José Eugenio Fernández Barallobre, autor de «Historia de la Policía Nacional»: «Sobran y son un error las policías autonómicas»
El autor ha logrado con su obra uno de los textos más completos sobre la historia de la Policía Nacional. Fotos: COPE/La Esfera de los Libros.

José Eugenio Fernández Barallobre, autor de «Historia de la Policía Nacional»: «Sobran y son un error las policías autonómicas»

LA OBRA RELATA EL DEVENIR DE LA POLICÍA DESDE 1824 HASTA LA ACTUALIDAD
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06/8/2021 01:00
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Actualizado: 06/8/2021 01:00
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Es uno de los historiadores policiales más reconocidos. El nuevo libro de José Eugenio Fernández Ballarobre (La Coruña, 1951) inspector emérito del Cuerpo Nacional de Policía, titulado «Historia de la Policía Nacional.

Desde su fundación en 1824 hasta la actualidad» (La Esfera de los Libros), es un trabajo de erudición que arroja luz y acaba con todas las dudas sobre lo que ha sido la Policía Nacional, con sus diferentes denominaciones, desde comienzos del siglo XIX. 

Sin duda, es una obra obligada para cualquiera que esté interesado en la historia y el presente de la Policía Nacional.

Esta entrevista supone un buena introducción a su contenido. Una entrevista valiente en la que Fernández Ballarobre dice lo que de verdad piensa, como que «Sobran y son un error las policías autonómicas ya que la seguridad pública es una competencia de Estado no delegable».

Su obra es el primer libro que cubre la historia de la policía de los últimos 200 años. ¿Qué fue lo que le empujó a acometer un proyecto de esta envergadura?

Afortunadamente, hay muchos y muy buenos trabajos sobre la historia evolutiva de la Policía Española, sin embargo, abundan más los que refieren lo relativo a los Cuerpos de paisano, dejando los de uniforme en un segundo plano.

Creo que la Policía es la suma de todos ellos, tanto los de origen civil como los de origen militar.

Tal vez, esa falta me inclinó a aceptar la oferta de La Esfera de los Libros para embarcarme en la aventura. A esto debo añadir el desconocimiento general existente sobre la historia de nuestra Policía.

Desde el comienzo del relato se da una constante: la existencia de dos cuerpos, uno de vigilancia, los investigadores, y otro de seguridad. El primero ha venido teniendo un carácter civil –aunque no siempre– y el segundo mayormente militar. ¿Por qué?

Se adoptó ese sistema, sin duda por una conveniencia práctica que viene dada por las diferentes misiones que tiene encomendadas la Policía, unas de carácter investigativo que requieren de una preparación técnica específica, y otras, las de mantenimiento del orden y la seguridad ciudadana, que precisan de un elemento más contundente, con otra preparación y dotado de una estructura orgánica diferente. Creo que ahí está la respuesta.

De hecho, cuando los tres terroristas anarquistas asesinaron en 1921 al entonces presidente del Gobierno, Eduardo Dato una de las consecuencias directas es la reorganización del servicio y la militarización del cuerpo de seguridad.

Efectivamente. El Cuerpo de Seguridad ya contaba, desde sus orígenes, con el aporte de sus cuadros de mandos -jefes y oficiales- todos ellos de origen militar, sin embargo, el Cuerpo como tal no estaba sujeto al Código de Justicia Militar, lo que sucede, en diferentes supuestos, a partir de 1921, uno de ellos considerarlos, a efectos legales, como fuerza armada.

También, por parte del estamento político, se tomó en consideración la necesidad de dotar a la Policía de unos medios móviles elementales que no poseía, de ahí la gran parada de 1922 en Madrid donde se presentó el nuevo material adquirido.

Ustedes también tuvieron su “monja alférez”: Ana María de Soto. Esta, como hiciera Catalina de Erauso 400 años antes, vivió como hombre y policía –Fernando González–. Fueron 30 años de servicio y tuvo un final muy triste…

Así es. La Historia de España es una muestra del ferviente deseo de la mujer a incorporarse a sus Ejércitos y, en el caso de Fernando González, a las fuerzas del Orden.

Si Catalina de Erauso, la “Monja Alférez”, sirvió en los gloriosos Tercios, y Ana María de Soto lo hizo en mi querida Infantería de Marina, de la que me honro en ser Alférez RV, “Fernandito” lo hizo en el Cuerpo de Orden Público donde prestó servicios como uno más hasta que, finalmente, fue descubierta y el trato que recibió desde aquel momento fue realmente denigrante, no teniendo en cuenta su hoja de servicios como si se tuvo en los otros dos casos.

En su libro también habla de pandemias. De la del tifus, en Madrid, entre 1908 y 1909, primero. Y también de la mal llamada “gripe española”, en 1918, esta a nivel nacional. Fueron 200.000 muertos. ¿Consta que se tomaran medidas de prevención?

En cuanto a la del tifus de Madrid, las primeras medidas que se adoptaron fue ordenar al Cuerpo de Seguridad la retirada de las calles de los mendigos que vivían en ellos, lo que provocó la muerte de varios Guardias de Seguridad e incluso algún Oficial, una misión que, claramente, no les correspondía como así se demostró.

En cuanto a la de gripe de los años 1918 a 1920 hay constancia de que, en determinados puntos, tales como estaciones ferroviarias, los guardias de seguridad acompañaban a médicos que tomaban manualmente la temperatura a los viajeros.

Además de eso, tanto en estas ocasiones como en otra de tifus habida en Barcelona, la Policía asumió su papel de mantenimiento del orden público.

La Policía tuvo también su «monja alférez», Fernando González, quien en realidad era Ana María de Soto: haciéndose pasar por hombre, fue policía durante 30 años, hasta que la descubrieron

Junto con el asesinato de Eduardo Dato, el de José Canalejas, antecesor de éste en el mismo cargo, en 1912, a manos de Manuel Pardiñas, anarquista también, en plena Puerta del Sol, supuso un “shock” para España. Usted afirma que fue fruto de la casualidad, que el objetivo a abatir era otro más importante, por las investigaciones realizadas. ¿Puede explicar por qué y a quién pretendía quitar la vida Pardiñas?

En absoluto, no afirmo eso. Lo hace mi gran maestro el comisario principal Antonio Viqueira, yo por el contrario creo que el objetivo era el que fue, José Canalejas, y que ello obedeció a una conspiración en la que participaron elementos de la izquierda, algunos de ellos de sobra conocidos.

El desastre de Annual, del que en estos días se cumplen cien años, también tiene lugar en su libro. Resulta que los agentes de policía de entonces de toda España le compraron al Ejército, por cuestación, un carro blindado francés para hacer frente a las fuerzas rifeñas rebeldes. Todos menos los catalanes, ¿por qué?

Efectivamente, es así y así lo resalta el propio director general de Orden Público en la Orden General, sin embargo, tiene una explicación, la plantilla de Barcelona ya había participado, en la misma medida, en otra campaña que se había iniciado días antes para enviar material sanitario y logístico al personal que combatía valerosamente en Africa.

También en este año se cumplen cien años del primer coche bomba de la historia de España que, por cierto, no explotó. ¿Cómo sucedió?

Fue el día en que se bendijeron y entregaron las banderas al Somatén de España en Barcelona. Una célula anarquista, tras robar un vehículo de punto y casi asesinar a su chófer, pretendió proyectarlo sobre el lugar, en el paseo de Gracia, donde se celebraba el acto.

El perfecto despliegue de la Policía, el dispositivo de seguridad que se estableció, bloqueando todos los puntos de acceso, lo evitó. Fue un éxito por nuestra parte.

Además, se logró detener a la mayor parte de los implicados.

¿Quién era Fantomas y cómo fue atrapado por la Policía? Sus hazañas todavía resuenan hoy.

Uno de los ladrones de guante blanco más famosos de Europa. De buen porte, maneras elegantes, dominando varios idiomas, lograba introducirse en la alta sociedad para, tras embaucar a viejas damas, sustraerle su joyero.

Tanto a los mejores hoteles, como a los trasatlánticos de lujo, se acompañaba de una calavera que decía pertenecía a un amor que había tenido a quien por despecho había matado y eso impresionaba a algunas damas, merced a lo cual accedía a su amistad lo que luego le permitía colarse en su habitación vestido totalmente de negro y perpetrar el robo.

Sin embargo, su error fue venir a Madrid donde le esperaba el comisario Fernández Luna, del Cuerpo de Vigilancia, quien logró capturarlo merced a su buen hacer policial y al del personal a sus órdenes.

En opinión de Fernández Barallobre, la fusión de la Policía Nacional y de la Guardia Civil tendría que venir precedida por un largo debate. Y una de las partes tendría que ceder su naturaleza: «Que una dejara de ser militar o la otra civil».

¿Cuáles eran las formas de entrar en la Policía, tanto en el Cuerpo de Vigilancia como en el de Seguridad entre principios del siglo XX y la dictadura de Franco? ¿Qué requisitos se exigían?

Evidentemente, eran diferentes de acuerdo con la época. Para acceder a puestos de Inspector del Cuerpo de Vigilancia, se exigía o bien pertenecer a la administración, especialmente, a la de Justicia o ser abogado.

A los Agentes se les exigía conocimientos más elementales y superar una oposición.

En cuanto al Cuerpo de Seguridad, saber leer y escribir, haber prestado el Servicio Militar, buenas condiciones físicas y una altura determinada. En cuanto a sus Oficiales, procedían de la Guardia Civil o de la Escala de Reserva Complementaria del Ejército.

Tras la guerra civil, las exigencias para acceder al Cuerpo General fueron mucho mayores, hasta el punto de que las últimas promociones se les exigía haber superado las pruebas de acceso a la Universidad.

En cuanto a la Policía Armada, la certificación de estudios primarios y a sus Cuadros de Mando pertenecer a la escala activa del Ejército.

El Cuerpo de Guardias de Asalto creado durante la Segunda República, ¿fue un cuerpo antidisturbios?

Efectivamente, las Unidades de Asalto -Compañías y Grupos- del Cuerpo de Seguridad eran unidades especializadas en el mantenimiento y conservación del orden público. Sin embargo, no se trata de una innovación ya que en 1908 dentro del citado Cuerpo se había creado la Sección Especial, con parecidas funciones, y en 1930, siendo el general Emilio Mola, director general de Seguridad, se organizó la denominada Sección de Gimnasia en la que se inspira la República para crear Asalto.

Por tanto, ni es una policía nueva, ni distinta y, mucho menos, es una creación innovadora de la República pues ya había antecedentes.

En cualquier caso, al igual que hoy las UIP [Unidades de Intervención Policial, conocidos comúnmente como antidisturbios] son una parte de la Policía Nacional, Asalto lo era del Cuerpo de Seguridad.

¿Qué era la Policía Local Gubernativa y para qué se creó?

Esa si es una creación republicana que, por cierto, no resultó. Se trataba de crear un Cuerpo de investigación para actuar en pequeñas localidades a base de distribuir personal por los diferentes Partidos Judiciales existentes.

Al final, el intento fracasó.

¿Y el Cuerpo de Vigilantes de Caminos?

El antecedente de la actual Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil. Creado por la República, dependiente del Mº de Obras Públicas, como policía de carreteras y tráfico.

En 1941 sus competencias las hereda la Policía Armada y de Tráfico que las pierde en 1959 que pasan a la Guardia Civil.

Durante la guerra civil, en el lado republicano, la policía y la guardia civil fueron fusionados. ¿Fue una medida razonable, desde su punto de vista?

Así es, tras convertir a la Guardia Civil en Guardia Nacional Republicana, se procede a fusionar todos los Cuerpos existentes creando uno, el Cuerpo de Seguridad, con dos ramas la civil –policía de investigación– y la uniformada –con sus funciones propias–.

No puedo valorar el resultado pues hay quien opina que realmente esta fusión fue más teórica que práctica. En cuanto a mi opinión sobre la creación de una sola Policía, creo que la existencia de una para la zona rural y otra para la urbana no es desdeñable, sobre todo para el político que no le gustaría que existiese una sola policía ya que representaría un poder factico.

Sin embargo, si creo que sobran y son un error las policías autonómicas ya que la seguridad pública es una competencia de Estado no delegable.

«La creación de una sola Policía, creo que la existencia de una para la zona rural y otra para la urbana no es desdeñable, sobre todo para el político que no le gustaría que existiese una sola policía ya que representaría un poder factico»

¿Sería razonable una fusión de ese tipo hoy en día o no es posible, teniendo en cuenta que la Policía Nacional es un cuerpo policial civil y la Guardia Civil una fuerza militar?

Eso sería para un largo debate. Desde luego, sería necesario que una de las partes cediese su naturaleza, es decir que una dejara de ser militar o la otra de ser civil.

¿Solución? Tal vez, sería posible si se articulase un Cuerpo en que, sin ser militar enteramente, tampoco lo fuese civil en la misma medida, es decir, fuese Policía, nada más.

Soy de los que piensan que la Policía Nacional no se puede considerar, como tal, un Cuerpo civil al uso y malo si sus integrantes se consideran funcionarios toda vez que ni están sujetos a los mismos derechos que el resto de ese personal –derecho a huelga, a libre sindicación, etcétera– y encima tienen que portar armas algo que no sucede con los que trabajan para Obras Publicas, por ejemplo.

De todas formas, me parece muy complicada esta fusión.

El autor relata también cómo la policía tuvo que hacer frente a fenómenos paranormales, propios del programa de Iker Jiménez, «Cuarto Milenio».

Usted también relata un hecho desconocido, y curioso, que la Policía se transfirió, en Cataluña, bajo el gobierno de la Generalitat, y que luego, en 1934, volvió al control del gobierno central en 1934. La revolución, ¿no?

Así es. Un grave error aquella transferencia que, tras los sucesos revolucionarios de 1934, tuvo que volver al control del Gobierno central, aunque en 1936, con el triunfo del Frente Popular, se volvió a las mismas y, años después, ya con la democracia, se cometió el mismo error aunque en este caso agravado al no ser la Policía del Estado la transferida, sino autorizando la creación de nuevos Cuerpos que están formados al gusto de los gobiernos autonómicos, algunos de ellos de más que dudosa lealtad a España.

Su libro también contiene acontecimientos más propios de Cuarto Milenio, el programa de Iker Jiménez, como el caso del “duende de Gracia”, del Paseo de Gracia, Barcelona, se entiende. ¿Cómo lo resolvieron?

Normalmente, estos casos, que los hubo, suelen resolverse tras comprobar que se trata de un fraude del que alguien, en muchas ocasiones el propietario del inmueble, se beneficia.

En otros, cuando esta posibilidad queda descartada, se archiva como no resuelto y todo queda ahí. Generalmente, coincide con la desaparición, por sí solo, del fenómeno.

Tras la guerra civil se creó el Cuerpo General de Policía, con labores de información, investigación y vigilancia, de carácter civil, y la Policía Armada, para labores de seguridad y represión de manifestaciones. Diferentes nombres, mismos esquemas históricos.

Así es. Se trata de dos Cuerpos continuadores y herederos de los anteriores. No hablamos de Cuerpos nuevos pues sus funciones, su despliegue e incluso muchos de sus componentes son los mismos.

Sin embargo, creo que eso, los cambios de denominación, una constante en la historia corporativa, fue el gran error de la Policía. Creo que aquellas viejas denominaciones de Vigilancia, incluso el más apropiado de Investigación y Vigilancia, y Seguridad nunca debieron de perderse.

El DNI se creó en 1944. El carnet número 1 llevaba el nombre de Francisco Franco Bahamonde. ¿Qué aportó su implementación? ¿Más seguridad? ¿Más control? Otros países, como Reino Unido y Estados Unidos no tienen DNI y funcionan.

Tal vez, en origen esa fuese la intención, sin embargo, a día de hoy, son muchos los países que disponen de este medio de identificación y sino otro parecido, da igual que sea el de conducir, el pasaporte o el sanitario.

¿Se imagina una nación seria donde sus habitantes no estén documentados?

«Las asociaciones profesionales, las ajenas a partidos políticos o ideologías concretas, son imprescindibles para velar por los derechos del colectivo, pero se trata de eso, de velar por nuestros derechos no por los intereses de grupo y mucho menos del partido de turno»

También tiene un recuerdo al primer caído por el terrorismo de ETA de la Policía, del Cuerpo General de Policía, para ser más concretos, el inspector jefe Melitón Manzanas González. Recuerdo obligado, ¿no?

Sin duda, pero en la misma medida que del resto de mis compañeros, integrantes de la Policía, Guardia Civil y Fuerzas Armadas, incluso paisanos, que fueron vilmente asesinados por aquellas malvadas bandas asesinas cuyos herederos ocupan hoy las Instituciones y a los que se les permite que homenajeen a aquella canalla asesina.

Tengo un especial recuerdo para mi amigo y compañero de pupitre en la Escuela General de Policía, el Inspector Javier Moreno Castro, asesinado en Eibar por la canalla etarra.

Pese a todo, Melitón Manzanas es un icono para todos nosotros.

En 1977 se crearon las primeras asociaciones del Cuerpo General de Policía. ¿Se atreve a hacer un balance sobre su eficacia?

Efectivamente, se depositaron muchas esperanzas en ellas, muchas de las cuales quedaron tan solo en eso. Creo que las asociaciones profesionales, las ajenas a partidos políticos o ideologías concretas, son imprescindibles para velar por los derechos del colectivo, pero se trata de eso, de velar por nuestros derechos no por los intereses de grupo y mucho menos del partido de turno.

Esa debe ser la función que han de asumir estas asociaciones, velar por los intereses del Cuerpo y no meterse a criticar si se establece una parada policial, se dispara una salva de fusilería en honor a nuestros caídos o se desfila el Día de la Fiesta Nacional.

En 1978 desaparece el Cuerpo General de Policía y la Policía Armada. Nace el Cuerpo Superior de Policía y la Policía Nacional. Una Policía Nacional que mantendría su carácter militar durante ocho años más. ¿Por qué?

La Policía Nacional poco a poco comenzó a alejarse de su relación con las Fuerzas Armadas, si bien mantuvo su estructura y orgánica militar, mientras que el Cuerpo Superior mantuvo su estructura civil. Nada tan complejo se puede cambiar de un día para otro.

Sin embargo, yo estoy convencido de que se trataba de crear dos organizaciones diferentes, de una parte, un Cuerpo Superior de Policía, muy especializado, con su personal altamente cualificado y con un alto nivel intelectual, y de otro, una Policía Nacional moderna, con sus cuadros de mando jóvenes, dotados de una formación militar y de otra policial específica, sin embargo, al final se fue por otros derroteros.

De la fusión de ambos cuerpos en uno solo, de carácter civil, mediante la aprobación de la Ley Orgánica 2/1986 de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, de 13 de marzo, nace el Cuerpo Nacional de Policía actual. ¿Una consecuencia lógica de nuestro sistema democrático?

Podría entenderse así, aunque tal vez se entendería igualmente, un Cuerpo Superior muy especializado y de composición muy reducida, con misiones de alta investigación, y una Policía Nacional, que, aunque mantuviese las denominaciones militares en sus empleos –capitanes, tenientes, etcétera, como sucede en otras policías-, no estuviese integrado en las Fuerzas Armadas, encargándose de todas las funciones propias de la Policía, tanto fuesen de paisano como de uniforme.

Hay compañeros suyos que dicen que dicha fusión ha ido en beneficio del cuerpo de seguridad y en detrimento del cuerpo de vigilancia, que ha perdido eficacia. ¿Cuál es su opinión?

No estoy tan seguro de ello. En primer lugar, yo que procedo del Cuerpo Superior, muy pronto pasé a mandar unidades uniformadas, hecho del que me siento especialmente orgulloso, y como yo muchos más hasta el punto de asegurarle, aunque a muchos tal aseveración no les guste, que durante muchos años la Policía estuvo mandada, en la mayoría de sus niveles, por personal procedente del viejo Cuerpo de Vigilancia como dice usted.

Sea como fuere, a la vuelta de un par de años, en la Policía Nacional, no quedará un solo mando procedente ni del Cuerpo Superior ni del de la Policía Nacional y todos procederán del Cuerpo Nacional de Policía y entonces, esta controversia, dejará de tener sentido.

José Eugenio Fernández Ballarobre es autor también de «El Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII (1908-1931)»; «La uniformidad del Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII (1887-1931)», o «El catálogo del Museo Policial de la Jefatura Superior de Policía de Galicia». También es administrador del sitio web «Una historia de la Policía Nacional»: cnpjefb.blogspot.com

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