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Los 7 obstáculos que ralentizan el vital desarrollo de la LegalTech

Los 7 obstáculos que ralentizan el vital desarrollo de la LegalTech
14/8/2017 05:00
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Actualizado: 02/8/2017 12:57
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Si hay algunas palabras de moda en el sector legal, éstas serían las de transformación digital, innovación y LegalTech. Sin embargo, la realidad es que nuestro sector está aún lejos de alcanzar los niveles de desarrollo en estos campos que sí tienen otros, en esencia no muy distintos al nuestro, como el bancario o el sanitario (que, al fin y al cabo, son también prestadores de servicios a un cliente que sabe de lo suyo menos que ellos).

En este artículo expongo los obstáculos y problemas que están impidiendo o ralentizado el desarrollo de la LegalTech en España (tecnología que cubre las necesidades de los juristas y las de los clientes/ciudadanos destinatarios de los servicios legales).

1.- A los juristas nos gusta pensar que nuestro trabajo es “artesanal”

Creemos que la mayor parte de lo que hacemos, sólo nosotros podemos hacerlo y que es único e irrepetible. Pensar así nos permite creer que estamos seguros, que somos hasta cierto punto imprescindibles. No nos gustan demasiado los procesos y la automatización (eso es cosa de ingenieros). Sólo la aceptamos cuando no nos exige excesivo esfuerzo personal y económico y cuando las ventajas que obtenemos de ella son tan obvias, que sería tonto no aprovecharlas.

2.- Estamos más cómodos en una situación de asimetría informativa que en un marco de transparencia

Una de las características de la prestación de servicios jurídicos (independientemente de nos refiramos a la que realiza el abogado, o el procurador con su cliente, o la que ofrece el funcionario al ciudadano), ha sido la asimetría en la información. El cliente, salvo excepciones, no sabe de leyes y procesos, no conoce las sentencias ni las resoluciones, no entiende o entiende poco del complejo entramado que constituye nuestro Estado de Derecho. Y de este saber más y mejor, hemos vivido cómodamente la mayoría de los juristas. Internet es el Vademecum que ha venido a romper este paradigma y que ha provocado la práctica desaparición de esa asimetría informativa. Hoy el cliente, el ciudadano, meticuloso y curioso, puede, si se empeña, llegar a saber más que nosotros y, sin embargo, seguimos pensando que la era de la desinformación sigue estando vigente.

3.- Los juristas sabemos de códigos, pero no de códigos fuente

En efecto, nos hemos pasado años estudiando nuestros códigos, pero pocos de nosotros entendemos de lenguajes php, java, asp, etc. y resulta que es con ellos con los que se escribe el futuro o, mejor dicho, el presente.

Aún no tengo claro si lo que tenemos que hacer es aprender a escribirlos y leerlos (¿y por qué no?) o bien, aprender a encontrar a quienes lo dominan y a encargarles y dirigir correctamente los proyectos contratados (por experiencia propia puedo decir, pueda pensarse lo contrario, que lo segundo no es tampoco tarea sencilla).

Lo que sí tengo claro, es que antes o después, casi todos los juristas, con un fin u otro, tendremos que abrazar una de esas dos opciones.

4.- El cliente que debería generar la demanda de LegalTech, no la genera o genera poca 

Las aplicaciones surgen porque se detecta una necesidad y porque un empresario decide invertir y desarrollarla. En el sector legal, la demanda de herramientas no es todavía importante, pues quienes constituimos el mercado potencial aún no somos conscientes de serlo.

No hemos asumido lo que la tecnología puede aportarnos. Me explico, el abogado interno respecto al despacho que le asesora en las materias y asuntos que no quiere asumir profesionalmente o el ciudadano respecto a los funcionarios responsables de prestar algún servicio jurídico, tienen el rol, como ocurre en los otros sectores, de generar la demanda de la tecnología necesaria para que el servicio que reciben sea más barato, rápido, de mejor acceso, etc.

Pero si ellos, los clientes, no lo “exigen”, ¿para qué va el despacho o la administración correspondiente a molestarse en invertir en innovar o desarrollar tecnología?

Hasta hace sólo un par de años, el in-house no formaba parte de la cadena de valor de su empresa, era un centro de costes, una carga, aunque necesaria, pues permitía reducir los riesgos legales y evitar conflictos. Este rol no le permitía asumir liderazgos ni le exigía mayor obligación que la de ser técnicamente bueno, saber mucho Derecho.

En los últimos años, sin embargo, el rol del abogado interno ha cambiado mucho.

Hoy, la mayoría son pieza clave de la cadena de valor, se les exige recortar gastos e incluso ser generadores de negocio.

Por su parte, el ciudadano no había aceptado hasta hace poco su responsabilidad de exigir a la administración un mejor servicio, pero también esta situación ha cambiado y, gracias sobre todo a través de las redes sociales, sabe que puede exigir y lo hace. Esta nueva posición del abogado interno, del ciudadano, del cliente del servicio jurídico, está generando una nueva demanda, a la que los prestadores de ese servicio, tendrán que dar, más tarde o más temprano, respuesta.

5.- Preferimos vivir en nuestra zona de confort a asumir retos empresariales para los que, además, no estamos muy bien pertrechados

Si tu despacho funciona, si tienes clientes suficientes para ganarte la vida honradamente, si tu sueldo de funcionario va a llegar a tu cuenta, hagas lo que hagas, la verdad es que meterte en proyectos empresariales de incierta rentabilidad cuesta, y más, si éstos tienen que ver con bytes y microchips. Sin embargo, la presión en los honorarios, las exigencias de los clientes respecto a la velocidad, accesibilidad a la información, etc. deberían hacernos conscientes de la necesidad de abandonar pronto nuestra zona de confort y al menos, repensar la forma en la que hacemos las cosas.

6.- Propiedad, trabajo individual y deber de confidencialidad versus código abierto, colaboración y trabajo en equipo

El jurista trabaja para preservar la propiedad y debe respetar el secreto profesional. El jurista conoce a diario del conflicto, pues su rol es prevenirlo y solucionarlo. Ese es nuestro hábitat natural de trabajo, uno en el que hay que ser precavido, porque la confianza se sabe que te la pueden quebrar; uno en el que es mejor proteger tus derechos que arriesgarse a que otros se aprovechen de tu creatividad o invención.

El entorno de muchos de los que desarrollan tecnología es muy distinto: trabajan colaborando, comparten el código que desarrollan y como todo va tan rápido, casi no tienen tiempo ni de proteger lo que hacen. Es fácil descifrar por ello, porqué nos cuesta entendernos.

7.- Las organizaciones e instituciones que deberían apoyar la LegalTech aún no han hecho una apuesta clara para impulsar su desarrollo

Aunque es obvio que al final será el sector privado quien asuma el rol principal en el desarrollo de la LegalTech en España, también lo es, que en la fase embrionaria en la que nos encontramos, los colegios profesionales, las universidades y otras organizaciones que vertebran el sector y alrededor de las que se construye éste, deberían realizar una apuesta decidida por ella. Se trata de un sector incipiente donde falta formación, información, recursos financieros e infraestructuras.

Dotar al sistema de todo ello, supondría un importante impulso para la LegalTech.

A la vista de estos retos, creemos que ha llegado el momento en el que todo jurista debe intentar dar respuesta a estas preguntas: ¿Es tu trabajo realmente tan artesanal?, ¿Qué parte de él es automatizable?, ¿Conoces a desarrolladores que podrían ayudarte a incluir tecnología en tu negocio?, ¿Sabes lo que realmente esperan tecnológicamente tus clientes de ti?, ¿Estás dispuesto a cambiar, a salir de tu zona de confort?

Está claro que no nos queda más opción que sumarnos cuanto antes al reto de la #InnovaciónLegal.

Entender los obstáculos y problemas que nos impiden hacerlo y hacer lo posible por superarlos, es nuestra obligación, si queremos afrontar con éxito el futuro. Está claro que la tecnología está transformando prácticamente todos los sectores de nuestra economía y también cambiará el nuestro.

Los juristas no deberíamos esperar a que otros sean protagonistas de esta revolución en el campo en el que nosotros somos los expertos, pero sí es cierto que si queremos ser nosotros quienes lideremos el cambio, tendremos que salir de nuestra zona de confort y asumir retos que nos exigirán esfuerzo e inversión.

Desde el Instituto de Innovación Legal, promovemos el programa, JustiApps – #HackTheJustice que tiene por objetivo apoyar a los juristas que quieren desarrollar tecnología a hacerlo éxito.

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