Susana Gisbert, fiscal y novelista: «La violencia de género está donde una menos se lo espera»
La fiscal novelista, Susana Gisbert, con su nueva obra durante la presentación del libro.

Susana Gisbert, fiscal y novelista: «La violencia de género está donde una menos se lo espera»

Susana Gisbert no es una fiscal al uso. Hablamos de una mujer comprometida, luchadora e incansable en la denuncia diaria contra la desigualdad y preocupada, especialmente, por la violencia contra la Mujer, ámbito en el que lleva ejerciendo más de 10 años.

Ahora, tras muchas incursiones periodísticas y literarias, esta gran escritora vocacional, nos presenta su primera novela «Descontando hasta cinco«.

Gisbert nació en Valencia en 1960 y lleva 26 años trabajando como fiscal.

Comenzó ejerciendo como fiscal en la Fiscalía Provincial de Castellón, en la Sección Territorial de Gandía (Valencia) y en la Fiscalía Provincial de Valencia, donde ejerce desde 2008 la función de fiscal portavoz.

Además del cargo de portavoz, realiza sus funciones como fiscal en la Sección de Violencia sobre la Mujer y las secciones especiales de Jurado, Víctimas del Delito y Delitos tecnológicos.

Ademas de su profesión de fiscal, que le apasiona, su gran hobby es la escritura, le encanta escribir.

Ha colaborado en distintos medios de comunicación como como ABC, El Mundo, Levante EMV, Radio Express Valencia y también en CONFILEGAL.

Además, es también creadora y titular del blog conmitogaymistacones.com, y participa semanalmente en el blog nosinmitoga.com, ambos destinados a abordar temas jurídicos desde un punto de vista ameno y didáctico.

En en 2016 presentó su libro en solitario ‘Mar de lija’, una antología de relatos también con la violencia de género como telón de fondo.

Ahora, ha publicado su primera novela, la emotiva y desgarradora «Descontando hasta cinco» Un relato que narra una historia de amistad, enmarcada en «la reacción de las personas de a pie frente a un crimen de violencia de género», según ella misma señala.

Son 181 páginas en las que Susana Gisbert ha plasmado a la perfección en esta novela de intensa de intriga y suspense la experiencia que dan diez años en una sección como la de Violencia Contra la Mujer, y su granito personal.

Porque como dice nuestra común amiga, la periodista Loreto Ochando, en el Prólogo de la novela. «Susana está rompiendo la barreras impuestas durante años a las mujeres para enseñarnos a todas que Sí se puede, que no hay límites cundo conjugas atento, valor y ganas de trabajar».

A veces vamos tan rápido que se nos olvida prestar atención a las amigas, sin embargo, su novela es además de una denuncia, una historia de amistad ¿verdad?

La novela es ante todo una historia de amistad. De hecho, advertí a mis amigas que se encontrarían reflejadas en más de una cosa, aunque ninguna es un personaje de la novela, muchos de los rasgos y situaciones sí que lo son. Valoro la amistad y tengo la fortuna de tener lazos muy fuertes con mis amigas, así que también era una especie de homenaje.

¿Por qué una fiscal decide escribir una novela sobre la violencia de género?

La idea de escribir una novela me rondaba hace tiempo. La historia concreta llevaba todo el año metiéndose en mi cabeza. Necesitaba salir. Y el hecho de que fuera con la violencia de género como telón de fondo es casi inevitable.

En primer término, porque la lucha contra la violencia de género es un tema al que dedico mis esfuerzos en tiempo de trabajo y fuera de él. En segundo término, porque siempre es bueno escribir sobre un tema que se conoce bien, como es mi caso.

Cuando una escribe una novela sobre un tema que conoce bien es complicado abstraerse, ¿qué le resultó más complicado?

Pues, en palabras de quien hizo de primera lectora, dejar de lado a la fiscal a la hora de contar las cosas. A veces es difícil desprenderse de términos jurídicos y cosas que una conoce por su trabajo, pero que los personajes no pueden conocer.

Sus protagonistas son todas mujeres fuertes, comprometidas, luchadoras y sin embargo no están exentas de padecer esta lacra, o como asegura en la novela “Todas podemos ser víctimas”. ¿Es este el mensaje que quería transmitir?

Exactamente. Se trata de transmitir que la violencia de género está donde una menos se lo espera, donde no podría ni imaginarlo. Por mucho que se conozca el tema, en ocasiones somos incapaces de identificarlo pese a tenerlo ante nuestras narices. Es algo que a mí misma me ha pasado.

La novela es, ante todo, una historia de amistad, cuenta la autora, Susana Gisbert.

¿Qué es más difícil romper el silencio de la víctima o detectar las señales del maltrato?

Creo que son dos cosas que van unidas. Sin detectar el maltrato es difícil ir más allá. Y, si se perciben comportamientos o señales, por leves que sean, hay que indagar, no conformarse con un «estoy bien».

Lo cierto en que temas como éste es difícil ayudar a quién no quiere ser ayudada

Muy difícil. Pero a veces se pide ayuda desde el silencio, incluso se está pidiendo sin saberlo. Hay mujeres que necesitan que alguien se les acerque y les diga «sé lo que estás pasando». Como decía, en ocasiones nos conformamos con que nos digan que no pasa nada y no seguimos preguntando.

El libro está lleno de cifras, como esa de una de cada cinco mujeres es  víctima de violencia de género y sin embargo no somos conscientes… Siempre creemos que en nuestro entorno no se va producir.

Así es, ése es el mensaje principal, que miramos sin ver, como si a nosotros o a alguien de nuestro entorno no le pudiera pasar.

Y nos equivocamos.

El maltrato se da en todas las clases sociales; en las clases medias-altas se ve menos porque existe un componente extra de vergüenza de contar lo que está pasando

¿En qué clases sociales es más común el maltrato?

Yo creo que en todas, sin excepciones. Es más, si en clases medias-altas se ve menos es porque existe un componente extra de vergüenza de contar lo que está pasando. Es frecuente oír a mujeres con una carrera universitaria y un buen empleo decir que no contaban nada porque les daba vergüenza que la gente pensara cómo ellas habían caído en eso, cómo no lo habían evitado.

El cinco está muy presente en la novela, ¿tiene algún significado especial para usted, además del libro «Las aventuras de los cinco», de Enid Blyton?

Bueno, en efecto el libro de Enid Blyton forma parte de la infancia de las protagonistas, como de la mía propia. Pero además, ha habido temporadas en que cada cinco días era asesinada una mujer, eso es algo que puesto negro sobre blanco impresiona mucho más que si se habla de porcentajes. También está comprobado que una de cada cinco mujeres han sufrido violencia machista, otro dato escalofriante.

Imaginamos que, como fiscal y como mujer comprometida contra la violencia de género, habrá visto de todo por los juzgados. La historia que usted relata se basa en un hecho concreto o recoge fragmentos de casos que ha conocido.

La historia en sí no es un hecho real, aunque está compuesta de muchos trozos de historias reales y, sobre todo, de sensaciones reales. Y no solo vividas como fiscal, sino también fuera de mi trabajo.

Cuando describe a uno de sus personajes, Victoria, la fiscal, dice de ella que “su toga es como una capa de superhéroe”, ¿se ha sentido alguna vez así?

Exactamente. Esa frase de Victoria es mía. De hecho, escribí un post en mi blog con ese mismo título.

Aunque usted no habla en su libro del maltrato entre miembros del colectivo LGTB, ¿no cree usted que es el gran olvidado?

En el libro sí tienen cabida personajes que tratan de normalizar las relaciones entre personas del mismo sexo, aunque no desde la óptica del maltrato. Y no sé si hablaría de grandes olvidados, pero sí que podrían arbitrarse medidas para la situaciones de maltrato en ese tipo de parejas, que tienen una entidad propia y distinta de la de la violencia de género tal como la entendemos.

«La historia en sí no es un hecho real, aunque está compuesta de muchos trozos de historias reales», explica Gisbert en esta entrevista.

¿Cree que debería existir alguna Ley Integral para ellos? ¿O incluso adaptar la Ley Integral actual para incluirlos?

Integral o no, creo que debería existir una normativa que les proteja, pero propia y específica, de hecho también pueden solicitar órdenes de protección, como cualquier otra víctima de violencia de género.

Pero no soy partidaria de que se incluya en la ley contra la violencia de genero, puesto que la raíz es distinta. Creo que sería bueno que tuvieran sus propia ley, sus propias normas de protección y unos recursos asistenciales adecuados a su propia problemática.

¿En qué momentos del día y en qué días de la semana escribió el libro?

El libro iba escribiéndose en mi cabeza en cualquier momento, sobre todo mientras conduzco o paseo por la calle. Pero transcribirlo al papel, fue gracias a las vacaciones que, por primera vez en mucho tiempo, tuve en tres semanas seguidas.

Escribía todos los días a primera hora y muchos también por la tarde, porque yo misma me enganchaba al contenido de un libro que no estaba escrito. Me planteé escribir un capitulo al día, pero al final había días en que hacía más, porque yo misma tenía ganas de ver a los personajes moverse fuera de los límites de mi cabeza.

¿Qué hizo para sustraerse del día a día y encontrar la burbuja de paz y de reflexión que permite escribir?

Como he dicho, vacaciones, y varios días seguidos. Un relato corto puede escribirse a ratos, pero una novela necesita una concentración que es poco compatible con el día a día de juicios, guardias y vida familiar.

Sincérese: ¿Ha disfrutado con esta incursión en la ficción?

He disfrutado muchísimo. Como cuando una lee un libro que le gusta, me daba pena que se terminara.

Y la verdad es que las reacciones que estoy viendo entre quienes lo leen, todavía me hacen disfrutar más.

¿Ha sido la primera vez? ¿Repetirá?

“Descontando hasta cinco” es mi primera novela. Hasta ahora me había limitado al relato corto o, como mucho, mediano, como los que hay recopilados en “Mar de Lija”, mi primer libro.

Y no solo repetiré, sino que no veo el momento de ponerme a ello.

Como dice una amiga mía «me escribo encima».

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