Roma fue un pueblo de legisladores y de soldados
Eugene Petit, en su Tratado elemental de Derecho Romano, define a éste como el conjunto de principios de derecho rigieron la sociedad romana, en las diversas épocas, desde su origen hasta la muerte del emperador Justiniano I, en el año 565.
En ese amplio periodo de tiempo, el derecho romano tenía aún un carácter muy general y por eso, los jurisconsultos romanos no sólo se encargaron de aplicarlo, sino que, participaron activamente en su desarrollo.
Así como Grecia fue un pueblo de artistas y filósofos, Roma fue un pueblo de legisladores y soldados.
Mientras los filósofos griegos especulaban sobre la idea de la justicia, los legisladores romanos se afanan por establecer unas reglas prácticas y justas.
Para ello había que interpretar las leyes y el edicto del pretor.
Esta labor correspondía a unos especialistas, llamados juristas o jurisconsultos, cuyas doctrinas casi tenían valor de ley.
Los jurisconsultos eran hombres de clase noble, versados en la ciencia de las leyes.
A ellos no les preocupaban las construcciones jurídicas brillantes, ni las definiciones perfectas, sino sólo aquellas reglas claras, precisas y sencillas que sirvieran para resolver los problemas de la vida cotidiana.
LOS GRANDES JURISCONSULTOS QUE BRILLARON
Por eso, los grandes jurisconsultos romanos brillaron tanto por su sentido de la equidad, como por el rigor de sus deducciones.
En esa época, la ciencia del derecho se torna esencialmente popular, como el arte. La vida social se mezclaba con la vida jurídica y la política.
Pese a la creencia popular, no todos los jurisprudentes llegaban a alcanzar fama y gloria.
Algunos solo tuvieron la modesta posición de asesores de los altos magistrados de Roma y de los gobernadores, en muchos casos, a ellos se deben las decisiones y medidas que dieron fama y gloria a los gobernantes.
Los principales jurisconsultos romanos fueron: Gayo, autor de unos comentarios sobre derecho titulados Instituciones, y, sobre todo, tres prefectos de pretorio formados en la escuela de derecho de Beirut: Papiniano y sus dos discípulos Ulpiano y Pablo.
La importancia de los jurisconsultos residió en la influencia que sus opiniones, dictámenes o sentencias tuvieron la construcción del llamado derecho romano.
Por eso, fueron recogidas, primero por el emperador Justiniano, en su Corpus Iuris Civilis, y, posteriormente, por los grandes juristas del Medievo. Gracias a estos últimos, sus ideas se difundieron en la cultura general y llegaron a ser patrimonio general de la sociedad.
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