¿Qué es y en qué consiste el derecho a la última palabra?
El derecho a la última palabra es el último acto de cada juicio penal. Confilegal.

¿Qué es y en qué consiste el derecho a la última palabra?

Póngase en pie el acusado. ¿Tiene algo que añadir a lo dicho en esta sala?» Con esta invitación del juez al imputado terminan en España todos los juicios penales. El acusado puede hablar o no. Pero ningún tribunal puede quitarle esa prerrogativa. Sólo después de que el acusado se pronuncie el juez cerrará el juicio con la frase: «Visto para sentencia».

Así, en la última fase del juicio, terminado ya el turno de palabra de la acusación y la defensa, el juez debe preguntar al acusado o acusados si tienen algo que manifestar al tribunal, tal y como recoge el artículo 739 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal.

Y es que el «derecho a la última palabra» es una garantía del derecho de defensa, que no puede confundirse con el interrogatorio, que se realiza al principio del juicio.

A través del citado derecho, el acusado tiene la oportunidad de contradecir o someter a contraste todo el proceso probatorio, añadiendo aquello que estime oportuno para su mejor defensa. Incluso a mentir, porque las leyes españolas no obligan al acusado a jurar o prometer decir la verdad.

Por eso debe tener la oportunidad de ser el último en intervenir en el proceso.

Este trámite, aunque irrelevante en muchas ocasiones, porque lo más frecuente es que los acusados digan que no tienen nada que decir, no puede nunca ser omitido porque, si no se concede al acusado este derecho, el juicio es nulo.

Por eso, algunos abogados recomiendan a sus defendidos no declarar para no autoinculparse.

Así tenemos el famoso caso del asesino del rol, quien tras negarse a declarar durante todo el proceso, al final, decidió hacer uso del derecho a la última palabra y ese fue su error.

Sin ningún signo de arrepentimiento, se levanto de silla de acusado y aseguró ante el tribunal que puesto que los forenses sostenían que la persona que portaba el cuchillo grande era la responsable del 90 por ciento de las 17 puñaladas mortales, mientras la que portaba el arma corta sólo lo era del 10 por ciento.

Quería decir que yo llevaba el cuchillo pequeño. Es decir, que quería decir que tenía menos ansias de matar.

Así, el asesino del rol, desmontó toda la defensa de su abogado de un plumazo y fue condenado a 42 años y 2 meses de prisión por asesinato con alevosía, conspiración para asesinato y robo con intimidación.

Y es que a veces, es mejor tener la boca cerrada.

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