¿Por qué algunos jueces consideran a los peritos ‘sus ojos y oídos’?
Reconstrucción en 3D de la trayectoria de un balazo que mató, por accidente, a un joven; reconstruida por un equipo de peritos.

¿Por qué algunos jueces consideran a los peritos ‘sus ojos y oídos’?

Los jueces no pueden saber de todo para tomar sus decisiones. No pueden ser médicos expertos, ni depurados técnicos de balística ni mucho menos depurados psiquiatras. Por eso, para tomar sus decisiones, en muchos casos, se sirven de los peritos, expertos de los diferentes campos. Algunos jueces los denominan “sus ojos y sus oídos”, porque les ayudan a comprender mejor aquello que no conocen.

Los peritos pueden ser profesionales de todo tipo: médicos, forenses, psiquiatras, ingenieros, economistas, calígrafos, arquitectos.

Y pueden ser titulados o no, esto dependerá de que la disciplina o materia en la que sean expertos esté reglada y tenga título oficial o no. Y estar colegiados o no (como por ejemplo los informáticos).

En los juicios existen dos tipos de peritos: por una parte, aquellos que son nombrados por el juez o el tribunal y aquellos que han sido contratados por una o varias partes.

Ambos ejercen la misma influencia en el juicio y arriesgan su titulación y oficio, sometiéndose a sanciones penales de inhabilitación o titulación, si no cumplen con su cometido.

Siempre han de actuar con máxima honestidad y claridad.

El peritaje podrá ser aportado con base en los meros conocimientos del perito, o bien en la aplicación de tales conocimientos en la evaluación de una determinada prueba.

Así, por ejemplo, cuando un vehículo sufre un accidente, el perito es el encargado de comprobar las causas del siniestro y valorar los daños, para que luego el juez pueda fijar una determinada indemnización.

También es muy importante el papel del perito cuando se produce un tiroteo y es que la culpabilidad del imputado variará mucho en función de la intencionalidad.

Así lo pudimos comprobar hace unos años, cuando un brigada de la Guardia Civil de Tráfico de Dos Hermanas, en Sevilla, mató de un tiro a una joven que iba en un vehículo en el curso de una persecución.

La autopsia determinó que él había disparado la bala que entró por el brazo izquierdo de la joven y había ido a dar directamente al corazón para luego alojarse en la pelvis tras seguir todo el camino descendente por la vena cava. Había una posibilidad entre un millón de que la bala hubiese dado en la mujer, pero tuvo lugar.

Parecía imposible, pero fue cierto.

Así lo aseguraron en el juicio los peritos de una empresa especializada en la reconstrucción en tres dimensiones -la primera vez que se hizo así- que certificaron que la muerte de la chica se había producido de forma accidental, lo que provocó que el brigada sólo fuera condenado a un año de cárcel por homicidio imprudente, del que después fue absuelto.

Sin embargo, el agente podría haber sido condenado hasta con quince años de prisión de no haber aceptado el juez el informe del perito y haberle declarado culpable de homicidio intencionado, como solicitaba la familia de la chica.

Y es que, a veces, por difícil que resulte de creer, la realidad supera a la ficción y para poder demostrarlo siempre será necesario el concurso de los peritos.

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