad de aportar las debidas traducciones juradas a los procesos judiciales oportunos
[6] Más información en: https://es.wikipedia.org/wiki/Modelo_extenso_de_lenguaje
[7] Disponible en: https://law.justia.com/cases/arkansas/supreme-court/2025/2025-ark-117.html
[8] Más información en: https://www.ibm.com/es-es/think/topics/ai-hallucinations
[9] Cfr. PLATT, A., “Arkansas Supreme Court releases proposed rule for artificial intelligence”, Arkansas Advocate, 9 de junio de 2025. Disponible en: https://arkansasadvocate.com/2025/06/09/arkansas-supreme-court-releases-proposed-rule-for-artificial-intelligence/
[10] https://www.elconfidencial.com/juridico/2021-06-29/futuro-abogacia-fuerza-laboral-desaparecera-en-2050_3155859/
[11] Vid. Artículo 4 del Reglamento (UE) 2024/1689 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 13 de junio de 2024, por el que se establecen normas armonizadas en materia de inteligencia artificial y por el que se modifican los Reglamentos (CE) n.o 300/2008, (UE) n.o 167/2013, (UE) n.o 168/2013, (UE) 2018/858, (UE) 2018/1139 y (UE) 2019/2144 y las Directivas 2014/90/UE, (UE) 2016/797 y (UE) 2020/1828 (Reglamento de Inteligencia Artificial)
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