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¿Y por qué Emilio Cuatrecasas?

¿Y por qué Emilio Cuatrecasas?
Emilio Cuatrecasas, expresidente de Cuatrecasas Gonçalves Pereira. Wikipedia/GFDL.
03/10/2016 11:51
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Actualizado: 10/12/2020 09:32
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Esta mañana he entrado en la web del Legal Management Forum, que el 25 de octubre próximo celebra su tercera edición, cuando me he encontrado con una sorpresa inesperada. La conferencia de cierre está previsto que la pronuncie Emilio Cuatrecasas. «El poder de la innovación». A las 18.15 horas.

Y yo me pregunto, ¿por qué Emilio Cuatrecasas?

¿No fue Emilio Cuatrecasas quien voluntariamente aceptó, en abril del año pasado, una sentencia de conformidad de dos años de cárcel, una multa de 1,5 millones de euros y la devolución a Hacienda de 4,1 millones de euros por ocho delitos continuados al fisco? 

Fue una sentencia negociada con la Fiscalía y la Abogacía del Estado, ¿verdad?

Como carecía de antecedentes penales evitó entrar en la cárcel.

El escrito de conformidad relata que Cuatrecasas «desarrolló una sucesión de negocios simulados» para defraudar a Hacienda entre 2006 y 2008.

El abogado incluyó como gastos ligados a su actividad profesional lo que, en realidad, eran gastos personales para pagar menos impuestos: «las diferentes viviendas utilizadas por la familia, el barco de recreo, el mobiliario y vehículos automóviles», entre otros, señala el texto.

Es verdad que en la sentencia se matizaba la atenuante de «reparación del daño» -«muy cualificada»- porque había devuelto las cantidades defraudadas.

¿No era eso lo que se esperaba de él? Nadie, de ninguna manera, hubiera contemplado este desenlace sin la devolución del dinero defraudado.

De cajón.

¿No fue aquel procedimiento abierto lo que obligó a Emilio Cuatrecasas a dejar la Presidencia de Cuatrecasas Gonçalves Pereira, el despacho número 2 de España, en julio de 2014, para no perjudicar a la firma?

¿Cómo podía seguir al frente del potente bufete un imputado por delito fiscal? Aquello iba a afectar a la firma sí o sí, argumentaron sus socios, con gran sensatez.

Cuatrecasas, a regañadientes, dio un paso atrás, desapareció de la escena pública, y cedió la Presidencia a Rafael Fontana, con la consigna de mantener un perfil bajo hasta que el caso se cerrara.

Aquel año, paradójicamente, este potente despacho anunció una cuenta de resultados de 255,4 millones de euros, un 2,9 por ciento más que en el año anterior. Y lo que es una ironía del destino, el 32 por ciento de sus ingresos procedía de su área de fiscal.

El caso se cerró con el citado acuerdo de conformidad con la Fiscalía y la Abogacía del Estado.

Ahora regresa al foco público con la conferencia estelar de cierre de la tercera edición del Legal Management Forum.

¿Significa eso su rehabilitación pública?

La pasada semana el exfiscal anticorrupción Carlos Castresana recibió el Primer Premio a la Transparencia, concedido por el Consejo General de la Abogacía Española y Transparencia Internacional España. Dijo unas palabras que se quedaron clavadas en mi cabeza, por evidentes pero también como rotundas: La corrupción es una violación de los derechos económicos, sociales y culturales. Hay menos dinero para la educación, para la sanidad, para todos los servicios públicos.

Algo que, evidentemente, comparte la mayor parte de la ciudadanía.

Es cierto que Emilio Cuatrecasas devolvió el dinero defraudado. Eso nadie lo niega. Pero, ¿qué hubiera pasado si la Fiscalía y la Abogacía General del Estado no hubieran sido tan eficaces?

¿Habría devuelto voluntariamente el dinero si no hubiera sido porque las pruebas eran contundentes y la amenaza de ir a la cárcel era más que probable? Eso nunca lo sabremos.

Dicen que el tiempo todo lo cura, y quizá sea verdad. Pero sólo han pasado 20 meses desde su sentencia. De hecho, faltan cuatro meses para que se cumpla por completo la condena suspendida.

Y yo me pregunto, ¿ha recuperado Emilio Cuatrecasas, en este tiempo transcurrido, la autoridad moral que perdió tras la sentencia?

¿Le perciben sus iguales en el mundo de la Abogacía, a día de hoy, como un referente ético y un ejemplo público de lo que debe ser un abogado y cómo debe conducirse?

¿Y qué piensan los clientes de Cuatrecasas Gonçalves Pereira?

¿Y su sucesor, Rafael Fontana?, que está haciendo un magnífico trabajo al frente de la firma. Porque sus clientes le pueden preguntar sobre ello. Al fin y al cabo Emilio Cuatrecasas fue condenado por no cumplir la normativa fiscal que nos obliga a todos los españoles.

En suma, me planteo, ¿debería estar cerrando Emilio Cuatrecasas un evento de tanta importancia, trascendencia y proyección mediática como el Legal Management Forum?

Y vuelvo a preguntarme, una y otra vez, ¿por qué Emilio Cuatrecasas?

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