Ángel Galán: «Los desaparecidos son un problema muy importante al que nadie quiere meter mano»
Según Ángel Galán, en los últimos 30 años se han producido 10.000 desapariciones, lo explica en su libro "Introducción a la investigación de desaparecidos", el primer manual de su clase; acaba de publicarse. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

Ángel Galán: «Los desaparecidos son un problema muy importante al que nadie quiere meter mano»

Este comisario principal honorario acaba de publicar el libro "Introducción a la investigación de desaparecidos"
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03/2/2019 01:15
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Actualizado: 23/8/2023 18:05
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Son 44 años y medio de carrera en la policía. Llegó a lo más alto, comisario principal. Fue jefe superior del Cuerpo Nacional de Policía en Extremadura y antes comisario de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta de la Comisaría General de Policía Judicial.

Allí descubrió el gran problema de los desaparecidos en España. Algo que no ha dejado de preocuparle desde entonces porque sigue latente, y presente.

Y lo dice sin pelos en la lengua: «Los desaparecidos son un problema muy importante al que nadie quiere meterle mano».

Por eso ha escrito “Introducción a la investigación de desaparecidos”, un auténtico manual básico para aprender a investigar este tipo de casos, que acaba de ver la luz hace muy pocos días.

El primero de su clase en el mercado que busca dos cosas: primero, contribuir a crear el estado de opinión de que la sociedad, y sobre todo los responsables de la seguridad, deben, de una vez por todas, coger el toro por los cuernos a este problema; y, segundo, transmitir parte de sus conocimientos a aquellos que lo necesitan. 

Como presidente del Instituto de Probátrica e Investigación Criminal (IPIC), un centro dedicado a la impartición de programas de formación y de posgrado en esos campos, considera que hoy España tiene un déficit preocupante de buenos investigadores y que eso deviene en algo muy preocupante: que los malos se están saliendo con la suya. Algo con lo que se tiene que acabar.

Como persona, Ángel Galán tiene la elegancia personal de un Gregory Peck.

Su capacidad de comunicación va a la par con su capacidad de persuasión. Es imposible no estar de acuerdo con sus planteamientos. Porque no busca hacerse rico, ni ser famoso y su ego hace tiempo que lo tiene bajo control.

Lo que le mueve es conseguir que las cosas funcionen, que se hagan las cosas bien, que se proteja a las víctimas y que los culpables paguen por sus crímenes. Lo que debería ser.

En alguna ocasión le he oído decir que la gente miente. Que es algo inevitable. A ver, explíquese. 

La gente miente. Pero no porque quieran mentir. Son mentiras sociales. Lo que quieren es mantener la imagen de una familia conjuntada, de una mujer normal.

Por ejemplo, el caso de una chica desaparecida. Preguntamos si tomaba algún tipo de sustancia, como marihuana. «No, por favor, en absoluto». Y se metía hasta cocaína. ¿Tenía relaciones sexuales? «¡Por favor! Si la niña tiene 20 años». Pues es una cosa muy normal. «No, no. Era una chica muy buena». Poco menos que una santa.

Era una familia cohesionada. «Sí». ¿Y por qué tardan tres días en poner la denuncia de desaparición? «Algunas veces se quedaba con una amiga…». Pues entonces la cohesión familiar salta por los aires.

Todas las familias siempre tratan de dar una imagen idílica, de la persona y de la propia familia. Es un hecho.

¿Se ha encontrado alguna familia que no proyectara una imagen idílica?

Ninguna. Por eso digo que todas mienten. Deberían decirte todas la verdad, y no lo hacen. ¿Por qué?

Por dos razones.

El que tiene algo que ver o tiene miedo porque ha tenido alguna relación, para que no se piense que podría ser un sospechoso. Se quita de en medio, como se quitaría un asesino.

Y los que no…, pues cuando tienes confianza con algunos te lo explican de la siguiente forma: Yo le digo a usted lo que sé. Luego tengo que hablar con más jefes de la investigación.

Después me llama el juez de instrucción. Más tarde me vuelven a llamar para el juicio oral. Al final me hacen perder 20 días. Y no estoy dispuesto.

Todo el mundo miente para dar una imagen idílica de su familia y de sus relaciones, lo cual jamás es cierto, según Galán. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

¿Así se lo dicen?

Así de claro y de directo. Hasta cierto punto, en algunos aspectos tienen razón. Esto lo explico muy bien en el libro.

Porque quiero que el investigador sea consciente de esas desviaciones o sesgos que tienen toda toma de declaración.

Es una cosa que descubres enseguida, cuando tomas la declaración. Porque llega un momento en que se contradicen.

Vamos a ver si nos explicamos: eso que está diciendo usted no tiene nada que ver con lo otro. Y en ese momento se viene abajo.

¿Cuál es el principal problema que puede tener un investigador de desapariciones?

El creerte lo primero que te digan sin preocuparte de más. No porque se contradigan los testigos sino porque te lo crees.

Cuando yo mandaba la UDEV Central entramos en un caso de desaparición donde los que habían intervenido, los investigadores del cuerpo. Mantenían que la persona desparecida, que era una mujer, seguramente se había ido porque estaba en tratamiento psiquiátrico.

Hasta el juez se había convencido de que la mujer estaba por ahí, por su problema mental.

Empezamos a investigar y llegamos a la persona que estaba en ese día y te dice: ¡Ya era hora que alguien viniera por aquí a preguntarnos esto!

Y el que se queda sorprendido eres tú entonces.

El trabajo se había hecho mal. Y se hace mal muchas más veces de lo que pudiéramos pensar.

En muchas ocasiones se pregunta por preguntar.

Explíquemelo con un ejemplo.

Por ejemplo, un caso del que han pasado 20 años. El de María José Arcos, en Galicia. Esta le dice a todo el mundo que va a ver a su novio para que le devuelva el millón de pesetas que le había prestado para comprar un barco.

Él dice que sí, que estuvo allí. Luego, el punto del que sale y al que llega están claros. Y a partir de ahí no hay nada claro. Ni de ella ni de nadie.

¿Quién vio a María José en aquel momento, cuando llegó a casa de su novio?

¿O quién vio cuando salía de casa del novio?

¿Cuánta gasolina tenía su coche en el depósito?

¿Repostó en algún sitio?

Nada de eso se hizo.

Después apareció el coche en un faro. Cosas que llaman la atención: La hermana va a recoger el vehículo. Nadie ha tomado huellas previamente al interior del vehículo. Ella es más alta que María José.

Cuando se sienta en el asiento del conductor se da cuenta de que está echado hacia atrás y lo pone hacia delante. Alguien, es evidente, más alto que María José lo ha conducido hasta ese sitio. ¿Quién?

Porque el asiento no estaba reclinado.

Al no haber tomado huellas del volante o del freno de mano se perdieron indicios vitales.

Evidente.

Las familias de los desaparecidos jamás descansan; el vacío es tan grande que desestabiliza sus vidas. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

Cuando nos referimos al ser humano siempre damos por hecho que todos somos empáticos. No es así. ¿Cuántos pedazos de hielo se ha encontrado en sus investigaciones?

Las personas que teóricamente han cometido un acto delictivo importante, no hace falta que haya sido un homicidio, normalmente es gente fría, con una capacidad tremenda para escuchar sin mover un solo músculo porque no tienen ninguna sensación de culpabilidad.

Están en otro mundo. Han hecho algo porque lo tenían que hacer. Porque era su obligación. Sí, me he encontrado muchos. Más de los que usted pudiera imaginar.

¿De qué formas se pueden producir las desapariciones?

Solamente hay dos maneras. Por el entorno más cercano: pareja, hermanos, padres, amigos, o del círculo social o laboral. O alguien desconocido absolutamente.

Y eso se ve por la forma.

Cuando pasó lo de Diana Quer dije que si se habían hecho bien las cosas y se habían preguntado a las personas donde se celebró la fiesta, y nadie quedó con ella y nadie le llamó, no iba a ser nadie de su entorno.

Es alguien que se encontró en el camino.

Y así fue.

No hay otra manera. La peregrina estadounidense en el Camino de Santiago, pues lo mismo.

¿Por qué alguien puede esfumarse de repente y no se vuelve a saber nada de él?

Nadie se esfuma jamás. Si eso ocurre es que están mal investigados.

«En los últimos 30 años se han producido 6.000 desapariciones, según el Ministerio del Interior, y 10.000, desde mi punto de vista. ¿Cómo es posible que nadie intente encontrar una solución para eso?»

¿Quiénes son los desaparecidos?

En la mayoría de los casos son hombres y mujeres, en general. De dieciséis a sesenta y tantos años, en su mayor parte mujeres. Y suelen ser parejas, exparejas o similares. Son relaciones personales que, en un momento determinado, y chocan.

El problema es cómo deshacerse del cuerpo. Muchos se han dado cuenta de que si el cuerpo no aparece no hay delito.

Ahora ya existen los crímenes perfectos, pero no es porque lo sean sino porque la interpretación de la legislación está mal hecha. Y la investigación está mal hecha. Una de esas dos causas es la razón de que haya tantísimas desapariciones.

En los últimos 30 años se han producido 6.000 desapariciones, según el Ministerio del Interior, y 10.000, desde mi punto de vista.

¿Cómo es posible que nadie intente encontrar una solución para eso?

Alguna persona me ha señalado el Centro Nacional de Desaparecidos como la solución a este problema.

Pero, ¿qué es el Centro nacional de Desaparecidos? Un centro de análisis estadístico.

Luego, ¿qué van a resolver? La actual situación, es paradójico, les beneficia a los malos. Porque mientras no haya cadáveres no hay problemas.

Digámoslo claro: Los desaparecidos son un problema muy importante al que nadie quiere meter mano.

Las 10.000 familias tendrían que juntarse y reclamar soluciones. Esa sería la solución real.

Su día a día es de una angustia continua. En estos momentos hay familias destruidas.

El comisario principal honorario, Ángel Galán, fue máximo responsable de la UDEV y después jefe superior de Policía de Extremadura; en la foto, con su libro. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

Usted titula su libro, “Introducción a la investigación de desaparecidos”, pero podría haberle puesto otro título, como “Todo lo que debería saber para investigar con eficacia casos de desaparecidos”.

Yo desde el principio pensé en dos palabras: manual o introducción. Lo que explico en mi libro es la metodología básica que hay que aplicar, cómo se debe de actuar para ser eficaz.

Una de las cosas que usted critica es a los investigadores que actúan con ideas preconcebidas y que no dejan, prácticamente, hablar a los testigos. ¿Eso ocurre de verdad?

Eso se produce de forma constante. La gente no sabe preguntar. Por muchas razones, porque cuando es un funcionario con cierta autoridad, como un juez, se creen en posesión de la verdad.

Preguntan para que digas la verdad.

La propia ley dice que puedes mentir. A mí me han dicho muchos jueces, en mis investigaciones, es que le hemos preguntado si lo ha matado y ha dicho que no.

Pues claro, ¿qué va a decir?, les he contestado.

Por eso, una de las premisas básicas es ganarse la confianza de la persona. Y luego soltar la pregunta definitiva, la que pone blanco sobre negro la contradicción. Esa pregunta es la que introduce la duda en su cabeza. Porque se va a preguntar si ya conoces las repuestas a las preguntas que le estás haciendo.

Si cada vez que le conteste le estoy mintiendo no sirve para nada lo que le estoy diciendo. Va a estar encima de mí todo el tiempo.

¿Eso cómo se hace? A base de experiencia.

¿El método teniente Colombo es un mito?

A algunos le funciona. Yo no lo he utilizado nunca. Si el delincuente es una fría no funciona para nada. Funciona con el novato con el que se suele asustar.

Lo mismo ocurre con el poli bueno y el poli malo de las películas. Tampoco funciona.

Funciona lo de siempre, la inteligencia.

¿Por qué ha escrito este libro? El primero enfocado sobre cómo investigar desaparecidos.

Yo no soy consciente de la problemática de los desaparecidos hasta el año 2002. En 2001 dejé la unidad la Documentación de españoles, que mandaba hasta ese momento, y me voy a mandar la Brigada de Delincuencia Especializada a la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta en la Comisaría General de Policía Judicial.

Era la Brigada que llevaba atracos, secuestros, desaparecidos, homicidios, piratería…, muchas cosas.

Ahí empezamos a trabajar muchas cosas que no tienen mucha relación con desaparecidos.

El primer desaparecido que me cae es Fernando Caldas, un narcotraficante relacionado con los Charlines en Santiago de Compostela.

Nos llaman para decirnos que había habido una llamada al 112. La recepcionista del 112 le aplica el protocolo. Nombre y documento, le pregunta. Fernando Caldas iba en el maletero de su coche. Le habían quitado su teléfono, pero llevaba otro, y habla bajito porque le habían secuestrado.

La otra le pregunta cuatro veces. Hasta que le cazan que está hablando. Paran el coche y le sacan sin que haya podido decir nada más.

«Los desaparecidos representan un gran problema para el que no tenemos una herramienta legal para meterle mano»

¿Le mataron?

No ha aparecido. Así que para los jueces no está muerto. Por eso estoy en contra de los protocolos. Este es un buen ejemplo.

Luego no han podido ser condenados por ello. ¿Y qué pasó?

Que fueron condenados por narcotráfico. Por cierto, la juez instructora, Belén Rubido, fue brillante. Una de las mejores jueces de investigación que yo conozco.

Vuelvo a preguntarle, ¿por qué este libro?

Retomando el hilo. Porque en 2002 me doy cuenta de que es un gran problema para el que no tenemos una herramienta legal para meterle mano.

Ahora, una vez que he terminado mi vida profesional, me hago esta reflexión. Hasta 1976 existe un Cuerpo General de Policía solo de investigación. Éramos 6.000 funcionarios de investigación. Unos estábamos en las oficinas de denuncias y otros en investigación.

No teníamos idea de seguridad.

Cuando nos juntan con la Policía Armada nos convierten en un cuerpo de seguridad.

En su larga carrera de investigador se ha encontrado muchas personas frías, que adolecían de empatía alguna y que el asesinato de otros no les afectaba. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

Con “los grises”.

O con los “marrones”, después. Luego nos convertimos todos en azules.

El hecho en sí es que un cuerpo de 6.000 se integra en uno de 65.000 y se diluye. En aquellos tiempos había dos cuerpos de seguridad. Uno rural, la Guardia Civil, otro urbano, la Policía Armada, y el Cuerpo General de Policía en todos los sitios.

Ahora tenemos cinco cuerpos de seguridad: Guardia Civil, que está en todos los sitios, Cuerpos Nacional de Policía, que también está en todos los sitios, los Mossos d’Esquadra, que están en Cataluña, de donde hemos salido prácticamente nosotros, la Ertzaintza, en el País Vasco, y la Policía Foral de Navarra.

El 80 por ciento de los cuerpos de seguridad se dedican a seguridad, que es lo lógico. ¿Cuántos hombres tiene el Cuerpo Nacional de Policía dedicados a las unidades adscritas, para escoltas de consejeros y para protección de edificios?

750 en Andalucía, casi 600 en Galicia, 500 en Valencia, 300 en Zaragoza, 100 en Madrid. Muchos.

De esos ninguno investiga.

El problema con muchos policías es que ahora no hacen investigación, luego hacen seguridad. No hay especialidad en investigación.

Se está perdiendo.

Es cierto que existen las Comisarías Generales de Policía Judicial y de Información, pero la investigación, lo repito, se está perdiendo.

O sea, su libro es un aviso a la sociedad.

Sí, porque el problema es gravísimo.

En su libro le presta mucha atención al tema mediático.

Al tema mediático, a la Constitución y al derecho penal. Cubro los 360 grados de esta problemática. Se toca todo aquellos que afecta a este tipo de investigaciones.

La prensa debe tener suficiente información de lo ocurrido. No del trasfondo, de lo que está pasando por dentro. Eso no es información realmente.

El público necesita saber que Diana ha desaparecido y que se la está buscando y que hay un teléfono que apareció en la Ría.

Lo que no puede ser es la presencia de lo que yo llamo en el libro seudo investigadores que opinan y especulan. Eso crea una inseguridad y unos problemas tremendos. Y una presión al político, que no suelen tener ni idea, que a su vez presionan a los que están trabajando.

Y cuando una persona se siente presionada las cosas se hacen mal.

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