Varios guardias civiles relatan en el juicio del ‘procés’ el acoso y los escraches que sufrieron en Cataluña
Un agente de la Guardia Civil que sufrió un "escrache" el 1-O ha dicho que la protesta estaba "organizada, estructurada y orquestada" y que en ella participaron varios bomberos uniformados, que se situaron frente al hotel y se dieron "un baño de masas" entre los concentrados.

Varios guardias civiles relatan en el juicio del ‘procés’ el acoso y los escraches que sufrieron en Cataluña

Un teniente de la Guardia Civil habla de pasividad de los Mossos para proteger una casa cuartel en Manresa
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28/3/2019 16:57
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Actualizado: 28/3/2019 16:57
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Varios agentes de la Guardia Civil han relatado hoy en el juicio por el proceso independentista las situaciones de acoso y amenazas que sufrieron en Lérida y en el municipio leridano de Seu d’Urgell los días posteriores a la celebración del referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017.

Dos de ellos han relatado que fueron perseguidos por un individuo y otros dos han recordado los sucesivos escraches frente a los hoteles en los que se alojaban.

A preguntas del fiscal Jaime Moreno, los dos primeros agentes que han comparecido han contado que durante varios días, a partir del 3 de octubre, un centenar de personas se concentraron en las puertas del hotel Nice de Seu d’Urgell y que durante casi una hora estuvieron profiriendo insultos «en castellano y en catalán» contra su actuación el 1-O, portando pancartas y cacerolas.

Ambos han recordado que en esta concentración también participaron algunos bomberos de esa localidad catalana, que llevaron un camión del Cuerpo.

«Escuché mucho ruido, sirenas y una cacerolada», ha afirmado uno de los agentes recordando el momento en el que se percató de que «una multitud» se dirigía hacia un hotel cercano donde estaban alojados compañeros y que después fueron hacia el suyo.

Han asegurado que los manifestantes estaban «organizados, estructurados», aunque ninguno pudo ser identificado como miembro de alguna organización.

Uno de los testigos, que grabó la concentración desde la ventana de su habitación sin que los manifestantes le pudieran ver, ha añadido que se llegaron a lanzar vasos y botellas de plástico a la fachada del edificio.

‘ODIO DE LA GENTE’

El segundo de los agentes que ha declarado ha lamentado «ese odio de la gente».

Ha manifestado que no llega entender el motivo de la sucesivas concentraciones cuando tanto él como sus compañeros hicieron «una intervención muy liviana y muy humana» durante el referéndum.

«Donde no se pudo intervenir, no se intervino para no causar un daño mayor», ha explicado.

El primer agente que ha comparecido ha dicho que no recuerda ver a ningún Mosso d’Esquadra intentando controlar la situación, pero el siguiente ha afirmado que sí vio a una pareja de la policía autonómica, que también fueron abucheados cuando intentaron identificar a uno de los manifestantes que estaba «alterado».

Después ha apuntado que los concentrados empezaron a aplaudir y a cantar «esta es nuestra policía».

Ante esta situación y por el «temor», el propietario del hotel Nice les comunicó que una vez finalizase la reserva no la renovaría por lo tuvieron que buscar otros lugares para alojarse como el Parador Nacional.

PERSEGUIDOS Y GRABADOS POR UN INDIVIDUO AL GRITO DE ‘OS VOY A MATAR’ Y ‘ASESINOS’

Después han declarado otros dos agentes que estuvieron destinados en Lérida entre el 26 de septiembre y el 6 de octubre.

Han relatado un episodio de acoso que les ocurrió al día siguiente del referéndum ilegal, cuando se encontraban dando un paseo, vestidos de paisano, por la ciudad al tener el día libre.

Según han contado, un hombre les siguió y les grabó con su teléfono móvil y cuando ellos se percataron les empezó a proferir amenazas e insultos.

«Nos dijo que nos iban a matar, que habían ganado la guerra, que éramos unos asesinos», ha explicado uno de los agentes a preguntas del fiscal Jaime Moreno.

Han relatado que este individuo trató de incitar a otras personas que pasaban por la calle, señalando a los guardias civiles y acusándoles de haber «pegado» a la gente en su pueblo el día anterior.

Los agentes optaron por volver al hotel e informaron a su superior, que les recomendó que interpusieran una denuncia en la Comandancia de Lérida.

Han explicado que aquella misma noche un compañero les envió un enlace a una publicación de Facebook en la que aparecían las fotos que les habría hecho ese individuo por la mañana junto a otras imágenes de los mismos guardias civiles en su intervención el 1 de octubre.

Junto a las fotografías, esa persona había escrito un texto en el que afirmaba «estos animales no los quiero en mi país» y «las calles serían siempre nuestras», entre otras cosas.

INSULTOS Y PITADAS DESDE COCHES PARTICULARES

Sucesos similares se repitieron en Gerona el día posterior al referéndum, ha contado otro agente, que fue destinado allí para hacer «refuerzo de edificios públicos, la comandancia y la Subdelegación del Gobierno».

Ha explicado que el día 2 se encontraba haciendo funciones de vigilancia, vestido de paisano, y que escucharon las sirenas de un convoy de vehículos de bomberos.

Este testigo, el quinto de la sesión de este jueves, ha dicho que los ocupantes de estas furgonetas hicieron «peinetas» con el dedo, se daban «en la cara como si fueras un caradura», e indicaban hacia abajo con el dedo, además de insultarles.

Ha agregado que esta situación era «relativamente habitual» los días después del 1-O con coches particulares que pitaban.

‘PASIVIDAD DE LOS MOSSOS’ PARA PROTEGER UNA CASA CUARTEL

Por otra parte, un teniente de la Guardia Civil ha relatado al tribunal la pasividad de los Mossos d’Esquadra en Manresa (Barcelona) el 20 de septiembre de 2017 para establecer un perímetro de seguridad en torno a la casa cuartel de la localidad sabiendo que se había convocado una concentración en torno al edificio.

En respuesta a las preguntas del fiscal Fidel Cadena, ha explicado que el 20 de septiembre al mediodía avisó al jefe de la Comandancia de Barcelona de que se estaba convocando por redes sociales una convocatoria de protesta frente a la casa cuartel «con la idea» de que éste informara a los mandos de los Mossos oportunos.

Ha dicho que a las cinco de la tarde recibió una llamada de un comisario de la policía autonómica, que no le concretó si había recibido la solicitud de la Guardia Civil, pero le comunica que para ese día no podrían contar con los antidisturbios de los Mossos (Arro) porque en Barcelona la situación era «muy complicada» con la masiva concentración frente a la Consejería de Economía.

Ha narrado que volvió a hablar con su superior, al que notó «un poco enfadado» porque le dijo que sí había solicitado a los Mossos el establecimiento de un perímetro de seguridad.

El comisario, después, se lo confirmó al testigo, pero le especificó que lo habían previsto en la acera de enfrente de la casa cuartel.

«Le dije que en la acera de enfrente nada, que estaban aporreando la puerta», ha explicado.

Ha contado que había unas 2.000 personas concentradas «pegadas» a la pared de la casa cuartel, donde ha informado que residen unas 160 personas, desde bebés hasta ancianos de 80 años.

El teniente ha explicado que fue él quien ordenó cerrar la puerta del edificio al ser el responsable de la seguridad del mismo porque ya había un precedente de una protesta, en diciembre de 2016, por detenciones de personas sospechosas de haber quemado fotos del Rey.

También optó por retirar la bandera de España del mástil situado en la entrada de la casa cuartel y así evitar «males mayores», es decir, «que a alguien se le pase por la cabeza hacer cosas no muy acordes con la enseña nacional».

Ha informado que durante toda la concentración se sucedieron gritos contra la Guardia Civil, como «bote, bote, bote, español el que no bote»; «fascistas»; y «fuera las fuerzas de ocupación» y que los manifestantes también hicieron pintadas en la puerta de la casa cuartel.

Esa protesta, en la que ha reconocido que sintió «cierta intranquilidad», se extendió desde las ocho de la tarde hasta las diez de la noche aproximadamente, pero no fue la única que se organizó frente a la casa cuartel de Manresa.

OTRAS PROTESTAS

El teniente ha relatado otra el 28 de septiembre, con motivo de una huelga estudiantil en la que los jóvenes impedían la salida de de un grupo de guardias civiles que se iban a dirigir a un registro en Igualada -la nave en la que se encontraron casi diez millones de papeletas-.

No obstante, ha destacado que se dirigió «en su propia lengua» a los manifestantes para que se apartaran y que no pusieron ninguna resistencia.

Los días 2 y 3 de octubre, ha contado el teniente al tribunal, también hubo concentraciones. La más numerosa fue la segunda, con «unas 15.000 personas, 50 tractores, bomberos…». «Una mañana bastante entretenida», ha ironizado.

Según el testigo, en todas estas convocatorias iba informando puntualmente a sus superiores del desarrollo de las mismas y sus mandos le respondían que mantuviesen «mucha calma». «Aguantad, aguantad y si se puede, aguantad un poco más», ha explicado.

CUARTEL CERRADO CON CINTA ADHESIVA

El último testigo que ha comparecido en la sesión de mañana ha sido el sargento de la Guardia Civil responsable de la seguridad del cuartel de Valls (Tarragona), que ha relatado la concentración de unas 150 personas que protestaron ante el edificio también el 20 de septiembre de 2017, coincidiendo con los registros en diversos organismos del gobierno catalán.

En este lugar los manifestantes colocaron cinta adhesiva en las puertas correderas del cuartel para impedir salir a los agentes del interior, según ha recordado el sargento, que se ocupó de quitarlas.

También ha relatado que los concentrados gritaban consignas como «votaremos», «fuera las fuerzas de ocupación» e insultos como «cabro***», «hijos de p***», «renegados» y «fachas», y portaban carteles del PDeCat y de la CUP.

Trató de agarrar a uno de los concentrados cuando se subió a la valla del cuartel para colocar pegatinas, pero el joven se logró zafar. Un grupo de personas se encararon con él, aunque finalmente el pasillo de seguridad creado por la Policía Local -que actuó de forma «eficaz y profesional», según ha apuntado- le permitió quitar todos los carteles y pegatinas.

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