¿Cuál es el origen de las vacaciones de verano pagadas a los trabajadores?
Las vacaciones pagadas tal como las conocemos hoy tienen una antigüedad de casi 60 años; fueron introducidas, por vez primera, durante la Segunda República. Foto: El día.

¿Cuál es el origen de las vacaciones de verano pagadas a los trabajadores?

En España, las vacaciones pagadas no se generalizaron hasta los años sesenta, cuando un ejército de Seat 600 se encaminó en caravana hacia las playas o a los pueblos para pasar con la familia unos días de asueto.

Había llegado el desarrollismo y el país rodaba imparable hacia la modernidad franquista.

Pero ¿de dónde provienen las vacaciones pagadas para los trabajadores?

De años de lucha obrera y conquista de derechos que, desdichadamente, aún no han llegado a muchos países del mundo.

En España, el ocio y las vacaciones era algo sin sentido para la mayoría de los trabajadores en la lucha diaria por ganarse el pan.

Solo los ricos y las clases privilegiadas viajaban y disfrutaban del tiempo libre en balnearios, ciudades del extranjero y playas.

A principios del siglo XIX, en virtud de una ley de 1918, los empleados públicos, los militares y los maestros consiguieron permisos para ausentarse del trabajo, en concreto, 15 días de vacaciones para todos los funcionarios.

Un año más tarde, otra norma abría la puerta a que capitanes y oficiales de la marina mercante disfrutasen de un mes de permiso remunerado.

Pero esta conquista no llegaba a la gran masa de obreros poco o nada cualificados, por lo que ferroviarios, tipógrafos, empleados de banca y del comercio empezaron a reclamar tiempo de asueto.

Países como Austria, Finlandia, Suecia o Italia habían introducido el derecho a vacaciones pagadas en sus legislaciones en los años veinte.

LA REPÚBLICA INTRODUJO UN PERMISO ANUAL RETRIBUIDO DE 7 DÍAS

En España la Segunda República aprobó en 1931 una norma, la Ley del Contrato del Trabajo, que contemplaba un permiso anual retribuido de siete días para todos los asalariados.

Fue una normativa pionera que apenas llegó a la España rural y agrícola.

La época convulsa de inestabilidad política impidió también que las clases urbanas pudieran beneficiarse de la misma.

Fue en tiempos de la Segunda República cuando se introdujeron las vacaciones pagadas.

Un año antes de terminar la Guerra Civil, el gobierno de Franco dictó el Fuero del Trabajo, que, sin embargo, no establecía la duración de las vacaciones, para un país destrozado por la contienda en el que comer cada día era la principal preocupación en ambos bandos.

El veraneo tal y como se entiende actualmente, aunque mucho menos masificado, surgió durante el desarrollismo de los años 60, cuando cientos de miles de españoles abandonaron el campo para engrosar el sector servicios gracias al crecimiento económico y al surgimiento de la industria turística en las costas.

Las vacaciones pagadas en España fueron establecidas en los años sesenta.

EN FRANCIA FUE GRACIAS AL FRENTE POPULAR

En Francia, el triunfo del Frente Popular de socialistas y comunistas en las elecciones de 1936 desencadenó una serie de protestas y huelgas conocidas como las “huelgas alegres”, por desarrollarse en un ambiente festivo de música y baile en las fábricas y talleres.

Las reivindicaciones incluían la semana laboral de 40 horas, el reconocimiento de la representación sindical y dos semanas de vacaciones pagadas.

Más de tres millones de franceses se sumaron a la huelga y paralizaron por completo el país.

El socialista presidente del Gobierno, Leon Blum, convocó a obreros y patronal en unas negociaciones que culminaron con  los “Acuerdos de Matignon”.

Fueron el paradigma de la capacidad de compromiso en las democracias como método para evitar la polarización política y social entre las alternativas fascista y comunista y punto de partida de la universalización de los derechos laborales de los trabajadores.

Las vacaciones pagadas en Francia fueron introducidas bajo el gobierno del socialista León Blum, en el centro.

UN POCO DE HISTORIA

En la Edad Media, los nobles y los ricos realizaban  peregrinaciones por motivos religiosos y aunque no eran vacaciones propiamente dichas permitían conocer lugares nuevos, tanto en el propio país como en trayectos a Roma o Jerusalén.

A finales del siglo XVI y durante el siglo XVII, era habitual que los jóvenes de economía próspera viajaran al extranjero para terminar su educación en una gran gira por Europa que podía durar varios años durante la que se visitaban los lugares más famosos.

La mejora de las carreteras y por tanto del transporte, facilitó los viajes y a partir del siglo XVIII lo adecuado era visitar los balnearios en la creencia de que bañarse o beber sus aguas podía mejorar la salud y curar enfermedades.

Estas actividades se completaban con bailes, juegos de naipes, carreras de caballos, paseos y otros divertimentos.

No fue hasta finales del siglo XVIII, que se pusieron de moda los baños en la playa, por los mismos motivos que se acudía a los balnearios: la creencia era que bañarse en el agua de mar tenía efectos positivos para la salud.

Sin embargo, todas estas vacaciones podían disfrutarlas sólo las clases pudientes y no fue hasta finales del siglo XIX, cuando empezaron a promulgarse leyes que concedían algunos días de asueto para los a los trabajadores de “cuello blanco”, de secretaría, administración y gestión, funcionarios o trabajadores de bancos y despachos profesionales.

Además del domingo libre, algunos trabajadores comenzaron entonces a disponer del sábado tarde, y así nació a principios del siglo XX el ansiado fin de semana.

En Gran Bretaña una ley de 1938 estableció, tras una larga campaña de 20 años, la semana de vacaciones anuales pagadas. 

En la década de 1950 era ya habitual tener dos semanas y a partir de 1980 la mayoría de los ingleses contaba al menos con cuatro semanas de vacaciones anuales.

EN LA ACTUALIDAD

Francia y Finlandia encabezan el ranking de los países cuyos trabajadores han conseguido más tiempo de vacaciones anuales pagadas, con 30 días hábiles frente a los 24 de Alemania y Holanda, los 28 de Reino Unido o los 26 de Italia, según un estudio deTrabajando.com y Universia.

En España tenemos 22 días hábiles de vacaciones pagadas, excepto los autónomos -3.200.000 trabajadores-, que cuentan con 0 días, aparte de poseer la ya legendaria salud de hierro por la que no necesitan bajas sanitarias.

Entre los Estados europeos con menos días de vacaciones anuales se encuentran Bélgica, Grecia, Hungría, Chipre, Irlanda, Lituania, Irlanda y Macedonia, todos ellos con una media de 20 días de libranza.

Claro que fuera de Europa las condiciones empeoran: China ofrece cinco días hábiles de descanso a sus empleados, sin que sean obligatorios, y México seis días que aumentan a dos más por año trabajado, hasta un máximo de 12.

En China las vacaciones pagadas son de 5 días.

Otros países de Latinoamérica poseen un promedio de 15 días hábiles de vacaciones por año, como Colombia, Chile, Guatemala y Venezuela.

Los trabajadores de Ecuador y El Salvador suman 15 días seguidos, mientras que en Argentina son 14 días –también seguidos– que se pueden convertir en 21 si se lleva más de cinco años en la empresa, o en 28  si la antigüedad es de una década.

En Estados Unidos, más de la mitad de los empleados, un 52% de acuerdo con los datos del informe Project:Time Off, entre 2017 y 2018 no se tomaron sus días de vacaciones por razones diversas, desde miedo a perder el empleo a falta de planificación.

Lo curioso es que  a nivel federal, la Ley de Normas de Trabajo Justo (FLSA, por sus siglas en inglés) no obliga a las empresas a pagar las vacaciones de sus empleados y deja el tema al albur de acuerdos individuales entre el trabajador y la empresa.

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