James Nava: ‘El problema no es el hecho de dejar Afganistán, sino la desastrosa forma en que ha efectuado la retirada’
James Nava destaca que "una vez más, incluso durante una retirada mal organizada, los soldados, es decir, la botas y no lo trajes de los políticos, son los que han estado a la altura de las circunstancias".

James Nava: ‘El problema no es el hecho de dejar Afganistán, sino la desastrosa forma en que ha efectuado la retirada’

Este asesor militar, de estrategia y de inteligencia, colaborador de Trump, afirma que "Biden debería rendir cuentas por su incompetencia y negligencia"
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02/9/2021 08:20
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Actualizado: 02/9/2021 08:20
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James Nava, asesor militar, de estrategia y de inteligencia, inversor financiero hispano-estadounidense, colaborador de Donald Trump, y escritor analiza en Confilegal la crisis en Afganistán y cuáles son las consecuencias.

Deja claro que «el problema no es el hecho de dejar Afganistán, sino la desastrosa forma en que ha efectuado la retirada de Afganistán: Eliminar a los militares antes de evacuar a los civiles y aliados estadounidenses, además de abandonar miles de millones de dólares en equipo militar de alta calidad».

También hace balance de las políticas de Joe Biden en sus primeros siete meses en la Casa Blanca. 

¿El plan de retirada de Trump era mejor que el de Biden?

Trump tenía un buen plan de retirada que hubiera funcionado a las mil maravillas de haberse mantenido, pero Biden lo desechó y después tomó malas decisiones. 

Su mayor error fue no entender que las Fuerzas Armadas deben ser las últimas en salir del teatro de operaciones, no los primeros en salir. Cualquiera con sentido común lo puede entender: los civiles y el equipo de alto valor se evacuan primero y después, cuando todos y todo está puesto a salvo, los militares se van. Sin embargo, no se ha hecho así. 

Lamentablemente, órdenes de carácter político imponiéndose al mando militar han provocado la pérdida de equipo tecnológico con un valor estimado de entre 85.000 y 100.000 millones de dólares, que ha caído en manos de los Talibán, y que probablemente parte del cual llegará a manos de chinos, rusos y otros grupos terroristas a los que ya se les hace la boca agua pensando en este tesoro armamentístico. 

También es preocupante el arsenal que los Talibán han incautado al ejército y la policía afganas, también suministrado por Estados Unidos y otros países aliados, que alcanza un valor de más de trescientos mil millones de dólares. 

Gráfico de arsenal en manos de Talibán.

Personalmente, me duele que no se hayan podido evacuar a tiempo a todos los perros que estaban rescatando las organizaciones privadas, aunque siguen trabajando en ello. Por fortuna, todos los perros de servicio militar estadounidenses pudieron ser evacuados los primeros.

Califique la gestión de Biden de la crisis de Afganistán. 

Desastrosa, ineficaz, negligente, incompetente. Se me acaban los calificativos para semejante caos e inutilidad. La negligencia alcanza no sólo a los ciudadanos estadounidenses, sino también a los afganos que cooperaron con las tropas de Estados Unidos. 

Miente a los ciudadanos diciendo que han sacado a todos ellos (también lo hacen otros gobiernos, como el infame de España), pero no es cierto. Afganistán tiene más de 10.000 montañas, valles y áreas urbanas. Nuestros intérpretes y colaboradores, y los de otros países, están repartidos por todo el país, no sólo Kabul. Se ha sacado a gente, sí, pero muchos no son colaboradores. La gran mayoría de los más de 130.000 evacuados afganos no prestó ayuda significativa a las fuerzas estadounidenses o ninguna ayuda. Así de claro se lo digo. Sólo una parte de ellos lo hicieron. 

La lamentable gestión de la retirada y regalar el país a los Talibán supone también consolidar el poder de su rama más violenta y radical, la red Haqqani, que está vinculada a Al Qaeda, liderada por Sirajuddin Haqqani, que es el líder adjunto de los Talibán y un terrorista de tomo y lomo muy buscado, por quien el FBI ofrece una recompensa de cinco millones de dólares. Este pájaro afgano también es el jefe de la estrategia militar de los Talibán y ha sido puesto a cargo de la seguridad en Kabul. Ya pueden imaginar qué tipo de “seguridad” va a implementar.

La gestión de Biden se lleva el cuestionable mérito de haber priorizado la evacuación de extranjeros al azar sobre los ciudadanos estadounidenses, y de haber sacado del país a miles de afganos y dejado atrás a cientos de estadounidenses. Que cada uno saque sus conclusiones. La mía es que pone a los americanos en último lugar de sus prioridades.

Biden ha realizado una de las peores capitulaciones de los valores estadounidenses y occidentales de la historia.  

Usted subraya que el problema «no es la retirada, sino la forma en que se ha hecho». ¿Puede explicarnos algún ejemplo más? 

Ha sido una retirada caótica y mal organizada desde el principio. Le pongo un ejemplo: se ha centrado toda la evacuación desde el aeropuerto de Kabul. Un error. Los mandos militares pro Biden del Pentágono dicen que nunca consideraron la base aérea de Bagram como un sitio de evacuación principal en Afganistán «debido a su ubicación remota» de Kabul. Es mentira. Bagram está a unos 60 km por carretera de Kabul. De hecho, hay informes en los que se consideró Bagram para evacuar si el aeropuerto de Kabul sufría un ataque grave o en circunstancias excepcionales, como las vividas. 

Con el plan de Trump, Bagram hubiera sido otra opción a tener en cuenta. Si la Administración Biden simplemente hiciera caso de los expertos que quedan y no de sus lameculos habituales, también se habría considerado y utilizado. Y así con todo. 

¿Previó la inteligencia de EE UU la crisis en Afganistán?

Sí, de hecho se alertó a la Administración Biden de esta circunstancia repetidamente, si se abandonaba el plan de retirada de Trump, pero no se  hizo caso de las advertencias y se adoptaron medidas políticas muy cuestionables y, tal y como se ha demostrado después, totalmente  equivocadas.

La previsión era tan clara que durante los meses previos y durante julio y agosto la Base Eagle de la CIA en Kabul, un complejo secreto y altamente seguro situado entre las afueras industriales de Kabul y una cadena montañosa, a menos de cinco kilómetros del aeropuerto  internacional Hamid Karzai, se utilizó para evacuar de forma encubierta a cientos de ciudadanos durante julio y agosto. Ya ha sido deliberadamente destruida para evitar que sea capturada por los Talibán.

Foto aérea de la Base Eagle de la CIA en Kabul.

La inteligencia estadounidense no va a desentenderse de Afganistán, ni en materia de inteligencia humana ni técnica. De hecho, mientras hacemos esta entrevista, Aviones Boeing RC-135W van camino a Afganistán para controlar las comunicaciones de los Talibán. Estos aviones también tienen capacidades de guerra electrónica, por cierto. 

También están en el punto de mira aquellos elementos de los Talibán que mantienen  colaboración activa con los restos de Al Qaeda y la Red Haqqani, así como los movimientos que puedan realizar los seguidores de ISIS-K o Al Qaeda para construir nuevos refugios en el país (refugios que fueron destruidos por orden de Trump), y que ahora podrían reconstruir.

Son preocupantes las posibles alianzas entre los Talibán, Al Qaeda e ISIS. No hay que dejarse engañar, aunque en apariencia son rivales, la  mayor diferencia entre ISIS y Al Qaeda es generacional. Nada que no  puedan superar. Ese potencial de alianzas cobra fuerza ahora. No desvelo más información porque los Talibán, aunque algo brutos,  también saben leer y anticiparse.

¿Entonces, Biden desestimó las advertencias sobre la estabilidad de Afganistán e ignoró la solicitud de los altos mandos militares, incluido el secretario de Defensa Austin, para mantener 2.500 soldados en Afganistán?

Así es. En realidad esa cantidad de 2.500 soldados la propuso Trump en primer lugar. Era el número de tropas que figuraba en su plan y que pensaba dejar sobre el terreno en algunas bases una vez concluida la retirada. Al igual que se hizo en Irak. Pero Biden decidió escuchar a otros asesores y miembros del gobierno que apostaban por el actual plan de retirada total. Un mal plan abocado al fracaso, como se les indicó varias veces. Ya comprenderá que eso fue como clamar en el desierto con esta caterva de demócratas atolondrados, por no decir algo más fuerte. 

El resultado ya lo conocemos, el patético Biden escapa de Afganistán y deja un triste saldo: 13 militares estadounidenses muertos; cientos de estadounidenses abandonados detrás de las líneas enemigas; cientos de miles de aliados afganos traicionados; la reputación y la autoridad de Estados Unidos en ruinas. Realmente, Biden debería rendir cuentas por su incompetencia y negligencia.

Biden no reconoce errores. A quienes dicen que ha sido caótica, vergonzosa, que se deja a miles de colaboradores atrás, les responde que ha sido un éxito porque han logrado sacar a más de 120.000 personas. ¿Qué opina de esta declaración?

Que Biden ha vuelto a mentir sin asumir sus responsabilidades. Ha fallado en el cumplimiento de sus deberes fundamentales como presidente y ha vuelto a poner en evidencia que no es apto para servir y debe renunciar. Ha dejado atrás a ciudadanos estadounidenses y ha regalado Afganistán a los Talibán y a los terroristas islamistas sin tener un plan de futuro. En su mente confusa tal vez eso sea un éxito, pero no lo es en absoluto. 

¿Cuáles son las peores consecuencias de la «caótica» retirada de Afganistán ordenada por Biden? 

El abandono de equipo militar de alta tecnología; el incremento del riesgo de que los grupos terroristas ISIS-K y Al Qaeda se fortalezcan; la persecución de afganos cristianos; la posibilidad real de que ciudadanos estadounidenses sean tomados como rehenes o asesinados; el incremento salvaje de refugiados afganos en Estados Unidos y países occidentales, más de 130.000, entre los que con seguridad hay islamistas radicales infiltrados. Ya se han detectado varios casos, incluido el de un violador que fue deportado por Trump. 

También es muy preocupante que pasaportes de estadounidenses hayan sido incautados en los puestos de control de los Talibán. Algo que tiene graves implicaciones para futuros ataques terroristas y en temas de seguridad. En el plano interno, los Talibán han capturado una base de datos biométrica de Estados Unidos y alrededor de 7.000 escáneres portátiles que están utilizando para cazar enemigos estadounidenses y afganos e incluso periodistas. Algo que ha reconocido el propio líder de la red Haqqani, Nawazuddin Haqqani.

Esta caza de occidentales la realiza una unidad denominada Al Isha, que ha duplicado su tamaño, de 500 a casi 1.100 durante el último mes, y que se ha extendido a muchas de las 34 provincias de Afganistán. Es uno de los tres grupos bajo la Brigada Khalil Haqqani, que es el hermano del fallecido Jalaluddin Haqqani, quien fue el mentor de Osama Bin Laden y luego trabajó como ministro del gabinete de los Talibán en la década de los 90. Los Talibán delegan en la red Haqqani esas tareas tan desagradables de deshacerse de afganos rebeldes y estadounidenses especialmente peleones. 

El alcance de esta base de datos biométrica es muy completo, ya que prácticamente a todos los que trabajaron con el gobierno afgano o el ejército estadounidense, incluidos intérpretes, conductores, enfermeras y secretarias, se les tomaron las huellas digitales y se les escanearon durante los últimos 12 años. El objetivo era recopilar información de unos 25 millones de afganos. El número exacto de afganos incluidos en esta base de datos permanece clasificado.

Por supuesto, que la Administración Biden haya entregado a los Talibán una lista de estadounidenses y afganos que deseaba evacuar, ha sido otra suprema idiotez en esta retirada ridícula. Otra muy mala consecuencia es el aumento de miembros de ISIS que ahora hay en Afganistán, que ha pasado de 200 a 2.000. Lo mismo sucede con los yihadistas de Al Qaeda, que tienen vía libre para sus operaciones y están llegando en manada.

Ha informado que los talibán liberaron el 15 de agosto a miles de terroristas de ISIS en la prisión de la base aérea de Bagram…

A medida que los Talibán han capturado ciudades, liberaron presos islamistas con vínculos con Al Qaeda e ISIS. Fue un desparrame total. 

Los soldados afganos se rindieron prácticamente sin resistencia, adoptando esa actitud suya de “si no vamos a ganar para qué vamos a luchar”, lo que dejó a los agentes de inteligencia estadounidenses con poca capacidad para rastrear a los terroristas fugitivos. Muchos de ellos se han infiltrado entre los refugiados, han salido ya del país y otros seguirán saliendo en próximos meses o engordando las filas de esas organizaciones terroristas. Este flujo de población incontrolada es un riesgo para nuestra seguridad.  

El año pasado, 2.500.000 de refugiados abandonaron Afganistán, este año se proyectan 4.500.000 o más. Inundar Estados Unidos y los países occidentales con ellos es un suicidio y un grave error. Por no mencionar que muchos de ellos encontrarán la manera de entrar por la frontera sur entre el caos inmigratorio que Biden ha provocado. 

Ya hace un tiempo que empleados en el área de seguridad nacional alertaron en un memorando clasificado que la patrulla fronteriza había arrestado a dos ciudadanos yemeníes en la lista de vigilancia de terroristas cuando intentaban cruzar a Estados Unidos desde México. Es algo que se va a repetir de aquí a unos meses. Tan seguro como que Trump hará más mítines.  

Los oficiales de seguridad nacional que han trabajado en la evaluación de las amenazas terroristas en la frontera sur ya han alertado también de que el aumento de inmigrantes, entre los que podría haber infiltrados terroristas, ha dejado a los oficiales de la patrulla fronteriza mal equipados para enfrentar el nuevo desafío terrorista que se avecina.

Hay quienes dicen que otra consecuencia es la preocupación de aliados sobre la confiabilidad de Estados Unidos, que se refuerza la imagen de Estados Unidos como «un aliado poco fiable», «una sombra que le persigue desde Vietnam» y que va a ser aprovechada por Rusia y China… 

Esto forma parte más de una narrativa de algunos medios y analistas que de la realidad. Estados Unidos ha demostrado sobradamente durante décadas que es el único país capaz de garantizar las libertades, la estabilidad y la seguridad mundial. Los aliados lo saben perfectamente. Eso no ha cambiado. 

No debemos confundir una retirada basada en una política desastrosa de izquierda con la capacidad del país para golpear eficazmente a sus enemigos y ganar guerras, algo que está fuera de toda duda para cualquiera  con conocimientos militares.  

La relación con los aliados están ahora algo más tensas, es lógico, pero también lo estaban con Trump porque les obligaba a pagar lo que debían a la OTAN. Y es que los aliados europeos también son para echarlos de comer aparte. 

Sí es cierto que China y Rusia se aprovecharán de la actual política defensiva y exterior débil de Biden. Ya lo hicieron con Carter, Clinton y Obama. No es algo nuevo y tampoco el fin del mundo. Aunque sí es preocupante por sus repercusiones inmediatas en el escenario internacional. 

¿Qué reprocha a los exdirigentes afganos? 

No haber mostrado una mayor resistencia al avance Talibán después de todo el apoyo y equipo militar que han recibido durante 20 años. También haber sido tan codiciosos y la poca importancia que han concedido a las libertades obtenidas en estos años. Les reprocho no haber sido unos líderes confiables para sus tropas y sus ciudadanos. Ni que decir tiene que la corrupción ha socavado ese gobierno desde dentro.  

Los soldados afganos estaban desmotivados y carecían de liderazgo, por eso abandonaron sus puestos y huyeron. Muchos de los dirigentes también, pero en su caso con millones de dólares procedentes de la ayuda internacional.  

Usted ha lanzado en redes un mensaje a toda su familia de veteranos de combate militar: «Lo que está sucediendo en Afganistán es el fracaso de los políticos. ¡Son los trajes, no las botas! Todos servimos honorablemente y cumplimos la misión», ha dejado claro.

Sí, hay que hacer pedagogía en la sociedad para explicar bien que esta retirada es una cuestión de los políticos demócratas, encabezados por Biden y Harris, que no tiene nada que ver con la competencia y el trabajo realizado por los militares durante estos años, que siempre han actuado de acuerdo a lo que se esperaba de las Fuerzas Armadas, tanto las de Estados Unidos como las de otros países aliados, como España. 

Lo están haciendo también ahora, por ejemplo, las fuerzas especiales al realizar misiones de rescate de ciudadanos estadounidenses y cooperadores afganos fuera del perímetro de seguridad de Kabul. Asimismo, destacan las misiones de rescate de compañeros veteranos como Scott Mann y Zac Lois, de la «Pineapple Express», al frente de un grupo de veteranos boinas verdes y miembros del equipo SEAL, que han puesto a salvo a más de 500 personas. 

O del veterano de las fuerzas especiales del ejército Michael Brewer y su “Proyecto Arcángel”, que ha coordinado varios equipos para rescatar a más de 3.000 ciudadanos estadounidenses y sacarlos del país.

Mientras hablamos, destacan también los esfuerzos del Mayor Glenn Ignazio, que está trabajando con varios grupos de veteranos militares y organizaciones sin fines de lucro para ayudar a evacuar a los civiles estadounidenses y aliados que quedaron en Afganistán. Es impresionante el trabajo que están realizando los veteranos en las peores condiciones.

Todos estos veteranos, entre otros, han trabajado en colaboración con compañeros de los Marines, las fuerzas especiales y la inteligencia en un esfuerzo heroico. 

Una vez más, incluso durante una retirada mal organizada, los soldados, es decir, la botas y no lo trajes de los políticos, son los que han estado a la altura de las circunstancias. 

¿El régimen talibán se mantendrá o asistiremos a una nueva guerra civil? 

La guerra civil es una realidad ahora, aunque a pequeña escala. Ahmed Masud, conocido como el “Simba del norte”, hijo del legendario guerrillero Ahmad Shah Masud, apodado el “León del Panjshir” durante la ocupación soviética, al que Estados Unidos ayudó, lidera en el valle de Panjshir, al noreste de Kabul, a los grupos que aún resisten y combaten a los Talibán. 

En los próximos meses veremos combates entre ambos. Dependiendo del curso de los mismos y de las negociaciones que han entablado, y de si la Casa Blanca decide armar y financiar o no a la resistencia afgana, la guerra civil se extenderá o no a todo el territorio o se limitará al norte del país. Todos los escenarios están abiertos a fecha actual.

«Volver a construir mejor»; «Escuchar a los expertos»; y «América ha vuelto». Esos eran los eslóganes de Biden en la campaña electoral. ¿La caída de Kabul es la caída de Biden?

Lo es. Ha sido una caída estrepitosa de sus políticas. Su apoyo social ha caído en picado también, como reflejan todas las encuestas. Una de ‘Rasmussen Reports’ refleja que el 52% piensa que Biden debería renunciar ahora. También es verdad que no esperaba que durara mucho más. Los mismos que le han puesto en la Casa Blanca ya piensan en su relevo.  

De todas formas, no me sorprende que no dimita ahora ni que nadie haya sido despedido por la debacle de Afganistán. Tengamos en cuenta que esta gente robó una elección. En realidad no rinden cuentas a los ciudadanos No rinden cuentas a nadie. Lo cierto es que no tendremos responsabilidad por Afganistán hasta que tengamos responsabilidad por lo sucedido en las elecciones amañadas. Lo que venga hasta 2024, será sólo lo que decida la Camarilla que puso a Biden en la Casa Blanca. 

Tendremos tiempo de hablar de ese supuesto fraude electoral que menciona en la segunda parte de esta entrevista que Confilegal publicará mañana. 

Tras el atentado en Kabul, Biden pasó de afirmar que se hacía personalmente responsable de todo lo que ha pasado a echarle la culpa a Trump por el acuerdo alcanzado, aunque acto seguido reconoció que había sido la política de Trump lo que había garantizado una paz relativa en el periodo anterior a la retirada. ¿Es debilidad, incoherencia o parte de una estrategia bien pensada?

Sin duda es debilidad y también producto de una mente “confusa”. No me gusta hacer leña del árbol caído. Todo el mundo sabe que Biden no está en condiciones físicas ni mentales de presidir nada, y menos una nación como Estados Unidos. Es algo evidente para cualquiera que lo vea hablar… o intentar hablar coherentemente. Dicho esto, no soy de los que se ceban con personas ancianas y enfermas. Hay que saber limitar las críticas y ser, ante todo, humano.  

También hay quienes dicen que Joe Biden no fue elegido para durar…

Diría que elegido (y no por el pueblo estadounidense) para que dure un tiempo limitado siempre que el cuerpo aguante mínimamente. Veremos cuánto es eso. El deterioro es evidente. 

Según una reciente encuesta de ‘Rasmussen Reports’, el 52% de los estadounidenses no cree que Biden esté física y mentalmente capacitado para el cargo y el 51% sospecha que no está al timón y que la Casa Blanca está en realidad controlada por otros… 

Es una encuesta muy amable, porque los datos reales apuntan a que esos porcentajes son más altos. Mucho más altos, en torno al 70%. Otra reciente encuesta de la cadena de TV ‘NBC’ (que es pro Biden y suaviza los datos) señala estos porcentajes: cae su aprobación respecto a la gestión de la pandemia (53%), la economía (47%) y la situación en Afganistán (25%).

La encuesta nacional más reciente de ‘USA Today / Suffolk University’ sitúa la desaprobación de Biden en el 55%, y subiendo a pasos agigantados cada semana. Otra encuesta de la cadena de TV ‘CBS’ (pro Biden) también refleja que el 74% cree que la retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán ha ido muy mal.

A mí lo que me deja estupefacto es que haya todavía gente que piense que ha ido bien. Deben vivir en una realidad paralela o Barrio Sésamo.

Biden, en su comparecencia tras el atentado de Kabul, habló de «la primera persona a la que me dijeron que llamara», delatando que no estaría a los mandos. ¿Al presidente de Estados Unidos le dicen a quién tiene que llamar?

A Biden sí se lo dicen. Dejarlo actuar por sí solo sería otra gran irresponsabilidad y un ridículo tremendo. De ahí que le pasen listas con los periodistas a los que puede dejar hacerle preguntas o los temas a tratar. Si lo sometieran a los interrogatorios salvajes y despiadados a los que sometieron a Trump, dudo que Biden sobreviviera ni dos minutos.  

¿Qué lecciones extrae de lo ocurrido en Afganistán?

Que una misión de estas características debe ser realizada con rapidez y sin prolongarse en el tiempo eternamente. Y que una vez cumplida la misión hay que retirarse con un buen plan y ejecutarlo de forma precisa y profesional bajo unas condiciones estrictas de cumplimiento. Justo lo que iba a hacer Trump. 

Otra lección que debemos aprender es que Estados Unidos no debe involucrarse en guerras extranjeras a menos que sus propios intereses y seguridad nacional se vean gravemente amenazados. 

¿Qué balance hace de las políticas de Biden en sus primeros siete meses en la Casa Blanca?

Se puede resumir fácilmente: el mayor creador de crisis en décadas. Crisis de inmigración fronteriza, con más de 1.100.000 inmigrantes entrando por la frontera sur en los primeros seis meses del año. Crisis energética, con la destrucción de la independencia energética que logró Trump; crisis de precios al alza en la gasolina, crisis de inflación desbocada; crisis en política exterior con la retirada en Afganistán como ejemplo más claro; crimen descontrolado en las grandes ciudades; crisis económica; crisis de tráfico de personas y drogas, crisis por la escasez de mano de obra, crisis sanitaria por la pésima gestión de la variante Delta del coronavirus, etc. 

Son lamentables los aumentos de precios porque afectan directamente a los ciudadanos. Aquí tienen algunos de los porcentajes más relevantes: Alquiler de coches 73,5%; gas 41,8%; coches usados 41.7%; hoteles 24,1%; tarifas aéreas 19%; gas de servicio 19%; vestidos 18.8%; máquinas de lavado 17,9%; asado de cerdo 13,7%; transporte 13.3%; tocino 11.1%; filetes 10,7%; televisores 9,9%; pescado 8.5%; equipamiento deportivo 7.2%; coches nuevos 6.4%; alquiler (REA) 2.4%.

El balance que hace la Reserva Federal de los últimos 6 meses en cuanto al déficit es muy gráfico: antes: 6,99 billones de dólares. Hoy: 7,6 billones de dólares. Y eso que aún no hemos comenzado a gastar a manos llenas el paquete de estímulo de Biden de 3,5 billones de dólares ni han entrado aún en vigor las subidas de impuestos valoradas en 3 billones de dólares. Se prevé que el déficit se dispare a unos escandalosos 5 billones en 2021. 

Podemos concluir sin equivocarnos que las políticas de Biden y los demócratas han creado una auténtica pesadilla nacional, mucho mayor que cualquiera de las que podemos leer en las novelas de Stephen King. 

Es un balance negativo en todos los aspectos, con retrocesos importantes en crecimiento económico; acuerdos comerciales que perjudican a Estados Unidos y el regreso a instituciones globales que no aportan nada y consumen recursos; y el aumento de la censura de la libertad de expresión de los conservadores. 

En uno de sus últimos artículos de opinión también carga contra él por enfocar la agenda en las Fuerzas Armadas «en cuestiones absurdas como el ‘despertar’ o la ‘teoría crítica de la raza’, en vez de afrontar con realismo las amenazas a la nación».

Sí, es una de las razones por las que los Talibán lo han pillado por sorpresa y a calzón quitado. La Administración Biden está más preocupada por esas cuestiones absurdas y por lo políticamente correcto que por entrenar y equipar a nuestras Fuerzas Armadas, o dejarlas hacer su trabajo como deben hacerlo.

Algunos generales poco resolutivos también pecan de ello. Es normal que Trump hiciera referencia al general Patton durante su último rally en Alabama como referente de liderazgo militar y no los acomplejados ideológicos que debemos soportar ahora, que se ponen de rodillas en cuanto te descuidas. 

El Tribunal Supremo de EEUU obliga a Biden a recuperar la política migratoria de Trump. Ha rechazado la propuesta del presidente que anulaba una medida en política migratoria de la anterior Administración que impedía a quienes solicitasen asilo permanecer en Estados Unidos a la espera de la resolución de su caso. 

Los jueces Stephen Breyer, Sonia Sotomayor y Elena Kagan del Supremo aceptaron el fallo del juez Matthew Kacsmaryk, designado por el expresidente Donald Trump, que obliga al Gobierno de Biden a reiniciar la política de la anterior Administración y que ha obligado a casi 70.000 solicitantes de asilo a permanecer en México mientras se procesan sus solicitudes.

Se trata de una victoria importante para Trump. El Tribunal Supremo exige el restablecimiento de los Protocolos de Protección al Migrante (MPP), conocidos como  “Permanecer en México”. La política de Biden en este aspecto ya ha hecho un daño terrible y provocado una crisis de inmigración en la frontera sur, que se ha convertido en un colador para las mafias, los narcos, terroristas, traficantes de personas, y gentes del mal vivir en general. 

La política de «permanecer en México», como ha señalado, requiere que muchos solicitantes de asilo esperen fuera de los Estados Unidos a que se resuelva su caso. El juez de distrito, Matthew Kacsmaryk, avaló esta medida y dictaminó a principios de agosto que la Administración de Biden no proporcionó una razón adecuada para deshacerse de esta política y que sus procedimientos con respecto a los solicitantes de asilo que ingresan al país eran ilegales. 

También afirmó que la Administración Biden «no demostró ninguna probabilidad de éxito en el reclamo de que el memorando que rescindía los Protocolos de protección al migrante no era arbitrario ni caprichoso». En síntesis: volver a la política de Trump, que era mejor. 

En otro artículo denunció la cultura de la cancelación.

Es uno de los temas que está haciendo un daño tremendo a la sociedad estadounidense y también en otros países. España también lo sufre ya. Es un fenómeno producto del socialismo estadounidense que pretende cancelar hechos históricos y culturales, valores judeocristianos y tradiciones americanas y occidentales. 

Lo que trata de hacer la cultura de la cancelación es eliminar libertad y puntos de vista contrarios al socialismo para conformar un mundo global uniforme en el que se censura abiertamente cuanto discrepa de un enfoque izquierdista.

Uno de sus objetivos es hacer que los estadounidenses vivan con el temor de ser despedidos, avergonzados, humillados y expulsados de la sociedad como la conocemos. 

Los demócratas utilizan esta herramienta de forma habitual contra Trump, quienes lo apoyan y defienden, y también contra la propia historia de Estados Unidos. Siempre lo digo, es una de las mayores bobadas que he visto en toda mi vida, y ya he visto unas cuantas.

¿La cultura de la cancelación también está haciendo daño a las Fuerzas Armadas?

Sí, un daño considerable de la mano de un grupo de altos mandos más preocupados por sus uniformes de gala y sus carreras políticas que por preparar a sus hombres para el combate y las misiones militares. 

Es un buen momento para que Biden, el secretario de defensa Austin y el general Milley, entre otros tarambanas, se arrepientan de haberse centrado en el supuesto extremismo en el ejército, el privilegio blanco, la teoría crítica de la raza, el feminismo y otros tonterías similares, en vez de centrarse en sacar a los estadounidenses de Afganistán de forma segura y en defender la seguridad nacional evitando riesgos innecesarios. 

No me cansaré de rechazar la corrección política, el feminismo fanatizado y la intolerancia de la cultura de cancelación de la izquierda, porque son algunos de los grandes males que afectan a la sociedad y a las Fuerzas Armadas. Es pura ponzoña ideológica. 

Hoy por hoy, tenemos una batalla crucial que ganar para derrotar a la izquierda radical, a los socialistas, marxistas y a los teóricos críticos de la raza. La sociedad necesita defenderse de la cultura de la cancelación y restaurar la libertad de expresión. 

Recupero las palabras de Trump sobre este tema, con las que estoy plenamente de acuerdo: “Vamos a defender los valores judeocristianos de nuestros Padres Fundadores, y sobre los que se funda nuestro país, vamos a rechazar los delirios de la izquierda y vamos a rechazar la cultura de la cancelación”. Y yo añadiría: “Pues claro que lo vamos a hacer”.

Segunda parte de la entrevista:

James Nava: ‘Trump está haciendo frente al poder de censura y cancelación de los jefes de las grandes tecnológicas para silenciar a cualquiera con quien no estén de acuerdo y discrepen’

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