El ‘frente de cárceles’ yihadista quería convertirse en una célula y amedrentaba a los díscolos
La operación se ha desarrollado a instancias del Juzgado Central de Instrucción número 1 y de la Fiscalía de la Audiencia Nacional./ Guardia Civil

El ‘frente de cárceles’ yihadista quería convertirse en una célula y amedrentaba a los díscolos

hay 26 investigados en 17 cárceles, entre ellos dos condenados por los atentados del 11-M
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09/10/2018 10:44
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Actualizado: 09/10/2018 11:02
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El ‘frente de cárceles’ desmantelado por la Guardia Civil aspiraba a crear una célula yihadista y contaba con su propio emblema, una alteración del logo del Estado Islámico que introducía en las cartas que enviaba a otros condenados por pertenencia a organización terrorista para animarles a seguir reivindicando los preceptos del DAESH, según informan fuentes de la investigación.

El objetivo era unir fuerzas en torno a la causa que defendía el principal cabecilla, según los investigadores, Mohamed Achraf, un yihadista muy conocido en las prisiones españolas, donde ha pasado interno más de una década.

Las investigaciones se centran ahora en contrastar si los esfuerzos de Achraf y los suyos por aunar a los yihadistas iban a materializarse de algún modo fuera de prisión.

El siguiente paso será la toma de declaración de los cuatro ‘dinamizadores’ de la red, a la que se investiga por por captar, adoctrinar y radicalizar a otros presidiarios.

Mañana comparecerán por videoconferencia ante el titular del Juzgado Central de Instrucción número 1 de la Audiencia Nacional, Santiago Pedraz.

Cabe destacar que Achraf, que estaba a punto de salir de prisión, el 17 de octubre, cuando cumplía su primera condena fue sentenciado a 14 años por organizar otro frente de cárceles, en lo que se conoció como ‘Operación Nova’.

Junto a Achraf, otros 14 individuos fueron condenados en 2005 por planear atentados contra la Audiencia Nacional, el Tribunal Supremo o la estación de Príncipe Pío.

SU OBJETIVO ERA IMPLANTAR UNA ‘POLÍTICA DE PATIOS’

Su objetivo con este nuevo ‘frente de cárceles’ era implantar una «política de patios» consiguiendo que todos los condenados por yihadismo fuesen recluidos en una misma prisión.

Impulsaba, junto a sus tres principales acólitos, el envío de cartas a yihadistas encarcelados en distintos puntos de España de los que tenía noticia para animarles a mantenerse firmes en la defensa del DAESH y la reivindicación de la yihad.

Muchos de esos reclusos le contestaron y acabaron entablando un género epistolar, hasta el punto de que hay 26 investigados por este motivo en 17 cárceles distintas, aunque en algunos casos la respuesta era para desvincularse y marcar distancia.

Otros ignoraron sus misivas, pero no era su única forma de actuar: Cara a cara con otros internos, utilizando a presos comunes como recaderos o aprovechando visitas a terceros, hacían llegar su mensaje.

Amedrentaba a quienes se negaban a unirse a su causa, según las citadas fuentes.

Entre los investigados están Jamal Zougan y Hassan El Haski, dos de los condenados por los atentados del 11-M, que se saldaron con 192 fallecidos y unos 1.500 heridos a causa de la explosión de 11 bombas en cuatro trenes de cercanías de Madrid.

Cuando se cumplen 14 años años del 11-M, sólo ocho de los 18 condenados permanecen en la cárcel. En 2044 estarán todos en libertad.

Otros de los investigados son varios ciudadanos españoles conversos o en proceso de conversión.

TRES ACÓLITOS EN LA CÚPULA

Por debajo de Achraf, pero también dentro de la ‘cúpula’ del ‘frente de cárceles’ yihadista desarticulado, los investigadores sitúan a Karim Abdeselam Mohamed, alias ‘Marquitos’, quien fue condenado en 2015 por la Audiencia Nacional a 12 años de prisión por integración en célula yihadista.

El segundo acólito del líder del frente es Mohamed el Gharbi, recientemente condenado a ocho años de cárcel en el marco de la ‘operación Caronte’, una gran operación policial que desarticuló en 2015 una red yihadista formada por diez personas que habían planeado atentar en Barcelona.

El Gharbi y otros dos integrantes de ‘Caronte’ trataron de llegar a Siria en coche, a través de Turquía, pero fueron detenidos en la frontera con Bulgaria y posteriormente entregados a España.

En el juicio celebrado el pasado enero, aseguró que en dicho viaje no tenía ninguna intención de cruzar a Siria, sino quedarse en Estambul para comprar «ropa de marca falsa» para venderla después «de contrabando» en España.

El tercer hombre de confianza de Achraf en la cúpula del ‘frente de cárceles’ es el también marroquí Abdelghani Zarrouri, un preso común condenado a 23 años por el asesinato de su esposa.

Según las fuentes consultadas, Zarrouri ha ido radicalizándose poco a poco durante su estancia en la cárcel. Tampoco le gustaba el régimen penitenciario español. Se quejaba de cuánto se penaba aquí por matar a una mujer.

Fuera de la cúpula, pero entre los internos condenados por yihadismo que han respondido a las cartas de Achraf, está Ahmed Samsam, de nacionalidad danesa y origen sirio que fue juzgado en la Audiencia Nacional hace sólo unos pocos meses.

Fue condenado en julio a ocho años de cárcel, pero llevaba tiempo en prisión provisional y ya había establecido contacto con esta red.

LAS MISMAS PINTADAS EN CÁRCELES DISTINTAS

Las pesquisas sobre este ‘frente de cárceles’ se iniciaron en 2017, cuando la Audiencia Nacional recibió una denuncia contra un preso por enaltecimiento del terrorismo que había perpetrado una pintada en la prisión.

Cuando se pidieron informes, no tardó en aflorar laexistencia de pintadas de contenido muy similar en más de media docena de centros penitenciarios.

Los investigadores, a instancias de la Fiscalía de la Audiencia Nacional, no tardaron en encontrar el nexo de unión entre ellas, la correspondencia que recibían y enviaban condenados por yihadismo, que estando en prisión tienen derecho, aunque bajo control, a mantener comunicaciones, y escribían «compulsivamente».

Todas las cartas eran fotocopiadas por funcionarios de prisiones, que cuando se trata de este tipo de presos de especial seguimiento, controlan el contenido.

En este proceso nunca saltó una alarma que hiciera temer un peligro de atentado inminente, pero sí intercambios que cuando menos, incurrían en enaltecimiento y adoctrinamiento en la yihad, según las mismas fuentes.

No obstante, los investigadores han recogido también notas que habrían pasado de mano en mano e información facilitada por otros internos en relación al grupo investigado, como el de uno que apuntó que creía haber oído que la intención era atentar contra la Embajada de España en Marruecos.

Este hecho aún no se ha acreditado, a falta de que se termine de traducir toda la documentación recogida y se revisen también los resultados de los registros en las celdas de estos internos. Apareció también algún elemento que podía utilizarse como arma.

Más allá de su finalidad proselitista, la investigación apunta a que la actividad del grupo podría ir más lejos, si se tienen en cuenta hechos como los ataques yihadistas en 2016 en el interior de la prisión francesa de Osny, donde un interno atacó a varios funcionarios de prisiones, y el protagonizado en 2018 en Lieja (Bélgica) donde durante un permiso penitenciarios un preso radicalizado asesinó a dos policías y a un civil.

De ahí que la propia existencia del grupo se entienda como un potencial riesgo para la seguridad. Más aún teniendo en cuenta la próxima puesta en libertad de varios de los sujetos investigados.

El operativo coincide temporalmente con el momento de máxima población reclusa por motivos de terrorismo yihadista, fruto de la intensa actividad desarrollada por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad españoles durante los últimos años.

Desde la elevación al nivel 4 de Alerta Antiterrorista el 26 de junio de 2015, la Guardia Civil ha intensificado las investigaciones relacionadas con fenómeno del terrorismo yihadista, con la finalidad de anticipar y neutralizar la amenaza que representa.

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