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Un alacrán en el Colegio de la Abogacía de Barcelona

Un alacrán en el Colegio de la Abogacía de Barcelona
Ramón de Veciana, abogado del ICAB.
26/2/2018 06:00
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Actualizado: 26/2/2018 02:19
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Es fácil estropear el prestigio del Colegio de la Abogacía de Barcelona, una de las instituciones con mayor solera de Cataluña que, con 700 años de historia ha resistido toda clase de regímenes y de gobiernos.

Desde 1886, anualmente, el ICAB celebra la festividad de su patrón, San Raimon de Penyafort, celebración que sirve no sólo de baño colectivo de autoestima profesional sino también como reconocimiento al trabajo silente pero imprescindible de los compañeros abogados que. con más de 50 y 75 años de ejercicio profesional,  día a día en todos los tribunales e instancias han defendido no sólo los intereses de sus clientes sino también el Estado de Derecho.

El 23 de febrero de 2018 será recordado como aquél en el que el Colegio de Abogados de Barcelona se vio insultado en su propia casa por un nefasto invitado a la sesión solemne de celebración de su patrono, en presencia de las máximas autoridades de la Justicia y de la abogacía internacional.

Es la primera vez en los 7 siglos de historia del Colegio de Abogados de Barcelona que se aprovecha una sesión solemne no sólo para mentir impunemente, sino para formular contra parte de sus asistentes gravísimas acusaciones calumniosas.

En su discurso el bisoño presidente del Parlamento de Cataluña, Roger Torrent, ataviado con el lazo amarillo de la secta independentista, aprovechando el uso de la palabra y traicionando el acuerdo de que todas las intervenciones tendrían un carácter protocolario, espetó una «regresión de derechos y libertades fundamentales especialmente en Cataluña» y que, en la actualidad, «hay presos políticos por delitos inexistentes», lo que provoca que «la separación de poderes esté en peligro»; lo que no era menos que atribuir actuaciones espurias, sino directamente delictivas, a los jueces y fiscales que estaban presentes en ese momento en el acto.

Como es sabido, el presidente del TSJC, José María Barrientos, los tenientes fiscales de Cataluña y Barcelona, Francisco Bañeres y Concepción Talón, el presidente de la Audiencia Provincial, Antonio Recio y el expresidente del Colegio y exvicepresidente del Tribunal Constitucional, Eugenio Gay, y algunos miembros de la Junta abandonaron el acto. Su gesto nos dignifica a todos los abogados y es nuestro deber agradecérselo. La reacción de la decana, Maria Eugènia Gay, fue casi inmediata, reclamando educadamente a Torrent, como presidenta de la sesión, que volviese al discurso protocolario, propio de un día tan señalado, y dejase el discurso político (o sus insultos) para otro foro.

Simultáneamente, mientras Torrent pronunciaba esas palabras, el vicedecano del ICAB, Jordi Pina, alzaba su copa; no sabemos si en gesto de brindis, regocijándose por la situación creada, o, simplemente, para beber. Lo cierto es que no le faltaban al vicedecano motivos para el brindis cuando en su perfil de twitter ostenta, de forma pública y permanente, un dibujo con los rostros de los investigados Junqueras, Cuixart, Forn y Sánchez con la expresión llibertat presos polítics, olvidando su responsabilidad institucional y que esa expresión, en un vicedecano de una institución como el ICAB, es una afrenta a todos los jueces, fiscales y funcionarios que trabajan, con independencia, denuedo y sacrificio, por la defensa del Estado de Derecho y del orden constitucional. Y, por supuestos, una falta de respeto a los abogados a los que representa.

Los decanos y vicedecanos venidos de los Colegios de Abogados europeos salieron estupefactos del acto, comprendiendo cuán nefasto y perjudicial para el desarrollo de la Europa libre y democrática es el nacionalismo y el independentismo catalán que, como pensamiento totalitario, se pretende imponer en todas las capas y esferas de la sociedad.

Estos hechos sólo hacen que recordarnos que el golpe de Estado sigue vivo en Cataluña, con protagonistas renovados y que sus actores, a pesar de las aparentes retractaciones de algunos en sede judicial, siguen con el firme propósito de imponer sus tesis totalitarias al resto de la sociedad catalana y, por ende, española, sin respetar ningún foro, ninguna ley y ningún principio. Eso obliga a seguir atentos y vigilar por la neutralidad e imparcialidad de los Colegios profesionales, cuya finalidad constitucional es la defensa de las profesiones colegiadas y su recto ejercicio.

Nada hay que reprochar a la Junta del Colegio de la Abogacía de Barcelona, salvo la sorprendente ingenuidad de invitar a pronunciar un discurso a quien se sabe que ha participado activamente en el golpe de Estado a la democracia española, que no respeta los más mínimos principios democráticos y de cortesía; y que su propósito es seguir debilitando las instituciones y la democracia en España hasta imponer sus propósitos totalitarios.

Un consejo, nunca inviten a cenar a un alacrán; acaba actuando conforme a su naturaleza.

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