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Los posibles cambios en el ejercicio de la abogacía deben consensuarse y no imponerse

Los posibles cambios en el ejercicio de la abogacía deben consensuarse y no imponerse
Victoria Ortega, presidenta del Consejo General de la Abogacía Española (CGAE).
14/2/2017 05:58
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Actualizado: 13/8/2020 13:38
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Después de un año al frente de la abogacía institucional, alejada de los focos y escasa presencia en los medios informativos de primer nivel, la presidenta del Consejo General de la Abogacía Española (CGAE), Victoria Ortega, se reencontraba con la prensa hace una semana.

Bajo el brazo le acompañaba un amplio documento que vertebrará el Plan Estratégico del CGAE durante los próximos cuatro años. 23 objetivos y otras 163 recomendaciones la mayor parte de ellos tendente a mejorar la profesión de abogado en nuestro país, en la teoría.

Tras una primera lectura del resumen que se presentó a los medios se deducen dos cuestiones; la primera que el ejercicio actual de la profesión de abogado, tal y como está no le gusta a Ortega. Lo que no estamos seguros es que con establecimiento más controles se logre la excelencia en el ejercicio profesional.

Y, la segunda, que está implícita en el informe, es la ausencia de autocrítica sobre el propio CGAE, órgano que gestiona la profesión de abogados. Una mala noticia, sin duda porque deja entrever que no hay interés en cambiar nada en la institución.

Una entidad cada vez más alejada de la sociedad y de los propios abogados, a la que los periodistas seguimos sin poder acudir a los Plenos y enterarnos de lo que allí se hace. Y todo, pese a la promesa electoral que nos hizo la propia presidenta cuando aspiraba a este puesto.

Sobre el fondo del documento varias puntualizaciones. Crear nuevas entidades no es sinónimo de agilidad y de hacer las cosas sino que puede burocratizarlo aún más. No necesitamos más Comités o Comisiones, sino medidas efectivas que encaucen nuestra justicia.

Por ese motivo no creemos que sea necesaria crear una Comisión de Calidad en nuestra justicia, organismo que el citado Plan Estratégico sugiere, porque entendemos que ese papel ya se hace por otras entidades, entre ellas Ministerio de Justicia y CGPJ.

Respecto a las medidas que se proponen, sorprende que se quiera modificar casi todo. Es el caso de la deontología, hasta ahora labor de los Colegios, sin embargo ahora la presidenta Ortega idea un organismo superior, dependiente del CGAE; abierto a la sociedad para recoger ideas y retroalimentar el sistema. Todavía no nos ha quedado claro como engarzará uno con otros.

También muestra su preocupación por la publicidad en los últimos meses de los colegios de abogados. En un escenario de libre mercado vale casi todo, bueno, menos la ofensa y la mentira. Pero no creemos que sea necesario, existiendo la Ley General de Publicidad y los propios Colegios crear un organismo que supervise ( o tendremos que decir, censure) la actividad publicitaria existente.

Costas judiciales, Polémica innecesaria abierta en el peor momento

Mayor ruido ha sido el tema de las costas judiciales. Parece del todo inoportuno plantear un cambio en las costas judiciales cuando los bancos se ven abocados a los juzgados a satisfacer miles de demandas por las cláusulas suelo. El no cumplir la sentencia del 21 de diciembre del TJUE a las entidades bancarias les va a salir caro.

Hemos abordado en CONFILEGAL un reportaje sobre este tema en profundidad donde hay una docena de opiniones diferentes. Este asunto es muy delicado y cómo indica Juan Carlos Estévez, presidente de los procuradores , es clave en nuestra justicia y necesita de un estudio a fondo para saber qué hay que hacer.

Sobre el acceso a la abogacía, desde el CGAE se mantiene la opinión de otros interlocutores del sector. La reforma de la Ley de Acceso ha sido un paso importante en la selección de nuevos y buenos abogados pero no es la reforma definitiva. Es fundamental mejorar la prueba escrita y replantearse lo del Máster si realmente se quiere contar con él.

En el resumen del Plan Estratégico se habla de abogacía preventiva y arbitraje y mediación. Curiosamente estas actividades concluyen en el mismo fin que es evitar el pleito pero poco tienen que ver una con la otra. Según la presidente del CGAE la mediación no cuaja porque el ciudadano no la conoce.

Y es cierto que es así, pero también debe reconocer las zancadillas que los abogados han puesto a este tema en los últimos diez años. Ahora parece que los Colegios de Abogados han logrado explicarles que los mediadores no son una amenaza para el negocio. No obstante, urge que desde el Ministerio de Justicia se difunda la mediación con una gran campaña institucional.

La abogacía española, como ya sucede en Europa, va a modificarse de manera notable. La aparición de la tecnología tiene que ser un elemento que ayude a la eficiencia en los despachos. El abogado que no tenga competencias tecnológicas lo pasará mal.

¿Cuál será el futuro de Red Abogacía en el entorno digital de los Colegios de Abogados?

Hasta la fecha la sociedad Red Abogacia, dependiente del CGAE, gracias a sus excelentes aplicaciones ha ayudado mucho al abogado en su tarea de incorporarse al mundo digital. Ahora su futuro es oscuro y nadie garantiza que la treintena de profesionales que allí trabajan seguirán en sus puestos. Tampoco este Plan Estratégico habla de ella. Mal augurio.

Viendo el citado Plan del CGAE nos viene a la memoria el de la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD), también para varios años. Curiosamente Mar España, mujer de diálogo y de consenso, realizó la tarea de abrir ese Plan a consulta pública durante varios meses. Cerca de 400 sugerencias recibieron, d las que casi el 80 por ciento incluyeron.

En este primer año de mandato, la presidenta del CGAE podría haber seguido esa estela y haber pedido la opinión de los abogados. Hubiera bastado con que los 83 Colegios de abogados hubieran colgado de su web dicho Plan y recogido sugerencias. Los cambios que propone son de calado, necesitarán de un debate interno y no se pueden imponer de arriba abajo, como en épocas predemocráticas.

Esperamos que el debate surja y con ello todos los interesados generen las ideas suficientes para dotar a la profesión de abogado de la solidez que requiere para enfrentarse a los nuevos tiempos.

Unos tiempos donde se encontrará a un combativo legislador que seguirá aprobando normas sin demasiado sentido y un ciudadano, agobiado por los controles legales que le asolan, que necesitará del asesoramiento y buen hacer de su abogado. Un futuro que ya es presente y que se debe de abordar sin mayor dilación.

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