Hace «sólo» 119 años que se autorizó la presentación de los escritos a máquina en los tribunales de justicia
Máquinas de escribir como este Underwood de la foto supusieron una auténtica innovación en 1904, después de 700 años haciendo los escritos, providencias, autos y sentencias a mano. Foto: Confilegal.

Hace «sólo» 119 años que se autorizó la presentación de los escritos a máquina en los tribunales de justicia

Hace «sólo» 119 años que se autorizó la presentación de los escritos a máquina en los tribunales de justicia.

Fue el 28 de mayo de 1904.

En esa fecha precisa se publicó una Real Orden en la que se autorizó la admisión en los tribunales y juzgados de los escritos y sus copias hechos con máquina de escribir.

«La orden en cuestión daba instrucciones de estilo al respecto, como el número de líneas, los márgenes, máximo de letras, et., pero dejaba dudas acerca de cómo habrían de computarse, a efectos arancelarios, los pliegos escritos a máquina que antes se graduaban por su extension manuscrita», se puede leer en el libro «Historia de los procuradores de Madrid y de su Ilustre Colegio», del que es autor Julián Caballero Aguado.

Para los procuradores la irrupción de la máquina de escribir supuso una revolución auténtica.

Porque desde el siglo XIII hasta ese momento, los escritos se realizaban a mano. Nada más y nada menos que 7 siglos.

Los procuradores tenían escribientes para ello, que llevaban a cabo los textos sobre la minuta, pauta o guión que el guión les hacía y que después éstos elaboraban con bellísimas caligrafías, dando cuerpo a los escritos.

El invento de la máquina de escribir acabó de un plumazo con ese estado de cosas.

Los abogados, a su vez, también adoptaron la máquina de escribir. A partir de ese momento comenzaron a elaborar ellos mismos los escritos, que entregaban a los procuradores, con sus copias realizadas con papel de calco.

Sin duda alguna, ese gran cambio fue equiparable a éste que están protagonizando ahora mismo, con la entrada en la era digital, y a la que se han adaptado, como cuerpo, con la misma celeridad que en aquel momento.

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