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Sobre «El poder judicial amordazado»

Sobre «El poder judicial amordazado»
Ángel Dolado es titular del Juzgado 6 de Familia de Zaragoza y decano en funciones de los Juzgados de Zaragoza.
08/3/2016 09:29
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Actualizado: 08/3/2016 09:29
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El juez decano de Guadalajara, Jesús Villegas acaba de publicar “El poder amordazado”, La historia oculta de cómo el poder político se ha infiltrado en la justicia española.

Está teniendo gran repercusión en el entorno jurídico-judicial e importante eco en medios de comunicación porque realiza un severo y realista análisis de la justicia española, de la colonización de los partidos políticos sobre el poder judicial, del modelo ideal de juez y de soluciones para evitar una deriva perjudicial e involucionista para España.

Afirma que sabemos que algo funciona mal en la justicia porque, en muchos sentidos, está vendida a la política.

Existen fallos estructurales en el sistema al quedar al arbitrio de los partidos políticos y aventura que atribuir la investigación penal a una fiscalía dependiente del gobierno y eliminar los juzgados unipersonales a favor de macroestructuras futuras al amparo de una falsa mayor eficacia y eficiencia será la puntilla definitiva al principio de separación de poderes o al nuevo concepto de “controles y contrapesos” (checks and balances).

Esto es coincidente con el artículo España ¿un país sin frenos? del profesor de organización constitucional del Estado Rafael Jiménez Asensio en el libro «La corrupción en España. Ámbitos, causas y remedios jurídicos», donde indica que el gran problema real –para que nuestro sistema de separación de poderes y de control del poder no funcione- es la patrimonialización del espacio institucional público, el clientelismo político galopante que, como metástasis en un cáncer, se expande por todos los rincones de la vida pública y anega la libre concurrencia, el mérito y la profesionalización siempre pendiente de nuestras instituciones.

El juez Villegas advierte en su primera página que en España la democracia corre peligro. Los partidos políticos se han convertido en estructuras parásitas más atentas a su propia supervivencia que al bien común. Como una plaga, esta actitud se va extendiendo e infecta a todo el cuerpo social.

Pero han topado con un obstáculo: el poder judicial. Hoy se libra una guerra no declarada entre el poder político y el judicial. Todavía no se sabe quién será el vencedor. Del desenlace de esta contienda depende nuestra democracia.

MIEDO ENTRE LOS JUECES

Analiza la teoría del miedo y la consigna del silencio entre los jueces, es mejor pasar desapercibido. No basta con trabajar mucho y bien, con cargas de trabajo de sobreexplotación y una falta de medios deliberadamente diseñada.

Un juzgado es un agujero negro, difícil de controlar y hasta el mejor puede cometer un error, que puede acarrear la expulsión de la carrera judicial, y tiene más posibilidades el que no se muestra sumiso y habla más allá de en sus sentencias.

Profundiza en la politización de la cúspide judicial (CGPJ,TS,TSJs) que contamina toda la pirámide. La clave del sistema está en el modelo de juez: ¿Qué se prefiere: un juez neutral, clásico y apolítico o un juez comprometido ideológica y socialmente?

Entiende que las reglas básicas del “buen juez” serían:

  • No mentiría jamás.
  • No callará nunca sus razones y motivará sus decisiones.
  • Debe ser imprevisible, desde el punto de vista ideológico; no en lo jurídico.

En conclusión: un modelo de juez cuyas cualidades fuesen la excelencia y la ejemplaridad. Excelencia porque queremos a los mejores, en vez de a los más sumisos con el poder político, económico o de cualquier otra clase.

Y ejemplaridad, porque la regeneración democrática necesita un punto de referencia ética contra la desmoralización generalizada. Promovamos el arquetipo de juez prudente, honrado y virtuoso. De hierro revestido de porcelana; que resista los golpes de la oligarquía política, financiera o de las masas enloquecidas que lo inciten al linchamiento.

La filósofa Adela Cortina nos recuerda que necesitamos una “transición ética” que complete la transición política de hace treinta años; y el profesor

Jiménez Asensio afirma que la política todavía importa y mejorarla requiere apostar por hacer las cosas mejor “ un mejor gobierno” e invertir en valores, restablecer el prestigio de aquella mediante gestión eficiente, conductas ejemplares y perseguir sin descanso cualquier mínima desviación en el ejercicio del poder que pretenda favorecer a clientes, amigos o familiares, así como quebrar esa relación de mediación subjetiva que siguen ejerciendo los partidos políticos a favor de determinados intereses espurios.

Si no somos capaces de afrontar estos cambios, no esperen que las cosas mejoren. Este es nuestro reto y nuestra oportunidad.

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