«La salida ideal a esta crisis del coronavirus sería haciendo pruebas masivas», según los doctores Álvarez de Mon y Zamorano
Los doctores José Luis Zamorano, jefe de Servicio en el Hospital Ramón y Cajal, y el doctor Melchor Álvarez de Mon, jefe de Servicio del Hospital Universitario Príncipe de Asturias, explican su experiencia sobre la lucha contra el coronavirus en una videoconferencia en el que revelan todas las claves que son necesarias conocer.

«La salida ideal a esta crisis del coronavirus sería haciendo pruebas masivas», según los doctores Álvarez de Mon y Zamorano

Dos expertos en primera línea de batalla reflexionan sobre la pandemia del coronavirus

Los dos son lo que en medicina se denominan eminencias. Por una parte, el doctor Melchor Álvarez de Mon, catedrático de Medicina de la Universidad de Alcalá y jefe de servicio del Hospital Universitario Príncipe de Asturias. Y por otra, el doctor José Luis Zamorano, vicepresidente de la Sociedad Europea de Cardiología y jefe de Servicio en el Hospital Ramón y Cajal.

Los dos compartieron esta semana una charla por videconferencia bajo el título «En primera línea de batalla», adoptando el mismo el lenguaje bélico que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha venido utilizando a lo largo de los diez últimos días para descubrir la lucha contra la pandemia del COVID-19.

Ambos coinciden de que «La salida ideal a esta crisis del coronavirus sería haciendo pruebas masivas a pacientes portadores, infectados asintomáticos, personas que pueden transmitir el virus y diseminar la infección sin sentirse enfermos. A esos se les debería aislar hasta esperar que se hicieran negativos».

«¿Lo van a hacer? ¿Se puede hacer?», se pregunta Álvarez de Mon. Porque «desde el punto de vista de acceso a material la gestión ha sido la que ha sido».

Si no hay una identificación masiva, insiste el doctor Álvarez de Mon, «la exposición tiene que ser paulatina» para conseguir que «el sistema sanitario no esté saturado, para que se les pueda atender y, además, no abandonar al resto de personas con patologías no relacionadas con el coronavirus».

«Es fácil de prever –en este escenario– que, de aquí a Navidades, hayamos sido infectados más del 50% de la población,  20 millones de españoles; 3 millones en Madrid. Esto dicen algunos, pero lo que sí que está claro es que el virus va a seguir ahí».

«Mientras no lo sepamos nos arriesgamos a abrir demasiado la mano y que tengamos una avalancha de nuevo de enfermos», apunta Zamorano. Por ello, «hay que tener cuidado con una apertura a lo loco».

En un escenario en el que no se haga esta identificación masiva, considera racional que sean los menores de 40 años los primeros en volver a trabajar, ya que «padecen una enfermedad muy ligera o asintomática», de esta manera «se llegará a una tasa de infección en la que la enfermedad esté muy arrinconada».

En cualquier caso, el jefe de servicio del Hospital Universitario Príncipe de Asturias insiste en que hay que mantener las indicaciones de prevención de las autoridades sanitarias, como lavado de manos o distancia social. «Hay que ser obsesivo lavándose las manos».

Sobre el futuro, ambos doctores se muestran optimistas. «Que iremos a mejor estoy convencido, pero eso dependerá de nosotros de cómo rehagamos nuestras sociedad y de la fiabilidad de la comunicación. Esto es absolutamente esencial. Los ciudadanos debemos exigir la transparencia de la información», concluye Álvarez de Mon.

Zamorano añade que «habrá mucha más telemedicina, vamos a ser mejores, vamos a ser más competitivos, sobre todo, porque o lo somos o no seremos nada».

INMUNIDAD AL VIRUS: LA ASIGNATURA PENDIENTE 

Ambos expertos coinciden en que una de las grandes cuestiones aun sin resolver es la inmunidad al virus.

Álvarez de Mon recuerda que cualquier persona expuesta a un virus «generalmente desarrolla memoria inmunológica que lo protege o que minoriza potenciales nuevas exposiciones».

Sin embargo, «del coronavirus todavía no lo sabemos».

Apunta que «razonablemente tenemos que pensar que sí», pero, cuidado, «cuánto tiempo durará y cuánto durará ese eficacia, todavía no lo sabemos».

De momento, subraya, «estamos en el ámbito del sueño, de la ilusión… en este aspecto». Esto es algo que se aprenderá en los próximos meses, sentencia.

¿PARA CUÁNDO UNA VACUNA?

Otra de las grandes preguntas es la vacuna. Ambos expertos aseguran que tarde o temprano será una realidad. «Con investigación, tiempo y dinero se logra cualquier cosa en ciencia», subraya Zamorano.

En esta investigación el principal obstáculo, afirma, vuelve a ser la inmunidad. «Todavía no sabemos a ciencia cierta si un paciente inmunizado puede reinfectarse».

Por lo tanto, remarca, «si el virus tuviera la capacidad de mutar muy rápida o muy fácilmente habría que hacer como con la gripe una vacuna contra este virus cada año distinta».

Por su parte, Álvarez de Mon recuerda que el coronavirus aunque es una enfermedad que imita a la gripe, existen grandes diferentes por los efectos que causa en las personas, el nivel de afectación y su interacción con el sistema inmune.

«Las vacunas serán factibles, por supuesto, pero hay que ser realista hasta que caractericen estas vacunas, se caracterice su seguridad, se hagan ensayos clínicos, se aprueben por la FDA (Administración de Medicamentos y Alimentos​​, por sus siglas en inglés) y por la EMA (Agencia Europea del Medicamento) y se produzcan en cantidades suficientes estamos hablando de al menos un año».

En este sentido, insiste en la memoria inmunológica, «¿quedaremos curados tras haber tenido la infección? ¿quedaremos protegidos? ¿por cuánto tiempo? Esto son cuestiones esenciales».

Sobre las secuelas del coronavirus en algunos pacientes, Zamorano señala que «habiendo visto la agresividad que hemos visto en neumonías no tengo ninguna duda que estos pacientes es posible que pasen a tener problemas crónicos pulmonares».

Álvarez de Mon coincide con la visión de Zamorano pero insiste en que no hay certezas sobre las consecuencias a largo plazo, del mismo modo que tampoco se sabe la respuesta en cuanto a las mutaciones.

TIPOS DE PRUEBAS DIAGNÓSTICAS 

En estos días en los que se habla tanto de las pruebas diagnósticas, Zamorano explica las diferencias entre ellas y aplicación de las PCR (Reacción en Cadena de la Polimerasa por sus siglas en inglés), la IgM (Inmunoglobulina M) y la IgG (Inmunoglobulina G).

Esto, señala, sirve para analizar los diferentes estadios del Covid-19. «Si la PCR, la IGM y la IGG dan negativo no estoy infectado».

En cambio, más allá de este resultado se dan varios escenarios.

«Si tengo la PCR positiva, IgM positiva y la IgG negativa es un estadio temprano de la enfermedad».

En otro caso, si todas son positivas «es la fase activa de la infección» y de ahí, remarca, se pasa a la fase final en la que «tengo la PCR positiva, negativizo mi anticuerpo reciente, la IgM, y es positiva la IgG».

En el momento en que hay PCR negativo, IgM negativo e IgG positivo quiere decir que «es una infección pasada, eso en otras circunstancias nos diría que estoy curado y no voy a volver a enfermar porque tengo anticuerpos pero con el COVID-19 no lo sabemos«, aclara.

De ahí las diferentes pruebas que se están realizando y los grandes interrogantes en torno a este nuevo coronavirus respecto al que la ciencia ya está estudiando la memoria inmune.

SU EXPERIENCIA EN PRIMERA LÍNEA

Ambos expertos reconocen que han vivido situaciones muy duras en los hospitales. Zamorano destaca cuando «tienes que llamar a un familiar y decirle que un paciente al que lleva sin ver una serie de días ha fallecido y que no lo va a ver y despedirse. Es una cosa tremendamente dura de comunicar y de experimentar. No lo había visto nunca ni pensé que lo iba a vivir».

Álvarez de Mon, por su parte, señala que «lo que ha sido dramático ha sido ver morir a personas que no tenían que morir«.

En este sentido, asegura que «ha habido momentos dramáticos respecto a personas sanas de la década de los 60, saber que no había ningún hueco en un respirador».

A su juicio, esto ha sido lo más duro para el personal sanitario.

«Esperemos que si hay un rebrote se evite este colapso de la sanidad. Ni los pacientes ni el personal sanitario deberíamos haber vivido este dramatismo».

Como jefe de Servicio en el Hospital Ramón y Cajal, Zamorano apunta también el hecho de «saber que les mandas a pelear organizados, pero no muy bien equipados. Eso para mi es descorazonador».

De todo lo vivido en esta pandemia, que aun no ha terminado, Álvarez de Mon considera que hay que aprender varias cosas.

Por ejemplo, que hay que invertir en material con la previsión de que haya situaciones similares de alta demanda o que la propagación de las infecciones por todo el mundo ya es una realidad.

Zamorano añade que «el comité de expertos no tiene que estar formado solo de médicos, se han cometido errores por desconocimiento de cómo se gestionan estas cosas». Algo con lo que coincide Álvarez de Mon, «para gestionar hace falta conocimiento técnico, es clave».

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