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El Atlético de Madrid, la otra pasión del fiscal general del Estado fallecido

El Atlético de Madrid, la otra pasión del fiscal general del Estado fallecido
El Atlético de Madrid, la otra pasión de José Manuel Maza. Carlos Berbell/Whatsapp.
21/11/2017 13:48
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Actualizado: 21/11/2017 13:55
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Cuando José Manuel Maza fue nombrado fiscal general del Estado, hoy hace poco más de un año, el que esto suscribe le envió la foto que aparece en este artículo.

Conociendo como conocía su pasión por el Atlético de Madrid, del que era socio y seguidor desde su infancia, sustituí el escudo de magistrado del Tribunal Supremo por el del Atleti, que es como llamamos al equipo de nuestras entretelas los que tenemos el corazón rojiblanco.

Con ello quise fusionar en una imagen sus dos pasiones: el estudio del derecho y el ejercicio de la Justicia -dos cosas íntimamente ligadas- y el Atleti.

A José Manuel le encantó la foto, que realicé en 2011, cuando yo todavía prestaba mis servicios profesionales en el Consejo General del Poder Judicial y en el Tribunal Supremo.

Y me olvidé de ella.

Hasta el pasado sábado, cuando un hermano de pasión del grupo de Whatsapp de la Peña Bendita Locura, de la que él formaba parte y que administra otro magistrado atlético, Vicente Magro, lo subió al chat para recordarlo y homenajearlo.

Le pregunté al hermano de pasión que de dónde había sacado la foto. Me contestó que se la había pasado un «vikingo». Uno del Real Madrid.

Un «vikingo» amigo de José Manuel, sin duda alguna.

Porque él tenía amigos en todas partes. Era un hombre de construir puentes, no de destruirlos. De comunicar, no de atrincherarse. Pero, sobre todo, y por encima de todo, de respetar la ley.

De hecho, Oriol Junqueras y los 7 exconsejeros del gobierno autonómico catalán no estarían hoy tras las rejas si le hubieran dado la oportunidad al teniente fiscal de la Audiencia Nacional de interrogarlos, como sucedió en el Tribunal Supremo con la presidenta del parlamento autonómico, Carme Forcadell, y los 5 miembros de la mesa.

Maza lo expresó con claridad al día siguiente del encarcelamiento preventivo. Si hubieran dicho que acataban la Constitución…

Pero fueron de sobrados. Y eso se paga.

Por supuesto que sufrió en el alma la derrota de la final de la Champions en Lisboa, ante el Real Madrid, y la de Milán, también ante el equipo de los «vikingos».  Pero estaba seguro que el Atleti conseguiría, más temprano que tarde, nuestra ansiada Copa de Europa.

¡Qué paradoja que el día que se lo llevó la muerte fuera un derbi liguero entre el Atlético de Madrid y el Real Madrid en un nuevo estadio que también lo impresionaba, como a todos nosotros, el Wanda Metropolitano!

Maza era un apasionado tranquilo del Atlético de Madrid, pero apasionado al fin y al cabo.

La corona de la Peña Atlética Bendita Locura, de la que formaba parte José Manuel.

Recuerdo aquella película de Juan José Campanella, «El secreto de sus ojos» -Óscar 2010 al mejor filme de habla no inglesa- en la que un aficionado le explicaba al protagonista, encarnado por Ricardo Darín, lo que suponía la pasión por el fútbol.

«Una pasión es una pasión», dice uno de los personajes.

«¿Te das cuenta, Benjamín? -le dice el amigo a Darín-. Un tipo puede cambiar de todo. De cara, de casa, de familia, de novia, de religión. ¡De Dios! Pero hay una cosa que no puede cambiar, Benjamín: No puede cambiar de pasión».

Una pasión controlada, en el caso de José Manuel. Porque cuando fue nombrado fiscal general del Estado el presidente del Atlético de Madrid, Enrique Cerezo, le invitó al palco.

José Manuel agradeció, primero, el ofrecimiento, y lo rechazó después. Prefirió seguir yendo al asiento de su abono, que pagaba anual y religiosamente.

Porque para el desaparecido fiscal general del Estado, el ejemplo era el principio de la autoridad.

No estaba en su naturaleza aceptar ese tipo de ofrecimientos, aunque no fueran ilegales y se hicieran de buena fe.

Otro buen ejemplo que ilustra este tipo de pensamiento fue su último viaje a Buenos Aires. Lo realizó en clase turista.

12 horas en un vuelo transatlántico en clase turista es matador, doy fe de ello. Podría haber volado en clase «business», superando, como superaba, las 6 horas de trayecto.

Prefirió hacerlo en clase turista. Y no por el qué diría la gente que, probablemente se enteraría, sino porque su propia conciencia se lo impedía.

José Manuel Maza era así: una gran persona, un gran jurista, un gran maestro y un hermano atlético al que echaremos mucho de menos. Y poca gente sabe cuánto.

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